Disclaimer: Nurarihyon no Mago no me pertenece, sino a Hiroshi Shiibashi. Sólo la historia es mía.
Bajo la luna
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Si el alboroto en la Casa Principal hace apenas unas semanas parecía excesivo, en esos momentos no habría palabras para describirlo. Todos en la mansión se hallaban corriendo en los pasillos de aquí para allá ultimando algunos detalles y preparándose ellos mismos; después de todo, el gran día por fin llegó.
Y es por uno de esos pasillos precisamente, donde la señora de la casa camina sorteando con una sonrisa algunos youkais, hasta llegar a una habitación en concreto− ¿Puedo pasar?
— ¡Claro señora Wakana, pase! −la esposa del Segundo ingresó a la habitación, donde encontró a la youkai cabellera sentada detrás de la Yuki Onna, peinando su largo cabello y adornándolo con un par de kanzashi de estilo tama.
− Está quedando hermoso Kejoro. Buen trabajo −alaba con una sonrisa.
− Gracias, hay que admitir que no existe nadie mejor que yo para esta tarea –exclamó con falsa presunción, mientras quitaba con delicadeza un par de mechones que obstruían más de la cuenta su visión−. Hemos decidido que en vez del wataboshi usará el tsunokakushi, para que luzca un poco más el peinado, ¿verdad Tsurara? −pero sólo obtiene silencio. La joven se encontraba observando de forma abstraída la luz del atardecer que entra por la ventana−. ¿Tsurara?
Al momento de escuchar preocupación en su tono, pareció volver a la realidad− ¿Eh? ¡Ah, sí! El peinado, claro.
− Y… ¡Listo! Terminé. Sólo falta el maquillaje –con un salto, se dirigió hacia el pequeño tocador en una esquina, para tomar una pequeña cajita negra, un par de pinceles y demás maquillaje−. Nos ahorraremos mucho tiempo, ya que tu piel es muy pálida y no necesitarás más que pintura en los labios para estar lista –con el pincel toma algo de pintura carmín de la pequeña caja y de forma en extremo precisa, contornea sus labios para después rellenarlos de forma suave−. ¡Labios listos! Um… creo que falta algo… ¡Ya sé! Cierra los ojos… −tomó un delineador negro y los maquilló un poco−. ¡Listo! Oficialmente, hemos acabado. Te ayudaré a terminar de vestirte…
− Falta poco para que la ceremonia comience. ¿Por qué no vas a prepararte y yo ayudo a Tsurara? Casi anochece −Wakana se acercó hasta ellas, mientras se ponían de pie.
− Está bien. Si ocurre, o necesitan algo, estaré en mi habitación –se dirigió a paso rápido hacia la puerta y antes de abrirla, volteó con una sonrisa pícara–. Cómo me gustaría estar presente cuando el amo Rikuo te vea… ¡Querrá saltarse todo y llegar a la noche de bodas cuanto antes! Considérate su regalo de cumpleaños.
− ¡Kejoro! –exclama con bochorno, mientras con carcajadas su amiga abandonaba la habitación. Por su parte, su futura suegra también se hallaba riendo de forma encantadora.
− Bien Tsurara, déjame acomodar el kakeshita –alisó algunas arrugas del kimono de un impoluto blanco, así como también reajustó un poco el obi−. ¿Cómo te encuentras?
− Estoy bien, un poco nerviosa… pero es lo normal ¿no? −su voz, en efecto, se escucha tensa.
− Bueno, mi boda con el padre de Rikuo fue muy pequeña y rápida, así que no estuve nerviosa –con su mano en el mentón, hace un mohín pensativo−; y tengo entendido que la boda de sus padres fue más bien una gran fiesta que una boda en sí. Ahora que lo pienso, creo que ésta es la primera boda oficial en esta familia –mueve un poco los dos largos mechones que enmarcaban el pálido rostro para acomodar la parte de enfrente del traje, viendo la cara de angustia que de repente parece asaltar a la pobre ayakashi−. ¡Pero no te preocupes, es normal! Ya verás que todo pasará rápido.
La castaña se dirigió hacia una percha donde se encontraba la última prenda restante, para tomarlo e indicarle a la joven que introdujera los brazos en ella. Cuando lo hace y se coloca delante, da unos pasos hacia atrás para poder contemplarla.
