Espero no haberlas hecho esperar mucho. Les agradezco infinitamente sus reviews, por el apoyo, la paciencia y las palabras bonitas. Realmente ayudan a una a que siga adelante con su humilde intento de fanfiction. MILLONES DE GRACIAS! O como dice un ídolo de mi país: "Gracias... totales!"
Espero que les guse el capítulo, y perdón si no he respondido por MP a todas sus reviews. Me esforcé en hacer este capítulo y espero que es agrade. Como dije, la historia va a tener un pequeño "giro de tuerca"
Disclaimer: Inuyasha, sus personajes y su historia pertenecen a Rumiko Takahashi.
Un futuro sin ti
por Souji Vizard
Capítulo X: Un plan
Con delicadeza hundió el viejo paño en el agua, espero a que estuviese completamente mojado, lo sacó y lo escurrió. Volvió a hacerlo varias veces, preguntándose cuanto más le tardarían las heridas en sanar a su maestro y preocupándose, tal vez con un poco de decepción, por la salud de aquel youkai que seguía postrado desde hacía días.
—Aquí tiene, maestro.
Kaijimbo tomó el paño enseguida y se lo pasó por la herida abierta en su brazo. Aún le ardía el contacto, pero debía disimular en frente de su discípulo. No podía ni quería parecer débil enfrente suyo, no más de lo que seguro él estaría pensando desde que volvió herido de la batalla contra Sesshomaru.
—Una pelea no se pierde, hasta que uno de los dos muere. Recuérdalo, Takezo.
Takezo asintió, volviendo a sumergir en agua otro paño. A veces su maestro decía cosas profundas, que demostraban que era un youkai que había vivido años, pero otras veces sólo eran grandes palabras que enmascaraban fútiles excusas. Aun así, Kaijimbo era su maestro, y en todos los años que había estado con él, Takezo no podía negar que había aprendido, sobre todo de espadas: había aprendido a forjarlas bastante bien y ya tenía una propia, Kuroi Tsubasa. La miró, apoyada contra la pared de la pequeña cabaña. Hacía días que no la usaba, exactamente desde que su maestro volvió.
—Bueno, creo que con esto va a estar bien —dijo Takezo pasándole el último paño— ¿Quiere que vaya a buscar hierbas curativas?
—No Takezo —le respondió severo su maestro—. De ahora en más es cuestión de tiempo para que estas heridas cierren.
Takezo, con su naturaleza amable y optimista, sonrió. Eso siempre había llamado la atención de Kajimbo, quien pensaba que la violencia innata y la sed de sangre solo podía aparecer en tipos como él, fríos, serios, rudos, toscos, engreídos y hasta veces groseros. Era totalmente contradictorio que en un youkai como Takezo, con un carácter tranquilo, alegre y modesto, entrase toda la maldad y la violencia como si fuese el más vil de todos. Kaijimbo había comprobado que tenía en su interior esa ambición de ser el youkai más fuerte, de ganas batallas y celebrar con las cabezas de los vencidos desde el primer momento que lo vio. Pero Takezo era y aún seguía siendo muy joven, quizás llegara a serlo, pero faltaban años de entrenamiento, peleas y batallas.
—Es cuestión de tiempo —volvió a decir Kaijimbo.
Takezo rió para sí mismo, siempre era gracioso ver como su maestro miraba hacía arriba y decía alguna frase al aire, pero debía procurar ser discreto, porque si era muy efusivo con sus risas siempre lograba enfadar al otro youkai.
—Maestro —le dijo— ¿Puedo saber lo que sucedió en la batalla? Aún no me ha contado nada.
Kaijimbo miró casi con odio al sonriente Takezo y suspiró. A veces se comportaba como un verdadero idiota, ¡Como si quisiera contarle a él una de sus derrotas! Cuando se es vencido, no solo el cuerpo es lastimado, sino también el orgullo, y eso es lo más difícil de sanar. Pero, nuevamente, Takezo era muy joven y esas cosas no podía entenderlas, ni sentirlas.
—Bueno, no me diga que pasó si no quiere —dijo Takezo ante la negativa— pero si va a volver a pelear contra ese tal Sesshomaru, lléveme con usted. He estado entrenando mucho con Kuroi Tsubasa.
—Lo sé, y mi error fue habérmelo enfrentado sin un plan.
—La venganza lo cegó, maestro. Se debe ir a luchar con la cabeza fría y no se debe mostrar sentimiento alguno. ¿No es así como usted dijo que ese youkai peleaba?
Kaijimbo asintió, sorprendido por el útil consejo que le había dado su aprendiz. Pensó que el aprendizaje a veces era mutuo y que justamente la calma y la frialdad de un ser inexpresivo era lo que le había faltado. Se había abalanzado contra su oponente casi sin pensarlo y sin percatarse de su peligrosa espada. No podría derrotar a Bakusaiga él solo. Necesitaba un plan para la próxima vez que se enfrentara a Sesshomaru, y posiblemente la ayuda de Takezo.
