N/A: Hola, hola, acabamos de terminar este capítulo que contiene más de 20,000 palabras, gracias, gracias. Me tomo mucho tiempo, lo sé, pero tengan presente en realidad son dos capítulos que no vi como cortar así que considérenlo como 2 actualizaciones muy, muy seguidas. En este capítulo explico uno de los misterios de esta historia que lleva a otras cosas, es un poco más complicada y se pone más oscura a medida que avanza pero espero sepan comprender que así funciona mi cerebro. Bueno, como sea supongo, disfrútenlo.
Capítulo 22: El enigma del "Por qué"
Él se ha dicho a si mismo que el amor es algo complicado demasiadas veces a lo largo de su vida.
No sólo el amor de pareja, pero el amor en cualquier forma, puede ser algo tan hermoso como destructivo. Tiene que admitir que esa es parte de la razón de porque no ha querido saber nada de mujeres desde sus 16 años, cuando mientras él hacía la tarea todos sus amigos estaban perdiendo la virginidad.
Las mujeres son complicadas. Dicen cosas cuando quieren decir otras, son orgullosas, a veces manipuladoras, su estado de ánimo puede cambiar tan rápido como la manecilla de un reloj, pueden ser empalagosas, frías, dependiendo el día del año, se aburren, se hartan, nunca nada es suficiente, son vanidosas, celosas, chantajistas, superficiales, histéricas, egoístas, apáticas, exigentes, quejosas, gritonas, indecisas, inmaduras, incomprensibles, desconfiadas, intolerantes y la lista continua y continua… Es por eso que Edward decide, a la mitad de su adolescencia, que el esperaría por la chica perfecta.
El problema es, que en cuanto más pasa el tiempo más él está seguro de que eso nunca va a pasar. Por triste que suene. Nunca conocerá a una chica que no sea nada de eso que le molesta. Es muy joven pero puede sentir la verdad en sus pensamientos. Tal vez se había equivocado hace años, tal vez debió haber hecho como el resto de los chicos y aprovechar la primera oportunidad que se le diera, hubiera sido mucho más fácil, dios sabe eso. Probablemente no hubiera durado mucho con la primera. Ni con la segunda. Puede que la tercera o la cuarta hubiera sido algo más especial, teniendo un poco más de experiencia con las relaciones fallidas. Tal vez igual hubieran terminado luego de un tiempo y hubiera continuado hasta encontrar a alguien más.
Pero entonces, se encontraría en la misma posición que ahora. Vacío. Desolado, sentado en una banca en el centro de la cuidad con los audífonos en los oídos, viendo a gente ir y venir por la acera. La única diferencia es que él aun es tan virgen como lo fue a sus 16 años.
Él totalmente culpa de su decepción del amor a su primera novia, Katherine Jones, en primer grado. Katherine era una bonita niña de ojos verdes solo un par de centímetros más alta que él. Ella le había dicho que lo quería y Edward había compartido sus crayones favoritos con ella, sólo para encontrarla la semana después en los columpios con David Evans.
Ese fue uno de los eventos más traumantes en su vida. Como ha dicho… mujeres. Pero hablando enserio.
Puede que las únicas buenas influencias femeninas que ha tenido en su vida han sido su madre, Alice y Rosalie. Y Edward las adora.
No obstante él jamás saldría con nadie parecido a ellas. Nunca.
Alice y Rose son hermosas, para ser sincero. Ambas son amorosas y les gusta cuidar de sus novios, se preocupan por ellos y ven que estén bien. Pero. Alice es egoísta, manipuladora, chantajista, criticona y mucho más. Todo tiene que ser como ella dice o está, por hecho, mal. Rosalie es orgullosa, celosa, vanidosa y exigente. Su madre, que el cielo lo perdone, es obsesiva con algunas cosas, empalagosa a su gusto, perfeccionista, preocupona y llega a ser hostigadora.
Pero Jasper, Emmett y su padre las aman de todos modos.
Tal vez solo hay algo mal con él.
O tal vez solo tiene que dejar de tratar. Hacer lo que debió haber hecho hace más de 5 años.
Nunca le ha contado a nadie lo que paso después del 5to grado. Nunca, ni siquiera a su madre, le ha dicho que lo molestaban en el instituto. Había un par de chicos, lo empujaban en los pasillos y tiraban sus cosas porque les molestaba que fuera el tipo de chico que cumple con sus deberes y no es el más social del mundo. Además fue un poco más tardío en desarrollarse que el resto en su clase, lo que solo lo hacía aun peor. Él odiaba Luisiana. Las niñas eran tontas y los niños abusivos. Quizá era parte de la razón por la que su madre lo sobreprotegía hasta asfixiarlo, quizá sospechaba. Él no lo apreciaba sin embargo.
Edward suspira.
Había querido tanto salir de aquel horrible lugar, y lo había conseguido. Cuando llegó a la ciudad fue un soplo de aire fresco en la cara. Las chicas aquí creían que él era atractivo y no tenían miedo de demostrarlo, los chicos eran sin duda más agradables, las clases eran más duras pero asistir a la escuela era más fácil. Pero a pesar de todo eso, de que ahora está en el lugar en que siempre ha querido estar, que estudia y hace lo que siempre quiso, de que tiene amigos que se preocupan por él, a pesar de todo el ruido y la gente en el centro de la ciudad, nunca se había sentido tan solo.
Tiene amor. El amor de sus padres y de sus amigos. Y él siente que está lleno de amor para dar, pero esta contenido por alguna razón y siente que lo está perdiendo en alguna parte dentro de su cuerpo, y que va a desaparecer, más pronto que tarde.
Por supuesto cuando era un adolescente creía que vivir en una ciudad grande haría que la vida de sus sueños se materializara con el tiempo, pero la realidad es, nada ha cambiado demasiado desde su último año aquí. Aún tiene compañeros de piso fastidiosos que resultan ser sus amigos, aún saca calificaciones decentes, aún conserva su trabajo de medio tiempo, lo único que ha cambiado es… bueno…
Su vista desciende impulsivamente al aparato entre sus manos. Su viejo y desgastado ipod reproduciendo Yesterday de los Beatles, y en la parte superior de la pantalla podía distinguirse el nombre de la lista de reproducción, "Brent" leyó, por lo que sería la quinta vez en la última hora.
Sí, hace un año tenía una contribución menos a la paga del alquiler y comida mucho menos agradable en el desayuno, pero también tenía una vida menos de la que preocuparse. Hace un poco más de seis meses desde que Brent se presentó en la casa de Alice para salvarlos de convertirse en vagabundos sin hogar, muchas cosas han pasado desde eso y Edward siente como si hubiera sido hace años desde la primera vez que vio a ese chico extraño con peinado peculiar y ojos enormes de cachorro.
Brent…
¿Por qué siempre tiene que ser él el que esta solo? Desde que tiene memoria Emmett siempre ha tendido a Rosalie, Jasper siempre ha tenido a Alice, y ahora Brent tenía a Jacob.
¿Qué está haciendo mal? Cuando tenía ocho años su madre siempre le repetía que la persona correcta llegaría, que no debía desesperarse, bueno eso no está funcionando. Sólo tiene veinte años, sí, pero también tiene una gran cantidad de hormonas que van y vienen por todo su cuerpo y ha estado ignorando desde los 15 años y la palabra con M no le funciona más.
Y para rematar esa canción sólo está consiguiendo ponerlo melancólico. A pesar del buen gusto musical de Brent piensa que podría haber más canciones alegres en la lista. Pero entonces supone que no sería él, el muchacho bajito con cabello negro azabache, enormes ojos marrones y nariz abultada que lo hacía parecer tan inocente.
Y hablando del rey de Roma, piensa, presentía que sería el tema por toda la próxima hora.
Justo a tiempo, su ipod sonó recordándole que eran las diez y tenía un compromiso.
Se levantó de la banca donde había estado sentado y torció su camino a la derecha. La anciana alimentando a las palomas que había estado sentada en una banca cerca de él agitó una mano de buen humor y le sonrió, Edward hizo lo posible por devolverle el gesto, aunque sospecha que no se vio tan alegre como se suponía que fuese.
La banqueta era de un gris apagado que se desvanecía tras los zapatos de Edward y la calle era menos sucia como se empezaba a alejar del centro de la ciudad, los pichones y palomas también eran menos y el estrés de la gente parecía disminuir notablemente por aquí. Cree que podía ser porque la gran mayoría de la gente de estos rumbos no tenía un trabajo a donde ir. Casi todos son ancianos y personas retiradas que pasan el día mirando televisión o con sus familias. El gobierno les da una buena vida, por lo que puede ver, las casas aquí son grandes y bonitas, con amplios jardines protegidos por rejas altas.
Apresuró su paso. Estaba perdiendo mucho tiempo admirando la propiedad ajena.
Eso empieza a ser un hábito ¿huh?
Su cabeza suministro, aunque no lo entendió completamente como dejo el pensamiento atrás. Se metió por la calle principal que daba al parque "Los lirios" y como seguía avanzando su vista se iba llenando de más vegetación adornando la calle. Esta lugar le recordaba particularmente a Luisiana más que cualquier otra parte de la ciudad. Era pequeño, verde y sin mucha gente a la vista. Tenía su encanto, si lo admitía.
Pero Edward solamente pensaba eso ahora que tenía el conocimiento de que no tendría que volver en un tiempo. Justo Esme y Carlisle lo habían llamado la noche anterior para decirle que tenían planeado irse a un crucero vacacional a las Bahamas con sus tíos Roger y Clarissa y su hija, así que al parecer el regreso al lugar estaba desechado de sus planes por los próximos dos meses. Al menos.
Se sentía mal sentirse aliviado. No era nada contra sus padres, de verdad, a él solo no le gustaba el lugar.
El parque, sin embargo, era pintoresco.
Sus ojos empezaron a volar a los lados mientras caminaba, parando su caminata cuando sentada en una barda de ladrillos que dividía la calle y el parque Edward pudo vislumbrar a unos metros de él una rubia con el pelo rizado y ojos azules mirando en su dirección.
"Hola" ella medio-sonrió cuando llegó más cerca.
Edward levantó una mano. "Hola, Brook ¿Qué haces ahí arriba?" la rubia suspiró, descruzando sus piernas y poniendo mala cara.
"El perro de mi vecina me siguió hasta aquí y tuve que subirme a la barda para que se aburriera y se fuera" explicó. Edward asintió en el entendimiento y se agarró de la pared de ladrillos, aferrándose a ella e impulsándose con las manos para subirse.
Se acomodó en el lugar sentándose junto a Brook, sus rodillas casi tocándose y cuando ella levantó la vista Edward pudo ver sus ojos hinchados y la piel irritada y roja alrededor de ellos.
"Oh" dijo, de repente incómodo.
Brook se golpeó la cara con las manos tallando sin cuidado su cara, tratando de quitar unas lágrimas que ya no estaban ahí. "Vino a mi apartamento ayer" murmuró, como si eso fuera suficiente como una explicación. Suspiró nuevamente. "Y yo pensé… soy tan tonta" tapo sus ojos con sus manos y él podía decir que estaba conteniéndose a sí misma para no llorar. "Me dijo que debía olvidarme de él porque… nunca iba poder corresponderme"
Edward desvió la mirada al piso y pasó su brazo por el hombro de Brook, quien sorbía su nariz desesperadamente, tratando inútilmente de consolarla. Ella se recargó en el toque. "Ni siquiera trató de hacer que se oyera menos feo, sólo, en cuando di un paso cerca de la pared de hierro invisible que tiene a su alrededor, lo dijo, así como si nada, como si eso no me fuera a lastimar" sollozó.
Oh, sí. La pared de hierro invisible, la conocía perfectamente bien.
Le palmeó el hombro un par de veces tan tranquilamente como le era capaz. "Lo siento. Él puede ser una perra cuando quiere" dijo, ganándose una risita involuntaria de Brook en medio de las lágrimas contenidas. "Pero estoy seguro que no fue su intención hacerte daño. Él sabía lo que estaba haciendo, Brook era por tu bien"
Brook gruño, pataleando y golpeando sus zapatos contra el muro como lo haría una niña pequeña. "¿Por qué cualquiera de ustedes sabría lo que es mejor para mí? Ustedes no saben cómo me siento"
Porque él es gay y probablemente tenga un novio y además ¡Apenas lo conoces!
Él no dijo nada de esto, pero hubiera querido hacerlo. Esta era una situación que empezaba a desesperarlo. Brook con trabajo había pasado algún tiempo con Brent y ya creía que eran el uno para el otro, tenía que haber algo mal con eso, puede que él no fuera la persona más romántica o con más experiencia pero esto empezaba a ser insano para la rubia.
"Oh, vamos" dijo en un tono repentinamente optimista. La chica miró hacía a él con esperanza, de una manera que parecía que Edward iba a decirle la cura para alguna enfermedad. En cambio, él trataba de darle un consejo. "No es el fin del mundo ¿lo sabes, no?" los ojos de Brook se oscurecieron. "Hay cientos y cientos de hombres en esta ciudad, él no es el único y no es el más guapo, ni el más atractivo, ni siquiera es lindo, adorable o nada de esa mierd-"
"Yo creo que lo es, a su propia manera" ella dice, medio quejándose medio sonriendo. "se portó un poco mal conmigo, pero normalmente es amable, inteligente, sus expresiones son divertidas la mayoría del tiempo y me gusta su cabello" y con eso los lloriqueos volvieron. Edward considero decirle. Seriamente. Seriamente considero decirle, pero ya había arruinado suficientes cosas como para seguir haciéndolo, y decirle que Brent era gay no iba a ayudar a nadie, en el mejor de los casos sólo la haría sentirse humillada. "¡Y que no has visto esos ojos!"
Ah, si esos ojos.
Poniendo su mejor cara de póker, trató de sonar lo más serio y despistado que pudiera. "¿Sabes? No es el único chico con ojos" se burló, a pesar de que sabía exactamente de lo que estaba hablando.
"Estás siendo tonto" lo acusó. Edward se encogió de hombros.
"Créeme, yo lo conozco mejor que tú y no estas preparada para alguien con su temperamento"
"¡Tú no sabes para lo que estoy preparada!" Brook lo golpeó bruscamente en el hombro, separándose. Edward se quejó. "Lo siento. Bueno, en realidad no. Qué tal si me gusta su temperamento ¿Bien? Ni siquiera me dará la oportunidad de descubrirlo" sus dos manos sostuvieron su barbilla mientras su cabeza se recargaba casi por completo en Edward. "ni me dejara saber cómo se siente entrar en esa fortaleza, o derrumbar sus paredes, hacerlo sentir bien, querido y necesitado, nunca sabré como se siente despertar junto a él, abrazarlo, besarlo, tocarlo, conocer su pasatiempo favorito, su música favorita…"
Algo en el estómago de Edward retumbó. De repente el aparato en el bolsillo de su pantalón pesaba diez veces más de lo que lo había hecho minutos atrás.