− Estás muy linda, Tsurara.
− Se lo agradezco mucho, señora Wakana –con una sonrisa, le regala una reverencia–. Gracias por la ayuda.
− Mírate, tú también has crecido desde la primera vez que te vi apenas llegué a esta casa… y ahora vas a casarte con mi pequeño. Estoy tan contenta por ambos −toma ambas manos en un gesto cariñoso−. Y estoy orgullosa por su elección, nunca lo dudes.
Sin poder evitarlo, hace un poco más fuerte el agarre de sus manos− Lo sabe, ¿verdad? Que algunos de los altos mandos han cambiado de opinión con respecto a la boda.
− Él me lo dijo, sí. Pero también es lo que creo desde que llegaron tomados del brazo aquella mañana y anunciaron su compromiso −ella también tomó más fuerte sus manos–. Hoy no sólo veré como mi hijo se casará, sino también ganaré una hija −la sonrisa en su rostro era brillante y su mirada maternal–. No te preocupes, todo saldrá bien. ¿Me permites darte un abrazo, cariño?
Con una sonrisa, Tsurara sólo es capaz de asentir con la cabeza mientras Wakana la envuelve en sus brazos, correspondiéndole. Cuando finalmente se separan, la luz del atardecer por fin se ha ido.
Con los ánimos hasta el cielo, condujo a la joven hacia la puerta− Bien, llegó la hora.
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− Apresúrate Rikuo, ya casi anochece.
En una esquina de la habitación se encuentra con pipa en mano Nurarihyon muy quitado de la pena, mientras observaba como su nieto terminaba de acomodarse el haori de su kuromotsuki, al igual que el que porta su abuelo.
− Terminé −el castaño musita aliviado.
− ¿Estas nervioso? −el anciano lo mira fijamente mientras exhala el humo de su pipa.
− Un poco, aunque supongo que es normal −suspira dejando salir un poco de su impaciencia–. Creo que se excedieron con los preparativos, ¿no te parece?
− Era necesario, después de todo eres mi nieto y el Comandante del Clan, sin contar que hoy es tu cumpleaños −una sonrisa socarrona se instala en su arrugado rostro–. Además, eso sucede cuando pones a cargo a tu madre y a Kejoro, no lo olvides −ve como Rikuo ha cambiado su semblante sonriente por uno serio, de un segundo a otro. Por lo que con un suspiro comprensivo le habla–. Hiciste lo correcto en decirle Rikuo, no te mortifiques. Ella sabía que podría pasar y mírala, no se ha arrepentido.
− Pero aún así abuelo, no quiero que Tsurara la pase mal −revuelve sus cabellos apesadumbrado–. Era muy extraño que nadie hubiese objetado nada.
Una voz fuera de la habitación deja al antiguo Supremo Comandante con las palabras en la boca, mientras ve ingresar a sus subordinados en la habitación.
− Amo Rikuo, sólo venimos a desearle buena suerte –Kubinashi es el primero en hablar.
− ¿Cómo se siente, amo? –Kurotabo le dedica una sonrisa comprensiva.
− Nervioso, pero muy feliz… gracias chicos.
De nuevo, alguien pide permiso para ingresar a la habitación, el cual le es concedido con algo de extrañeza. Cuando la puerta se abre, un ayakashi alto de cabello bicolor se deja ver, mientras camina con gran seguridad.
− Shoei, ¿ha pasado algo? Pensé que ya habías ocupado tu lugar en el salón −el anciano no puede evitar sonreír complacido. No podría esperar menos del hijo de Hihi.
− Y así era, pero quería hablar a solas con el amo Rikuo antes de que la ceremonia comenzara –tuerce un poco el gesto al ver a los demás en la habitación–. Aunque creo que no importa si los demás escuchan.
− ¿Qué es lo que tienes que decirme? −el Nura se acerca hacia el serio joven.
Toma un poco de aire antes de empezar− Tsurara y yo crecimos juntos, y al igual que sucede con Kubinashi, siempre la he querido como si la misma sangre corriera por nuestras venas. Ambos han estado conmigo siempre… en especial mi hermana mayor, ella me brindó su apoyo como nadie cuando mi padre falleció. Es excepcional −sus ojos se clavan con decisión en su líder−. Ella contará conmigo pase lo que pase, no lo olvide. Hágala feliz. No se lo estoy sugiriendo, amo Rikuo. Se lo exijo.
