Hola
Antes que nada quiero agradecer sus comentarios, sus seguimientos o el agregar esta historia a sus favoritos o a esta autora. Es un placer saber que mis locuras gustan o no, me encanta saber lo piensan de ellas, así que aquí estoy para cualquier comentario o sugerencia.
También quiero decirles que esta historia está terminada por lo que sólo resta una parte más, tal vez la siguiente semana la esté colgando para que esten al pendiente. Un saludo y espero disfruten de esta segunda entrega.
~Miakiss
|Segunda Parte|pg-13|kurtbastian-klaine|
Blaine respira profundamente buscando la manera de mantener todas las emociones que amenazan con rebasarlo antes de correr la cortina y enfrentar a Kurt.
Nada lo prepara para lo que ve tras la cortina.
Kurt es un verdadero desastre. Blaine nunca lo había visto con ese aspecto tan vulnerable, nunca, ni en los peores años de McKinley.
Hay un vendaje blanco y cuadrado cubriendo toda la mitad izquierda de su frente, y aunque aparentemente alguien limpió la sangre de la cara, todavía lleva su ensangrentada camiseta y boxers. Está sentado en la camilla con ese aspecto de muñeco de trapo, pero al oír el sonido de la cortina al ser corrida levanta la mirada. Los ojos azules cansados lo enfrentan con sorpresa, la misma que se transforma en arrepentimiento y agónica culpa. Blaine quiere increpar, gritar y muchas cosas más pero no ahora, no cuando los ojos de Kurt le miran de esa forma.
Blaine deja caer la bolsa de ropa que todavía sostenía y camina hasta Kurt.
"Hey", saluda Baline con suavidad mientras sujeta el rostro de Kurt y le hace inclinar ligeramente la cabeza para obtener una mejor visión del vendaje en la frente. Kurt se deja llevar y se inclina hacia su contacto con un suspiro cansado. "¿Cómo te sientes?"
Kurt se encoge de hombros. "Un poco entumecido, y mareado. Me dieron algo contra el dolor, antes de... antes de suturarme… ¿Cómo…? ¿Blaine…?".
Él levanta la mano como si fuera a frotar la herida, y Blaine tira suavemente su mano por la muñeca.
"Shhht, hablaremos en casa. La buena noticia es que el médico dice que puedes salir tan pronto como haya terminado con el papeleo."
"Bien", murmura Kurt. No sabe qué decir, pues no hay nada que mitigue o borre lo que puede ver en los hermosos ojos de Blaine, el dolor y la traición. Además que el mareo y las nauseas no lo dejan pensar mucho que digamos. Siente como sus parpados comienzan a cerrarse. "Estoy cansado".
Blaine ríe mientras pasa su mano con suavidad por el cabello de Kurt, dejando que las suaves hebras de cabello se deslicen entre sus dedos, todo en un movimiento reconfortante y muy típico entre ellos. "Podrás dormir cuando lleguemos a casa, te lo prometo."
"'Kay", Kurt se inclina contra la mano de Blaine durante unos instantes, disfrutando de la suave caricia.
"Tengo un cambio de ropa para ti", dice Blaine deteniendo la caricia y alejándose unos paso para recuperar la bolsa deportiva de Sebastian.
Blaine siente como el estómago se le aprieta cuando la pone sobre la cama para abrirla y nota que cada prenda en el interior es de Sebastian.
Y ninguno de los dos se atreve a cruzar sus miradas.
"Muy bien, primero la camisa", logra murmurar Blaine. Sus movimientos son cuidadosos, Kurt hace un gesto de dolor cuando intenta levantar los brazos y Blaine logra quitar el pedazo de tela ensangrentada dejándola caer al suelo sin pensarlo dos veces.
No hay manera de que la vayan a llevar con ellos.
Poner la camisa limpia es más fácil, al igual que los pantalones. Aunque para hacerlo, Kurt tiene que levantarse, y ver que Kurt se mantiene estable sobre sus pies tranquiliza a Blaine. Una vez que el cordón del chándal está anudado evitando que se deslicen por sus caderas, Blaine le hace sentarse pues es hora de los zapatos, ahí es cuando Kurt empieza a protestar.
"Yo puedo ponerme los zapatos, Blaine."
Blaine tiene serias dudas de que Kurt esté lo suficientemente estable como para inclinarse y ponerse los calcetines así como para atarse las zapatillas, pero también sabe cuánto odia Kurt, la condescendencia. En lugar de discutir, Blaine levanta las manos y da un pequeño paso hacia atrás.