"Si le gusta acurrucarse o solo dormir al lado del otro, como se ve cuando…"
"Ok, ok, Brook ya entendí" Edward la interrumpió. "Cielos…"
Brook le frunció el ceño. "Tú no me entiendes porque nunca has querido a nadie, Edward" Ouch. Eso había dolido. "Nunca has querido conocer y aprender sobre una persona casi desesperadamente, aún sus defectos y sus malos modos ¿Qué demonios, Edward? ¿Qué pasa contigo? ¿Por qué eres tan insensible?" ella estaba gritando ahora, sonando tan escandalizada que irritaba a Edward. Ella no tenía derecho a juzgarlo, sobre todo no a decir que era insensible cuando ella no conocía nada de él.
"¿Te digo algo Brook? " dijo, contando hasta diez y dando largas respiraciones para no empezar a gritar de la manera en que deseaba poder hacerlo "Vine aquí porque me pediste que lo hiciera. Sabía para que era y estaba preparado para ello, para aguantar tus quejas, historias cursis y llantos pero estoy harto de no ser nada más que tu puente hacia Brent. No soy una paloma mensajera, mucho menos un espía, podría decirte cientos de cosas sobre Brent, muchas de las cuales no te gustarían en lo más mínimo, pero no es mi trabajo decírtelo. Lo que él me diga o de lo que dé cuenta es sólo para mi conocimiento y el de él ¿Y además sabes qué? No importa cuánto sepas de él, no te ayudara en nada. Lo de ustedes no iba a funcionar jamás. "exclamó, viendo la expresión sorprendida de Brook tomar forma desde el segundo en que empezó a hablar.
No podría sentirse más enojado y ofendido en este momento. Él de verdad se preocupaba por Brook, era una buena chica y no merecía sufrir por alguien que nunca le iba a corresponder. Pero no podía culpar a Brent tampoco, él le había hecho saber, tan directa como indirectamente que no le interesaba, Brook se ilusionó sola, y no iba a permitir que dirigiera su enojo hacía él sólo porque las cosas no habían resultado como ella esperaba.
Brook iba a hablar en su defensa antes de que Edward la interrumpiera con una mirada recelosa. "Llámame insensible si quieres pero eso tampoco te hará sentir mejor. Ya te dije lo que pienso, te puedes quedar con eso u olvidarlo, me da igual, haz lo que quieras."
Edward se bajó de barda, lo suficiente enojado para que no le importara nada, ni lo mal que se podría sentir en un rato, ni la primera lagrima de frustración que caía de la mejilla de Brook. La rubia se deshizo de ella tan pronto como se dio cuenta que estaba allí. Edward mantuvo su expresión sin resentimientos y empezó a volver sobre sus pies por el camino por el que había llegado, sintiendo las primeras picotadas de culpa pero su propio autoamor no le dejaría disculparse esta vez.
Desconsiderado idiota.
Escuchó la voz de su cabeza rodar lo ojos, y bueno al diablo, peores cosas le han dicho.
Brook había perdido mucho de su esencia en su ensañamiento con Brent; ya no era la misma que era antes de él. Ya no sonreía como antes y no pasaba cada minuto del día volando entre las nubes. No era su problema. Brook, sus sentimientos infantiles y su costumbre a esforzarse más de lo necesario. Nada de eso había sido nunca su problema y aun así había terminado de alguna manera involucrado en todo esto.
¿Qué pasaba con la gente en su vida últimamente?
¿Qué pasaba con él últimamente?
Tenía días de la misma forma, enojado sin el conocimiento de porqué. Ayer mismo, se había encontrado solo en el departamento, Alice y Jasper en el cine viendo una película de esas de chicas tontas que Alice tanto amaba, Rosalie y Emmett en una cena con los padres de Rose y Brent por algún lugar con el mastodonte de Jacob, él se había enojado y arrojado toda su tarea por su habitación, sintiéndose a punto de explotar despotricando como una adolescente de quince años ¿era esto lo que quería para su vida, pasar las tardes solo estudiando mientras sus amigos se encuentran afuera divirtiéndose con las personas que quieren? ¿Todo por qué? ¿Por la ilusión de alguien perfecto que nunca iba a aparecer?
Edward paró abruptamente su camino.
Un par de personas se le quedaron mirando raro cuando se quedó en el mismo lugar por algunos segundos, solo mirando hacia el frente, sin moverse.
Tal vez ya era tiempo de dejar de vivir en una fantasía.
…
Dos horas más tarde Edward se encuentra sentado en una mesa de su cafetería favorita, perdido en la vista de la enorme ventana enfrente de él y llenando su sistema con cafeína y azúcar para no pensar en Brook, ni en sus padres, ni en nada.
"Así que tengo tres preguntas para ti" una voz familiar vino desde detrás de él, arrastrando las palabras por su oreja derecha. Edward parpadeó desde donde había empujado la taza de café lejos de sus labios y no pudo evitar sonreír cuando sus ojos se encontraron con los de Brent.
"Hey" dijo, viendo la sonrisa de Brent ensancharse como lo rodeaba para sentar enfrente de él. A Edward le encantaría poder decir que habían resultó sus problemas de la semana pasada, pero la realidad es que no lo habían hecho. Más bien había sido algo bastante confuso, a decir verdad. Como, en un momento él estaba realmente enojado y unas horas después estaba tan excitado con la perspectiva de hacer la cena y hablar de sus planes de empezar otra carrera en alguna universidad que había olvidado por completo su enojo a Edward por el comentario que había hecho sobre Jacob.
"Pregunta número uno ¿Por qué parece que tratas de encontrar la cura para el cáncer? Hombre, estas muy rígido" cuestionó con una sonrisa presumida en su rostro, marcando las ojeras demasiado profundas bajo sus ojos, o bueno, más de lo normal. Piensa que tal vez resaltan debido al grueso suéter marrón que Brent trae puesto, pero deshecha ese pensamiento, porque la noche anterior solo había traído una camisa manga larga de color azul y eso no había disminuido en nada las marcas en sus ojos.
El chico pelinegro parece haber estado sintiéndose realmente bien los últimos días, siempre sonriendo aquí, sonriendo allá, hablando sin parar sobre los planes que tiene, las cosas que quiere hacer, tiene bastante energía, la suficiente para salir a correr todas las mañanas a las cinco desde hace casi la semana. Hace un par de días habría pensado que eso significaba que estaba durmiendo bien para toda esa energía, pero sus ojeras y el hecho de que cada momento en que Edward se ha levantado en medio de la madrugada para ir al baño o tomar agua Brent siempre estaría en el computador, o bien mirando la televisión. Era absurdo.
Apartó la mirada cuando se dio cuenta de que había una pregunta volando en el aire, que se suponía que debía contestarla.
"Uh-ah, nada, yo… sólo estaba pensando en algunas cosas" dijo, todavía distraído por sus pensamientos anteriores.
"Uhm, parecía bastante serio" Brent murmuró sonriente, luciendo casi tan lejano como le hubiera gustado estar hace unos minutos. "Okay, entonces pregunta número dos, ¿qué haces aquí? Es decir, sé que quedamos aquí pero no hasta en casi una hora, me sentía tonto viniendo tan temprano por mí mismo"
"Estaba desocupado. Iba a ver a alguien pero tuve un problema y no quería volver al departamento, así que me adelante." Explicó, tomando su café y llevándoselo a la boca.
"Por favor, dime que esa persona no es Brook" Edward se encogió de hombros, a lo que Brent resopló, pero no dijo nada más.
En silencio y con otro trago de su café Edward le paso el pequeño menú de mesa a Brent, quien lo empezó a inspeccionar.
6 meses. Había conocido a este chico por 6 meses ahora. Y han pasado por mucho desde entonces, ya no es el niño callado que era entonces, ha aprendido a defenderse muy bien y sin duda no tiene miedo de decir lo que piensa, salvo por los pequeños momentos en que creerá que será más prudente callar. Sus mejillas son más regordetas, Edward nota. Tal vez se deba a que su alimentación es mejor o sólo al cambio que trae el tiempo, pero se ve menos escuálido ahora, se ve mejor, hay un brillo diferente en sus ojos también, más simpático, pero más ausente, Edward no sabe si eso debería de agradarle o no. Su cuerpo también parece haber cambiado un poco, tal vez un par de centímetros de altura extra y a pesar de que todavía es delgado se ve mejor construido que antes, eso, sin embargo, parece un cambio de unos pocos meses para acá. Ha dejado de ser tan torpe. Si él va a ser honesto todavía lo es en ocasiones pero ahora es más seguro caminar a su lado sin temer que en cualquier segundo podría resbalarse por la calle. Tal vez es la razón de que sus piernas parezcan más fuertes, también.
Concéntrate, Edward.
Aparto la mirada del fondo de su taza de café ahora vacía. Brent no estaba mirando al menú más pero sus ojos, brillantes y ausentes estaban clavados en algún lugar detrás de Edward, una sonrisa empezando a formarse en las comisuras de sus labios. Sus pupilas se movieron lentamente hacia la izquierda y Edward siguió su mirada, sus ojos se encontraron con la vista de un chico, veinticuatro-veinticinco años, cabello castaño y ojos de un color parecido al gris, vistiendo la camisa de la cafetería, y le devolvía la mirada al pelinegro.
"Es de mal educación quedarse mirando Brent Colin" dijo severamente, haciendo uso del segundo nombre del muchacho. Brent regresó la mirada a Edward y sonrió como un niño pequeño que ha sido atrapado en una travesura.
"Yo no estaba mirando"
"Sí, lo estabas"
"Claro que no"
"Claro que sí" una voz diferente dijo. Ambas cabezas volaron hacía el lado vacío de la pequeña mesa redonda para ver al mismo chico de ojos grises sonriendo sin apartar los ojos de Brent, apenas reconociendo la presencia de Edward. "Hola, mi nombre es Liam" el hombre anunció, añadiendo un toque radiante y fastidioso a su sonrisa cuando vio la manera en que Brent se estaba mordiendo el labio inferior. "¿Puedo tomar tu pedido de café, o… cualquier otra cosa?" le guiño un ojo grisaseo.
Bueno. Jodete.
"Él no bebe café" sentenció. El hombre giro su vista hacia él, como si apenas se hubiera dado cuenta de que había otra persona en la mesa pero rápidamente volviendo a ignorarlo.
"Entonces, me preguntó qué es lo que estás haciendo en una cafetería" su expresión se tornó falsamente desconcertada. "pero supongo que tendré que centrarme en la "cualquier otra cosa" parte si no estás interesado en el café"
Edward estaba teniendo un momento difícil tratando de encadenar las palabras juntas. Su boca era un desastre que no parecía conectada a su cerebro nunca más y sus ojos no paraban de ir del hombre a Brent cada dos segundos. Apretó los dientes, entrecerrando los ojos al idiota arrogante. Brent miró fijamente a los ojos del muchacho y se lamió el labio inferior. "Podría hacer una excepción, solo por esta vez" murmuró al ojigris, su voz yendo repentinamente más suave. Junto a él, Edward se removió en su asiento.
"Perfecto. Te recomendare el mocha de caramelo, es realmente bueno" dijo con tono sugerente. Brent asintió a él, viéndose satisfecho como el hombre le sonrió y salió de la vista de Edward detrás del mostrador.
Levantó una ceja interrogante a su mejor amigo, quien se veía casi ofendido. "¡¿Qué?!"
"Oh, nada " Edward dijo, cruzándose de brazos y recostándose contra su asiento. Brent rodó los ojos, no era necesario ver la expresión de rechazo en Edward para saber que le había molestado. Podía sentir los ojos verdes perforar agujeros en el cráneo mientras hacía sus demandas.
"¿Te molesta?"
Edward se encogió de hombros. "Es tu vida, puedes hacer lo que quieras. Es un engreído, sin embargo."
Brent sonrió nuevamente. "No me parecía engreído. Creo que es lindo."
"Yo creo que es obvio que él cree lo mismo" se burló.
"Entonces, no te molesta"
"Ya te dije, es tu vida, haz lo que quieras con ella"
"Eso no fue lo que dijiste la semana pasada cuando iba salir con Jake" Brent espetó.
Por supuesto que tendría que sacar la charla algún día. Brent no era precisamente de los que olvidan.
Edward trató de no mostrar su ya muy evidente irritación. "Y hablando de eso, tal vez al que deberías estarle preguntando si le molesta que coquetees descaradamente con un barista(*) que obviamente intenta algo más que ser amable es precisamente a Jacob"
Brent le restó importancia con un gesto de la mano, girando unos metros sus ojos para ver a Liam todavía mandándole miradas sugestivas desde detrás del mostrador. "¿Cómo sabias lo del café?" preguntó de la nada.
Bufó. No es como si no fuera obvio. Han ido a cuatro diferentes cafeterías en la cuidad y en ninguna de ellas Brent se ha molestado en pedir café. No había que ser un genio para poner dos y dos juntos. Aun así le recuerda al acontecimiento del pastel de manzana hace una semana, se ha dado cuenta de que hay muchas cosas de Brent que sabe a estas alturas que ni siquiera se ha molestado en preguntar, de cualquier forma, Edward nunca se habría sentido bien compartiéndolas con Brook. No que sea celoso de ese conocimiento, simplemente no se sentía… correcto.
"No soy idiota " fue lo único que dijo en cambio.
Todavía guardaba cierto resentimiento hacia Brent. Que en realidad era un tipo de resentimiento hacia él mismo. Quería reprenderse por abusar sexualmente del cabello y el pecho de Brent la semana pasada, no que lo admitiría en voz alta. Mucho menos admitiría que el bastardo de Liam no hacía más que aumentar ese resentimiento.
Eso se lo guardaría para él, muchas gracias.
Brent se rio de él. "Nunca dije que lo fueras, Eddie" Edward rodó los ojos. "Simplemente pensé que lo ignorabas, eso o culpabas de eso a mí enorme obsesión con los postres, lo que me lleva a mi tercera y última pregunta" declaró. "¿Me darás de tu pastel?"
Edward miro abajo al pan de glaseado de vainilla junto a su mano derecha y frunció el ceño, sintiéndose casi ofendido. Empujo lejos el plato a medio comer al otro lado de la mesa hasta que una mano pálida lo detuvo a medio camino.
"¡Whoa, alto ahí!" La voz profunda de Liam estaba devuelta, al igual que su sonrisa cínica. Brent se veía tan sorprendido como él por la interrupción hasta que el otro hombre puso un pequeño plato con un pedazo de pastel de chocolate en el lado de la mesa de Brent. Él iba a replicar pero fue rápidamente interrumpido. "Este va por cuenta de la casa" sonríe y mueve su mano nuevamente para agarrar el vaso de café de la charola de al lado. "Mocha de caramelo" recita. Brent toma el café directamente de la mano del hombre y sonríe repentinamente, casi como si estuviera a poco de soltar una carcajada, pero se la traga. "Mi turno termina en dos horas, ya sabes" le guiña un ojo y Brent se sonroja un poco por las orejas.
