Capítulo 22: Renacer

Mi mente vuela en tu nombre

Tratando de descifrar tú presencia.

En vano veo visiones…

Te olvidé en mi memoria.

Son parodias de otros tiempos

Que siguen transparentes en la historia.

El color. El matiz detrás de mis parpados. La luz sobre mi cabeza, cada hebra de ella, cada uno de los colores del arcoíris reflejados sobre el fulgor blanco. Era hermoso. Todo tan claro, tan definido. Pude ver incluso el movimiento del aire arrastrando polvo por cada uno de los granos oscuros de la muralla que me impedía ver más allá de ella.

Aun así, el aire, los colores, el polvo mismo era soberbio. Inhale suave, lo más silenciosamente posible no queriendo acabar con el profundo sosiego que reinaba dentro de mí y sentí el aire bajar por mi faringe. El movimiento no se sentía bien. O mejor dicho, no se sentía preciso. Mis pulmones no lo pedían. Pero me gustaba. A través de él degusté la pieza completa; el flujo del viento trayendo consigo exorbitantes olores.

Y escuche. Escuche un pajarillo cantor a unos kilómetros de aquí. Escuche una rama romperse bajo las patas de un animal. Y un coche acelerar a una distancia lejana. También escuche el viento surcar alrededor mío. De pronto entendí que tendría que estar equivocada ¿Cómo escucharía cosas tan distantes? Pero estaba ahí, tan claramente, y todo me decía que era verdad, que no podría ser solo un invento de mi atormentada mente algo tan bello y celestial como lo eran todos aquellos sonidos. Solo el agua fluyendo por una corriente.

Y luego, sentí. Pude sentir de nuevo. Sentí mis manos a ambos costados de mi abdomen, sentí mis piernas extendidas bajo el mismo, sentí los dedos de mis pies, sentí cada una de mis extremidades. Después, vino lo que no sentí… el latir de mi corazón.

Mi cuerpo se bloqueó por el pasmo. Aguardé y aguardé. Pero no hubo cambio alguno; estaba paralizado.

Un sonido como rumio salvaje me sobresalto y mis oídos se pusieron alertas ante cualquier amenaza, fue ahí, cuando intente tomar posesión de mis sentidos, cuando me llego: más dolor. El dolor que recordaba, el dolor por el cual había sufrido una eternidad… El fuego. En mi garganta. Un fuego que no solamente ardía, sino que también secaba. Tan seca como mi boca. Tan sedienta. El fuego quemaba y quemaba la sed. Como si tallaran pólvora contra ella. Y se desgarraba.

¿Bella? — el sonido llegó a mis oídos como cualquier otra cosa, pero a diferencia de, mis músculos se tensaron, mis piernas se doblaron y mi cuerpo pareció actuar por sí solo, como una defensa. De pronto me encontré en el límite de mi espacio, agachada de manera aprehensiva contra la pared, cada parte de mi anatomía rogaba por salir de ese pequeño lugar que para mí se sentía como una caja. Como un animal enjaulado. Entonces les mire. A todos. Eran siete. Me observaban con cautela desde un lugar fijo, como estatuas. No tuve tiempo para pensar, solo sabía que necesitaba salir de aquí. Todo me gritaba peligro.

Inspeccione todo a mí alrededor, cada rincón y pequeña posible salida hasta que mis ojos volvieron a topar en ellos. Pálidos, rígidos, todos con expresiones ansiosas, tan iguales y diferentes entre ellos. Me di cuenta de cómo mi respiración se había hecho más ruidosa intencionalmente, parecía como si los estuviese amenazando.

Vi a uno de ellos moverse por primera vez desde que los había visto, se coloca de manera desafiante y sus ojos no se movían de mí. Ahora que lo vi bien pude apreciar con demasiada exactitud cada una de las marcas y cicatrices que había en su cuerpo, mayormente por sus brazos y cuello, en su mandíbula una media luna le cruzaba por poco la mitad del rostro.