"Tienes doce puntos de sutura en tu frente, así como una conmoción cerebral leve. Si piensas que es una buena idea inclinarte y provocar más presión en ello, adelante, no voy a detenerte".
Kurt se le queda mirando o al menos parece intentarlo. Ya que es claro que está luchando al máximo por mantener los ojos abiertos y que sus movimientos sean lo más coordinados, lo cual es un fracaso en ambos casos. Kurt respirar profundamente y recoge uno de los calcetines, y con una mirada que no admite negativas se inclina hacia delante y levanta su pie derecho. Porque Kurt es de las personas que se ponen primero el calcetín derecho, al contrario de la mayoría. Y algo dentro de Blaine quema, porque ahora Sebastian también lo sabe. Él también conoce alguno de los pequeños secretos de Kurt, esos pequeños y únicos detalles que lo hacen único…
No voy a perder a Kurt, no contra él…
Blaine corta sus pensamiento cuando ve que Kurt ni siquiera puede llevar el calcetín cerca de su pies cuando está tirando el cuerpo hacia atrás con un siseo doloroso y una maldición, llevando la mano con el calcetín a su frente y vacilando peligrosamente a irse de lado fuera de cama rumbo al piso. En un instante está frente a él con las manos en sus hombros y empujándole suavemente hacia la cama estabilizándolo.
"Ven, siéntate y deja que lo haga yo. Te aseguro que soy muy consciente de eres muy capaz de vestirte solo. Ahora, me estás haciendo un favor, porque entre más pronto logremos vestirte más pronto estaremos fuera de aquí y podremos ir a dormir, porque te aseguro que estoy muerto de sueño y sé que tú también. Y confía en mí, por mucho que me guste ser médico ahora mismo estoy muy, muy harto de este lugar. "
Kurt asiente con la cabeza y se sienta en la cama. Blaine se dobla para recoger el calcetín y terminar con todo esto lo antes posible. Entonces él podrá conseguir los papeles del alta firmados y llevar a Kurt a casa.
Una vez que las zapatillas deportivas están atadas y las piernas están colgando sobre el borde de la cama Blaine se endereza encontrándose con que Kurt lo mira fijamente, y la expresión de su rostro es una de esas que Blaine no sabe leer, de las que dan miedo pues no sabe qué es lo que hay en la cabeza de Kurt, como cuando guarda secretos, secretos como el de serle infiel con Sebastian. Da un paso más y pone una mano firme en el hombro de Kurt.
"¿Qué pasa? ¿Te sientes bien?"
Kurt asiente con la cabeza y sus ojos no dejan de ver a Blaine. "Estoy bien. Es sólo que..."
Blaine espera, pero Kurt no continúa y el silencio lo mata un poco más. "¿Sólo qué?"
"Blaine, cuando... cuando me golpee la cabeza, yo-yo estaba con Sebastian y…"
"Lo sé", el tono es doloroso.
Kurt se encoge de hombros torpemente y sin rehuir de los ojos de Blaine, sin saber todavía que decir, su boca se abre y deja escapar la frase más injusta, insulsa y trillada.
"No fue mi intención hacerte daño… nunca Blaine, nunca. Sólo…"
"No te atrevas a decir que sólo pasó, no Kurt. Porque maldita sea, sé que no fue de una sola vez…".
"Lo siento. Sé que es un mierda, sé que soy una persona horrible… pero lo siento Blaine, lo siento tanto", murmura cansado y aturdido, pero sobre todo apenado.
Pero por qué, por haberle engañado, por verse descubierto, por lastimarle… ¿Por qué?
"Vamos a casa. Después de que te recuperes hablaremos…".
Kurt asiente ligeramente y cansado se inclina de nuevo hacia delante hasta que Blaine da un paso más hacia la cama y deja que Kurt recargue la cabeza contra el espacio que hay entre su hombro y su cuello.
"Tengo muchas ganas de ir a casa", murmura Kurt.
Sin embargo, él no se mueve o se aleja, y Blaine tampoco. Él lo quiere ahí contra él por unos segundos más, sintiendo lo confortante de su peso y de su respiración ya que es lo que necesita ahora mismo sentir. Ahuyentar de él ese maldito miedo de perderlo, de que llegue el día que no lo tenga… que Kurt decida irse.
Y al final se separan, cuando la enfermera llega hasta ellos con una tabla porta papeles y un gesto estoico y algo hosco que por un momento les recuerda a la entrenadora Sylvester.