− ¡Mocoso! –Aotabo, quien hasta ahora había permanecido callado, lo apunta amenazante−. ¡Más respeto para tu Comandante!
− Descuida Ao –con un gesto, lo detiene, para después centrar nuevamente su atención en él–. Si, sé que ella también te aprecia mucho y que te considera su hermano menor –sonríe al recordar la alegría con que una vez la Yuki Onna le contó como jugaban cuando eran unos niños, siendo apenas un par de años mayor que él−. También sé que Hihi guardaba aprecio por Tsurara, por cuidarse mutuamente en sus ausencias –extiende su mano hacia el youkai–. Gracias por preocuparte por ella Shoei… siempre trataré de hacerla feliz, de retribuirle un poco de toda esa alegría que nos ha brindado no solo a nosotros dos, sino a todos. Te lo prometo.
Con una sonrisa complacida, estrecha la mano del castaño− Hmn, eso espero amo.
El último rayo de sol se ha ido definitivamente, por lo que con una última mirada a la ventana su forma diurna le da paso a su sangre youkai, ante la mirada de sus subordinados y abuelo.
− Chicos, creo que es mejor que se retiren –con una sonrisa de medio lado, se dirige a Nurarihyon mientras enfunda en su cintura la Nenekirimaru–. Bien abuelo, llegó la hora.
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Ambos caminan por esos largos pasillos, hasta llegar a las puertas donde el Tercero hará su entrada con su futura esposa. Se mantienen en silencio, escuchando los susurros provenientes del interior, hasta que un par de pasos se escuchan por el corredor contiguo, a espaldas del peliblanco quien se encuentra más que impaciente.
− Justo a tiempo –el anciano exclama con sarcasmo, haciéndole una seña a su nieto para que voltee y así le ahorre un buen golpe−. Sólo no te desmayes.
Un segundo antes de voltear, se había preguntado a qué demonios se refería su abuelo, y un segundo después sabe la razón.
Su querida madre se encuentra caminando hacia ellos, enfundada en un kimono negro que reafirma su rango como la viuda de Rihan; y a pesar de los años, sigue viéndose esa chispa en sus ojos que atrajo al Segundo. Pero no es ella la que atrae toda su atención, sino la joven que camina con un espectacular tocado y uchikake azul marino adornado con un paisaje nevado, sus manos enlazadas y un pequeño sonrojo en sus mejillas.
Esa chica que se encuentra en esos momentos frente a él, y que ha hecho que posiblemente tenga una cara de idiota que será la delicia de su abuelo por un largo, largo tiempo.
La mujer con la que pronto unirá su vida para siempre.
− Buenas noches, amo Rikuo. Lamento haberlo hecho esperar −le dedica un pequeño cabeceo en señal de respeto, al igual que una sonrisa.
− No te preocupes, te hubiese esperado el tiempo que fuera. Estás preciosa, Tsurara −él parece estar saliendo apenas de su estupor y el rostro de la Yuki Onna no podría estar más rojo.
− Gracias…
− ¿Ambos están listos? −la voz de Nurarihyon detrás de ellos hace pegar un pequeño respingo en la ayakashi, para después asentir.
Unos pequeños youkais deslizan las puertas, haciendo que todo el ruido en la enorme habitación se detenga de golpe, los primeros en entrar son el Tercero y la dama de las nieves, seguidos de Wakana y Nurarihyon.
En su caminata, observan a los lugartenientes en los primeros puestos, ataviados de negro con sus exquisitas ropas que portan el emblema del Clan Nura. Con forme avanzan, rostros familiares se dejan ver: Kejoro les dedica una gran sonrisa, así como sus demás amigos. También se encuentra presente Osamu, el gran oni del Clan Hayashi, quien al saberse poseedor de la atención de Rikuo le dedica un guiño con diversión y un pequeño saludo, quien de forma imperceptible responde.
Al terminar de recorrer el largo tramo, ambos jóvenes toman asiento uno junto al otro, de frente a los presentes, sin tocarse. El antiguo Comandante se queda de pie a un lado de ellos, su nuera tomando asiento a uno de sus costados.
