TWILIGHT PERTENECE A STEPHENIE MEYER
GRACIAS A ISA POR CORREGIR ESTE CAPÍTULO
CAPÍTULO 34
CURNOCOPIA
SEMANA 6
No hay verdad más pura que el instinto de sobrevivencia. El cerebro elabora estos intrincados químicos que te hacen correr grandes distancias y soportar inigualable dolor. ¿Pero qué pasa cuando no necesitas nada de eso para sobrevivir? ¿Qué pasa si la guerra está en tu mismo cerebro? En la noche se abren las pupilas, con ansias, con añoranza de algo nuevo. Bella cierra sus párpados pero sigue sintiendo como si estuviera viendo el mismo techo blanco que solo le hace pensar en olvido, en vacuidad. Su ventana apenas deja entrar luz; hoy no hay luna. Se levanta, prende el foco del escritorio y abre la puerta. Siente que cada paso en el pasillo es un clavo en su tumba. Cuando llega a la puerta de James toca tres veces.
James la recibe con una sonrisa invitándola a pasar. Bella se queda en la esquina del cuarto. Es igual al de ella, a excepción de que hay mucho más desorden y el olor es tolerablemente masculino, no masculino en el buen sentido. James trae su camisa blanca sin mangas y unos jeans.
—Me alegra que vinieras, Swan, es bueno aprovechar la oportunidad, mañana me voy.
—James se arrodilla frente a su cama metiendo su mano entre el colchón y la base de la cama, hasta que saca una bolsa negra con cierre. Bella no puede dejar de contemplar su contenido, está ahí, justo a su alcance.
—¿Lista?
UN DÍA ANTES
—¿Qué haces con toda esa comida, Bella? —pregunta Siobhan curiosamente.
Bella se sienta frente a ella con una charola llena de comida chatarra. Al menos se alegra que la cafetería tenga un día "libre" de alimentos de mierda que siempre dan.
—Oh, traigo un poco de todo. ¿Gustas?
Siobhan la mira extrañada y luego observa los platillos que están en la charola.
Hay un pedazo de pastel de limón, un hot dog sin preparar, una pizza y un taco.
—Yo pido la pizza y el pastel, ¿qué quieres comer, hot dog o un taco? —pregunta Bella mirando a Siobhan detenidamente.
—Creo que comeré los dos —dice Siobhan despreocupadamente tratándose de llevar los dos platillos a su charola.
Bella la detiene golpeando su mano.
—No, solo puedes escoger uno.
—¡Pero no te vas a comer los dos! —dice Siobhan ligeramente molesta.
—El otro es para James, solo escoge uno.
—No puedo, los dos me gustan —dice Siobhan sonriente.
—Siobhan, solo escoge un maldito plato.
—Ya te dije que no puedo.
—Mira, está este delicioso hot dog, mmm, ¿no se te antoja? O, ¿qué tal este crujiente taco? —Bella levanta ambos alimentos y los huele.
—Pensé que no te los ibas a comer —dice Siobhan divertida de la estúpida escena de Bella; le encanta jugar con ella.
—Demonios, Siobhan, solo escoge un plato, ¡me estás matando!
—Sé lo que tratas de hacer, Bella —dice Siobhan dulcemente, en esa extraña voz grave que no puede evitar—. ¿Crees que según la comida que escoja va a dejarse ver mi preferencia sexual y, por lo tanto, mi género? Es posible que sea gay, ¿no lo has pensado?
Bella levanta las manos en rendición.
—Bien, come los dos, pero desde ahora te digo que voy a observar cómo te los comes, seguro uno lo haces con más entusiasmo que el otro.
—Bella, Siobhan, ¿me estaban esperando? —dice James tomando el hot dog de Bella y comiéndoselo antes de sentarse en la mesa a un lado de Siobhan.
—Genial, ahora no podré analizar nada —murmura Bella.
—¿No era para mí el hot dog? Sabes que es mi favorito —dice James falsamente dolido.
Siobhan se ríe y Bella solo levanta una ceja.
—James no es gay —dice Bella dirigiéndose a Siobhan.
—¿Quién dijo que era gay? —pregunta James.
—Nadie, olvida eso. ¿Listo para irte mañana? —pregunta Siobhan comiendo su taco.