— ¿Bella? — las mismas palabras llegaron a mí, como la primera vez, poniéndome alerta, pero no era el mismo sonido. Venia de otro de ellos, una chica bajita de pelo en puntas y color negro. Ella no tomaba la posición del chico a su lado, muy diferente era como si ella fuera exactamente lo contrario. Mis ojos fueron directo a su garganta, completamente libre de medias lunas y recordé la quemadura en la mía propia, tragué en seco y sentí el dolor avivarse, como el amoniaco. El dolor, el dolor estaba regresando, estaba por toda mi garganta y se extendía a mi boca, un extraño líquido con extraño sabor la lleno, se hinchaba en ella.

Un instinto cegador me hizo volar mi vista hasta la única fuente de luz a mi alrededor, la gran ventana a mi izquierda. Antes siquiera de considerarlo, los músculos de mi espina dorsal se arquearon y salte en su dirección, fue, por una décima de segundo, totalmente vigorizante. De pronto, no pude terminar mi trayectoria porque algo me había tomado del tobillo y lanzado contra el piso.

Extrañamente, no me lastime, pero eso no evito que por alguna razón mi cuerpo entrara en pánico, como si volviera a estar atrapada. Mi nariz quemó buscando la amenaza; el chico rubio, el chico lleno de cicatrices. Pretendí erguirme pero no me lo permitió, seguía teniéndome tomada por la pierna y me era imposible moverme.

Más tarde me estaba desesperando por la salida, el ardor se hacía más fuerte y me volvía loca. Estaba a un paso de estallar en ira cuando su mano soltó mi tobillo, uno de los otros se había lanzado contra él y ahora lo mantenía alejado de mí. No supe ni porque, ni como, pero aproveche la oportunidad y salí de ahí lo más rápido que me fue posible.

Salté desde la ventana hacia el pavimento, dos pisos abajo, ni tiempo me dio de cuestionarme cómo era posible o cómo era capaz de correr tan rápido. La bajada era inverosímil, increíblemente placentera, el aire contra mi rostro, los miles de olores llenando mi nariz. Corrí, corrí y corrí lo más fuerte que pude, simplemente adoraba esta sensación

Oí pasos, rápidos y casi inaudibles pasos detrás de mí y empecé a correr más rápido. Esquivaba los árboles que aparecían por mi trayectoria, el viento que causaba mi gran velocidad sacudía mi cabello y lo pegaba a mi cara, el piso se sentía tan suave bajo mis pies desnudos y las ramas rasgaban las ropas que llevaba que hasta ahora no me había dado cuenta era de un extraño conjunto y había perdido las suelas kilómetros atrás. Seguía corriendo, corriendo, corriendo, no me cansaba, en ningún momento algo además de adrenalina cruzó mi mente. Era una cosa extraña, electrizante e instantánea como esquivaba todo y saltaba justo en los momentos precisos, podía pasar así toda la vida y jamás me cansaría de ello.

Estaba en mi propio mundo cuando divise dos de las personas que estaban en aquel cuarto conmigo por una senda. Rápidamente me aleje por otro camino en el que vi a tres de ellos, uno de los cuales era el que me había atacado. Resistí la tentación de lanzármele y seguí otro camino diferente. Luego vi a otro. Ya me estaba cansando, me estaban dejado sin opciones y de nuevo me sentía aprisionada, mi garganta había vuelto a quemar. Tuvo que pasar un segundo entero para que pudiese tomar otro camino, a través de muchos árboles y saltando por entre por ellos di con otra iniciativa.

Un olor me llenó por completo. No igual al fresco olor del agua o el dulzor del panal de abejas a unos metros pero era más atrayente. Solo podía pensar en ello, me estaba desquiciando. Y el ardor y la sed en mi garganta empeoro a un grado tremendamente doloroso, tanto que me hacía recordar el dolor flameante en mis venas.

Di vuelta atrás en un movimiento tan veloz que debería haber convertido todo en algo vago y difuso, pero no lo hizo, ni de cerca. Aun podía ver todo, cada mota de polvo el aire y cada astilla en los árboles, cada minúsculo detalle no pasaba desapercibido para mis ojos. Seguí el olor, conforme avanzaba se hacía más fuerte, más intenso. El sonido de unas patas a unos metros de distancia de mi me impulso a acelerar mi paso, el olor estaba cada vez más cerca y mis movimientos se guiaban por el sonido de sus pisadas. Entre en tención de un segundo a otro y, como se estaba haciendo una costumbre, actué sin pensar.