− Bien, todos nosotros sabemos la razón que nos ha traído hasta aquí esta noche. No sólo mi nieto cumple un año más de vida, sino que también ha decidido desposarse —a pesar de su apariencia, sigue teniendo el garbo que siempre lo caracterizó−. Y es esta joven, vástago de Setsura, quien a su vez fue hija de Toono y quien peleó por y para el Clan, la elegida.
Un par de murmullos indignados rompen el silencio, y las réplicas veladas con cobardía no se hacen esperar. La gran mayoría se indigna por la interrupción, pero son Kejoro, Zen y Shoei quienes lanzan miradas más que envenenadas para hacerlas callar.
"−… Igual que su padre… "
− Su decisión será respetada por todos nosotros –hace caso omiso de las voces–; y a cambio, lo único que pediremos es seguir contando con su lealtad, ya no como fiel subordinada, sino como la esposa del Tercer Gran Supremo Comandante de nuestro Clan.
"−… al parecer, no aprendió de su error..."
Con una profunda reverencia hacia los presentes, la joven confirma su compromiso para con el Clan, siempre teniendo una pequeña sonrisa en los labios.
Sonrisa que no llega a sus ojos dorados.
Es entonces cuando Wakana deja su lugar para dirigirse con una pequeña bandeja hacia la pareja, quienes ahora se encuentran uno frente al otro dando su perfil a los asistentes, quienes guardaron silencio en cuanto la vieron levantarse. Toma de nuevo asiento esta vez frente a ellos, para de la misma finamente decorada tomar un delgadísimo y largo listón de la más fina seda roja. Rikuo extiende su mano izquierda hacia su madre, quien después de darle un suave apretón de forma cariñosa, hace un pequeño nudo con la tela en su dedo meñique, justo al lado de la alianza que comparte con la mujer de las nieves. Después es el turno de Tsurara, quien ofrece su pálida mano. Con eso, Wakana regresa a ocupar su antiguo puesto.
El Tercero mira su delicada mano adornada por ambos símbolos, y después la observa mirándolo de igual forma, con sus orbes dorados tratando de esconder sus miedos e inseguridades de forma valiente, y a la vez transmitiéndole todos esos sentimientos que sólo ella es capaz de brindarle.
− Yo, Rikuo, prometo proteger lo que este símbolo de unión representa, así como respetarte, cuidarte y amarte hasta que los Dioses así lo permitan −a pesar del pequeño sonrojo en sus mejillas, sus ojos carmesí han conseguido su propósito en conjunto con sus palabras. Ese resquicio de inseguridad ha abandonado la mirada que evoca al mismo sol, para llenarla únicamente con alegría en su forma más pura.
Tratando de retener las lágrimas, la joven habla de manera suave− Yo, Tsurara, prometo proteger lo que este símbolo de unión representa… así como respetarlo, cuidarlo y amarlo hasta que los Dioses así lo permitan −un par de risas divertidas resuenan en el lugar, por lo que dándose cuenta de su error, rectifica totalmente avergonzada y sonrojada−. ¡Es decir...! Prometo respetarte, cuidarte y amarte hasta que los Dioses así lo permitan.
En ese instante, es como si esos murmullos jamás hubiesen existido.
El viejo Nurarihyon ahora se acerca hacia ellos, ocupando el lugar en el que la vivaz castaña momentos antes había estado sentada. De la bandeja, toma un pequeño sakazuki rojo y lo pone en manos de su nieto con una sonrisa. Después, toma una pequeña tetera y coloca un poco de sake en él.
Con el sake en mano, le dedica una última mirada a Tsurara antes de tomar los tres pequeños tragos correspondientes. Una vez que ha terminado, regresa el recipiente a manos de su abuelo, para que este lo coloque a su vez, en manos de la ayakashi. El sake vuelve a caer dentro del sakazuki, ante la atenta mirada de todos. E igual que Rikuo, ella le dedica una mirada profunda antes de acercar a sus labios tres veces el último símbolo que la hará su esposa.