—Más que listo, al fin seré libre. —James se recarga en la silla con las manos en la nuca—. Odio este lugar, odio a la gente. Sin ofender, claro, a las presentes, pero ustedes saben a lo que me refiero.
—Bueno, espero que esta vez dures más que la última vez —dice Siobhan.
—¿Cuántas veces has estado aquí, James? —pregunta Bella.
—¿Tres? ¿Cuatro? No tengo idea —dice riéndose—, pero mi hermano jamás me dejaría ver un dólar si no vengo.
—James es nuestro chico rico de aquí, su hermano es dueño de una compañía inmobiliaria muy famosa en Chicago —aclara Siobhan.
—¿Ustedes dos se conocen desde antes? —pregunta Bella.
—La última vez yo iba entrando cuando James iba saliendo, pero congeniamos bien, ¿cierto James? —pregunta Siobhan sonriente.
—Espera, espera, ¿ustedes dos han tenido sexo? —pregunta Bella incrédula.
James solo se ríe.
—Lo siento, Swan, eso es un secreto de estado —dice James.
—Mierdas que es secreto de estado. ¡Todo este tiempo me has hecho creer que no sabías nada! Bien, eso descarta tu teoría de hombre transgénero, lo que deja en cierto la mía. Siobhan es mujer con problemas hormonales —dice Bella satisfactoriamente, con una gran sonrisa en tu cara.
—No exactamente —contesta Siobhan.
—Siobhan nació con ambos sexos —dice James.
—¿Eres hermafrodita? —pregunta Bella fascinada.
Siobhan se ve enormemente más incómoda y tímida.
—Hace tiempo decidí ser mujer completamente, aunque aún quedan..., rastros masculinos —contesta Siobhan en voz baja.
—¿Por qué no lo pensé antes? —pregunta Bella distraída—. ¿Entonces tenías un pene y te lo cortaste? Putísima desgracia, con razón te quieres matar con pastillas, seguro no puedes adaptarte a un solo género cuando tu cuerpo te dice manda señales mixtas —dice Bella analíticamente.
Siobhan se ve ofendida y Bella lo sabe en cuanto abre la boca.
—Para tu información no tenía pene. Los testículos, que están dentro de mí nunca se han desarrollado, pero el resto de mí es todo mujer. Mi mente es de mujer, mi cuerpo es de mujer, sin embargo hay cosas que no puedo evitar, como mi voz o el hecho de que no puedo tener hijos. ¿Crees que es fácil vivir así? No lo es, y tal vez tuviste razón cuando dijiste que prefiero las pastillas porque me ayudan a evitar esta realidad, y sí, es por eso que me quiero matar. —Siobhan se levanta enojada de la mesa y se va.
Bella quiere ir a disculparse, pero James la toma de la mano.
—Déjala, nunca reacciona bien a eso. Al menos ya tienes tu respuesta.
Bella no está muy convencida de tener su respuesta, Siobhan es más que un enigma de género, es un enigma de acciones y reacciones; es como ella, ocultando algo latente que puede desarrollarse en cualquier momento.
Al fin decide seguir el consejo de James. Bella no es de las que pide perdón inmediatamente, necesita un momento y un lugar, si es que claro, puede esforzarse en tener remordimiento. No tiene remordimiento, pero no por eso no sabe que lo que hizo está mal.
—Ayer tuve una visita muy interesante —dice James jugando con el tenedor. Bella lo ignora, sigue pensando en Siobhan—. Me trajo un regalo, algo que creo que puedo compartir contigo.
Bella lo mira aburrida. La verdad le vale un comino lo que esté diciendo James, quiere regresar a su cuarto y dormir, antes de su sesión con la doctora Shaw.
—Ajá —contesta Bella.
—¿No te interesa saber? —pregunta James—. Es un blanco caballo que te llevará al cielo. —James le guiñe un ojo y luego se levanta. Bella lo sigue con la mirada esta vez, toda su atención a él. James se agacha hasta que su boca está en el oído de Bella—. Ven a mi cuarto, no le digas a nadie.
Bella siente por primera vez en mucho tiempo la necesidad de gritar en desesperación.
X*-*-*X
—¿Cómo es la relación con tu madre? —pregunta la doctora Shaw.
—Es..., normal, supongo —dice Bella distraída. No ha podido concentrarse en nada desde hace dos horas, cuando James habló a su oído como un pequeño Belcebú.