Un momento después yo perseguía una gran cantidad de ciervos por una pradera al medio del bosque. No podía detenerme, estaba obligada a hacerlo. No pararía. Era solo como un instinto, uno imposible de ignorar. Mis brazos se cercaron alrededor de uno de ellos, este se sacudió y chilló bajo mío y mis dientes buscaron su garganta cerrándose fácilmente en el punto donde se acumulaba el flujo de sangre.

El sabor era delirante al principio, como poco a poco se fue trasformando en repugnante, aun así, mis labios no dejaban de chupar con agonía el caliente y húmedo líquido de su cuerpo, lo bebía impacientemente y con esfuerzo por que me supiera mejor pero no ayudaba. Seguía sedienta e insatisfecha y solo seguía absorbiendo hasta que, de un parpadeo, estaba vacío.

Me mantuve ahí, deseosa de que el líquido siguiera chorreando por mi boca, lamiendo insaciablemente la herida una y otra vez, y cuando comprendí lo que había hecho simplemente estaba aterrorizada, no podía creer lo que acababa de pasar.

El animal yacía muerto frente a mis ojos, con una gran media luna en medio del cuello y mucha sangre a su alrededor. Pase la punta de mi lengua por mi labio inferior y el sabor seguía enloqueciéndome. Pero no era lo que quería. No era… suficiente.

Enojada y frustrada me aleje del cuerpo vacío del ciervo y lo alejé lo más que pude con una patada. Sabia horrible, pero estaba tan sedienta… ¿Qué demonios me pasaba? ¿No veía la seriedad de lo que acaba de pasar? Había matado un animal… por su sangre.

— Sí, es repugnante. — todavía no había registrado las palabras por completo cuando mi cuerpo ya se había vuelto hacia la dirección de donde venía, cada vez esto se volvía más raro conforme continuaba dándome cuenta de más cosas. Se trataba de un hombre de constitución mediana, rubio y de unos extraños ojos color miel. En este momento, y sin tantas personas a su alrededor podía observarlo mejor y pareció como si nunca lo hubiera visto realmente. Su piel, además de increíblemente lisa y pálida, también era extremadamente perfecta y parecía irradiar un tenue brillo. — Pero con el tiempo te acostumbraras. — Supe que se refería a lo que había hecho con el animal pero, ¿no le parecía a él monstruoso lo que acababa de hacer? Sí, era muy repugnante pero lo que más me asustaba de mi misma es que no me parecía repugnante por el hecho de haber matado un animal inocente, me parecía repugnante por el sabor.

Retrocedí, quería alejarme, necesitaba estar sola. Iba a marcharme pero otro de ellos estaba a mi espalda, como un guardaespaldas cuidando que no escapara. Como al rubio, fue como la primera vez que lo veía, a pesar de que ya lo había hecho minutos atrás. Él era enorme, como una especie de gorila, su cabello era negro y rizado y su piel y ojos eran exactamente los del rubio. Instintivamente me tense para defenderme.

— Realmente, es repulsivo. — Concedí. Lo tome como una ofrenda de paz, yo no era agresiva y de tal modo ellos tampoco. Por su rostro cruzo la sombra de una sonrisa y me examinó un segundo antes de continuar.

— Lo sé. ¿Cómo te sientes? — Preguntó. Era extraño porque yo misma debía hacerme esa misma cuestión, y me sentía… insatisfecha. De todos modos, ese no fue el motivo por el que no contesté; no sólo no sabía cómo responder sino que no podía, mi voz estaba perdida en mi garganta llameante. — Debes de estar abrumada ¿no es verdad? — Volvió a preguntar. Y me encogí de hombro aparentemente con desinterés, pero sí que lo estaba ¡Por dios! Mis labios chorreaban de la sangre fresca de un ser vivo ¿Cómo no podría estarlo? Mis ojos se disparaban en cualquier dirección en que hubiera un ruido, mis oídos zumbaban y no sabía que decir en cuanto a mi cuerpo. — No te preocupes, te explicaremos que fue lo que paso.

Asentí. Era lo que más quería. Quería saber que pasaba conmigo. Y ellos eran los únicos que podrían decirme, o por lo menos eso parecía.