El estómago de Edward aprieta a medida que continúan coqueteando con facilidad. Esto no es divertido para él.
Al final Liam se aleja con otra de sus tontas expresiones sugestivas y Brent tiene una sonrisa de oreja a oreja.
Edward suspira exasperado. "¡Oh, por favor! ¡No me digas que de verdad te gusta!" exclama, totalmente incrédulo.
"No te voy a negar que es atractivo, pero no creo que yo sea lo que está buscando" dice, fingiendo resignación. Le da un mordisco experimental al pastel y por el sonido que hace desde el final de su garganta, parece que lo aprueba. "Pero cambiando el tema; dime algo que nadie más sepa"
"¿Cómo?" Edward riño. "¿Por qué?
"Porque soy tu mejor amigo y estoy aburrido, merezco saber" concluyó. Edward apenas lo miro, no creyendo que Brent sería tan entrometido para preguntar algo así, pero no era como si no se lo debiese, él era el menos indicado para hablar sobre entrometidos.
Brent lo miro atentamente. Se mojó los labios, buscando como empezar. "Hace unos años… bien, un par de días antes de salir de Luisiana para venir aquí yo…" se atragantó, solo algo arrepentido. Brent lo incitó a continuar. "me hice un tatuaje"
Esta vez era Brent quien se atragantó con su bebida, tratando de no escupirla en una carcajada.
"¿Qué?"
"Fue algo tonto"
"¿Dónde?" preguntó atónito. Nunca, jamás se le habría ocurrido que Edward Cullen haría algo como eso en un momento de idiotez adolescente.
"Espalda, lado derecho. Justo debajo del brazo. Y no has oído la peor parte"
"No lo creo"
"Lo escribieron mal"
Brent chilló, tapando sus ojos con su mano y hundiéndose en una risita tranquila.
"¡Oh mi dios! ¿Puedo verlo?" preguntó.
Edward puso los ojos. "Por supuesto que no. Eres la primera persona a la que se lo digo, no estoy listo para someterme a tal humillación. Menos después de oírte reírte de mí. "
"Oh vamos, lo siento" Brent argumentó. "¿Me dejaras verlo?"
El cobrizo le sonrió. "Tal vez algún día" se encogió de hombros. "Te toca a ti. Dime algo que nadie más sepa"
Brent se sonrió, probablemente disfrutando de algún chiste privado por unos momentos. Finalmente sacó algo de su regazo y lo puso por encima de la mesa. Era un pedazo de papel doblado varias veces. "Tengo el número del barista" explicó, apuntando su mirada hacia el lugar a donde Liam estaba limpiando el mostrador. Edward resopló receloso.
"¿Cómo-¿Cuándo?-"
"Cuando me dio el café, venia pegado a la servilleta" Brent se veía divertido, Edward lo único que sentía era irritación.
Brent sabía exactamente lo que le estaba haciendo. No podía no saberlo. ¿Cómo podría no?
"Tranquilízate, gruñón. No voy a llamarlo." Aseguró. "de cualquier forma, sospecho que lo nuestro nunca funcionaria"
Edward quiere pregunta por qué, pero la mirada de Brent cayendo sobre el pastel de chocolate lo desconcierta. Presiente que hay más de una razón por la cual diría eso. "Está bien, pero esa no cuenta, te acaba de pasar no es como si lo hubieras ocultado mucho tiempo"
Brent lo miro e hizo un tipo de asentimiento con la cabeza. "¿Qué quieres saber?"
Edward consideró la pregunta por un momento mientras veía a su amigo dar un rápido trago de su vaso. "¿Qué tal la razón por la que no bebes café? Claro, digo siempre y cuando un hombre no esté dando una demostración pública de su tic en el ojo enfrente tuyo" Edward se burló.
La sonrisa de Brent cayó, el primer pensamiento de Edward fue que tal vez lo había ofendido, después de todo él no tenía derecho a meterse con sus gustos, estaba pensando en la mejor manera de disculparse cuando Brent empezó a hablar, haciendo uso de su voz más inexpresiva.
"Sólo digamos que, la cafeína, el alcohol, el tabaco… cualquier energizante o sustancia toxica me ponen… no soy yo cuando los tomo"
Miró a otro lado, arrastrando la taza de café con él. Edward tarareo. "Entonces, ¿Por qué lo aceptaste?"
Los dedos de muchacho se apretaron contra el material del vaso, sus dedos prácticamente temblando a su alrededor. "Puedo hacer una excepción de vez en cuando" musitó. "Un poco de cafeína no va a matarme"
Ninguno de ellos dijo nada más por un rato. Edward tenía la necesidad de seguir preguntando, pero sospechaba que no era la mejor manera de conseguir la información, además, los dedos temblorosos en las manos del chico lo estaban poniendo nervioso y se preguntó hasta qué punto la explicación de Brent era cierta. Las palabras de Brook le resonaron en la cabeza.
"Tú no me entiendes porque nunca has querido a nadie, Edward. Nunca has querido conocer y aprender sobre una persona casi desesperadamente, aún sus defectos y sus malos modos ¿Qué demonios, Edward? ¿Qué pasa contigo? ¿Por qué eres tan insensible?"
Él lo había hecho. Había querido aprender desesperadamente alguien. Brent. Quien había estado ahí por un tiempo, y sin embargo todavía era un misterio para el muchacho cobrizo. ¿Quién era? ¿Y de dónde había salido?
Su mejor amigo saltó, mucho más entusiasmado con la idea de dejar el café de lo que había estado hace unos minutos. Saco un par de billetes de su billetera y los dejo sobre la mesa, levantándose y animando a Edward a hacer lo mismo mientras hablaba incontrolablemente sobre los beneficios de ser quiropráctico en una ciudad grande, Edward apenas alcanzó a ver la cantidad de dinero sobre la mesa, pero podía decir que era mucho más de lo que habían gastado.
Edward ni siquiera menciono a Liam frunciendo el ceño cuando ambos salieron de la cafetería, mucho menos su expresión confusa al ver el dinero. Se mantuvo en silencio escuchando todo lo que el pelinegro tenía que decir. Y valla que era bastante.
…
No había resultado ser un día tan malo después de todo. A pesar de todo el coraje que Brook le hizo pasar logró superarlo horas después.
Ahora, Edward había pensado esto antes pero nunca tuvo tal certeza como esto, de que Brent cada día era más raro. Habían pasado por el centro de la cuidad camino a casa y habían visto una pequeña niña rubia de unos 12 o 13 años corriendo alrededor de una fuente sin razón, así que naturalmente Brent decidió darle 20 dólares si iba por ahí preguntándole cosas tontas a la gente mientras ellos se sentaban a ver las caras confundidas de todo el mundo.
Eso le hizo pensar en que Brent en realidad no tenía un trabajo. Bueno, él ya sabía eso por supuesto pero nunca lo había pensado a fondo antes, ¿de dónde se suponía que sacaba el dinero para mantenerse con vida? Y para gastarlo como si no importara, al parecer. Cuando al principio lo conoció había pensado que probablemente sus padres se encargaran de mandarle cierta cantidad cada poco tiempo pero por lo que sabe, los padres de Brent están separados, no tiene idea del ubicación de su madre y no tiene una relación muy unida con su padre, entonces ¿de dónde viene el dinero?
A medida que siguen su camino al departamento y Brent habla y habla sobre mil cosas distintas también piensa sobre Jacob. Emmett dice que su casa era grande y cara y su auto era de lujo. Brent no llega a esos extremos, vive en un modesto apartamento con otras tres personas y compra despensa de vez en cuando, no tiene un auto, ni mucha ropa ni nada de eso, pero qué si tal vez Jacob le da…
No. Edward no lo cree, porque ellos tendrían que ser algo para eso, y por la manera en que Brent coqueteaba con baristas en cafeterías no cree que pueda ser posible. Brent no es interesado, al menos él no cree que sea, y el pensamiento de todo eso simplemente no va con su personalidad.
Tal vez le pregunte acerca de ello, otro día.
…
Más tarde los seis se encontraban en la mesa que había sido movida a la sala para estar frente al televisor, había pizza y espagueti como menú para la cena y estaban jugando a las cartas por frituras esparcidas por toda la madera. Emmett se estaba quejando porque había perdido todo contra Jasper en la última partida y Alice estaba riñendo sobre porqué su novio debería darle la mitad de sus ganancias mientras el resto de ellos solo se reía de la escena.
"Alice, no seas tramposa" Rose le golpeó el hombro.
Alice rodó los ojos. "No soy tramposa, solo trató de usar la política en esto"
"¿Qué tiene que ver la política en esto?"
"Que yo no me he comido cuatro pedazos de pizza como otras personas aquí, eso tiene de político" exclamó mirando acusadoramente a Rosalie quien se cruzó de brazos, enfurruñada.
"!Soy una mujer de verdad, tengo curvas y estoy malditamente sexy, comeré lo que quiera!" dijo.
"¡Díselo baby!" Emmett la animó batiendo su puño.
La rubia le lanzó un beso rápido a su novio por sobre la mesa, y Emmett trató de atraparlo exagerando el acto hasta que había terminado cayéndose de su silla con la mano en el aire provocando que todos a su alrededor rieran. "Ya, ya, bola de hienas" el moreno se quejó. "Hey B," Brent alzó las cejas a su apodo "¿cómo van esos brownies? Necesito más mercancía en mi cuenta, si sabes lo que quiero decir"
"Emmett no vas a apostar con mis brownies" dijo, levantándose de su asiento junto a Jasper para ir a revisar el horno y tomando una papa frita de la montaña enfrente de él.
Emmett se quejó de nuevo. "¿Por qué él puede comer de tus papas fritas y yo no?"
"Porque quiero brownies" Jasper dijo como si fuera obvio. "Y nada de guerras de comida esta vez, por favor"
"¡Por favor!" se oyó un grito desde la cocina. Emmett hizo un mohín. "¡Oye! ¡No estoy pasando una hora en la cocina para que se lancen con la comida!" pasos rápidos pero firmes se escuchaban mientras Brent salía de la cocina con el ceño fruncido y una bandeja en sus manos protegidas con guantes de cocina.
Como los brownies cayeron en el centro de la mesa los ojos del muchacho enorme brillaron. "¡Bien, pero quiero el primero!" inmediatamente que la mano tocó el pan recién horneado Emmett soltó un gritó chillón.
Brent se veía casi fastidiado. "No los toques"
"¡No me mocionaste eso!"
"¡Los acabo de sacar del horno ¿Qué esperabas?!" Emmett maldijo en voz baja mientras se llevaba su dedo quemado a la boca.
Rosalie puso los ojos. "¿Quieren callarse? Me dan dolor de cabeza"
"¡Oh!" Brent saltó. "Yo sé un remedio para eso" en cuestión de dos segundos dejo caer los guantes de cocina en cualquier parte y se puso detrás de Rose asustando un poco a esta.
"¿Qué vas a hacer?" se preguntó. Ella sólo había estado bromeando después de todo, pero Brent no parecía ver eso.
"Tranquila esto se sentirá bien" el pelinegro aseguró tomando el pelo amarillo claro entre sus dedos y levantándolo en una coleta descuidada sobre su cabeza. Emmett entrecerró los ojos.
"Aléjate de mi novia pulguita, es demasiado sexy para ti" Brent resopló sin hacerle caso. Le señaló a Rosalie para detenerse el cabello en su lugar y cuando cada pelo estaba recogido metió sus manos por debajo de él y empezó a amasar el cráneo de la chica.
Rosalie hizo un sonido de satisfacción como Brent enredo sus dedos entre los mechones de su cabello y frotó sus sienes, una y otra, y otra vez, con movimientos lentos y relajantes hasta que apenas podía mantenerse despierta. "Uhh-ahh" suspiró. "Haz eso otra vez" Brent sonrió y repitió el movimiento. Esa vez Rosalie soltó un gemido.
"Muy bien es suficiente, lo estas disfrutando demasiado" Emmett espetó, tomando a Brent por la camisa y jalándolo para que se despegara de su novia.
Rosalie casi le gruño. "Estas siendo ridículo Emmie"
Edward soltó una risita. "No creo que le importe" Emmett sonrió confirmando sus palabras.
"Pero se siente tan bien…" la rubia se quejó. "¡Mira, Brent muéstrale! Emmett siéntate aquí" ordenó indicando la silla junto a ella.
"¡Olvídalo! No caeré en su lavado de cerebro, ¡Edward ataca!" Edward no le hizo caso, volviendo a su propio asunto de negociaciones con Jasper.
"Doble o nada" dijo este.
"Hecho"
"¡No, oigan lo digo enserio!"
Edward puso los ojos desinteresado. "Rose no me interesa si-" de repente había una presión contra sus sienes, para ser exactos, dos pequeñas extrañas presiones moviéndose en círculos a cada lado de su cabeza, yendo lento y profundo cada vez con más fuerza, se le añadió un peso extra en la parte superior de su nuca, subiendo y bajando "o-ah" Edward se interrumpió a sí mismo moviendo un poco la cabeza para ver a Brent, quien frunció el ceño en su dirección y sacó sus manos para darle una palmada en la parte superior de la cabeza.
"¡No te muevas!" ordenó como Edward volvía a su posición inicial y jalando un mechón e su cabello.
"¡Ouch! ¿Qué hay de la respiración? ¿Puedo respirar, es que se está permitido? " ironizó acallando su deseo interno por sobarse la cabeza.
Brent se quedó inmóvil y parecía estárselo pensando. "Sí, pero no en exceso"
Edward resopló pero se cayó tan pronto la presión volvió a sus sienes. Se olvidó de que seguramente toda la habitación estaría observando sus reacciones y se relajó en el tacto. Las manos se sentían increíbles en su pelo, casi parecía que iba a ronronear como los dedos largos y delgados se hundían en su cuero cabelludo y jalaban ahí un poco. Ah! Y un poco más. Sus ojos estaban cerrados y su cabeza echada hacía atrás contra el cuerpo detrás de él. Las manos se movieron de nuevo y hubo otra jalón en la parte baja de su nuca que envió un escalofrió por su espalda y al igual que su amiga anteriormente soltó un gemido involuntario. Un fuerte, audible y desesperado gemido involuntario.
Su cara se llenó de color cuando se dio cuenta de lo que había hecho y abrió los ojos para efectivamente ver que todos alrededor de la mesa lo miraban con ojos desorbitados.
"Wow" dijo Alice y la cara de Edward ardió aún más. Brent ahora a su lado derecho estaba sonriendo hacia él de una forma peligrosa. "Me toca. "
Con un suspiro de alivio se dio cuenta de que toda la atención no estaba puesta en él ni en sus extravagantes reacciones, (se recuerda que Rose había tenido casi la misma, aunque un poco más disimulada) sino a Brent y al acto del masaje en sí.