Con cuidado, el antiguo Comandante quita de sus pálidas manos el recipiente− Felicidades a ambos –trata de disimular su personal emoción, pero demonios, es una tarea demasiado difícil–. Y bienvenida a la familia, Tsurara.
Así, marido y mujer se dedican la tradicional reverencia mientras el resto de los presentes los imitan de forma solemne, culminando finalmente la ceremonia.
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La oscuridad cubre con su manto las desiertas calles de la ciudad, mientras la gran procesión del Desfile de los Cien Demonios se haya festejando con risas, cantos y felicitaciones a los cuatro vientos.
− ¡Aún no puedo creerlo! −con cuidado de no estropear las flores que mantiene en sus manos, Kejoro celebra con una gran sonrisa en medio del mar de criaturas–. Por fin se han casado… oh Dioses, ¡estoy tan feliz por ellos!
− Yo tampoco puedo creerlo aún… ¿Quién hubiese imaginado que la pequeña Yuki Onna sería la próxima señora Nura? −contestó de vuelta Kuro, entre gritos.
− ¡UN HURRA POR EL AMO Y YUKI ONNA! −la voz del gran monje Aotabo se ha escuchado de forma arrolladora−. ¡UN HURRA POR EL CLAN NURA! −y así es secundado por un centenar de gritos y ovaciones.
Llevan un rato caminando por las calles de Ukiyoe y en ese momento se encontraban adentrándose en el bosque que lo rodea. Conforme se van internando, los gritos y la algarabía van disminuyendo, hasta convertirse en un silencio cómodo y añorante.
A la cabeza e iluminando el camino para todos con un par de llamas azuladas se encuentra el Señor del Pandemonio y su esposa, quienes de vez en cuando se dedican pequeñas sonrisas mientras avanzan. Detrás de ellos, lógicamente se encuentran su madre y abuelo. Habiendo caminado por unos largos minutos en la parte más profunda del bosque, los pasos de todos aminoran al llegar a su destino. Con total respeto, andan por un ancho camino que divide el lugar sagrado…hasta llegar a un punto en específico.
Frente a ellos, se pueden observar tres lapidas de piedra que a pesar de los años siguen conservándose. La primera es de Youhime, la princesa humana que conquistó el corazón de Nurarihyon, quién al observarla no puede más que sonreír levemente con ternura.
Tsurara da media vuelta hasta llegar hacia Kejoro, quién con una sonrisa un tanto triste le entrega el pequeño ramo de saxífragas. Ya con las flores, regresa sobre sus pasos hasta Rikuo, para acercarse hacia las otras dos.
A un lado del sitio de descanso de la princesa, se encuentra también de manera simbólica la lápida de la antigua Yuki Onna, aquella que fue importante no solo para Nurarihyon, sino también para todos aquellos que la conocieron. Y así también, al lado de las dos mujeres que lo más lo amaron en vida, se encuentra los restos del Segundo Gran Comandante Nura.
Tsurara toma asiento en la yerba, siendo imitado por el de cabellos blancos a su lado. Con infinito cariño, el Comandante acaricia el nombre de su padre por sobre la fría piedra. A sus espaldas, su madre seca un par de lágrimas felices de sus ojos.
− Me hubiese gustado que estuvieras presente este día, papá –su voz se quiebra un poco–. Pero a pesar de eso, sentí como si todo el tiempo hubieses estado a mi lado. Gracias.
La Yuki Onna lo observa con una sonrisa y lágrimas en los ojos− Supongo que siempre se sale con la suya, ¿verdad, amo Rihan...? −no puede evitar reír un poco, divertida. Recordando…
"− Eres tan testaruda como tu madre. Pero aún tengo mucho tiempo para que cambies de opinión…"
Con cuidado, divide el ramo de flores en dos, poniendo una parte frente a la lápida del Segundo y otra frente a la de su madre– Gracias por todo, hermano —sus palabras las susurra al viento, queriéndole hacer llegar de esa forma que de nuevo ha ganado. Después, su mirada dorada cae sobre la otra piedra, mientras siente un pequeño peso en su corazón, el cual duda mucho que alguna vez se vaya−. Madre… te extraño… −sonríe de forma dulce–. Aunque no te recuerde, siempre estás conmigo…
Siente como una de sus manos es tomada fuertemente por otra más grande y cálida, por lo que la afianza de igual forma.