Mis ojos se desviaron del hombre frente a mí y fueron a parar a otra punta de la pradera, donde el chico rubio que me había atacado antes caminaba en mi dirección. Como él se convirtió en peligro para mí yo me convertí prácticamente en una estatua tomando posición de ataque, el aire subió hasta mi garganta y lo escupí a través de mis dientes provocando un bajo sonido agresivo.

— Bella… — Pronunció el primero, el que parecía mayor a los demás y caí en cuenta de algo… ¿Ese era mi nombre? Lo era… ¿cierto? Me petrifique más aún de lo que estaba ya, iba a entrar en pánico. — Está bien, ya todo está bien.

— ¿Dónde estoy? — Demandé aunque no era eso lo que quería saber también era importante y ahora más que nunca necesitaba toda la información que pudiera conseguir.

— En Ashland, Oregón. — Me Informó casi de inmediato. Quise vincularlo con algo pero nombre no significaba nada para mí, no me decía nada. —Tuvimos que traerte aquí durante tu conversión. No fue fácil pero era necesario.

— ¿Por qué? — Interrogué aturdida.

— Ya te dije que te lo explicaríamos todo después. Ahora es mejor que termines de cazar con Alice.

— ¿Qué Alice? — ¿Qué estaba pasando? ¿Cazar…? ¿Qué pretendían que yo…? ¿Qué yo volviera a…? Mire el cuerpo del ciervo a metros de distancia de mí y quise ponerme a llorar. — ¿Por qué…? ¿Por qué he hecho esto? Yo no, no quería… ¿Por qué estoy aquí? ¡Quiero saberlo ahora! — Demandé. — ¿Quiénes son ustedes?

Los mire a todos, y la bajita de pelo en punta y la castaña con rostro en forma de corazón aparecieron de entre los arbustos. Ya era cinco, y yo estaba aquí, sola… y perdida en mi misma.

— Bella... — Me llamó la bajita.

— ¿De qué me conocen? — Exigí.

— ¿No nos reconoces? — Se aseguró el mayor. ¿Entonces se supone que los conozco? O más bien que los conocía, porque no lograba identificarlos. — ¿A ninguno de nosotros?

— No. — Dije rápido.

— En ese caso… esto se complicará un poco.

Tres de ellos miraron por sobre mi cabeza a los arbustos con pena, no sabía a qué pero no era algo que ente momento me importara.

— ¿Qué tanto? — Sonsaqué. ¿A qué se referían con "complicar un poco"?

— Bella, ¿sabes lo que somos? ¿Lo que eres? — Sin darme cuenta, yo estaba respirando más rápido, la desesperación reapareciendo al recordar al ciervo, como lo único que me importaba en el momento era…

— Creo que… lo intuyo. — declaré sin decir el nombre, un dolor insano venía con la palabra.

— Bien. Eso reduce un poco las explicaciones. — Me lo imaginaba, no que fuera más sencillo sin ello que era igual de traumante pero, había algo de lo que me estaba perdiendo.

— ¿Me dirán lo que pasa? — Me cercioré, bajando un poco la guardia.

— Todo lo que esté a nuestro alcance. Pero debes permitirnos ayudarte, y no podremos si no conscientes que nos acerquemos. — Expuso aludiendo al resto de ellos. La idea no me hacía feliz, entre más lejos estuviera de ellos mejor pero los necesitaba, no me quedaba más opción.

— No quiero que él se me acerque. — Señalé al rubio con las marcas en los brazos que todavía no dejaba su posición. Estaba vulnerable y si iba a quedarme hasta entender todo lo quería lejos de mí.

— No te hará nada. — Me aseguró. —Ni ninguno de nosotros lo hará. Por lo que, si no te molesta… — dejo incompleta la frase para acercarse más hacia mi lugar. De nuevo, todos mis sentidos buscaban el peligro en sus acciones. — Gracias, ¿Qué tal el dolor en tu garganta?

Hasta qué lo había mencionado no habia sentido con tanta fuerza el ardor en ella, tenía más preocupaciones. Lleve mi mano hasta ahí, pensando que tal vez lograra apaciguar un poco el dolor. La piel de mi cuello era diferente bajo mis dedos, demasiado lisa, suave pero también dura.