Brent no discutió mucho y se posó justo detrás de Alice para seguir con su trabajo. Edward no estaba dispuesto a admitirlo pero se sentía un tanto celoso siempre que giraba la cabeza y veía la expresión de satisfacción en la cara de Alice cada que Brent se movía un poco.
"¿Crees que es lo suficientemente fría para comer ya?" Emmett preguntó, asomando la mano por la charola de los brownies y sentir el ligero vapor humedecer su palma.
"No lo sé, tócalos" Jasper dijo impaciente.
Brent se alejó de Alice con una sonrisa brillante y cortó un pequeño pedazo de los brownies con los dedos y se lo llevó a la boca. "Mhh"
Emmett abrió la boca en un gesto de indignación. "¡Salvaje! ¿Por qué Rose siempre me molesta cuando yo hago eso?" se cruzó de brazos.
Su novia le dijo algo al oído y Emmett sonrió, viéndola tomar un cuchillo de la mesa y empezar a cortar el pan en pequeños cuadritos simétricos.
Edward miró como Brent devoraba la comida, lamiendo las migajas de chocolate de sus dedos y haciendo sonidos que dejaban muy en claro que lo estaba disfrutando. "Mmhhh oh dios mio, gracias a Dios por el chocolate. Esto va a arruinar mi apetito para más tarde, sin embargo" añadió la última parte en voz baja, como si nadie debería escuchar esto.
Pero Brent se encogió de hombros y tomó otro de los cuadros bien cortados que Rosalie estaba repartiendo entre todos ellos, devorándolo inmediatamente casi por la mitad y lamiendo las migajas que quedaban en la comisura de sus labios.
"¿Edward? ¿Estás bien?" Alice preguntó, haciendo una mirada preocupada a su amigo.
Edward movió la cabeza ligeramente para despejar sus pensamientos. "¿Ah?"
"No… No, nada" Alice negó, apartando su mirada rápidamente con el entrecejo fruncido pero concentrándose en el chocolate entre sus manos.
Oh sí, ¿en que estaba?
…
Eran las 12:15 am cuando Edward salió de su habitación a la cocina por un vaso de agua y encontró a su mejor amigo sentado en el sofá, rodeado por un montón de brownies, chocolates, espagueti y pizza sobrante de la tarde riéndose de una horrible película de comedia en la televisión. Edward no podía verle la cara desde atrás del sofá pero sabía que Brent estaba masticando desde el poco agradable sonido de la comida mezclada con risas. Reprimió el impulso de fruncir el ceño y se dirigió a la cocina por su vaso de agua.
Agarró un vaso de cristal del lavaplatos y procedió a llenarlo con el líquido de una jarra mientras se recargaba en la piedra de la pequeña barra de la cocina. Como la bebida fría se deslizaba por su garganta seca se preguntó si sería buena idea unirse a Brent en su desvelada solitaria, él no tenía sueño y cualquier esperanza que tenía de ir a dormir antes de las dos de la mañana se había ido tan pronto puso un pie fuera de su habitación. Sin embargo descartó la posibilidad desde que Brent había estado actuando muy raro todo el día, no que no le gustara estar con él en cualquier caso pero era demasiado tarde para que su cerebro trabajara a la marcha de su amigo. Eso requería bastante esfuerzo.
El cobrizo suspiró y dejo el vaso ahora vació donde lo había encontrado, listo para volver a la cama a hacer un esfuerzo por no pasarse toda la noche en vela cuando Brent entró por la puerta de la cocina. Debía haberse cambiado en algún punto entre las diez en que todo el mundo se había ido a dormir y este momento porque llevaba unos pantalones holgados grises que se apretaban a su cintura con una segunda piel, sus pies estaban descalzos y usaba una delgada camisa azul cielo que se ceñía perfectamente a su pecho, dejando a la vista una pequeña casi inexistente protuberancia en su pecho.
Wow… si suponía bien y eso era el comienzo de ah… pectorales, bien, entonces no entendía porque el chico se empeñaba en usar camisas que le doblaban la talla, no es como si esta vestimenta se le viera mal…
Que peculiar.
"Oh, hola. No te había visto" Brent dijo entrando a la cocina, los pasos de sus pies descalzos resonando demasiado fuerte en la cabeza de Edward.
En algún momento cuando se giró para dejar el plato que cargaba en las manos en el fregadero Edward tuvo una mejor vista de su perfil y de la abolladura en el pecho y era… característico, diría él. Plano, pero menos plano que el resto de su estómago, lo que no sabía cómo era posible con toda esa gran cantidad de comida chatarra que consumía.
Brent se rió sonando casi tímido. "¿Por qué me estas mirando así?"
"Es sólo…" la voz de Edward se quebró a media oración y se obligó a si mismo a mirar al chico a los ojos. "Comes demasiado"
Otra risa, esta vez llena de mucha más diversión, salió de entre los labios del pelinegro. "Esto es lo que hago. Cuando estoy feliz- Como"
"Entonces... ¿Estás feliz?"
"¡Sí! ¡Sí, por supuesto! ¿Por qué no habría de ser feliz? El clima es increíble, la comida deliciosa, todo me hace reír, es como volver a ser un niño de nuevo."
Edward quería comentar sobre cómo eran razones un poco vagas para ser feliz ¿pero quién era el para arruinar el buen humor de su amigo? Además no estaría muy seguro de cómo abordar el tema.
La ignorancia funcionaba la mayor parte del tiempo.
"Y…"empezó. "supongo que este nuevo tipo de felicidad y éxtasis extraño de tu parte no tiene nada que ver con un barista de ojos grises uh-oh… Jacob Black"
La sonrisa brillante de Brent se congelo en su cara de una manera ligeramente espeluznante y luego, cuando hablo, las esquinas descendieron un poco. "Uhm, no tengo idea a lo que refieres"
Edward abrió la boca y la cerró de nuevo, sintiendo su cara caliente como se dio cuenta el camino que estaba tomando la conversación. "Nada, pero tú sabes… a veces nosotros los chicos, uhm… quiero decir que tú debes de saber que nosotros- o más bien que no todos nosotros" se interrumpió por tercera vez y quería golpearse en la cabeza, estaba avergonzándose a sí mismo.
La sonrisa de Brent vaciló sutilmente. "¿Recuerdas cuando te hable de lo que la mayoría de los hombres quieren?" Él asintió después de un segundo y Edward tomo aliento. "Bueno, eso también se aplica a los hombres gays"
Hubo un incómodo momento de silencio entre ellos cuando Brent mantuvo su mirada fija en Edward. Él no estaba seguro si fue solo para hacerlo sentir mal o si estaba esperando a que dijera algo. "Huh, Edward estas siendo tonto yo-"
"¡No, lo digo enserio!" él exclamó, no se había dado cuenta de que estaba conteniendo el aliento hasta ahora. "No puedes dejar ese pensamiento de lado, sé que a veces no parece de esa manera pero habrá otras que-"
"Aprecio tu preocupación" Brent musitó, firme pero amable, dándose la vuelta para limpiar los platos sucios en el fregadero "De verdad lo hago, pero sólo somos amigos"
Edward puede sentir como una pequeña llama de ira injustificada crece en su pecho. Él se había prometido no empujar, no al principio pero todo esto de Jacob lo está más volviendo loco día con día. Entre sus suposiciones y las de Alice y lo que Brent asegura ya no puede estar seguro de nada. Quisiera creerle a Brent que él y Jacob no son nada, quisiera creérselo a él mismo, pero no puede.
Brent esta lavando los trastes mientras él se devana el cerebro buscando como contestar, la falta de atención que consigue del otro chico lo saca de quicio.
"Siento que me ignoras ¡Brent no me ignores! Enserio no hago esto para molestarte o hacerte sentir incómodo ¡Oye!"
"Gracias, pero no lo necesito"
"Muchas veces, cuando una persona quiere a otra es difícil ver las partes malas de ella, piensa en ellas como detalles o-"
Un plato se estrelló contra la piedra del fregadero, sorpresivamente no se rompió pero asustó a Edward casi hasta la muerte.
Brent suspiró. "créeme, sé sobre esas cosas, y ciertamente soy capaz de diferenciar un detalle a una cosa más grande. Ahora deja de ser tan terco y vete a dormir. Jake no busca nada en mí que no sea un amigo"
¡Agh! ¿por qué era tan difícil discutir con él?
"No estoy tan seguro" argumentó torpemente.
"No necesito que estés seguro. Yo lo estoy"
"Es justo de lo que te estoy hablando"
"Edward por favor vete a la cama"
"El exceso de confianza puede ser peligroso"
"¡¿Tú qué sabes de sobre la confianza?!" Brent gritó, dando una vuelta completa para mirar a Edward y dejándolo en completo shock. "Te digo el secreto más importante en mi vida ¿y que es lo primero que haces? lo esparces como una abeja y luego me mientes cuando te pregunto sobre ello. No sólo no eres digno de mi confianza sino que eres un mentiroso"
La garganta de Edward se había vuelto un nudo enorme. No había esperado que Brent se lo echara en cara de esa manera. Sus ojos estaban abiertos y había una emoción desconocida en ellos que Edward no supo descifrar.
"Y no tienes nada que decir sobre Jacob," Brent dijo con un tono de voz más bajo. "es mi mejor amigo y es el único que nunca me ha defraudado"
Los ojos de Edward cayeron al piso y su garganta hizo un esfuerzo por reaccionar como sus labios se abrieron con vacilación. "Creí que yo era tu mejor amigo"
Eso pareció palidecer al muchacho más bajo y sólo por una fracción de segundo la culpa era visible en sus facciones. "Sí, bueno. Las cosas cambian"
Fue como un regreso a la realidad; como despertar de un sueño de días y días. Las cosas cambian. Mierda, claro que lo hacían. El tiempo corría enfrente de él y era lo suficientemente distraído para no darse cuenta. Las cosas cambian, y las personas también. Brent no era el mismo al que era hace 6 meses, y no era el mismo al que era hace un par, cuando Jacob había aparecido. Él mismo no era la misma persona. Nada lo era. El Edward de hace 6 meses no se habría sentido tan perdido ante todo esto, él no habría sido tan descuidado en sus palabras y no hubiera sido tan estúpido como para dejar esto llegar tan lejos. El Edward de hace 6 meses no habría estado a un paso de llorar porque este delgado, tonto chico le había dicho que no era su mejor amigo más.
Brent todavía lo miraba, frialdad plasmada en todo su rostro. "Y ¿Sabes? Tal vez necesitas a alguien, así tal vez podrías dejar de meterte en mi vida" Brent no vio a Edward como se dio vuelta para salir de la cocina e ir a encerrarse a su habitación. Tampoco vio la primera y única lagrima que se le escapó al cobrizo.
…
Emma Davis era una estudiante de psicología en su universidad. Era la primera en su clase con un promedio de 9,9 y un trabajo de medio tiempo como asistente de pediatra en el hospital donde trabajaba. Emma tenía el cabello castaño claro, ojos amielados y una sonrisa encantadora resaltada por labios llenos y pómulos que sobresalían naturalmente. Era buena con los niños y había tenido un problema con padres abusivos cuando era pequeña, lo que recayó en el resultado de haber sido tomada por protección infantil a los doce años y sido adoptada junto con su hermana pequeña.
También había sido la cita de Edward para la fiesta de caridad de su jefe.
Sí, Emma Davis había sido su primera cita en 16 meses.
De eso hace dos semanas. Emma era divertida y apasionada con todo lo que hacía, lo que era una gran cualidad considerando la difícil infancia que había tenido. Ella dice que sus nuevos padres son más de lo que podría desear y que ella y su hermanita Casey son las mejores amigas. Emma parece la chica perfecta en tantas maneras; o eso es lo que cada persona que la ha conocido dice.
Claro que los chicos no habían desaprovechado la oportunidad para burlarse de él un rato, pero una vez que las bromas habían acabado y su estado más serio llegó todos habían acordado en que, y lo cita, ya era hora.
Recibió múltiples palmadas en los hombros y felicitaciones; parecía que en vez de salir con alguien un par de veces Edward les había anunciado que se iba a casar. Pero ellos eran exagerados, tanto en las cosas buenas como en las malas.
Rosalie lo había abrazado y apretado sus cachetes en la burla; Emmett se sentó con él y le dio una vergonzosa conversación sobre sus actividades con Rosalie, de las cuales no tenía intención de saber; Jasper había sonreído tranquilamente y dado un pulgar el alto. Incluso Brent había mirado arriba y abajo con la culpa y luego había procedido a felicitarlo.
Alice no se había visto tan convencida.
Edward sabía que Brent era consciente de porqué había invitado a salir a Emma, y que probablemente se sintiera mal, pensado que lo había empujado o algo así. Él quería arreglar esa situación pero tan pronto había conseguido algún tiempo a solas con el chico él diría que no se preocupara y procedería a hablar de una y mil cosas para distraerlo. Brent estaba bien con Emma, era lo que él quería después de todo.
Y él ya no empujaría más con Jacob. Nunca más.
En cuanto a Alice Edward no lo entendía. En cualquier situación él habría creído que la duende sería la más excitada porque por fin consiguiera alguien para dejar de ser el "solterón amargado" que siempre le decía que era. Ella siempre fue la más interesada en que todo el mundo estuviera emparejado de alguna forma, bastaba con ver su actitud hacía la supuesta relación de Brent con Jacob, pero él no lo sabe, los últimos días había estado un poco fuera de su elemento natural.
Emma no era su novia ni nada. Ellos solo estaban intentando algo. Edward había tenido que rechazar una gran cantidad de invitaciones a comer o a algún lugar con los chicos por acompañar a Emma alguna parte, incluso tuvo que perder un par de sus visitas a la biblioteca para ayudarla a cuidar a su hermana pequeña, pero él suponía que no importaba, Alice tenia a Jasper, Emmett tenía a Rosalie y Brent tenía su propia compañía para las tardes, así que sospechaba que no sería extrañado demasiado.
"¿Te aburró?" la castaña preguntó un día cuando Edward había ido a ayudarla con sus deberes. Casey se había quedado dormida en el regazo de Emma y ella había estado hablando de su trabajo con Edward.
No era que fuera aburrido pasar tiempo con Emma. Al contrario. Ella era hermosa y extrovertida y un total encanto; pero a veces él solo extrañaba la tranquilidad de una habitación llena de libros mientras intentaba hablar de algo a su mejor amigo, únicamente para ser silenciado rápidamente por la bibliotecaria.
"Para nada, solo estaba admirando a tu hermanita. Se parece mucho a ti" Edward había dicho. Casey era en realidad una niña preciosa, muy traviesa, pero preciosa.
"Mmm, apuesto a que le dice eso a todas" Emma se rio, pasándole la mano por el cabello de la niña. "Quisiera ser tan bonita como ella"
"Lo eres" él aseguró.
Sus ojos color miel adoptaron un brillo tímido como se toparon con los de Edward y sus mejillas se calentaron ligeramente. Emma era una de las mujeres más bellas que había visto en su vida. Pero Edward no podía sacar de su mente dos ojos marrones, una nariz más pequeña y unos labios un tono menos rosados.
