Disclaimer
Shugo Chara no me pertenece, al igual que sus personajes. Todos los derechos reservados a sus respectivos autores y dueños. Este fic es sin fines de lucro y únicamente por entretenimiento.
Y agradezco a Peach-Pitt por haber creado a Ikuto, mi amor platónico, y el de todas las que leen este fic, no lo nieguen XD
El ladrón Zafiro
Maldición, maldición y mil veces maldición, pensé mientras la modista seguía tomando medidas sobre mi cintura. No podía evitar las cosquillas que me daban esa cinta métrica, y la rabia de la causa de aquellas medidas.
—Señorita Hinamori, deje de moverse por favor —Suplicó la modista por novena vez.
Me mantuve quieta otra vez. No era culpa de la pobre mujer que yo estuviese en plena lucha interna. Y es que estaba completamente enojada. Dentro de poco tiempo me casaría.
Se suponía que las chicas cuando van a casarse están felices e ilusionadas, pero me imagino que sólo las que se casan por amor o las que comparten las ambiciones de sus padres. Mi historia era totalmente diferente, un matrimonio arreglado. Un maldito matrimonio arreglado.
Mis padres eran buenas personas, no me quejaba de ellos, pero eran comerciantes de mucho renombre en la ciudad, y para unir empresas y agrandar su imperio de ventas, habían decidido arreglar una boda con el hijo del dueño de la otra empresa. Claro, aunque hubiese rechazado rotundamente la idea, la boda seguía en pié sin importar cuanto me opusiera a ella. Por lo que solo tenía la opción de aceptarlo y soportarlo.
Y aunque me pareciera una idea estúpida, mi hermana mayor: Ami, ya se había casado por un matrimonio arreglado por mis padres también, y me había dicho que no era algo tan malo y que lo estaba disfrutando mucho. Ninguna de las dos tenía el valor para rechazar una idea de nuestros padres, tan cariñosos, atentos y amorosos de una manera incondicional. Si eran personas así, ¿por qué obligarían a sus hijas a casarse de esa manera? No lo entendía, tampoco lo haría.
Salí de la oficina de la modista acompañada de Ami y algunos guardaespaldas, dando pisotones fuertes.
—Amu, ¡Amu espérame por favor! —Gritó Ami desde atrás con su voz delicada y femenina (que nunca desentonaba), ya que yo caminaba rápidamente para ocultar mis ojos aguados por lo molesta que me encontraba. Parpadeé rápidamente para alejar las lágrimas. Entendía sus buenas intenciones, pero necesitaba privacidad lejos de ella y sus inútiles consuelos.
—¡Basta Ami, solo quiero irme a casa! —Gruñí, pero uno de nuestros guardaespaldas me tomó del hombro y me hizo girar en redondo, quedando de frente a mi hermana mayor.
Ella sólo tenía dieciocho y yo quince años. ¡Qué desperdicio de juventud!
—Amu —añadió con preocupación, haciendo que su largo, rubio y perfectamente ondulado cabello empezara a deshacer la coleta que llevaba puesta a causa de que había corrido detrás de mi— no tienes que abandonarme de esa manera ¿sabes?
—Onee-chan… es que… —apreté los labios y miré al suelo mientras también empezaba a apretar mis manos en puños. Ella me interrumpió colocándome un dedo sobre los labios y ambas nos metimos en el carruaje silenciosamente, por supuesto, yo a regañadientes. Era obvio que no quería que los guardaespaldas y gente de los alrededores escucharan todo lo que yo estaba a punto de despotricar.
Los primeros cinco minutos no dijimos nada. El cochero y los guardaespaldas iban sentados por fuera. Haciendo que tomara algo de confianza para hablar sin que nos oyeran. Suspiré profundamente, intentando aclarar mi cabeza.
—Ami… ¿qué debo hacer? Realmente no quiero casarme con el joven Hotori —apreté ambas manos sobre mis muslos. Ella me miraba con un poco de tristeza.