— Bien. — Mentí. — Quiero que me expliquen ahora.

— Habrá mucho tiempo para ello, es mejor que caces en este momento. — No me gustaba la manera en como sus ojos se desviaban de mi para decir eso, podía muy bien estarme tendiendo una trampa. No los conocía… o, no los recordaba para el caso.

— Preferiría hablar ahora. — musité, a lo que él negó con la cabeza.

Abrí la boca para alegar en ello pero algo más me distrajo. Un ruido de hojas moviéndose a mis espaldas, más estruendoso de lo que el viento podría provocar pero más tenue que el de un animal.

— A mí no me parece una buena idea. — Murmuró el líder de ellos en voz baja, sin embargo no estaba segura de que dirigiese a mí, pues parecía mirar por sobre mi hombro. El ruido paro. — En lo personal… — Prosiguió. — Y por experiencia, te recomendaría saciar tu sed primero. Las cosas resultaran más fáciles.

— Las cosas me resultarían más fáciles si me lo dijeran ahora. — Dije un tanto agresiva sin proponérmelo.

— Si así lo quieres. — Me concedió luego de unos instantes. — ¿Qué quieres que te expliquemos primero?

— ¿Por qué estoy aquí?

— Ya lo mencione; fue necesario traerte durante tu transformación. — repitió pos segunda vez sin el menor dejo de algo que no fuera seriedad, simultáneamente los demás de ellos empezaban a acercarse más.

— ¿Por qué? — Seguí con mi interrogatorio.

— Habría que dar otras explicaciones antes de contestar eso.

— Pues denlas. — Exigí. No estaba segura del todo de que ocurría conmigo en cuanto a esa ira repentina que me llegaba sin previo aviso, pero se sentía tan natural y tan diferente al mismo tiempo.

— No es tan fácil. Temo no ser, la persona indicada para hablar contigo sobre este tema. — insinuó mirándome con cautela.

—Empiecen por otro lado entonces. — acepte.

— Yo soy Alice. — Casi saltó la más pequeña de ellos hacia mí, la que parecía un pequeño duende, aunque se veía inofensiva mi cuerpo igual reacciono moviéndose un par de pasos lejos. — Tu mejor amiga y confidente. — Añadió sonriente. — Él es Emmett, mi hermano, — apuntó al chico enorme detrás mío. — no da tanto miedo como parece. Ella es Rose, mi otra hermana. — Siguió con la chica rubia. — El tonto ese exagerado es Jasper, mi esposo — El mencionado chico de las cicatrices sonrió en pos mía, no sabía si en burla o solo algo gracioso cruzaba por su mente pero ciertamente no me agrado ese gesto. — Y ellos son Carlisle y Esme, nuestros padres adoptivos y ahora también los tuyos. —Terminó confundiéndome, haciendo a mis ojos viajar por todos ellos. Si eran sus padres… y ella dijo que también los míos… finalmente nos harían como… parientes. Bien, dijo adoptivos, no… yo no tendría que ver nada aquí…

— Alice, no se trata de confundirla más, vamos poco a poco. — le reprendió la mujer que según la chica se llamaba Esme.

— Perdona. — Se disculpó Alice falsamente, o eso me pareció.

— Ahora vayamos por pasos. — decidió Carlisle. — Bella, ¿Qué tanto recuerdas de tu vida?

La pregunta me asustó conforme iba entendiendo el significado… y no veía la respuesta. Mientras más quería recordar, lo más lejos que llegaba mmi cabeza era el dolor interminable, ese que ahora se centraba en el fondo de mi garganta.

— Pienso que está conversación puede esperar. Lo más prudente es que Bella se alimente. — les recordó Esme en tono, maternal, creo, era la palabra. — ¿Te parece, querida? — me consultó, cosa que me hizo sentir mejor, por lo menos ella podía pedirme algún tipo de opinión. Aunque no encontré las palabras para contestarle, solo ladeé la cabeza una vez y todos parecieron estar conformes. Ahora que no podía más con el dolor no me quedaba más que aceptar lo que me decían.

— A mí también me parece sensato. — Concertó Carlisle. — Alice te puede acompañar, si lo deseas.

Vi a ´Jasper´ moverse inconforme entre los demás y mandarle una mirada ceñuda a Carlisle.

