¡Y así concluye! Espero que les guste el final. Es simple, pero quizás se topen con una sorpresa.

Gracias por leer.

Disclaimer: Bleach, su historia y sus personajes son propiedad intelectual de Tite Kubo


Reivindicación

Repercusión III

Una lagartija caminaba despacio, tranquila por el suelo polvoriento. La sequía de las últimas semanas hacía de los distritos del Norte del Rukongai un desierto intolerable, el aire apenas corría, cálido y sofocante. Apenas advirtió unos pasos con su sombra, rápido la lagartija fue a esconderse tras un tronco reseco; para su mala suerte, la figura que la había aterrorizado con su presencia se sentó sobre el mismo y abrió el diario.

Con el sudor en la frente cayendo y recorriendo sinuosamente toda su cara, pensó que debería cortarse por completo el flequillo y así sudaría menos. Se pasó una mano para sacar de ahí todo el amontonamiento de agua que rápidamente volvería y se enfocó de una vez por todas en la lectura.

Hacía dos semanas que había salido ese curiosísimo artículo sobre Aizen en la revista del Seireitei y había causado revuelo. Muchos estaban indignados, ¿cómo una teniente podía hablar así de ese monstruo? Sin duda había acrecentado el odio de las almas comunes y pobres del Rukongai hacia los elitistas y privilegiados miembros del Gotei 13; aunque él bien sabía que en la mayoría de los casos era solo la envidia hacia esa gente capaz de desarrollar poder y fuerza, y bueno… comparado con la extrema pobreza de la zona en la que se encontraba, que vivían rodeados de lujos. Supuso que era entendible, él extrañaba muchas veces esas comodidades, pero a excepción del calor de ese día, vivir en uno de los últimos distritos tampoco era el infierno, o peor, el Mugen.

Había otros casos, además, de gente que se preguntaba quién era Aizen. Y otros que no sabían nada en absoluto, pues no sabían leer.

El artículo de Hinamori Momo le había parecido interesante. El del Capitán Komamura, totalmente vacío. No había mucho que decir de Tosen de todos modos.

Pero el último lo dejó lo dejó helado.

Lo leyó con expectativa al principio, luego más tranquilo y luego con detenimiento, intentando buscar algo más de cada frase, cada palabra. Luego dos veces más, y así memorizar los pasajes que le parecieron más llamativos.

Se paró del tronco pero la lagartija siguió ahí, inmóvil. Caminó unos pasos hacia una pequeña choza que hacía de vivienda y negocio que traía muchos artículos de los distritos más altos del Rukongai o incluso a veces del Seireitei.

–Buenos días, Kaya-chan.

–Buen día –le dijo seria la muchacha–, ¿se lo va a llevar esta vez?

–Esta vez sí –respondió sonriente–. Este ejemplar quiero guardármelo.

–Son 70 centavos.

Como pudo, puso las monedas sobre el mostrador. La muchacha, como quien está cansada de la rutina, le dio las gracias. Él sonrió y se fue.

Con la revista bajo el hombro, recordó una frase del infame artículo: "su heroísmo no debe ser olvidado".

"Izuru y Rangiku, que tiernos son" pensó mientras caminaba bajo el ardiente sol.