Cuando las heridas de Kaijimbo se sanaron por completo, él ya había tenido el tiempo suficiente praa elaborar un plan. No era complicado, porque no era una persona que se diese con vueltas, además lo que más quería en el mundo era ver a Sesshomaru muerto por su espada lo más pronto posible. Aquel engreído youkai lo había usado y abusado de sus servicios, lo había manipulado con su propia creación hasta hacerlo cenizas y perder su propio cuerpo. Con odio Kaijimbo recordaba lo que le había costado, siendo apenas un espectro, en encontrar un cuerpo nuevo y entrenar con él y con su espada, Fukushu. Fueron años esperando por la dulce venganza. Mataría a Sesshomaru, después a su medio hermano con quien luchó bajo las ordenes de la maldita Tokijin. Luego, tal vez, mataría también a su antiguo maestro Totosai.
Por todo ese tiempo que pasó postrado recuperándose del ataque de Bakusaiga, decidió seguir el concejo de su aprendiz. Analizó con calma y meticulosidad todo lo que había ocurrido en la batalla, para buscar las fortalezas de Sesshomaru y sus debilidades, y también en lo que él había fallado. Sesshomaru contaba con la espada más poderosa que hubiese visto y con una velocidad impresionante. La clave era estancarlo y quitarle la espada. La velocidad de Takezo cuando abría sus alas sería de mucha ayuda, pero aún así, debía buscar la forma de inmovilizarlo.
Entonces recordó, en todo el tiempo antes de presentarse ante él, mientras lo espiaba y le seguía sus pasos, que Sesshomaru viajaba con un youkai verde y con una mujer humana. Enseguida, se había percatado que Sesshomaru era muy protector hacia la chica. Debía encontrarla, y esa sería su carta de triunfo.
Además, Kaijimbo decidió que debían pelear en un lugar particular, un terreno que él conociese, y debía esperar a que Sesshomaru apareciese por los alrededores, o que buscar la forma de arrastrarlo al campo de batalla que el conocería como la palma de su mano. Takezo podría ayudar en eso también, se estaba volviendo un poco más fuerte, al menos serviría como distracción. De todos modos, si llegaba a morir, no era algo que a él realmente le importara.
Pero fue unos meses después que Takezo realmente le sirvió de ayuda. Su aprendiz lo acompañaba a recorrer el lugar que ambos había decidido como el futuro campo de batalla, que de alguna manera, debían conseguir que así fuera. Conocer el terreno, por más normal que sea, era una ventaja para Kaijimbo. Hasta una simple piedra en el suelo podía provocar una caída, y él aprovecharía de eso.
Takezo pensaba que eso era una lucha desigual, y no le gustaba mucho. Él creía en el honor, eso que tanto comulgaban los samuráis humanos. Pero según su maestro, eso los igualaría, así que calló y no dio cometarios al respecto. Además, era su maestro, debía creerle, porque timpo atrás le había depostado la confianza suficiente para pedirle ser su aprendiz.
Ya se hacía de noche y ambos seguían allí, el lugar era cercano a su antigua aldea. Eso no le traía buenos recuerdos, desde chico fue un youkai rodeado de humanos. Era el único, no podía luchar contra ellos y por eso vivía encerrado, sin mostrarse a nadie, convirtiéndose en un amigo fiel de la soldad y amante de la noche. Fue en su infancia de clausura donde nació su deseo de ser fuerte. Ser fuerte para que nadie se atreviera a decirle nada, ser fuerte para infringir miedo y no burlas, ser fuerte para ser respetado, ser fuerte para demostrar que bajo su personalidad aparentemente despreocupada se escondía un sadismo innato. Pero siempre hubo alguien que supo contener a ese niño Takezo y evitar que caiga en la demencia de un autismo anti natural que sus padres le habían infringido. Su hermano siempre había estado para él, y aún vivía en aquella nefasta aldea.
Cada tanto solía visitarlo, y no perdió oportunidad esa noche.
–No, solamente no quiero seguir viviendo aquí, ¡Entiéndelo Takeru!
Las palabras resonaron como veinte puñaladas en el pecho para el hanyou. En ese momento, sitió que odiaba a Rin. ¿Acaso no se daba cuenta que él prácticamente la amaba? ¿Por qué se negaba tanto a darle una oportunidad? ¿Hasta cuando seguiría persiguiendo una sombra? Esa chica era una tonta, no tenía idea de lo que estaba haciendo. Con esas palabras estaba dejando atrás un lugar para vivir y una compañía que jamás la abandonaría. Y aun así, prefería dejar atrás todo eso, por absolutamente nada. Takeru no podía soportarlo más, sabía que no era correspondido aunque en momentos parecía que sí le había robado el corazón a Rin. Pero aquello lo decía todo, jamás sería suya y le dolía, porque era la única mujer que había amado.