"− Frente a ambos, juro que lucharé tanto como tú no pudiste hacerlo en su momento, padre… pase lo que pase, permaneceremos juntos. No importa contra qué tenga que luchar, no permitiré que nada ni nadie la aparte de mi lado".
Ambos se levantan, y aún tomados de la mano fuertemente, Rikuo se dirige con una sonrisa hacia sus subordinados– Regresemos a la Casa Principal. Es hora de festejar.
De nuevo todos comienzan el camino de regreso después de rendirle sus respetos al Comandante caído, mientras una pequeña brisa otoñal parece despedirlos del lugar.
BRSuki: ¿A poco no le quedó hermoso? No, hermoso no, PRECIOSO. Posiblemente tenga aún muchos fallos, pero estoy un poco cansadita así que posible se lo paso después con las mejoras :D.
Tu tranquilita Su, ya nos sabemos de qué va el asunto. No te preocupes y de nuevo gracias amiga! :3
¿Qué dos meses que? ¿Dos meses, en serio? 0.o…Al demonio! Two Shot nuevo terrícolas!(¿?) Tenía pensado escribir un enorme one-shot, pero como me aventé la mitad de un tirón decidí dividirlo en dos partes. ! BODAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! :') Pensé que había sido muy obvia con mi pasada nota de autor en "De Preparativos y Conspiraciones", pero me alegra que se hayan quedado con la duda, espero haberlos sorprendido xD
Sé que como es un shonen, es casi seguro que al final de NuraMago no veamos una boda de cualquier tipo… ¡así que me dispuse a realizar mi sueño guajiro para las masas! Es lo maravilloso de FF :3
Como lo habrán notado, la boda fue parecida a una boda japonesa tradicional… y digo que fue parecida porque le meti de mi cosecha al cambiar algunas cosas y porque sinceramente creo que ni metiéndote a mil sitios de internet se puede cubrir todo lo referente a este tipo de bodas. Como el que la novia debe de entrar y salir con la suegra o como que el que auspició la ceremonia no fue un monje shintoista o budista, sino el mismo Nurarihyon (es tan genial, que hasta reverendo nos salió xDDD). Lo cual me parece lógico, ya que es la cabeza del clan. Me tomé la libertad de hacer alusión al llamado "hilo rojo del destino" el cual aquí lo representé de forma un tanto diferente (búsquenla si les interesa, a mí me gustó mucho). Sin contar que es una leyenda muy romántica a mi parecer, la incluí como parte esencial de la ceremonia porque los yakuza se amputan el dedo meñique en señal de lealtad hacia sus jefes, además de que en el periodo Edo las mujeres también se amputaban ese dedo en señal de amor desmedido y lealtad hacia sus maridos, y se supone que este hilo rojo es un hilo invisible que une a los enamorados, a pesar del tiempo y las circunstancias, porque hay una arteria en ese dedo que conecta al corazón. En conclusión, estrecha relación entre meñique, hilo y romance… y ya me explayé xDDD jejeje, perdón.
También incluí a Shoei en la ecuación :3. Siempre me llamó la atención que llamara a Tsurara "hermana mayor" desde que vi el anime, por eso decidí que tuviera esa pequeña charla con Rikuo (además, es normal advertirle al novio que la chica no está sola, sea padre, hermano o amigo xD). Y pues bueno, también quise que estuvieran de alguna manera en ese día tan especial para nuestra parejita dorada sus respectivos padres (Rihan y Setsura ruleando hasta después de muertos! TTwTT) E incluso hice alusión a "Ciega Convicción", eso puede verse en el pensamiento de Rikuo, muy parecido al de Rihan. Plan con maña, porque indirectamente parece que les dio su bendición sin pensar en lo que ocurriría realmente en un futuro *w* (insisto, es mi héroe xDDD)
La siguiente parte no tardará en salir (espero) y tengo pensado algunas cosillas por ahí que espero sean de su agrado xD
Saludos como siempre a Suki, a Lonely Athena, Citsimsan, Taeyon-Oikawa, Tsurara 12012, Ivancho y a todos los que lean o han leído algo de su servilleta xD. Muchas gracias! :)
Nos leemos pronto!
Corazón De Piedra Verde