…
Cuando tuvo la fuerza necesaria para abrir los ojos y quitar las manos de sus oídos aturdidos, los gritos habían cesado. Su visión había sido invadida por manchas de color rojo, la sangre fresca debajo de sus uñas indicándole que había rasguñado la piel de su brazo demasiado duro. La sangre en el piso, arremolinada en charcos por todas partes. El cuerpo sin vida de su madre descansando en su regazo.
Demasiado asustada para mirar al frente se quedó en el piso. No había más gritos, no había más signos de pelea, de resistencia. Solo el pitido incesante en sus oídos y el latido incesante en su pecho que le decía que no faltaba mucho, que muy pronto ella tendría su descanso también, que muy pronto se habría terminado y podría dejar de tener miedo.
Pero el dolor nunca vino, o al menos no antes de la voz furiosa gritando por encima de su cabeza.
"¡¿Qué?! ¡¿Te vas a quedar ahí tirada como una estatua?!" ella no respondió, tendría que ser estúpida para decir algo, si iba a matarla, mejor que lo hiciera rápido, no necesitaba más dolor, no necesitaba nada más que la liberación. "bien, haz lo que quieras. Pero si quieres algo de tiempo con el viejo te recomendaría apresurarte"
No, no ella no podía caer en eso. Ya estaba, solo unos minutos más. No debía creerle, nunca debía creerle, nunca más. "Siempre tan terca" la voz dijo y antes de que pudiera procesar lo que estaba ocurriendo otro cuerpo fue lanzado junto a ella. El color café irregular de la tierra mezclado con la sangre goteando por la cara de su padre, piezas de vidrio incrustadas en su piel y una abertura del tamaño de su puño en su estómago.
Pero estaba respirando, se da cuenta. Apenas y con todo la fuerza que le queda, pero respira. Sus manos están apretadas y su mandíbula rechina porque sabe que él puede sentir la libertad cerca también pero no puede decidirse a dejarla.
Con cuidado separándose tiernamente de su madre la pone por un lado de ella y llega hasta donde su padre se queja en la agonía. Sus cicatrices en la cara, la quemadura solar en sus manos y hombros pálidos, todo es rojo, son manchas que impiden su vista hacia el hombre que había sido su padre. Las ganas de vivir, las sonrisas. Todo aquello destruido.
"Papá…" llora, sin saber que más hacer y se tira en el cuerpo de su padre para darle un abrazo. Sus manos todavía empapadas en sangre, probablemente igual que la mayor parte de su ropa y cara, pero ya no se daba cuenta de nada, su padre apenas podía mantener los parados abiertos y su boca era una línea torcida luchando por moverse. "papá, te lo suplico, veme…"
Siente como el tacto de una mano, pesada y áspera contra su mejilla se apoya en ella. Las manos están sucias y raspan al tacto pero es como si solo ese toque la trajera de vuelta a la vida.
"Bella…" tose. No debería estar hablando, no debería gastar fuerzas en algo tan vano como eso pero ella no puede decirle que se detenga, necesita el sonido de su voz, necesita saber que está bien, que ambos lo están, que todavía hay una esperanza para salir de esto.
"Está bien, papá…"
"Amor…" sus ojos tiemblan como lucha para permanecer consciente y ella se retuerce de la rabia ante el conocimiento de que el responsable de todo esto los está mirando desde algún punto de la habitación deleitándose en su dolor.
"Por favor papá no cierres los ojos, un médico va a venir, todo va a estar bien" está divagando y ella lo sabe, no puede hacer frente a esto, necesita que este bien, necesita que todos vuelvan a estarlo.
"No hija, no tiene caso que te hagas una esperanza de algo que no va a pasar... Mi cielo, voy a morir... "
"¡No!" grita desesperada. Su pecho arde cuando ve como la herida en su estómago sigue sangrando, sigue y sigue sin parar y la está volviendo desquiciada. "No papa, no digas eso, cua-cuando alguien te vea- te, te vas a poner bien"
Su padre asintió como las lágrimas se deslizaron por sus mejillas. "Sólo prométeme algo ¿sí?"
"Lo que sea, lo que quieras"
"Cariño, en-en u-un tiempo, yo ya no voy a estar aquí-"
"¡No…!" sollozó fuertemente tratando de bloquear las lágrimas que inundaban sus ojos, limpiando la suciedad por sus mejillas y cayendo el pecho magullado de su padre.
"Y no me vas a tener más... o a tu madre. Va a doler, pero lo vas a superar ¿de acuerdo?"
Negó con la cabeza. "No, tú no vas morir, papá. Por favor, no lo digas... "
"Pero es cierto. Voy a morir. Todo el mundo tiene su momento, pero por desgracia temo que el mío tal vez se adelantó un poco-"
No pudo aguantarlo más y lo interrumpió, gritando tanto como sus pulmones adoloridos le permitían. "Eso no es verdad. ¡No es verdad! ¡Deja de decir que vas a morir! ¡Nos prometimos que nunca nos íbamos a separar, que siempre íbamos a estar ahí para el otro! ¡Me prometiste que-!"
"Yo sé lo que prometí, cielo. Me tome libertades que no me correspondían diciéndote cuando tenías cuatro años que tu padre viviría 500 años, pero la verdad es que no es así" Murmuró sobando el rostro de su hija con la delicadeza de una pluma, apenas era capaz de sostener su mano en el aire. "Y necesitas salir adelante-"
"¡Detente!" gritó cubriéndose los oídos mientras las lágrimas caían libremente de sus ojos. "Prométeme, júrame que no me vas a dejar. Papá yo no puedo sin ti, te necesito... "
"Tú puedes, yo sé que puedes, y tienes que..." Negó. Negó con la cabeza una y otra vez sin descanso. Su padre no podía estar haciéndole esto, no podía- "Ahora tú tienes que hacerlo mejor que yo y cumplir esta promesa ¿okay? Vas a salir de esto ilesa, y vas a ser fuerte por los dos, por toda la familia. "
"Papi..." Jadeó.
"Vas a encontrar a un idiota digno de ti y me darás los más hermosos nietos del mundo"
"Yo n- Papá u no sabes lo que dices, estas desvariando. Debe ser por la pérdida de sangre pero en cuanto-"
"Mi niña, basta" Susurró tan bajo que casi no logró oírlo, sus ojos empezaban a cerrarse de nuevo. "Sólo prométeme lo que te dije... "
"Sí, te lo prometo... "
"Gracias" Dijo como un suspiro, sólo un segundo antes de que sus parpados cayeran y su mano perdiera fuerza contra la de ella. Sentía como su cara estaba inundada en lágrimas, el agua salada filtrándose por sus dientes y los gemidos que acompañaban el llanto ahogando cualquier otro sonido cera.
"¡Te odio!" gritó con las pocas fuerzas que tenía. La suciedad que se apelmazaba en las mejillas de su padre llenando sus manos como trataba de que regresara a la vida, aunque sea por unos minutos, encorvada sobre el cuerpo sin vida. "¡Te odio, me escuchas! ¡Te odio, te odio!"
Una mano cayó en su cabeza como seguía gritando a la nada. No estaba segura cuanto tiempo paso antes de que tuviera a la fuerza para abrir los ojos de nuevo.
"Shh, shh, shh… quieta" la misma voz fría que tanto temía vino desde arriba, alejándola a la fuerza del cuerpo de su padre y atrayéndola hacía el suyo, murmurando en su oído que ha pasado todo, que se tienen que ir pronto y cuando ella rotundamente se niega no siente cuando el primer golpee cae.
La madera grasienta del piso de la habitación en lo único que puede ver mientras los golpes siguen llegando y llegando cuando ella no cede. Sus ojos se fijan en los del hombre con atención como el último de ellos cae, duro y sin piedad.
Detrás de sus parpados es cálido, oscuro y ella no quiere abrir los ojos nunca más. Dice su nombre como sus manos viajan por su cuerpo, se oye dulce, es como el chocolate la forma en que se derrite en la lengua. Puede recibir una paliza, puede aguantar veinte golpes y más, pero no puede sobrevivir a esto. Esta demasiado débil para cualquier movimiento y sus asquerosas manos sangrientas siguen moviéndose por todas partes, sus piernas, su estómago, su pecho, su cuello, sus mejillas, sus ojos…
Su respiración se ahoga a medida que lucha con todo lo que puede para proteger la única cosa que le queda. Ella misma. Pronto se encuentra a si misma tendida en el piso, justo al lado de los cuerpos de sus padres, su piel se siente desgarrada capa por capa hasta es solo musculo y tendón, cruda y tierna. Siente como hace estragos cada parte que puede mientras grita y llora, susurrando con una voz suave que le deje cuidar de ella, que todo estaría bien.
La idea de morir nunca la había hecho sentir tan viva.
Unos brazos la envuelven apretado y no la dejan ir, cruel, rastrilla sus añas a través de la carne. Los ojos que la ven no parecen humanos, son de del color de un agujero negro y su corazón en diez veces más oscuro. Sus dientes están torcidos y sus manos flaquean cuando tocan su cara y en contra de su mejor juicio se recarga en el toque.
Aprieta los labios en contra de su frente y el abismo de su dolor se reduce un poco. Lo único que tiene que hacer es dejarse ir un poco más, solo un poco más y podrá dejar de sufrir.
…
No puede respirar.
Se siente como si estuviera atrapada bajo el agua. Está aturdida, lento- hay voces a su alrededor, hablan, pero todo es sordo. Descubre que no puede abrir los ojos o mover sus brazos o- no puede respirar. Ella se atraganta con algo y es vagamente consciente de que alguien está gritando, pero no puede centrarse en ello. Tiene demasiado calor e hipa cuando siente algo salir de su garganta. De repente, su vía respiratoria es clara y jadea y tose en la explosión repentina de aire en sus pulmones.
En el momento en que sus parpados caen abiertos se siente mareada. Toda la comida ingerida horas antes lista para escapar de su estómago ante la primera oportunidad. Su corazón está latiendo a mil por hora, su pecho le duele por el golpeteo constante y hay sudor y lágrimas llenando su rostro. Trata de desplazar lejos la parte de ella que se está saliendo de control y recordar el procedimiento para estos casos.
Respira profundamente y se coloca en una posición cómoda en el colchón.
Mi nombre es Brent Swan. ¡No!, Isabella, mi nombre es Isabella Swan. Bella para los amigos. Tengo 19 años. Mi padre era Charlie Swan. Mi madre Renee Dwyer. Nací en Forks, Washington y crecí en Fénix, Arizona.
Suspiró. Había ecos haciendo ruido en su cabeza mientras intentaba pensar en más información para añadir pero las voces distorsionadas no la dejarían pensar en nada más. Era como estar en una cueva con otras diez personas adentro, era difícil entender hasta sus propios pensamientos.
Me gustan los planes cancelados. Y bibliotecas vacías. Me gustan los días de lluvia y las tormentas eléctricas. Incluso aunque antes solía odiarlos.
Empezaba a sentirse más nerviosa. No se había sentido como esto en mucho tiempo y este no era el mejor momento para empezar a recordar.
Y el olor de un libro nuevo. Y la tierra mojada. Las hojas caídas de los árboles en otoño. Me gustan las camas desordenadas y la ropa suave.
Soltó el aire que sostenía en su pecho y lucho por respirar adecuadamente.
Cuando tenía dieciséis conocí a alguien afuera del instituto.
Una risa delirante entro por sus oídos y casi estuvo segura de poder ver la mirada calculadora en el techo de su habitación. Esos ojos inhumanos.
Cuando cumplí diecisiete, me dijo que me amaba.
En ese punto ella estaba segura de que podía sentir las manos del hombre sobre ella, como un una memoria grabada a fuego en su piel. Las manos ásperas, bruscas, alrededor de su cuello, la voz cruel en su oído susurrando cosas incomprensibles, no puede más, no puede seguir conteniendo esto dentro de ella, quiere gritar y llorar y luego gritar un poco más, pero no puede.
Se levanta de su cama tan rápidamente como le es posible sin tirar toda la comida de su cuerpo, ignorando el profundo dolor de un agudo pinchón en su cabeza cuando se mueve demasiado rápido. Sale al pasillo y camina 14 pasos contados antes de agarrar el picaporte de la puerta y empujarlo sin previo aviso.
Hay ropa tirada en el suelo de la habitación como se desplaza por ella, esta oscuro pero todavía puede ver la figura recostada en la cama. Edward esta tranquilamente dormido, una pose descuidada y una gota de líquido deslizándose por su barbilla.
El hombre en la cama se remueve como si pudiera sentir su presencia junto a él. Cierra la puerta y avanza hasta estar más cerca y luego se mete en la cama por el lado vacío, enterrando suavemente su cabeza en el cuello del chico más alto.
Edward despertó exactamente en la misma posición, un par de minutos después.
En el primer momento él no estaba seguro de lo que estaba pasando. Había un peso reconfortante por encima de él y sonidos que se parecían mucho a los sollozos ahogados por debajo de su barbilla. Como sus manos se mueven por el cuerpo delgado, un escalofrió recorrió a la persona junto a él, y Edward se dio cuenta de Brent llorando en su pecho.
"¿B-Brent?" murmura, moviéndose un poco por debajo del chico quien aprieta sus manos contra su camisa cuando siente la inclinación. Se ve tan frágil y nervioso, como un animalito atrapado en una trampa, enjaulado y puesto en exhibición antes de la masacre. "¿Estás bien?"
Brent solloza un poco más contra la piel mojada de su cuello y se hunde ahí, escondiéndose. "No me sueltes, por favor" gimotea agarrando a Edward por los hombros con su mano libre y dejándose caer ahí.
Así que Edward no lo hace. Él se queda ahí, sosteniendo a Brent bajo sus brazos como a un niño pequeño. Su respiración irregular no mejora como pasa el tiempo. Él está poniéndose un poco nervioso también como la situación de Brent no parece mejorar. Está helado, y lo abraza más a él para mantener el calor. Brent no se queja.
"Tu corazón late rápido…" advierte Edward envolviendo su brazo por la espalda de Brent.
"¿Sí…? Debe ser… el frio o… el insomnio" explica Brent sin saber qué hacer con sus lágrimas e intentando calmarse a sí mismo tanto como pudiera.
"se supone que el frio aletarga los signos vitales, no al revés…" dice con el tono de médico que ha aprendido a usar en los últimos años.
"Entonces debe ser por ti…" respondió Brent sintiendo que su corazón empezaba a ir más fuerte, las lágrimas todavía corriendo por sus mejillas y el de Edward haciendo lo propio cuando escuchó las palabras salir de la boca de Brent.
Él se aclaró la garganta como el medico a ser que era, dispuesto a no dejar que su tonto corazón se hiciera cargo de sus pensamientos. "¿Qué está mal? ¿Qué paso?" Brent no dice una palabra hundiéndose en su lugar con un gemido lastimoso.