La enfermera les instruye sobre cómo cambiar el vendaje –no deje que se moje, cambiar a diario, mantener un ojo en la herida y consulte a un médico si hay cualquier signo de inflamación o infección—, la enfermera recita las instrucciones con una voz que se escucha aburrido. Blaine escucha amablemente cada una de ellas, no es que lo necesite pero bueno, entre más rápido cumpla con todo el ritual que él ya conoce, más pronto se irán y por unos días pretenderán que todo está bien, que nada se ha roto entre ellos. Firma los papeles de liberación sin apenas leerlos, y coge las recetas que tienen que surtir en farmacia.
Es hora de llevar a Kurt a casa. Él va a preocuparse por todo lo demás después.
Cuando Sebastian llega a su casa la soledad lo golpea más que nunca. El lugar es un desastre, puede ver manchas de sangre por doquier aún cuando no está seguro de cómo es que pasó todo aquello. Apenas unas horas habían estado haciendo el amor, riendo y Sebastian no va a negarlo, soñando con una vida junto a él, junto a Kurt.
Y ahora, está en medio de ese desastre con Kurt herido y Blaine también. Ya lo decía su madre: Nada bueno puede durar en tus manos.
"Será mejor empezar a limpiar", se dice ignorando las emociones que le carcomen la piel y le pican los ojos, así como haciendo un sobreesfuerzo para lograr tragar sobre el nudo cerrado de su garganta.
En el cuarto de lavado coge cada uno de los utensilios de limpieza y se encamina hacia el baño. Por alguna razón esperaba encontrar una escena más dramática que la de su sala de estar, pero no es así bueno, al menos no como él pensaba.
Hay manchas de sangre en todo los azulejos, la mayoría de ella en la zona alrededor del lavabo y la tina, así como en el armario debajo del lavabo. Ahí está, la huella que la mano ensangrentada de Kurt dejó en la manija de la puerta. Y las nauseas vuelven y la impotencia que le hace apretar el mango de la fregona mientras busca como evitar las lagrimas.
Ahora no, Smythe, él está bien y el hobbit lo cuidara bien.
Él no va a hacer un drama sobre eso ahora, no, porque lo sabía. Tarde o temprano iba a suceder, su pequeño y sucio secreto iba a salir a la luz, así que está bien—se miente—sabe que no podía durar, que no iba a estar juntos por siempre. Sebastian se aferra a la fregona con tanta fuerza que sus nudillos se vuelven blancos, y durante un largo momento él simplemente está ahí, sin poder moverse porque no está muy seguro de que sus piernas se mantendrán estables si trata de moverse o si las lágrimas que no paran de caer se detendrán lo suficiente para permitirle ver. No sabe cuánto tiempo pasa antes de tomar unas cuantas respiraciones profundas y moverse en busca de balde con agua.
Nunca pensó lo complicado que es limpiar la sangre–ahora entiende porque Dexter usaba la cantidad de plástico para proteger todo a su alrededor—, claro que no es como que hubiese cometido un asesinato en el cuarto de baño, pero aún así, Sebastian tiene que tallar varias veces sobre las manchas para lograr eliminarlas. Es incluso más complicado eliminar las que hay en su piso de madera, así que cuando terminar lo único que quiere es dormir, pero no sin antes saber que Kurt este bien.
Sabe que es una reverenda gilipollez llamar a esta hora, pero sobre todo llamar para preguntarle a Blaine cómo está Kurt después de que se ha enterado de su idilio.
Idilio… bueno, esa es una buena forma de llamarlo, una muy elegante si le preguntan y está seguro que a Kurt le gustaría. El cínico en él no para de reírse y asegurarle que sí, tal vez esa forma de llamarle a la clandestinidad de sus encuentros resulte agradable a Kurt, cosa que duda en Blaine.
El tono de marcación lo hace contener la respiración y cuando la voz de Blaine al otro lado lo manda al diablo para colgarle después, Sebastian se llama estúpido y se obliga a desistir. Sabe que no habrá forma de que Blaine le responda y mucho menos le dé información sobre Kurt. Y más o menos se espera un comportamiento similar entre el resto de las personas que rodean a la dulce pareja.
Sebastian experimenta un momento rápido donde se siente completamente perdido y que le recuerda porque no le hace a las relaciones, porque todo ese asunto relacionado con la palabra AMOR no estaba hecho para él, bueno hasta la entrada estrepitosa de Kurt aquella tarde donde el objetivo de Sebastian era claramente su novio hobbit.
Una vez más maldice arrojando el teléfono hasta el otro lado la habitación, cuando el sonido de descolgado le responde al otro lado de la línea cuando vuelve a marcar el teléfono klainer.
Resignado por el momento y concediéndole esta batalla ganada a Blaine, Sebastian se levanta y regresa al baño donde toma una segunda ducha antes de alistarse para ir al trabajo.