—¿Cómo defines normal?
—No me odia, no la odio por todo, lo normal supongo. Culpo a mis padres por cosas como cualquier hijo, pero sé que en realidad no es culpa de ella.
—¿De qué cosas crees culpar a tu madre?
—No lo sé, es demasiado..., pasiva, siempre sigue la pauta de mi padre. No creo que sea independiente. Si mi padre muriera creo que mi madre se sentiría inútil. Quiero creer que al tiempo estaría en paz con ello, pero a la vez creo que no lo tomaría bien.
—¿Piensas que eres así como tu madre?
—No lo sé, no puedo culparla por enamorarse de mi padre y ser dependiente de él, tanto como no puedo justificarme por enamorarme de Edward y depender de que me ame.
—Eso no suena muy saludable.
—No, no lo es.
—Bien, ¿y qué tal tu padre?
—¿Qué con él? —pregunta Bella mirando a la doctora.
—¿Cómo es tu relación con él?
—Muy buena pocas veces, pésima la mayoría del tiempo, lo normal.
—¿Cuándo es muy buena?
—Cuando compartimos intereses comunes: armas, autos, crimen… Los dos fuimos policías, los dos entendemos cómo el trabajo nos cambia.
—¿Y cuándo es pésima su relación?
—El resto del tiempo; cuando trata de controlarme o protegerme como si tuviera ocho años.
—Eso hacen los padres, protegen a sus hijos sin importar la edad —dice la doctora Shaw.
Bella bufa y se cruza de brazos.
—Hay límites. Un padre no habla a todos sus amigos en la fuerza para que me vigilen porque soy una suicida. No está controlando tus casos para que no tengas una recaída. Charlie pudo hacer muchas cosas para ayudarme sin tener que llegar a esos extremos. Nunca le perdonaré que se haya metido en mi carrera.
—¿Has hablado con esto con tu padre? —Bella levanta las manos exasperada.
—Hasta el cansancio, pero no tiene sentido. Dice que mi trabajo me llevó a la ruina, que me hizo drogadicta y suicida.
—¿Y no lo fue?
—No, lo que me hizo así fue mi ego. Existo en un mundo dicotómico, doctora Shaw. Soy excesivamente megalómana en mi área de trabajo y obsesivamente aislada en mi vida personal. Si trata de unir esos dos estilos de vida, tu mente no puede quedar bien.
—Entonces aceptas que tu trabajo es en parte un catalizador para drogarte.
—Claro que lo acepto. Ése no es el problema; no es la aceptación, mi problema es que no me importa. ¿Cree que pueda curar algo así? —pregunta Bella desafiante.
—Para que algo te importe debes de darle un valor. ¿Le has dado un valor a tu vida, Bella?
Bella se queda callada y sacude su cabeza.
—Quiero hacerlo, pero no tengo la fuerza.
—Pero estás aquí, eso indica que quieres cambiar algo. Quieres modificar tu vida para dejar de sentirte así, quieres darle significado a las cosas que haces. La fuerza la encuentra en las personas que te rodean. Tu padre, por ejemplo, tal vez no ha sabido cómo ayudarte, pero lo trata, así como tú tratas de seguir adelante. Si le demuestras que estás en control de tus sentidos, de tu obsesión, tal vez tu padre se aplaque.
—¿Por qué demonios tengo que demostrarle algo? ¡Es mi trabajo, es mi vida!
—¿Estás consciente que has dicho que tu trabajo es tu vida? ¿Crees que eso es saludable? —pregunta la doctora Shaw.
Bella se ríe sarcásticamente.
—No pienso en saludable doc, solo quiero controlar mi cabeza. Quiero dejar de meterme mierda, es todo.
—No puedes dejar de drogarte, eso jamás va a solucionarse si no arreglas los problemas que te llevan a drogarte.
—Mi ego es incurable —dice Bella desafiante.