"Mi… papá, él…" llora como la última palabra rota deja sus labios. Sus extremidades están temblando de nuevo y Edward se siente impotente de que no puede hacer nada para frenarlo.
"Brent, tienes que detenerte. Tienes que hablar con tus padres, no importa cuánto tiempo hallan estado separados, esto no te está haciendo ningún bien"
Los sonidos lastimeros que vienen lo hacen sentir como si estuviera a puno de morir, solo quiere hacer algo para pararlos, lo que sea.
Brent gime contra su mejilla derecha, rodeando su cuello con los brazos y cerrando los ojos. "mis padres están muertos" susurra en la oscuridad de la habitación.
Edward siente como sus hombros rígidos caen ante la declaración. Abre y cierra la boca varias veces, buscando que decir a eso pero nada se le viene a la mente. Los padres de Brent están muertos. Muertos. Brent esta solo en el mundo ¿desde hace cuánto? ¿Era este un evento reciente o solo era el recuerdo lo que le había pegado tan fuerte a Brent? Lo que sea que fuera Edward no iba a dejarlo.
No, Brent no estaba solo, todavía lo tenía a él. Y Edward no iba a dejar que nada lo lastimara, nunca más. Si tenía que pelear con uñas y dientes para eso bien, él lo haría, él haría cualquier cosa que tuviera que hacer.
Poco tiempo después de eso Edward oyó su respiración constante hacía el sueño. Miro a la cara tierna y mojada por las lágrimas, calma, inmóvil- Brent era tan bonito cuando lloraba, las mejillas y los ojos hinchados, el pelo negro pegado a su frente sudorosa; era como un niño de cinco años de edad. Pero no importaba nada de eso, Edward odiaba cualquier signo de que sufría, si jamás otra lágrima se deslizaba de los ojos de Brent, él habría cumplido con su propósito.
Lo apretó más a su pecho y se relajó en la calidez que nacía de sus dos cuerpos juntos, alisó su cabello con la mano y así, abrazado al que solía decir era su mejor amigo, se quedó dormido.
…
Su efluvio, como lavanda y fresias, deliciosamente dulce, placenteramente deseable- lo despertó por la mañana.
Cuando primero abrió los ojos no podía ver mucho más de la maraña de cabello bajo su cara y escuchar la respiración suave a su lado. Su mano izquierda estaba agarrando una muñeca pálida y su otro brazo alrededor de un cuerpo pequeño, la pierna derecha de Brent enredada con la izquierda de Edward.
Él no se mueve y no jadea. Su mandíbula no se cae. Su corazón no se acelera y aunque está sorprendido, no lo demuestra. Mira hacia abajo en donde Brent descansa junto a él, no hay expresión en su rostro y definitivamente no se mueve.
Tomo unos segundos para que fuera capaz de recordar lo que había pasado la noche anterior; el despertarse entre sollozos y las lágrimas que recorrían la cara de Brent como temblaba, el reconocimiento de que sus padres habían muerto. Le produjo dolor de cabeza. Le tomó todavía más tiempo para que el peso de lo sucedido le cayera encima. Se encontraba abrazado, si no es que podía describirse mejor enredado con un hombre. Con su amigo. Luego de consolarlo a la mitad de la noche y mantenerlo apretado contra sí hasta que había dejado de llorar. Y posteriormente quedarse dormidos, en su cama. Lo más extraño, es que a diferencia de muchas cosas que han sucedido, si tuviera que hacerlo de nuevo, lo haría una y mil veces.
El chico dormido aún entre sus brazos no se parece en nada al de la noche anterior. Es más tranquilo y no hay movimiento alguno en su cuerpo, sus extremidades han dejado de temblar en su respiración regulada. Dios, se ve como un ángel cuando duerme.
Los recuerdos de la noche anterior siguen llegando y Edward odia que lo haga sentir tan miserable. Nunca se ha sentido así, por nada, ni por nadie. Como si la felicidad de esta pequeño hombre fuera más importante para él para que cualquier otra cosa. Él sólo quisiera poder sentirse así por Emma, o por Tanya Denali, o por cualquier otra chica en su vida. Pero no, en cambio tenía que sentirse de esta manera por su amigo. Odia la forma en que todo su cuerpo sería hormiguear y quema y agitarse cuando Brent lo miraba con esa pequeña sonrisa burlona en sus labios. Odiaba la manera que sus ojos brillarían hacía él y podría forzarlo a hacer cualquier cosa sólo con un pequeño pedido. Odiaba la forma en que tendría escalofríos cada vez que sus manos se tocaban. Sobre todo, odiaba la forma en que él no lo odiaba en absoluto; él que le gustara y aún más, lo ansiara.
Probablemente ya era hora de la verdad. Había estado evitando el tema por semanas, pero puede que fuera el tiempo de dejar de hacerse el tonto y empezar a realmente considerar sus acciones. Tenía que detener esto.
Se alejó del calor del cuerpo de Brent, mirando de reojo a su cara enrojecida y la forma en que su pecho subía y bajaba con cada respiración. Él se quejó en su sueño y Edward se separó un poco más. Brent comenzó a moverse incómodamente en la cama y cuando Edward logró ponerse de pie se quedó ahí mirando como el chico se sentaba en sus rodillas y se frotaba los parpados con las manos.
Brent aparta las cobijas con sus pies descalzos y finalmente lo mira abriendo sus ojos, se puso rígido al instante al ver a Edward. "Yo, eh" dice, sin saber cómo continuar y su expresión es como la de un animal encandilado. "Lo-lo siento mucho, no quise, no era mi intención-" él comienza.
"Yo" murmura Edward, a continuación se aclara la garganta, lo intenta de nuevo. "Está bien. No hay problema en absoluto. Encantado de ayudarte. En cualquier momento. Sólo… dilo y… No-no te preocupes, tú quédate durmiendo yo iré a… sí, afuera, tú-duerme…"
Brent asiente con la cabeza. Su mirada está ligeramente perdida pero vuelve a acomodarse entre las cobijas, girando su vista hacia el lado de la pared como Edward sale de la habitación.
Da un suspiro de alivio cuando la puerta se cierra detrás suyo y se queda ahí un momento, solo respirando.
El departamento todavía está muy quieto por lo que supone que no debe ser demasiado tarde. Jasper probablemente está roncando ya sea en la jaula para monos o en el armario del pasillo, o bien jugando con sus estatuillas coleccionables y Emmett seguramente está teniendo algún sueño de comida o Rosalie. O ambos.
Sin querer volver a entrar a la habitación y hacer de sí mismo un tonto Edward se dirige al diminuto cuarto de lavado y agarra algo de su ropa recién lavada que uso hace uno o dos días y vuelve en sus pasos hasta el baño. El agua es lo suficientemente caliente para que sus músculos se relajen, necesitara energía si quiere seguir con este día sin tropezar. Inclina la frente contra el azulejo y deja correr el agua por su espalda, más caliente, más caliente, casi quema, pero al menos él lo siente, hasta los huesos.
Si un día le hubiera dicho a Edward Cullen atrás en el comienzo del año en la universidad que un día despertaría acurrucado con un chico con lo que el creería son los más increíblemente hermosos ojos chocolates hinchados por el llanto que además resulto ser su mejor amigo aferrándose a él como si su vida dependiera de ello, bueno, Edward te hubiera llamado un loco.
Pero aquí estaba, todo real y perfecto, a su manera.
Y sabe que tiene una conversación pendiente consigo mismo; pero no ahora, ahora tiene que poner varias cosas en orden primero.
Con todo el esfuerzo que puede sacar fuerza su mano a apagar la llave del agua. Toma una toalla, se seca, se lava los dientes y se viste en tiempo record. Su cabello tiene tanto arreglo como cada día así que no gasta mucho tiempo en ello. Para cuando sale Emmett y Jasper ya están en la cocina inspeccionando la alacena para el desayuno; lo hace preguntarse cuanto tiempo había estado bajo la ducha.
Agarra un pan frio de la mesa y una gaseosa que pueda tomar mientras conduce a su turno temprano en el hospital; no tiene tiempo para esperar a que Brent decidiera levantarse y cocinar algo.
Su jefe y la secretaria de este no dejan de arrojar toneladas de trabajo en sus hombros, haciéndolo correr por todo el hospital de un lado para otro, llevando recados y en busca de documentos, su mente estaba demasiado ocupada pensando en las alegrías de 14 pacientes diferentes en un piso para concentrarse en cualquier otra cosa. Se vio obligado a interrumpir en dos cirujas importantes solo para conseguir una enfermera que supervisara a un par de ancianos con la memoria en descenso que pensaban que estaban en sus veintes y solteros. Las enfermeras les cayeron de maravilla.
Y aun que le costara admitirlo también pasó todo el día evadiendo a Emma. Cada vez que la veía en el corredor o tomando té con los doctores Edward se haría lo más silencioso posible y saldría tan pronto como pudiera.
No quería lidiar con el asunto de su "más o menos novia" (que no lo era, por dios claro que no lo era, él no podía tener novia. No cuando se acurrucaba con los cromosomas equivocados) como sea, tenía otras cosas en mente, por ejemplo las radiografías que tenía que tener hace veinte minutos.
…
El hospital. La universidad. El hospital de nuevo y un tuno hasta las 9. No había sido precisamente un día ligero, ni se diga, pero al menos se agradecía el pago por las horas extras.
Emma había ido a casa horas antes, así que por lo menos él no tenía que preocuparse de eso, a las seis sin embargo, recibió un mensaje "llamame?" que casi no lo logró ignorar hasta que uno de los doctores le había ofrecido una enorme taza de café cargado, justo lo que necesitaba.
Así que cuando llegó al departamento eran más o menos… 10:20. El tráfico en la cuidad era un asco.
Al abrir la puerta del departamento sinceramente el esperaba más. No lo sabe, más gritos, más ruido, más peleas, más algo. Algo de lo que normalmente pasa cuando él estaba presente, pero bien, la vida es un misterio.
Alice y Rose todavía se encuentran en casa, las dos ensañadas por el control de la televisión y Jasper y Emmett sorpresivamente mirando indiferentes. Jasper está buscando algo más interesante en el techo y Emmett está sentado en el sofá con un litro de helado en su regazo. Lo que el reconoce no es exactamente suyo.
Frunce el ceño. "¿Qué Brent no te ha gritado por comerte su helado, Emmett? Esta sería la cuarta vez"
"Ni siquiera lo ha mencionado" Emmett exclama con seguridad fingida como sigue devorando del enorme vaso.
"Ni siquiera ha llegado" refuta Jasper.
Su mochila cae junto al respaldo del sofá y se tira junto a los chicos en medio de ambos. "¿A dónde fue?" Edward solo quisiera saber cuántas veces ha tenido que preguntar eso en los últimos dos meses.
El moreno se encogió de hombros y se llevó la cuchara de helado a la boca. "No lo sé. Pero debe de haberse levantado muy temprano para que ni siquiera lo viéramos levantarse, y eso que incluso te vimos a ti señor 9 de la mañana" se burló.
"¿De qué hablas? Cuando me fui Brent seguía durmiendo"
Emmett intenta hablar pero se atraganta un poco con el helado, así que Jasper habla en su lugar. "No, su cuarto está vacío"
"Estaba en el mío" señala y todo el mundo se le queda mirando con una expresión curiosa.
"¿Por qué…?
"no importa" corta la pregunta incompleta de Alice quien de inmediato lo mira indignada.
Jasper pone los ojos, captando su atención de nuevo. "bueno, no lo sé, no buscamos ahí. Sabemos lo especial que eres con que toquen tus cosas"
"Como si jamás les hubiera importado" Edward se queja.
Alice lo empuja con el pie desde el piso y le pone mala cara. "Se amable, por una vez respetaron tu intimidad, revisaste Jaspi?
Jasper niega con la cabeza. "No. Edward ya se había ido y él no estaba en su cuarto, ¿cómo iba a saber?"
Alice le sonríe y se voltea Edward nuevamente. "y Rose y yo estuvimos aquí todo el día y no lo vimos para nada"
"Así que, entonces….
Edward se levantó de su lugar en el sillón y se fue hasta estar enfrente de la puerta de su habitación. Había un silencio sepulcral en la atmosfera y realmente no parecía como si hubiera alguien adentro. Tal vez Brent se hubiera ido mientras él se estaba duchando esa mañana y era por eso que ni Emmett ni Jasper lo habían visto. Era una conclusión más lógica, pensó, pero en el momento en que empujó la puerta pudo distinguir la silueta de un cuerpo pequeño hecho bola en una de las orillas de la cama.
Brent estaba dándole la espalda, haciendo un perfecto espejo de la posición en que Edward lo había dejado esa mañana, llevaba la misma ropa y nada en todo el cuarto había cambiado. No podía escucharse nada, ni siquiera el sonido de una respiración que no era la suya, Edward podía haber creído que estaba muerto sino fuera porque era casi imposible…
O no…
"¿…Brent?" preguntó. La habitación no le contesto en absoluto. No hubo movimiento ni ninguna señal de que hubiera sido oído, pero de alguna forma Edward sabía que Brent podía escucharlo. "Hey, amigo, ¿estás bien?" ninguna respuesta de nuevo, sólo que esta vez él pudo ver claramente como el muchacho intentaba hacerse más pequeño en la cama encorvándose sobre sí mismo y metiendo la cabeza entre las mantas.
Edward suspiró aliviado por el movimiento. "Oye, escucha, sé que probablemente sigues molesto, o- triste y yo totalmente lo entiendo pero se ve como si hubieras estado aquí todo el día, y tienes que comer algo. Y… mira si no quieres hacer nada puedo cocinar yo, no soy el mejor en ello pero puedo hacer un- "
"Vete"
Un ronco, quebrado y duro sonido hizo eco por todo el cuarto.
Edward seguía parado en la puerta y su expresión se transformó en shock cuando oyó esto dirigido a él. "¿Qué?"
Tardó unos segundos en volver a decir algo mientras Edward seguía mirando a exactamente el mismo punto, el punto donde se suponía debía estar la cabeza de Brent escondida bajo las mantas de su cama.
"No quiero hablar con nadie, solo… déjame en paz"
Edward miro por toda la habitación sin saber que decir o que hacer. No parecía una buena idea insistir pero tampoco lo era alejarse como si no importara. Al final respiró tan profundo como sus pulmones podían aguantar y se dio la vuelta, cerrando la puerta a su paso.
Camino de vuelta a la sala, su vista siempre en el piso del pasillo hasta que fue el centro de atención en el lugar.
Nadie se mueve. Nadie habla. Nadie está mirando a la televisión y nadie hace ninguna indicación de que va a hacerlo hasta que hable. Edward moja sus labios. Nadie se inmuta.
"Está… quiere estar solo" dice a la multitud de ojos que lo inspeccionan con cuidado.
Ninguno de ellos dice nada a cambio y todos vuelven su atención a otra parte, por primera vez no necesitando más información que esa.