Blaine desconecta el teléfono una vez terminada su llamada con Burt y tranquilizándolo sobre el estado de salud de Kurt. No quiere más llamadas impertinentes por parte de Sebastian. Blaine se lo dejó muy claro en el hospital, está guerra la tiene perdida.
Regresa a la habitación, donde Kurt está dormido. Su mirada recorre con suavidad el cuerpo delgado de Kurt, así como las ropas de Sebastian y las ganas de arrancarle cada trozo de tela que cubre su cuerpo y quemarlas, bullen en las palmas de sus manos. Así como el de reclamar cada sendero y meseta, dejando su marca tangible y borrar el recuerdo de Sebastian… Pero no ahora, no cuando Kurt está muy dolido y cansado. Si no fuera por el vendaje en la frente y la maldita sudadera con la insignia de la universidad de Princeton, Blaine casi podría fingir que era una mañana normal y que nada pasó anoche.
Se queda donde está por un poco más de tiempo y simplemente observa el sueño Kurt, el pecho subiendo y bajando suavemente al ritmo de su respiración, preguntándose desde cuando le ha estado engañando. Camina hasta la cama y se acuesta junto a él, con suavidad busca la mano izquierda de Kurt entrelazando sus dedos y notando que su anillo no está… y como si no creyera que fuera posible, el dolor en su pecho se incrementa y amenaza con tragárselo por entero.
"Vamos, Santana, la última vez que lo comprobé éramos algo así como amigos, después de fumarnos la pipa de la paz que Anita muy amablemente nos ofreció", dice Sebastian mientras observa como la mujer latina termina de retocar el color carmín de sus labios.
"Y la última vez que yo comprobé, Kurt no engañaba a Blaine… Pero no voy a juzgarlos, porque no soy quien ni mucho menos. Pero te lo aseguro, si le causas mayor daño voy a afilar mis uñas en tu escuálido culo", responde mientras saca de su cartera su móvil. "Hey, hobbit ¿cómo va todo en la comarca?… si me enteré ¿y cómo está?, bien… si, los visitaré por la tarde y le llevaré sus chocolates Godiva favoritos, ok… gracias, cuídalo Blaine… Adiós", Santana termina con la llamada y mira a Sebastian.
"Kurt está bien, ha estado durmiendo mucho pero despierta cuerdo y eso. Blaine dice que lo peor ya pasó".
Sebastian libera el aire en un suspiro lleno de calma. De todos a los que llamó preguntando por Kurt, Santana fue la única que le respondió sin mandarle al diablo, claro que primero la mujer le cuestionó hasta el cansancio el porqué Blaine les advirtió a todos que no le informaran nada sobre Kurt. Sebastian se burlo de ella diciéndole que debió de estudiar leyes en lugar de negocios.
"Pensé que nunca vería al gran Sebastian Smythe caer, y aquí estamos, yo toda una mujer poderosa de Wall Street y tú lloriqueando como una perra por amor. La vida es bella".
"Di lo que quieras, pero de verdad no me importa…"
"No cuando vale la pena…", murmura Santana con sinceridad.
"Estás bromeando, ¿verdad?" Sebastián le pregunta con una sonrisa sin humor. "¿Cómo es que todo esto puede valer la pena? Mentimos, traicionamos y lastimamos a la persona más cercana a nosotros. Esto no va a tener un final feliz y voy a terminar perdiéndolos a los dos, Kurt va a sentirse miserable para siempre por mi culpa y Blaine va a vivir preguntándose qué demonios hizo mal cuando el único responsable soy yo. Blaine confiaba en nosotros, confiaba en mí, yo que me decía su amigo ¿y cómo le pago? Tratando de robarle a su novio. No hay nada de romance y amor de cuentos aquí, sólo dolor, culpa y arrepentimiento… No debí, yo sabía que Kurt era intocable y ahora la he jodido", Sebastian oculta su cara entre sus manos.
"Deja tu arranque de drama queen. Si tanto te preocupaba, si tanto te importaba Blaine entonces ¿Por qué coño lo hiciste?" Santana le pregunta. "¿Por qué, Sebastian?"