—Hazlo por mis padres... —inhaló para calmarse un poco e intentó buscar las palabras adecuadas—. Sé que no es algo que dejaran a nuestra decisión, pero lo hacen por nuestro bien únicamente. Quieren que tengas una buena vida, un esposo amable y trabajador con futuro, dinero y una casa hermosa, como yo —sonrió a duras penas—. Conoces a Tadase, es muy apuesto, es caballeroso, agradable y sé que él podría hacerte feliz —agregó maternalmente mientras colocaba un mechón rosa de mi cabello detrás de mi oreja.
Negué con la cabeza lentamente.
—Yo entiendo que es un buen hombre y toda la cosa… admito que hasta le considero apuesto y galán como los príncipes que tu mencionas —desvié mi mirada algo indignada porque esas palabras salieran de mis labios—, pero Ami… yo no estoy enamorada. Si en mi vida hubiese soñado casarme, querría que fuera perdidamente enamorada de esa persona, no de ésta manera —dije con un tono que suponía que eso estaba mal—, y menos por el estúpido bien de la compañía de papá y mamá. Lo que me parece egoísta es que aunque quieran que tenga un esposo digno, me lo den a cambio de más poder sobre el mercado de Japón para ellos. Es simplemente… más por negocios. Por mucho que los ame, se que el negocio siempre estará a la misma altura prioritaria que nosotras.
Ami observó con tristeza cómo mis ojos volvían a aguarse contra mi voluntad.
—Amu, tuve exactamente los mismos pensamientos que tú en él momento por el que estás pasando. Pero confía en mí. Te enamorarás de Tadase tal y como yo me enamoré de Kunoichi. Aunque no fuera antes de casarse, la convivencia los unirá de una manera que te encantará. Te lo prometo.
Me parecía estúpido por muchas palabras y apoyos de mi familia. Me convertiría en una típica esposa de "alta sociedad". Tendría que cocinarle a un extraño, cosa que no sabía hacer ni en broma sin quemar la cocina. Obedecería sus órdenes sin poner ni una queja, tendría que acompañarle totalmente callada y dispuesta a todas esas feas reuniones elegantes y aburridas… sólo tenía quince años, y por muy sofisticado que tuviese que ser mi estilo de vida: prefería irme al campo con mis amigos y jugar día y noche sin miedo a ensuciarme el vestido. Además, eso no era ser una esposa feliz, era sólo ser la esclava y mucama de un hombre que aunque no tuviese malas intenciones ni fuera mandón, violento o dominante, seguía siendo un extraño e intruso en mi vida. El valor de mi palabra se reducía a cero por muy bien que me llevara con él. Entonces, ¿en qué me beneficiaba estar casada tan joven? ¿Para tener más oficio? No gracias, yo era demasiado feminista para eso.
Por mucho que amase y me encantara mi hermana, no quería ser como ella. La "mujer perfecta" que complace todas las expectativas de los superiores y de su esposo, siendo un orgullo para él y para mis padres como personas de alto rango. La verdad no veía amor en eso. Y aunque yo no fuese una cursi, prefería amor verdadero a esa porquería superficial. Si Ami amaba a ese hombre, no se me hacía mucho que fuera verdad, sólo apoyo para que aceptara casarme.
—Debes estar pensando que soy una dramática e.e
—Si bueno, un poco… —cómo se atreve a decirme eso...—. Si sabes que a mi me fue bien, ¿por qué dudar de la decisión de mis padres está mal?
Porque se que está mal. Baaaka.
—Sí, tienes razón —dje para que dejara de preocuparse y apoyarme inútilmente con eso— no sé de que me preocupo.
Mentirosa, perfectamente mentirosa. Pero si eso le cierra la boca, entonces bien... —pensé en un tono de malicia mientras sonreía en mi interior.
