¿Brent Swan?

Prologo.

Habitualmente no suele haber mucho que pensar en cuestión a la vida cuando la tuya ya está prácticamente hecha. Después de todo, luego de tantos años de planear una y otra vez tú futuro, teniendo grandes expectativas en cuanto al tipo de hombre que llegaras a ser una vez que hayas logrado todas tus metas, es extraño pararse a pensar en el pasado cuando estás tan ciertamente enfocado en las mundanidades del día a día.

Pero a lo que nunca pensamos en poner atención son mayormente las cosas que más influencia tienen en nuestra vida. Así como los gustos, lo que te molesta, lo que no, lo que adoras. Lo que realmente quieres. En realidad no lo piensas, es sólo algo que haces.

Las personas no acostumbran replantearse aspectos de su personalidad una vez que la adolescencia ha concluido. Pero nunca terminas de conocer a una persona. Incluso a uno mismo.

Y ver cómo todo lo que hasta ahora habías construido dar una vuelta de 360 grados y derrumbarse frente a tus ojos, y no poder hacer nada al respecto, impotente, como si tú sólo fueras un espectador que ve desarrollarse tú vida y pasar el tiempo y no tener el control de nada en absoluto; es aterrador.

¿Cómo observar tranquilamente mientras tu mundo entero se pone de cabeza? ¿Darte cuenta de que todo lo que habías esperado y ansiado en tu vida, incluso codiciado, no tiene nada que ver con lo que deseas ahora?

Voces hablan en tu cabeza, gritándote la verdad, la verdad que tú sabes, la verdad que tú no quieres aceptar. Susurrando cosas al oído, con voz suave, arrastrando las palabras, haciéndote estremecer por dentro.

¿Qué haces cuando tus instintos apuntan en la dirección equivocada?

Tus manos cobran vida propia, tu mente divaga en cosas prohibidas, que van contra la naturaleza. Sabes que está mal, pero no puedes evitar desearlo… Sus pequeños y acelerados latidos sólo logran que tus manos se vuelvan más exigentes, el sentir sus suaves y despistados movimientos en contra de tu cuerpo te da seguridad y sus repentinos jadeos te provocan una sonrisa. Puedes sentir sus manos indecisas apoyarse en tu pecho, tu piel caliente pegarse con más fuerza a su cuerpo, aferrándote a la sensación. Entonces hay un gemido, y de pronto todo está cubierto de saliva y movimientos frenéticos y lujuria, y oh dios, es todo tan caliente.

Maldices en voz alta, sin importarte nada más y gimes. Gimes fuerte. Gimes tan alto y tan enérgico como es posible y sientes como extremidades de tu cuerpo reaccionan cuando hay una lengua en tu boca y toda la sangre viaja hacia el sur, sintiendo tu miembro apretar contra la cadera de la persona en tus brazos. A pesar de que te dices a ti mismo que te da miedo, no puedes evitar sentirte frustrado por no conseguir la misma respuesta, sintiendo plana la entrepierna que aprieta contra tu muslo.

Pero deja de importar en cuanto centras tu atención en algo que no sean tus propios caprichos infantiles. Y hay gemidos, y saliva, y lenguas luchando en la desesperación hasta que ambos latidos se unen en una velocidad imposible. Una mano sube hasta tu cabello y explora a través de tu cuero cabelludo mientras sientes las oleadas de entusiasmo bajar por tu cuerpo y muerdes su labio inferior con fuerza, anhelando más sonidos, más toques, más besos, más velocidad, más, más de todo.

Dejas de ser consiente del tiempo y te sientes como flotando en una nube, porque llevas tanto tiempo esperando esto que ahora que lo tienes es surrealista.

Y mientras eres consciente del dolor que se está acumulando en el lado sur de tu cuerpo y te reprendes a ti mismo por no ser capaz de darle de vuelta esta maravillosa sensación, este maravilloso dolor, hay un instante en que quisieras gritarlo, gritar a los cuatro vientos que esta increíble criatura te pertenece, que es tuya en todos los sentidos imaginables.

Pero de nuevo recuerdas esa frase "Esta mal" y te arrepientes. Y poco a poco el miedo te inunda, te corroe el pensamiento de que lo puedes perder, de que puedes perder la cosa más importante en tu vida, de que alguien más puede arrebatarte la felicidad.

Edward Cullen, a sus 20 años de edad debía replantearse por completo toda su vida. El cómo fue que llegó a esta situación todavía no termina de entenderlo.

Y sabe que a final de cuentas no le quedara otro remedio que pararse frente a sus padres y decir la verdad… su verdad.

Pero por ahora, él está más ocupado en otras cosas.

Y mierda, ¿Qué tiene que hacer para conseguir que este chico tenga una erección?