Edward no lo entiende, ¿por qué ellos pueden hacerse de la vista gorda y ocuparse de otras cosas y él no? Tal vez se debiera a que fue él quien lo vio llorar desesperado en su cama la noche anterior, pero también podría ser debido a que Brent significaba más para él que para cualquiera de ellos. Y por lo que sabía tal vez Brent sentía algo parecido por él, o de lo contrario ¿por qué lo habría escogido a él precisamente la noche anterior?
Es un razonamiento que le da fuerza. Fuerza para quedarse despierto hasta las dos de la mañana, solo por si acaso Brent se levantara y fuerza para dormir en el sofá cuando nada ocurre.
Claro que podría pensar en ir a la cama como lo haría cualquier otra persona, es su habitación después de todo y no es como si fuera la primera vez que dormiría con Brent, pero algo lo detiene. Brent dijo que quería estar solo, como, completamente solo. Él no sabe si debería hacer mucho caso de eso, aunque, muchas personas que dicen querer estar solas constantemente quieren decir lo contrario. Así, él no sabe qué hacer.
También es cierto que bien podría usar la habitación de Brent, pero no está seguro. Se siente demasiado como una violación de su privacidad.
Él se queda dormido yendo de un pensamiento a otro y cuando vuelve a abrir los ojos la ventana del comedor esta iluminada por la luz del sol. Se da cuenta poco o poco de que Jasper y Rose están en la cocina y Alice sentada en una silla mirándolos trabajar en el desayuno, Emmett también está ahí, salvo que él intenta comer lo que Edward piensa es la masa cruda de lo que sea que Rosalie este cocinado.
Vaya, que debe haber dormido hasta tarde, estos chicos nunca se levantan tan temprano.
Se quitó la delgada manta con la que había dormido la noche y recogió las almohadas del sillón del piso donde las había arrojado. Tenía dolor de espalda. No era sorprendente, ese sofá no realmente la cosa más cómoda del mundo.
"¡Mira quién despertó! Buen día, bello durmiente" la rubia se burló, acercándose a él y dándole un beso maternal en la mejilla. Edward se quejó como lo haría un niño pequeño, poniendo mala cara y alejándose con un gruñido.
"Tienes suerte de haberte escapado de hacer esos exámenes gracias a tus créditos extra, o irías una hora tarde" Jasper dijo todavía desde la cocina.
"No me hubieran dejado dormir tanto si fuera así ¿no?" Cuestionó y Jasper se encogió de hombros, volviendo a su trabajo.
"Tonto" Edward masculló. "De todos modos ¿qué están haciendo?"
Jasper hizo una cara de disgusto. "Huevos y algo que parece carne… aunque no estoy muy seguro. Además, Rose está tratando de hacer la receta del pan de su abuela" apuntó e recipiente con masa en las manos de Emmett. "Emmett y Alice sólo están siendo inútiles"
"¡Oye!" Alice y Emmett protestaron al mismo tiempo.
Uno de los ojos del Edward se cerró con la duda. "Interesante. ¿Pero por qué lo hacen? Son un asco en ello, sin ofender"
"Nada de ofensa, viejo. De verdad apestamos" acordó su amigo.
"¿Dónde está Brent? Normalmente el evitaría que trataran de matarnos de intoxicación"
Los cuatro de ellos se miraron entre sí con miradas significativas.
"Sigue en tu habitación" Rosalie dijo finalmente. "Está enojado. Alice trató de hacer que saliera en la mañana pero no quiso. Los métodos de Emmett no le hicieron mucha gracia tampoco"
"Jacob ha llamado dos veces hoy, también" añadió Alice desde la cocina.
Haciendo caso omiso de la sensación que frio en su pecho Edward se levanta del sofá y les da una mirada a todos antes de ir a su habitación.
Abre la puerta de la misma manera en que lo hizo la noche anterior y se topa con la misma vista. Brent de espaldas pareciendo dormido e ignorando por completo su presencia.
Edward desarrolló un pequeño sentimiento de ira al ver a Brent ahí, sin moverse, acurrucado en su mismo. "Supongo que todavía no quieres hablar" dijo en voz alta a la habitación que, justamente como la última vez, no le respondió. "Es que no quieres hablar con nadie ¿o no quieres hablar con nadie en esta casa?" Brent se removió en su lugar pero siguió sin decir nada. "¡Hey, idiota!" Edward gritó y odiaba lo enojado que sonaba. "¡Sé que no te sientes bien pero no te puedes quedar aquí toda la vida!"
Cuando el silencio siguió Edward maldijo en voz alta y cerró la puerta de golpe.
"¿Qué paso?" Alice preguntó viéndose preocupada.
Edward se tragó el sentimiento de orgullo y miro abajo para cumplir con los ojos de Alice. "Llama a Jacob" le dijo bruscamente, tomando su camino a la ducha.
…
El sol ya había bajado nuevamente para el momento cuando Jacob había llegado al departamento. No había saludado, mucho menos entablado una conversación con alguien. Él sólo había tocado la puerta e ido directamente al cuarto de Edward en cuando Alice le dijo dónde estaba.
Edward se queda mirando demasiado tiempo en dirección a su habitación, dando vueltas por la sala como un tigre enjaulado, puede sentir los ojos que lo juzgan desde el sofá pero sinceramente le importa muy poco en estos momentos.
Jacob lleva veinte minutos adentro con Brent y todavía no saben nada. Está empezando a desesperarse y sabe que todo el mundo puede darse cuenta, incluso Emma había llamado dos horas antes y no había parado de preguntarle si le pasaba algo ¡No le pasaba nada! No a él, por lo menos.
"Jacob" Alice rompió el silencio haciendo que la cabeza de Edward viajara 90 grados a la izquierda. Jacob frunció la boca y miro al piso.
Eso no era una buena señal.
"No quiere ver ni hablar con nadie" Jacob anunció, dejando caer sus hombros en señal de derrota.
Rosalie suspiró con irritación. "Bueno, gracias capitán obvio, eso ya lo sabíamos" dijo dándole a Jacob una mirada salvaje de aquellas que Edward no veía desde hace años cuando la había conocido por primera vez. Jacob la miro de una forma en que dejaba claro que su opinión le valía un comino. "Tenemos que averiguar qué es lo que tiene"
Jacob se cruzó de brazos y camino hasta estar más cerca de ellos. "No creo que vaya a ser necesario"
La sala entera lo miro con desagrado.
"Claro que lo es, no podemos dejarlo ahí ¡Es nuestro amigo!" Rose espetó.
Todos lo demás, incluido Edward estaba mirando a Jacob como a un intruso. Se suponía que debía venir a ayudar pero en vez de eso había estado siendo grosero desde el momento en que había cruzado la puerta y si algo precisamente no estaba haciendo era ser útil.
Jacob chasqueó la lengua. "No es a eso a lo que me refiero, princesa"
"Jacob creo que es mejor si te vas" Edward dijo, sus ojos yendo inexpresivos y levantando una mano para señalar la puerta. Jacob le dio una mirada de muerte.
"¿A qué crees que estás jugando?" preguntó, escéptico. "¿Qué? ¿Simplemente vas a echarme? Déjame decirte que estás muy equivocado si piensas que puedes alejarme tan fácil. Es mi amigo desde antes. Lo conozco de prácticamente toda su vida ¿Qué sabes tú de él?" cuestionó en un grito frustrado.
Edward retrocedió, sintiéndose de repente atacado.
"¿Sabes lo que tiene? Se llama depresión maniaca" Edward no comprendió al principio y el resto de ellos se veían tan desorientados como él, hasta que recordó…
"¿Qué es eso?" Rosalie pregunta, perdida con el nuevo rumbo de la conversación. Jasper y Alice comparten su mirada.
Le cae a Edward como un balde de agua fría. Por dios, él sabía lo que era. Él sabía lo que era y no era nada bueno.
"Así que deja de actuar como si no me necesitaran, lo hacen." Jacob regreso sus ojos a Edward, mirándolo con aprehensión. Era bastante obvio que a Jacob le agradaba tanto como a Edward le agrada él y eso estaba bien, no iba a gastar tiempo pretendiendo algo que no era. Pero algo tenía en común con él, ambos querían el bienestar de Brent antes que cualquier otra cosa y si eso los unía de alguna forma que más daba.
"Ten, dale esto" un frasco de píldoras fue lanzado justo en frente de su cara y cayó sobre sus palmas abiertas en un reflejo.
Edward inspeccionó el frasco lo más detalladamente que pudo. Era pequeño, no más de 6 centímetros de alto, blanco y estaba casi completamente lleno. Edward trató de identificar el nombre del medicamento pero simplemente no encajaba en nada que hubiera aprendido en sus clases anteriores. "¿Qué es?" cuestionó.
Jacob irguió su postura. "Lo tome de su habitación. Es un antidepresivo" dijo simplemente. "Dáselo en la mañana y la noche hasta que se sienta mejor. También hay un frasco azul en su mesita de noche, dale uno de esos en la mañana después del desayuno. Aumenta la dosis si no funciona-" Jacob se paró repentinamente, pasando desde Jasper hasta Alice, todos mirándolo con miedo en sus expresiones. "Cuídenlo" terminó, tomando un paso rápido hacía la puerta de salida.
Edward no lo culpaba, francamente. El sólo conocimiento de que Brent tenía que tomar este tipo de cosas regularmente le golpeó duro. Nunca se lo hubiera imaginado, aun si siempre había habido pequeñas señales por aquí y por allá, como su dificultad para conciliar el sueño, su irritabilidad y sus cambios de humor las últimas semanas, la repentina energía ¿cómo no se había dado cuenta?
¡Espera! ¿Cuánto tiempo va a estar así?" Alice logra preguntar un segundo antes de que Jacob cierre la puerta. Él se detiene bruscamente pero no dice nada, por un tiempo. "Vendré mañana. Llámenme si se levanta"
La puerta se cierra con un ruido sordo.
Ellos se miran unos a otros, sin idea de que hacer. "
Después, todos miran a exactamente la misma cosa; las píldoras en las manos de Edward.
…
Brent había estado en cama durante seis días.
SEIS. DÍAS. DE. MIERDA.
Edward no ha salido de la casa en todo ese tiempo. Había pedido un permiso en el trabajo y enviado un justificante a la universidad para no tener que preocuparse por eso; ya había trabajado horas extras suficientes para cubrirlo, de todos modos. Pasó la mayor parte de ese tiempo flotando en la puerta de su dormitorio, mirando a Brent cuidadosamente. Su estómago dando vueltas.
En su mayor parte él no trata de hablar con Brent, no trata de hacer que se levantara; él sólo mira, trata de envolver su cabeza en torno a todo esto, se asegura de que Brent este bien, que todavía respira. Por lo menos los primeros días.
Al principio Jacob pasa ahí 8 horas al día. Brent no lo deja quedarse con él pero permanece sentado en el sofá hasta que es de noche y debe volver a casa. Sin embargo habría momentos en que Brent no le diría que se fuera, cuando estaba con la guarda baja. Y mientras Edward veía todo eso había un fuego encendido dentro de él. Era como si su juguete favorito fuera robado cuando era niño.
Pero Brent no era un juguete. Y él no era un niño. Ya no. Jacob le hace bien y Edward puede verlo, intenta demasiado duro pero es únicamente porque se preocupa. Jacob parece perfecto para Brent y eso lo vuelve loco. Perfecto. Demasiado perfecto.
Eso lo lleva de vuelta a una época en él no conocía a Brent tan bien como lo hace ahora; (porque el que Jacob diga lo contrario no quiere decir nada, él conoce a este chico, tal vez no desde hace años pero sin duda sabe quién es) ellos estaban afuera de la biblioteca y de alguna forma el tema había salido.
"Una vez tuve una especie de relación con alguien. Encajábamos demasiado bien. Íbamos a todas partes juntos, nunca se nos veía separados, sabíamos todo del otro y con eso me refiero a todo. La cosa fue que… lo nuestro un amor diferente al que esperábamos"
Y ahí, observando la forma en que Jacob mira a Brent de una manera tan conmovida, todo encaja repentinamente. Es obvio que son más que amigos, pero Edward no se atrevería del todo a llegar más lejos que eso. Y la definición que había escuchado hace unos meses no podría encajar mejor.
Primero se siente enojado. Enojado porque sin todo ese mundo de conclusiones nunca se habría dado cuenta de quién era Jacob en la vida de Brent; cuanta importancia en realidad tenía. Luego, se siente extrañamente aliviado de la confirmación de que entre ellos no pasaba nada, actualmente hablando. Y finalmente, se siente enojado nuevamente ante la posibilidad de que algo pueda volver a pasar entre ellos. En donde hubo fuego, cenizas quedan. Sólo puede esperar que no sea el caso.
Edward pide toda la información que tengan sobre el tema en el hospital. Se hace casi un experto sobre ello. Ve los medicamentos que hay, los efectos secundarios, el proceso para evitar situaciones como esta, las señales que vienen con una decaída y cada aspecto de la depresión maniaca. Recuerda la noche en que Brent se había quedado dormido con él viendo una película, probablemente no hubiera tomado sus pastillas y eso lo hubiera desestabilizado, pero también pudo haber habido otras cosas, como el café que se había tomado hace unos días. Ahora es que sabe la razón por la que Brent no debería tomar ninguna de esas cosas.
Después de tres días Jacob deja de venir tan seguido. Se queda una o dos horas y se va si Brent no le deja verlo, y poco a poco solo viene a comprobar su estado o llama si no tiene tiempo. Dice que no es que haya dejado de importarle, sólo que tiene que mantener un trabajo que apenas ha conseguido y el cual necesita, como sea, su sofá no necesitaba todo el peso que acarreaba tener a Jacob en casa.
Ahora es el encargado de hacer que Brent coma; en las mañanas, tardes y noches, por lo menos un poco y hace lo imposible para que tome sus medicamentos, a pesar de que sigue negándolos.
Su enojo se ha calmado con los días, principalmente porque ya no tiene que ver a Jacob a cada momento, después porque sería estúpido seguir enojado por algo que paso hace mucho tiempo. Y requiere demasiada energía permanecer enojado con alguien que llora tanto.
Brent no habla con él. No realmente.
Voltea la cara cuando la comida llega y se esconde en las cobijas cunado Edward saca las píldoras.
Al igual que con Jacob, deja que se quede después de un rato. A veces él se sienta en el suelo por el borde de la cama y lo mira. Brent no va a salir de debajo de las mantas pero al menos Edward puede ver su respiración. Dios, la forma en que ha aprendido cada aspecto de la respiración e Brent es espeluznante, el sonido, la frecuencia, el tiempo entre cada exhalación. Trata de no pensar en ello; no en la forma en que solía hacerlo empujándolo a una esquina de su mente y tener que mantenerlo ahí por cada segundo del día, sino sólo… aprendiendo a vivir con ella, viendo como poco a poco pierde su significado.
