—Oi, Rukia.- decía yo mientras acariciaba su cabello, esperando una respuesta de su parte.- vamos, despierta.-
Ella permanecía inconsciente, yo la sostenía entre mis brazos. Nos encontrábamos refugiados en medio de unas inmensas raíces de un árbol más inmenso aún, el suelo húmedo y rugoso, el ambiente frío. Yo no podía pensar en nada que no fuese ella.
—Por favor, Rukia, abre los ojos.- le rogaba, me asustaba mucho el hecho de sentirla cada vez más fría, verla cada vez más pálida, escuchar cada vez más despacio su respiración, sentir cada vez menos intenso su palpitar.- Idiota, mírame, si no despiertas tu hermano me matará.
Un golpe sonoro me hizo apartar mi vista de ella. Era frustrante no poder servir de nada, ni siquiera podía ver qué era lo que pasaba ¿Quién había intervenido? ¿Había sido Renji? ¿Toushiro? ¿El mismo byakuya en su forma espiritual? No lo sabía.
Sentí su cuerpo removerse entre mis brazos, volví mis ojos a ella. Seguía inconsciente. Helada. Temblaba ligeramente. No tenía más con que cubrirla, su vestido de escote no ayudaba mucho y mi saco se había perdido en el campo aquel con todo el ajetreo de la huída. La acerque más a mi cuerpo y la estruje con fuerza. Nos hice un sitio más dentro de las raíces, casi hasta el fondo y la abracé aún más.
—¿Qué diablo te ocurre, Rukia?
No supe en qué momento me quedé dormido, sólo me dí cuenta de que lo hice cuando desperté en la mañana, con los rayos del sol abofeteándome en la cara. Ni siquiera terminé de adaptar mi vista a la luz cuando mis ojos la buscaban. Estaba allí, a mi costado, sus ojos aún cerrados. Note la forma en que su pecho se levantaba rítmicamente, respiraba con normalidad. Puse mi cabeza sobre su pecho, escuche su palpitar, tranquilo, dentro de lo normal. Miré su piel, blanca, palida, pero no del mismo palido angustiante que la noche anterior. Toque su frente, su cuello, su mano. Tibio. Un tibio reconfortante. Volvi a estrujarla.
—Eh? Idiota, que crees que haces?.- Dijo despertando de golpe al sentir mi abrazo, revolviéndose entre mi cuerpo, buscando escapar de este.- Para, suéltame de una vez.- no podía ver su rostro, que por la forma en que yo la sujetaba se encontraba hundido entre mi cuello y clavicula.- I-ichigo, basta, me lastimas, ahh.
—L-lo siento.- creo que excedí la fuerza de mi agarre.- Me alegra verte despierta.- confesé, mientras sonreía levemente.
—I-chigo, ¿Qué ocurre? Luces preocupado.- dijo con preocupación a su vez.- Me miró enternecida, pero de pronto pareció notar el sitio en el que se encontraba, sus ojos desconcertados miraban inspeccionando el lugar, luego sus ropas y las mías, sucias y rasgadas.- ¿Q-que pasó aquí? ¿D-dónde estamos?
—No tengo idea, creo que seguimos cerca de la casa Ishida.
—P-por qué tu y yo estamos aquí?
—Preferirías estar con alguien más?.- chille cabreado, ella se molesto.
—No dije eso Idiota, pero vaya que me vendría bien saber qué carajo hago aquí.
—No lo recuerdas?.- dije ceñudo. Su cara de confusión y su silencio me dieron la respuesta.- Tal vez sea mejor así. Vamos.
—Q-qué? ¿ A dónde?.- contestó exaltada, mientras trataba de zafarse de mi mano, que recién sujetaba su muñeca con fuerza moderada.
—A tu casa, ¿A dónde más si no?.- conteste sin ánimo, comenzando a caminar llevándola a trompicones conmigo.
Caminamos largo rato hasta llegar al campo, allí ella se detuvo e hizo una mueca extraña, me miró y siguió caminando, abrazándose a sí misma con sus brazos como si hiciera mucho frío.
Llegamos a la avenida y no dude en tomar un taxy, algo me decía que byakuya ya no estaba en la casa de Ishida. En unos minutos llegamos a su casa. Toqué un par de veces, luego de algunos intentos salió una mucama. Helena.
—Kurosaki-san, ¿Qué le trae por aquí?.- saludó cordial, pasando totalmente de Rukia. Me molestó.
—A un lado, necesito ver a Byakuya.- dije empujándola levemente, halando a Rukia conmigo para entrar, me bloqueo el paso con su hombro.
—Kuchiki-dono no sé encuentra por el momento. Debería regresar más tarde.
—Vengo con la dueña de la casa.- contesté irritado.- así que a un lado.
—Ella la dueña?.- la miró despectiva.- pero si no es más que una recogida.
—Será mejor que te calles Helena-san.- grite, saliéndome de mis cabales, con el ceño pegado casi a los dientes. Rukia puso su mano sobre mi hombro.
—Dejala, Ichigo.- dijo inexpresiva. Sujeto mi muñeca y me arrastro dentro de la casa.
Llegamos hasta su habitación, se tiró cansina sobre el peluche tuerto* de chappy.
—¿Por qué dejas que te hable así?.- no resistí, desde hace mucho venía notando la actitud de ambas chicas, una la odiaba, la otra la dejaba ser.
—¿De qué hablas?.- contestó, haciéndose la desentendida.
—¡De Helena! ¿De quién más podría estar hablando?
—Dejala Ichigo, no tiene caso…
—¿Cómo jodidos no va a tener caso? Esa mujer no te respeta y tú no…
—¡Callate! Ya .- grito molesta, después endulzó un poco su voz.- cierra pico.- hizo además con su dedo sobre su boca.- No sabes nada.
—¿Qué..?.- se levantó de golpe y coloco sus manitos sobre mi boca.-
—Quédate en silencio, sólo un rato.- dijo sonriendo despacio.- seguimos durmiendo?.- propuso, al tiempo en que se tiraba al suelo. Cerró sus ojos.
—Aparte de enana flojonaza.- sus zapato termino cerca de mi oído. Sonreí.- Si me mata tu hermano será culpa tuya.- dije acostándome junto a ella.- ¿Podrás con la culpa?
—Me pregunto sí podré…- como si fuera cosa natural, de todos los días, recargó su cabeza contra mi pecho. No pude evitarlo… Me sonroje.
Hola! Me disculpo, no he podido actualizar, y me ha quedado bastante corto este capitulo. Espero les agrade (: