Los personajes de Inuyasha pertenecen a Takahashi Rumiko, yo solo los tomó prestados para poder dar forma a la trama la cual si me pertenece. Todo sin lucro y solo con el afán de entretener.


Orejas

Shippou hacía caras graciosas a Takeru, que en ese momento tenía cara de que en cualquier momento comenzaría a llorar. Inuyasha lo había dejado al cuidado del pequeño mientras él se encargaba de cortar leña y Kagome estaba en la aldea atendiendo a una joven que se había torcido la muñeca.

—Mira aquí, son honguitos— hizo aparecer tres, siempre le sacaban una sonrisa al pequeño, pero ese día fue la excepción—. Aquí está tu tambor— lo hizo girar para que sonara, sin embargo los ojos de Takeru se llenaron de lágrimas—. ¿Tienes hambre?— le mostró un melocotón.

El zorrito comenzaba a desesperarse, generalmente cuidar a Takeru era fácil, solo lloraba cuando tenía hambre o necesitaba un cambio de pañal, pero su olfato le indicaba que no era lo segundo.

—Ya sé— hizo aparecer un caballo—. Takeru ¡No llores!— fue inútil la petición, un fuerte llanto se dio.

—Shippou, ¿Por qué llora?— al escuchar a su cachorro llorar dejó a un lado la leña y entró corriendo a la cabaña.

—No lo sé, ya le di todo que lo que hay y nada funciona.

—¿Qué tienes cachorro? Pásame su comida.

—No la quiere, pero si quieres intentarlo.

—Aquí tienes tu arroz, mamá lo dejó para ti— acercó la cuchara a la boca de su hijo y este movió la cabeza de un lado a otro.

—A buena hora vinieron por tu madre.

—No lo quiere.

—¿Quieres ir al agua?— tal vez así se calmaría, a su hijo le gustaba jugar a salpicar.

—Iré por ayuda, seguro Sango o Rin saben que hacer— dijo Shippou antes de salir de la cabaña.

—No llores, ¿Te duele algo?— lo cargó para examinarlo—. ¿Tienes calor?— le quitó la yukata que vestía, estaban en verano y tal vez su hijo estaba incomodo—. Cachorro, ¿Qué te pasa?— no dejaba de llorar y aunque había plegado sus orejas para aminorar el sonido del llanto, no funcionaba mucho, su hijo había sacado los fuertes pulmones de Kagome—. ¿Quieres qué haga esto?— lo alzó a la altura de su cara y le hizo una trompetilla en su barriguita.

Takeru se calmó, así que Inuyasha volvió hacerlo y al escucharlo reír, se sintió el mejor padre, había dominado la situación e inconscientemente agitó sus orejas de felicidad, y casi al mismo tiempo Takeru rió con más fuerza. Inuyasha lo bajó y se sorprendió al verlo estirar sus bracitos para querer alcanzar sus orejas.

—¿Te causa risa que haga esto?— de nuevo las movió y su hijo rió—. Eres igual de extraño que tu madre— ambos tenían una fascinación con sus orejas—. Tú también tienes unas lindas orejitas— se las tocó con cuidado.

Takeru comenzó a balbucear y agitarse, su papá había dejado de mover sus orejas. Aquella reacción no pasó desapercibida por Inuyasha, cargó a su hijo y lo puso a una altura adecuada donde pudiese ver mejor sus orejas.

—¡Son adorables!— gritó Kagome, al llegar vio a su bebé sobre los hombros de Inuyasha, reía al ver que su padre las movía y al poner su cara sobre ellas, le daba cosquillas, no pudo evitar recordar que había mañanas en donde ella se despertaba a causa de los cosquilleos que le provocaban las orejas de su esposo en la nariz.

—Kagome, volviste.

—Me encontré a Shippou cuando venía de regreso, dijo que no dejaba de llorar.

—Ese zorrito cobarde, se fue al no aguantar el llanto.

—No digas eso, Shippou quiere mucho a Takeru, estaba preocupado y por eso iba por ayuda.

—Es verdad, hoy hiciste sufrir a tu hermano mayor ¿Verdad cachorro?

—¿Te diviertes con las orejas de papá, Takeru?— se hincó frente a ellos.

—No muerdas— advirtió Inuyasha al sentir la boca de su hijo, era bueno que aún no tuviese dientes, aun así, dolía.

—Me voy a sentir celosa, creí que solo yo podía tocar esas lindas orejas— dijo con falso drama.

—Ven aquí— la jaló para tenerla más cerca—. Sabes que es diferente, tú juegas con ellas de manera diferente— rozó con sus colmillos el cuello de su mujer—. Cachorro no jales— reprendió al sentir un tirón.

—Yo tengo hambre, ¿Ya comieron?

—No.

—Ven para que comas algo— intentó bajar a su bebé de los hombros de su padre, pero este se sujetó con fuerza del cabello—. Suelta, no hagas eso, creo que quiere comer allí.

—No hay más remedio.

—Deberás tomar un baño más tarde, te dejará el cabello lleno de comida.

—Entonces iremos los tres, hace tiempo no nos bañamos juntos.

—Me parece buena idea perrito— le acarició una de las orejas, Inuyasha gruñó instintivamente, esperaba que su hijo terminara lo suficiente cansado para que Kagome pudiese jugar con él.


11/05/2019

Algo pequeño para el fin de semana ;D