Al cabo de un rato en silencio, el cochero dejó a Ami en su hermosa casa, las paredes de afuera eran color amarillo claro y las rejas, ventanas y puertas eran blancas, haciendo un hermoso contraste con su verde jardín lleno de rosas y árboles frondosos.
Hermosa casa alias: Prisión de Azkaban para mujeres que deben ser perfectas ante la hipócrita sociedad.
Se me escapó una sonrisa por lo que acababa de pensar.
Después de juguetear con los encajes internos del carruaje, llegué a casa en un abrir y cerrar de ojos. Abrieron la puerta y bajé sin preocuparme si lo hacía de manera elegante o no, al diablo con eso por hoy.
—¡Bienvenida a casa, señorita Amu! —anunciaron las tres sirvientas de siempre cuando se abrió la puerta.
—Gracias —añadí secamente y me dirigí a la cocina. Sin Ami, podía hacer de las mías por un momento.
Encontré a mi padre leyendo el periódico mientras bebía café en una elegante taza de porcelana china y a mi madre revisando papeles que supuse que eran de la empresa, y también estaba bebiendo café. Esperé a que ambos empezaran a dar un trago al mismo tiempo para decirles:
—Ma, Pa, estoy en casa —dije alegremente— lamento haberme tardado, es que me estaba acostando con el ayudante de la modista y se me hizo tarde, pero ya estoy aquí así que no se preocupen —parloteé rápidamente, abrí una alacena y cogí la jarra de agua, un par de las sirvientas que me habían recibido en la entrada cogieron la jarra y la sirvieron en un vaso mientras me preparaba para el espectáculo.
Uy, ¡la cosa se iba a poner buena!
Mis padres escupieron monumentalmente el café, mojando todo lo que estaban leyendo hasta dejarlo totalmente inservible y marrón. Colocaron desesperadamente la taza en la mesa con fuerza y se levantaron horrorizados por las manchas en sus lecturas y en su fina ropa. Me caí a carcajadas internamente dejando salir una ligera sonrisa, y las sirvientas, con cara sorprendida pero sin meterse en el asunto, me entregaron el vaso de agua y me fui tranquilamente de la cocina como si nada hubiera pasado mientras mis padres gritaban mi nombre totalmente enojados.
Kairi, un compañero de estudio, me había dado la idea cuando le contaba que me habían arreglado un matrimonio contra mi voluntad. "Es una broma perfecta para hacerles pagar aunque sea un poco lo que hicieron" me había dicho. Y yo encantada puse en práctica la idea.
Aunque Kairi era una persona muy educada y caballerosa, era uno de mis mejores amigos de la academia de aprendizaje —un nombre tonto que le ponían a las escuelas caras, pero seguían siendo unas escuelas normales. A diferencia de que tenían algunos detalles que no tenían nada que ver con gente de estatus económico normal—, y fuera de las formalidades de allí, bromeábamos bastante sobre lo increíblemente ridícula que era la "Alta sociedad Japonesa"
Tenía una sonrisa de oreja a oreja y de no ser porque la intención era parecer normal, me hubiese tirado al suelo y me hubiese muerto de la risa en frente de ellos. Con una mano levanté mi largo vestido azul claro con detalles blancos y subí apresuradamente las escaleras sin derramar el agua, entré volando a mi habitación, cerré la puerta de golpe y eché llave. Me apoyé en la puerta y suspiré.
Por ahora no podrán entrar a regañarme —pensé aliviada después de tomar el primer trago de agua.
En eso volteé dando otro sorbo de agua y encontré a mi amiga Nadeshiko sentada en un borde de mi cama mientras leía el periódico (el que me dejaban todas las mañanas en la mesa de noche). No me sorprendí, generalmente se venía a estas horas a mi casa para charlar o tomar el té. Lo último no era la cosa más divertida del mundo, por lo que generalmente charlábamos y reíamos.