Algo se revuelve en su estómago entre menos Brent protesta contra las píldoras. Edward ha aprendido a aceptar y amar esas mariposas. Terminan sintiéndose bien, de alguna forma.
Se está volviendo más silencioso estos días. Está hablando menos y menos en público. Pero sus ojos, cielos, sus ojos ven todo.
Es en el quinto día en que Brent finalmente vuelve a hablar.
Edward está sentado en el piso junto a la cama, como de costumbre, mirando varios conjuntos de información que había encontrado en la red sobre el estado de Brent. Los ha leído 4 veces pero es tanto material que es difícil aprenderlo todo de una sola vez.
"Mamá lo tenía también ¿sabes?" la voz de Brent, pequeña y quebrada por el poco uso dijo desde arriba. La cabeza de Edward saltó sorprendido por la acción. Siente que tiene que decir algo, pero no tiene corazón para hacerlo. En vez de eso deja que Brent se tome su tiempo mientras mira en montón de hojas esparcidas por el piso. "Esto. Es una parte de mí que no me gusta que las personas vean"
Edward se siente culpable bajo la mirada triste de Brent. Sus ojos esta hinchados y rojos, a pesar de que no lo ha visto llorar en todo el día. "¿Quieres que me vaya"
Brent lo mira por unos segundos en silencio. "¿Quieres irte?"
"No… No, quiero quedarme"
"¿Por qué?" pregunta Brent y se ve honestamente confundido; es como si no pudiera asimilar la idea de alguien queriendo ser parte de todo esto.
Edward se encoge de hombros parpadeando un par de veces en la concentración y recostándose un poco contra el colchón de la cama. "Me gusta cómo me hace sentir… cuidarte, se siente correcto" confiesa.
Brent se sorbe la nariz tan sutilmente como puede y Edward se levanta para alcanzarle un pañuelo pero él lo rechaza. "Necesito a alguien que me entienda, no alguien que me trate como si estuviera herido" dice a lo que Edward frunce el ceño.
Él no está tratando que Brent se sienta así, solo está tratando de ayudar, ¿esta eso tan mal? Le preocupa su salud, y no quiere que sienta que está completamente solo en todo esto. Había prometido nunca dejar que eso pasara. Al parecer no está haciendo el mejor trabajo."
"No puedo manejar sentirme así. Ya no" solloza secando parte de sus lágrimas con las cobijas. "He tratado tan duro para olvidarlo. Para pretender que no era real. Pero miro abajo y mi pecho empieza a doler como si no pudiera respirar. Trató de olvidarlo pero- ya no puedo hacerlo. No quiero. Estoy demasiado cansado. Sólo quiero ser feliz de nuevo"
"Entonces hazlo" él dice rápidamente.
Brent niega con la cabeza tan pronto como lo dice, mirando hacía otra parte y barriendo lagrimas inexistentes de las orillas de sus ojos. "No, no funciona de esa manera, no puedo solo despertar un día y decir "quiero ser feliz" y ser feliz. Yo no lo controlo" declara. "cada día tengo estas voces en mi cabeza que me dicen lo estúpido e inútil que soy. Lo poco importante que soy. Es como ser torturado por tu propia mente"
Edward trató de detener sus impulsos. Él realmente, realmente lo hizo. Por supuesto, él no trató muy duro, pero al menos podía decir que hizo un esfuerzo. Se retorció su labio inferior entre los dientes y se apoyó un poco más arriba en la cama. Sacó la mano de Brent de su cara enrojecida y la sostuvo entre sus manos. Tomó una larga respiración mientras Brent se acostumbraba a la sensación lo suficiente para relajar su mano, entonces Edward se acercó un poco más. "¿Sabes lo especial que eres? ¿Lo mucho que significas para mí?" él elimina el "nosotros" que diría originalmente porque simplemente no tiene caso, esta hablando sólo desde su perspectiva, y desde ahí no existe nadie más en el mundo.
El aliento de Brent se atora en su garganta y el alma de Edward se rompe al verlo así, tan vulnerable, tan frágil. "No sé qué hacer" Brent admite en un jadeó y Edward termina de subirse completamente a la cama para sostenerlo de caer en las lágrimas. Él no quiere, no quiere que llore más, nunca más.
"Lo siento, lo siento " repite una y otra vez meciendo a Brent entre sus brazos.
"Está bien" dice y Edward tiene que preguntarse cuantas veces habrá dicho cuando era una mentira. Mueve su brazo por la espalda de Brent para presionar su cabeza hacia abajo hasta que está apoyada en su pecho. Mueve sus dedos lentamente contra su espalda en un desesperado intento por calmarlo. No tiene idea de lo que está haciendo, nunca ha consolado a alguien de esta manera; y no ha sido consolado así desde que tenía nueve, pero se siente tan natural. Se siente necesario, como si la protección de Brent fuera su única responsabilidad en esos momentos.
Pasan mucho tiempo de la misma manera, sus brazos comienzan a acalambrarse pero inconscientemente no les presta atención, continuando con su movimiento lento y pausado. "Edward…" Brent susurra. Edward lo mira. "Perdón por decir que no eras digno de mi confianza. No era cierto"
"Shh…" Edward le tranquiliza. Se pasa una mano por su cabello para ayudar a la acción y Brent cae de nuevo en su hombro. "Cierra los ojos. A veces ayuda"
Brent lo hace, y en cuestión de minutos está cayendo dormido. Edward se remueve un poco para salir y dejarlo solo cuando Brent se queja.
"Quédate"
Y Edward lo hace.
…
Las cosas no cambian mucho los siguientes días. Bueno, tipo lo hacen, pero no realmente.
Brent apenas come, apenas acepta sus medicamentos, apenas habla y no sale en absoluto más que para usar el baño.
Edward por otro lado finalmente tiene que volver a sus actividades diarias, reponerse en la universidad y regresar al trabajo. Ver a Emma por lo menos para disculparse por su total desinterés lo últimos días. Él sigue durmiendo en el sofá, y sigue siendo el encargado de cuidar de Brent a pesar de que Alice está ahí casi todo el día y podría hacerlo de maravilla. No importa, él puede con ello.
Pero no puede hacerlo todo. Los momentos en que no está en casa alguien más tiene que ocuparse de eso, y ya sea Alice, Rosalie, Jacob, no importa, le molesta. No quiere que nadie lo vea de esa manera; herido, sensible, indefenso. Se rehúsa a la idea de ello.
"Extraño lo cerca que estábamos antes de todo esto" Brent le dice un día y Edward no puede evitar dejar toda su tarea para después y asegurarle que nunca antes se había sentido tan cerca de él.
La tarde de ese día él trae su guitarra vieja enterrada en algún lugar del armario y toca acordes desordenados que recuerda de su niñez. Brent lo mira hacer eso todo el día. Ir desde quebradas notas desiguales y horribles hasta una melodía medianamente decente. Brent no llora más ese día y Edward le asegura que cantará para él siempre si eso ayuda a alejar el dolor
Hace una semana Edward no hubiera sabido que pasaba, porque él no hace ese tipo de cosas por otros chicos. Pero hoy comprende que Brent no es sólo otro chico. Es el chico por el que hace caras tontas sólo para hacerlo sonreír, a pesar de que sabe que es terriblemente estúpido y probablemente no funcione; es el chico por el cual pasa cada tarde escondido en su habitación sin ver la luz de sol sólo para pasar un poco de tiempo con él en estos días, es el chico al que interroga "¿Tomaste tus pastillas? ¿Comiste? ¿Cómo te sientes? ¿No tienes frio?" (¡Y dios! Parece su madre)incluso cuando muchas veces sólo recibe un grito enojado a contestación. Lo que sea, no está haciendo esto para que se lo agradezca.
"La cosa más valiente y más estúpida que jamás hice fue continuar mi vida cuando lo que más quería era morir"
Hace que su corazón se rompa en su pecho un día después, y es todo lo que puede pensar cuando está en su cita rápida con Emma en una cafetería unas horas más tarde. Su brazo está envuelto en el de Edward y lo sacude lejos cuando ella lucha por lograr que la mire a los ojos. No hay placer en el toque ni una llama electrizante en su estómago. No hay un ligero olor a fresas en el aire y los ojos son demasiado claros a los que está acostumbrado. No es Brent y por eso él no puede disfrutar de esto.
Emma no parece molesta en lo absoluto, pero ella lo mira tan fijamente que duele. Cruza sus manos sobre y la mesa y ella le toma la mano que él despistadamente rehúye.
"Una pregunta ¿me necesitas o necesitas a alguien?"
No y no, son las respuestas internas de Edward. Y su falta de conclusiones en voz alta provoca la ruptura de sus salidas con Emma.
Eso está bien. Ella le da un beso en la mejilla al final de la noche y le advierte que tendrá que hacer de niñero un par de veces más. Bromea, Edward lo sabe, pero aun así es incómodo.
"¿Qué estás haciendo contigo mismo, Edward?" Alice le pregunta esa misma noche, cuando llega y les informa de lo de Emma, buscando distraídamente las capsulas de Brent. Edward no la entiende, ni siquiera parecía que Emma le agradara tanto y aun así estaba enojada porque no seguían saliendo. Era todo un lio.
Edward le cuenta todo esto a Brent pasada la media noche cuando ninguno puede concebir el sueño. Él no habla ni opina, sólo escucha enterrado en las mantas y Edward no lo presiona a nada.
"Y ella, no éramos- quiero decir, nosotros, tú y yo- somos, como-. Algo más que eso. Sé que tú eres. Pero eres mi amigo también ¿verdad? Quiero decir, sólo porque somos…"
Brent vio como Edward buscó insistentemente las palabras adecuadas. El corazón de Brent estaba latiendo rápido como mentalmente incitó a Edward a seguir adelante, para simplemente decirle la manera en la que vio toda su relación, hasta que los hombros del hombre decayeron en la derrota, rindiéndose.
"No puedo creer que diga todas estas tonterías y me dejes seguir hablando"
Se queda dormido en el piso de la habitación ese día y siendo viernes no se molesta en levantarse temprano.
Brook sigue llamando para disculparse y Edward sigue diciéndole que no se preocupe y deje de llamar. Ella no sabe nada sobre el estado de Brent aún y francamente tal vez esa es la razón por la que él continua evadiendo hablar con ella. No quiere que venga otra persona a lamentarse por él y exija quedarse a cuidarlo.
"¿Por qué sigues aquí?" Brent le pregunta luego de que lo ha obligado a comer el almuerzo y a tomar una capsula azul brillante.
"Ya te lo dije" contesta con facilidad. "¿Por qué sigues tú?"
"No es mi culpa. A veces es más fácil permanecer adentro" se defiende y Edward está consciente de que no está hablando de la habitación exactamente.
Edward agarra la guitarra vieja y la mete debajo de la cama. "También, a veces tienes que caer para aprender a levantarte" argumenta. "¿Y sabes? No importa que tan duro el pasado fue, siempre puedes empezar de nuevo hoy, ¿no es así?"
Brent se le queda viendo como si esas palabras significaran un mundo entero de significados diferentes. Edward sonríe, se agacha y planta un beso en la frente de Brent sin siquiera pensar sobre ello. "Despierta cuando estés listo" susurra y se levanta para salir de la habitación.
Eran las 9 de la mañana, Rosalie y Alice acababan de llegar y estaban leyendo un montón de revistas de moda de vogue en la cocina. Emmett estaba jugando videojuegos en la sala y Jasper y Edward haciendo omelets por cuarta vez en la semana. Era una de las pocas cosas que sabía hacer más o menos decente y lo estaba practicando lo suficiente para que se viera más o menos decente también.
Dejó a Jasper encargarse de voltear la comida como salió para ir por lo platos vacíos de las chicas y regresar a la cocina cuando vio la mitad de una cara asomarse por la esquina del pasillo. La piel pálida y el pelo revuelto por varios días de estar en cama no desviaban ni un poco la atención de la expresión indecisa de Brent. Edward no podía ver a nadie más, pero sabía que todos estaban mirando también, probablemente con las mismas caras de confusión que tenía él.
"hey" saluda tímidamente dando un paso afuera para terminar de salir a la luz de la ventana. "Uh- estoy, hambriento… ¿crees- ¿tienes-… algo que- ?"
Toma un segundo para que Edward salga de su estupor y él tiene que repetir toda la frase en su cabeza para que tenga algún sentido. "¡Cl-Claro!" exclama fuerte, yendo tan rápido como es posible y agarrando el omelet en el fuego para servirlo en un plato. "Aquí está" dice, entregándole el plato caliente con un tenedor. Brent le sonríe de una manera que no ha visto en días y hace saltar el corazón de Edward mientras lo ve yendo hacia el comedor con Rosalie y Alice quienes también sonríen.
Esme solía decirle cuando era un niño que todo pasaba por una razón. Y en ese momento Edward se da cuenta de que puede que ella estuviera en lo correcto. Puede que todo esto; Brook, el barista, Jacob, Emma, la depresión maniaca, todo fuera necesario solo para que él fuera capaz de ver las mejores cosas de su vida. Al igual que goza de una perfecta salud, tanto mental como física, sus padres siguen con él, tiene amigos, buenos amigos, tiene un gran trabajo y lo más importante; tiene a Brent. Sano y salvo.
En las últimas semanas se ha dado cuenta de que crecer significa ser honesto. Sobre que quiere. Sobre que necesita. Sobre lo que siente. Sobre quién es. Y ya ha perdido veinte años vagando y esperando por cosas absurdas. Y esta harto de no poder ser honesto ni con él mismo.
Entonces, por ahí tendría que empezar.
Emmett podría tener a Rosalie. Jasper podría tener a Alice. Y bueno se suponía que Brent tendría a Jacob y Edward a Emma pero eso… eso no suena del todo bien. Y tal vez, solo tal vez, Edward podría tener a Brent. Que sin duda suena mucho mejor. Y quizá era hora de dejar los prejuicios atrás.
Está vez de verdad.
…
N/A: Ta-tan, y eso fueron dos actualizaciones (para que sigan conscientes). Les aviso que como avanzamos cosas están viniendo y por fin me estoy acercando a donde quería así que aquí vienen las preguntas:
1. Algunas ideas para lo que viene? No les prometo que se ajustaran a o que tengo pensado pero me gustaría escuchar algunas suposiciones, o no sé, me encanta esa parte de esto.
2.Más o menos, en una escala del 1 al 10 ¿qué tan "física" les gustaría que esta relación se desarrollara? Me refiero a la clasificación de este fic, no digo que lo haría explicito si molesta a alguien pero puede que haya cosas que sean mucho para el T. solo díganme que piensan.
3. Me dejan un review, porfaaaa, es mi pago por todo lo que trabajo en esto, enserio me cuesta ya que no sy ni de cerca la mejor escritora ni nada de eso, asi que si, adoro los review, pleaseeeee….
(*) Barista: una persona cuyo trabajo consiste en preparar y servir diferentes tipos de café.