Salió de la cabaña en plena noche. No quería verla por el momento, tanta ira y tanta impotencia lo llevarían a que cometa un acto de locura si tenía a Rin cerca, y a pesar de todo esto, él la seguía queriendo, por esa razón no iba a arriesgarse a perder la razón y lastimarla. No era una persona violenta, trataba de evitar los golpes a toda costa y más tratándose de mujeres.
Se sentó bajo un árbol y mientras escuchaba el ulular del viento sobre las hojas, se dispuso a mirarlas estrellas, para tratar de calmarse un poco.
–¡Vaya, miren a quien me encuentro! Mi pequeño hermano Takeru.
–¡Takezo! –exclamó alegre el hanyou viéndolo aparecer desde detrás de otro árbol a su izquierda.
Inmediatamente, Takeru estaba de ben humor, la repentina visita de su hermano era una bendición de entre la desgracia.
–¿Cómo has estado, pequeño, pescando como siempre?
–Se podría decir que si, pero cuéntame de ti. Seguro lo que haces es más interesante que lo que yo hago. ¿Finalmente te has hecho fuerte como querías?
Takezo sonrió, pero no de la misma forma alegre como cuando divisó a su hermano. Una sonrisa perversa, casi maquiavélica se escapó de sus labios mientras que con extrema cautela sacaba de su obi su espada. Con lascivia miró el brilló del filo de su Kuroi Tsubasa mientras la desenvainaba y los ojos de asombro de su medio hermano. Takeru estaba sorprendido y admirado, aún recordaba cuando era un niño y su hermano de distinto padre decidió dejar su aldea natal. "Voy a hacerme más fuerte" le había dicho con total decterminación y seriedad; era más bien un juramento, una promesa inquebrantable que le hacía a Takeru y a él mismo. El hanyou, sintiendo el poder que emanaba esa espada, sintió que su hermano estaba un paso más cerca de lograr su ansiado objetivo.
Takezo le dijo el nombre de su querida espada y a grandes rasgos le contó su poder, sabía que su medio hermano no escondía la naturaleza belicosa que él si poseía, por eso no insistió en brindarle una demostración de lo que podía hacer con solo agitarla. Hablaron un largo tiempo, se pusieron al día y rieron como cuando eran pequeños y Takeru bajaba al sótano a hacerle compañía y se quedaba con él por las noches, cuando se transformaba y tomaba forma similar a la que su hermano tenía en todo momento del día. Ambos eran diferentes, pero se habían tenido el uno al otro.
–Oe… –dijo Takezo en un momento, olfateando a su hermano–. Hueles a humano, tu cabaña también tiene ese olor –podía decirlo con tota seguridad, no había mejor olfato que el de un youkai– ¿Te haz casado con una humana y no me lo haz dicho hermano?
El rostro de Takeru se ensombreció en una milésima de segundo: –No, en realidad, es… complicado.
–No es nada que no pueda entender, ¡Vamos, tenemos toda la noche!
Takezo le sonrió para inspirarle confianza, y Takeru sucumbió. Le contó absolutamente todo y al final del relato, pudo ver como su hermano estaba serio, completamente serio y pensativo. Por unos momentos trató de asimilar todo el relato tras la mirada expectante de su hermano que espraba al menos un comentario al respecto de toda la historia que giraba en torno a Rin.
–Así que… Sesshomaru, ¿eh?
–Sí, ese es el nombre del youkai –respondió Takeru casi con odio.
–Y dime, –dijo Takezo con peculiar calma– si yo te dijera que podríamos borrar del mapa a ese tipo para que te quedes con la chica, ¿estarías conmigo?
Takeru quedó desconcertado. ¿Matar a Sesshomaru? Jamás lo había pensado hasta entonces, pero si eso significaba que Rin sería suya, entonces estaba dispuesto a lo que sea.
Como habrán visto, hay un nuevo OC: Takezo. Particularmente me agrada (espero que a ustedes también) hasta aún mas que Takeru. Tiene una personalidad media rara y no tan "buena" como su hermano menor, y creo que eso lo hace más interesante. Su nombre lo saquédel manga Vagabond que, si les gustan los mangas seinen o de samurais, se los hipermega recomiendo!
Mil disculpas por no hacer aparcer a nuestro querido Sesshomaru en el cap,pero prometo que el próximo será el personaje estelar y habrá momentos RinxSessh. Aunque bueno, este no es un fic my romántico que digamos, creo que ni siquiera hubo hasta ahora alguna escena fluffy xD
Muchas gracias de nuevo por todo! Nos leemos en el próximo capítulo! Kisssssssssssssssses ^^