—¡Nadeshiko! —saludé alegremente con una mano, ella sonrió y me miró amablemente mientras movía su mano como saludo mientras apartaba la vista de lo que leía. Dobló el periódico y lo dejó en su sitio mientras yo me acercaba y la abrazaba.
Aclaración momentánea: En este fanfic Nadeshiko es puramente mujer, osea que Nagi no existe.
—Amu... —se acercó a mi oído y cubrió el espacio entre las dos con su mano—. He visto lo que hiciste allá abajo… —agregó seriamente. Me detuve en seco y la miré esperando la desaprobación. Luego sonrió y me guiñó un ojo aclarando que todo estaba bien— ¡Ha sido grandioso! Qué suerte que desde allá abajo no se escuchara mi risa. Tus padres me matarían.
Suspiré de alivio.
—Tenía que hacerlo, me estoy desahogando con ellos.
—No dudo que haya sido idea de Kairi —comentó entusiasmada. Kairi y ella eran pareja, pero no de casarse, apenas un noviazgo escolar que acababa de empezar— ¿verdad? —asentí— ¡Ja! Le daré un premio cuando lo vea mañana en la academia —colocó su puño enérgicamente frente a ella con una mirada brillante en sus ojos.
Sonreí y me desplomé sobre una de mis sillas junto a la enorme ventana que ocupaba toda la pared.
—Nee, Nadeshiko —murmuré— ¿qué decían las noticias? No leí nada hoy porque me fui muy temprano a clases y luego tuve que ir a la modista... y bueno. No he tenido tiempo —dije avergonzada por alguna razón—. Y como te vi leyendo tan inspiradamente imaginé que era algo importante.
—Ah, sólo otra noticia de El Ladrón Zafiro. Ya es la cuarta vez éste mes que hace de las suyas. Ya asaltó el museo, la casa del alcalde, una joyería que no conozco y ahora robó millones en el banco.
Ese Ladrón Zafiro estaba hasta en la sopa.
—No me sorprende, el sujeto tiene habilidad —añadí como si fuera lo más común del mundo, mientras ladeaba la mano hacia ella dándole la razón.
—¡Nee! Pero es realmente sexy, ¿no crees? —dijo apoyándose en el apoya brazos de mi sillón con una mirada y voz sugerentes.
—Eh… —miré hacia arriba—, pues es que esas fotografías que le lograron tomar de lejos no muestran mucho. Sólo esta vestido de negro, usa guantes negros y su capa con capucha son color zafiro y utiliza una máscara como de carnaval para los ojos color zafiro también. No lo puedes admirar bien de ese modo.
Me miró pícaramente.
—Hee Amu —rió agitando su mano rápidamente mientras sus mejillas se tornaban rosadas. Estaba en su modo fangirl—, es que uno de los contactos de mi papá le tomó una foto de cerca, mira mira —sacó una fotografía doblada de su bolsillo y la arrastró hasta en frente de mi cara. Me dió unos cuantos codazos cuando la sostuve entre mis manos para que le prestara atención.
Podía admirarlo de arriba abajo en esa foto a cuerpo completo de cerca. Llevaba la capucha como siempre haciéndole obscuro el rostro y dejando ver solo un poco su antifaz. Sostenía una bolsa llena de mercancía sobre su espalda y con su mano hacía un gesto de "adiós perdedor" de la manera más… Dios… le había tomado esa foto justo cuando escapaba.
Mantuve mi mirada fija en la fotografía, para luego dejarla resbalar de mis dedos hacia la mesa de al lado como si fuera una carta. Suspiré clavando la vista en mi ventana.
—Jo... —dejé el insulto en el aire—. Ahora mi mayor problema es casarme... y para colmo me estoy preocupando por el ladrón más conocido de japón —no sabía ya qué podía ir peor.
Un review de opinión del primer capi *agita una latita con pocas monedas*, o el Tadamu reinará :C
Gracias por leer.