"No pude evitarlo, Santana. Traté de no dejar que Kurt llegará a mí, trate de no notar la forma en que muerde sus labios cuando se preocupa o se frustra, trate de no perderme en sus ojos cambiantes o caer encantado con su voz que se vuelve más aguda cuando está feliz o excitado con la maldita semana de la moda… trate, juro que trate, pero se metió tan profundo bajo mi piel que me ahogue en la necesidad de él. Yo tenía que saber lo que era darle un beso, necesitaba sentirlo en mis brazos y saber que es aquí donde pertenece. Y ahora, sólo no puedo tener suficiente de él ni de la forma en que me mira, en cómo me confronta, la forma en que ríe. Soy un adicto a su toque y como se siente. Todo en él hace que mi interior se estremezca, sacude mi mundo y me hace querer ser el mejor hombre para él. ¿Qué diablos está mal conmigo que deseo todas las cosas que no puedo tener?"Sebastián se queja.
"Bueno, para empezar la enorme lista de tus atributos eres arrogante, estás lleno de ti mismo, eres grosero y petulante además de que piensas que eres el centro del universo…"
"Soy abogado, Tana, todas esas cualidades son requisitos que debo cumplir".
Santana se burla con la esperanza de conseguir una sonrisa de Sebastian. "También eres frívolo…"
"Si está es tu manera de hacerme sentir bien, déjame decirte que estás haciendo un trabajo de mierda", dice Sebastian interrumpiéndola. "Qué bueno que no eres terapeuta o consejera".
"Tú preguntaste y ya sabes que estoy llena de cruda sinceridad. Así que no me culpes cuando sólo trato de ayudar", Santana responde inocentemente. "Y continuando con lo que iba diciendo, Sebastian, aunque aparentas ser un bastardo egoísta sin corazón en el fondo eres un marica suave y dulce, siempre preocupado por los demás, por los que consideras tu familia"
"Ese soy yo." Sebastián se burla sonriendo apenas."No sé qué hacer. Lo quiero tanto que duele y como lo has dicho, soy egoísta y lo quiero para mí… ¡Mierda! Este no soy yo. Esto no se supone que me ocurra a mí y sobre todo no con Kurt. ¡Dios! Apenas unos años no lo soportaba y ahora no hago más que desear clavarlo contra mi cama... No sé qué hacer. Ésta es la primera vez que siento algo tan fuerte por alguien, él me ha desarmado".
"¿Kurt sabe realmente lo que sientes por él?", Santana le pregunta en voz baja, mirando por primera vez a este Sebastian carente de toda su seguridad y autoconfianza.
"No". Sebastián respondió.
"¿Por qué no se lo dices?".
"No puedo decirle. Yo quiero, yo sólo... no puedo." Sebastián negó con la cabeza.
"Tal vez deberías hacerlo." Sugiere Santana mientras termina de agregar más queso parmesano}
a su pasta, ganándose una mirada de Sebastian. "No me mires así, escúchame, me encanta Blaine y todo eso, pero también estoy a favor de luchar por lo que uno quiere. Si amas a Kurt tanto como dices hacerlo, entonces debes luchar por él. Demuéstrale lo mucho que significa para ti…".
"¿Y luego qué? Kurt deja a Blaine por mí y vivimos felices para siempre. Eso nunca va a suceder, él nunca va a dejar a Blaine, lo ama demasiado como para dejarlo", dice Sebastian haciendo a un lado los resto de su almuerzo a medio comer.
"Tal vez, pero eso no significa que no te ame, si no hubiera sentimientos entre ustedes, créeme cuando te digo que Kurt jamás hubiese terminado enredado contigo. A pesar de los años, Kurt no ha cambiado, sigue apegado a su yo de secundaría, tal vez ya no sea una perra remilgada en muchos aspectos pero sigue siendo fiel a seguir sus sentimientos y sus emociones. A mi modo de ver puedes ser honesto con él y esperar lo mejor o, dejarlo ir y seguir adelante. Si yo fuera tú, preferiría arriesgarme a después lamentarme mientras me pregunto ¿Y si yo hubiera? ¿Y qué tal si él? Pero bueno, ¿qué sé yo? Sólo soy una perra que le gustan las chochas y aún no supera la pérdida de su primer amor", Santana sonríe con simpatía estrechando la mano de Sebastian antes de seguir comiendo. "Piénsalo".
"Gracias".
"Nada de eso, tienes que pagarme o ¿acaso piensas qué mis consejos son gratuitos?".
"Entonces, ¿cuánto le debo por la terapia, doctora?".
"Para empezar pagar mi parte del almuerzo porque eso es lo que hacen los caballeros, después comprarme unos hermosos zapatos Jimmy Choo que vi camino hacia a acá y por último, pagar por los chocolates Godiva que voy a llevarle a Kurt."
"Vas a dejarme en bancarrota"
"Créeme, soy quien se encarga de tus cuentas y sé cuánto dinero tienes"
"El cual no es mucho".
"Ajá, pero yo lo valgo".