— Me gustaría hacerlo sola. — Preferí.

Carlisle envió una mirada al bosque, precisamente al lugar donde creí oír un arbusto crujir. Suspiró. Y con una media sonrisa, murmuró:

— Si así lo quieres, ve, entonces.

Algunas miradas incomodas vinieron con el gesto, cosa que para variar no comprendí, no obstante no era mi problema, por lo que media vuelta después corría de nuevo por el bosque. A pesar de la gran distancia que había entre nosotros, pude escuchar una voz divertida mascullar.

"Creo que esta vez las cosas no le resultaran tan fáciles con ella"

Si bien no conocía el significado de aquello… un nudo en mi garganta creció, casi tan devastador como la sed que en este momento me enloquecía, dejándome llevar por mis instintos…

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N/A: Bueno, por fin! Pude subir el capitulo después de una semana, ha sido terrible para mi paciencia, no sé si leyeron la notita en donde explicaba que fanfiction no me había dejado actualizar desde la semana pasada, odie la pagina durante más de tres días lo termine el 9 de febrero a las 3 am, y hasta ahora que lo puedo subir, ufff, un total asco. Sé que es algo decepcionante que nuestro Eddie no apareciera pero lo termine asi y bueno, ahora me doy cuenta que hubiera sido buena idea continuar cuando no podia publicar pero no se me ocurrió Mientras no abandone la historia sin importar nada yo estoy bien conmigo misma y espero que ustedes igual porque de verdad no me gustaría que se molestaran mucho.

AlexBloodyCullen: Ok, definitivamente tenía que hacerte a ti el primer (sea lo que sea esto) por tu insistencia y ánimos y tooooodo eso, hey, de verdad ocupo que tengas una cuenta para responderte tus reviews porque no me puedo comunicar contigo y así te digo las fechas y todo, sino es realmente difícil, pero bueno muchas gracias creo que sin ti me hubiera tardado un par de semanas más.

Wichi0209: Gracias por decirme que el cap no se veía, no tenia idea. De verdad, si no creo que me hubiera quedado calva por no saber que pasaba.

Helenagonzalez26-athos: gracias por comentar, espero que te guste el rumbo que tomara la historia.

Jezz Tellez: qué bueno que te guste, trato de hacerlo bien para que no se sientan defraudadas :)

Abigail Robsten Cullen: si, él siempre es súper tierno y hay que ver cómo se las ingenia ahora… hug, ni yo sé, ya veremos todas.

Sereslinda: No te preocupes yo sé de retrasos uf… horrible, es hermoso que aun así te tomes la molestia de comentar.

Catalina: wow, una de las mejores, eso debe ser muy bueno jaja, muchas gracias.

SharitoSD: Esperemos que su furia no se muuuuuuuy brutal, sino pobrecito, pero igual se lo merecería por dejarla :c aún sigo resentida, creo.

Esther mendosa: y bastante DRAMA que si tiene, jeje ay se me hace que esa venganza es más de mi parte que de Bells.

DELIA CULLEN: como dije, VENGANZA!

Andhy: Felicidad…. Tal vez, si, ¿Por qué no podrían ser felices mientras las cosas se resulven? No todo tiene que ser siempre felicidad o tristeza.

Guest: espero, espero que si te haya gustado y haya cumplido con al menso la mitad de tus expectativas.

MariFer: que bueno, espero que este igual te gustara.

Suffuran: es lo que yo digo… venganza con medida TODO CON MEDIDA, CHICOS.

Lauriitha Cullen: aquí esta, retrasadisimo pero esta, ¿qué te ha parecido?

Maru-chan1296: acabo de poder, lo juro, no me estuve haciendo la tonta, en serio :)

ISACOBO: si, yo también ya quiero que sean felices, se lo merecen.

Nenitta princess: gracias por tu comentario y por leer :)

maleja twihard: perdona, no sabia en ese momento, no había entendido tu comentario hasta que lo vi bien, lo siento.

QUE BARBARO! Gracias por todos sus comentarios.

Ok, bueno, espero me entendieran y me tengan mucha paciencia, yo se que no se siente bien, pero es bueno tenerla, yo aprendí mucho de ello esta semana.

Ciao, las quiero chicas.