—¿Lo es? He visto cómo te has integrado al grupo de terapia, he visto cómo sigues acosando a Siobhan por su género, pero más que nada, he visto interés humano. Tal vez, lo que debes de hacer para controlar tu ego es humanizarte un poco. —Bella no contesta y la doctora Shaw suspira fuertemente—. Te quedan dos semanas aquí, Bella. En cualquier tipo de terapia para drogadicción hay una especie de graduación, si se puede decir así, algo que es el final de la línea. Aunque a ti aún te falta cierto..., camino por recorrer, quiero mencionarte esto ahora. Cuando salgas de aquí quiero que vayas con cinco personas a las que les has hecho mucho daño por tu drogadicción, quiero que encuentres la motivación en ti para disculparte con ellos. Dales una razón para disculparte con ellos y di exactamente lo que les hiciste y por qué. Te aseguro que cuando lo hagas tu vida no será la misma.
PRESENTE
—Me alegra que vinieras, Swan, es bueno aprovechar la oportunidad, mañana me voy.
James se arrodilla frente a su cama metiendo su mano entre el colchón y la base de la cama, hasta que saca una bolsa negra con cierre. Bella no puede dejar de contemplar su contenido, está ahí, justo a su alcance.
—¿Lista?
Bella no mueve su cabeza, pero el silencio de sus acciones son una afirmación para James.
La forma hipnótica en que James prepara la jeringa hace que Bella se olvide por unos segundos que lo que está dentro de la jeringa es veneno, un dulce y generoso veneno que mata lentamente y que lobotimiza tu alma.
—¿Damas primero? —dice James.
Bella toma la jeringa en su mano; la ve como algo ajeno y preciado al mismo tiempo. Luego mira a James que se ve notablemente ansioso y al parecer ya ha usado su dosis.
—Es jeringa nueva, no tienes qué temer —dice James un poco adormilado, acostándose en la cama.
Bella aprieta la jeringa en su mano y se levanta de la cama. James se pone en codos y la mira caminar hasta el espejo.
—¿Sabías que en Canadá hay un lugar donde los drogadictos pueden conseguir droga legalmente? Es un programa muy controversial. Básicamente un drogadicto va y se registra y pide su dosis diaria. El único requisito para que se la den es sentarse en este pequeño cubículo, como el que ves en las bibliotecas, con un gran espejo frente a ellos. Mientras la enfermera los prepara para la droga, ellos jamás deben dejar de verse al espejo. ¿No crees que es algo curioso? Yo sí, y creo saber por qué lo hacen. No hay nada peor que verte cómo realmente eres, antes de tomar tu dosis.
James no responde, está un poco confundido. Bella toca el espejo frente a ella y acerca su cara, toca su mejilla y sus labios; se ve saludable.
—¿Sabes qué dice este espejo de mí? —Bella voltea con James—. Dice que no necesito drogarme para seguir adelante. Quiero hacerlo, más por aburrimiento que por necesidad, más por inercia que por la estimulación que me da. En realidad, esta mierda tuvo su propósito y falló. Tal vez un tiempo utilicé la técnica incorrecta y el método incorrecto, hoy voy a arreglar eso.
Bella toma la jeringa, la tira al piso y la pisa con su bota. James grita y corre a salvar su preciada heroína. Bella se va del cuarto dejando a un James iracundo que grita vituperios a diestra y siniestra. Bella sonríe porque esta vez su ego no ha ganado.
—Otra vez —dice Jasper insistente.
Edward lo mira con ojos de odio, pero lo hace nuevamente. Toca la sonata en forma disonante al principio, pero luego la mejora. No hay duda que es mejor que la primera sesión.
Recuerda cómo estaba aterrado la primera vez, no solo porque estaría enfrentándose a sus miedos más profundos, sino porque Renée Swan estaría ahí para mirarlos. Resulta que la persona que Jasper había pensado para prestarle el piano a Edward, era Renée; la dulce madre de Bella que alguna vez fue pianista y que aún conservaba su piano en el ático.
Con ayuda de Charlie, Emmett y el propio Edward pudieron bajarlo a la sala donde Edward tomaría sus clases-terapias llamadas así por Jasper.
Antes de la primera sesión, Renée los invitó a comer a Edward, Jasper y Emmett; eran como una pequeña familia. Era como si Bella hubiera visto eso en su sueño, porque es justamente cómo se los imaginó. Todos juntos, sin ella, felices en apariencia. La verdad, esa primera cena aunque todos eran cordiales, siempre se sufría la ausencia de Bella, era como un eco que no resonaba correctamente, una nota falsa y blanca que no traía sonido.
Ahora, seis semanas después, Edward ha conquistado el temor en sus dígitos y ha apreciado esas cenas más que nada porque aportan familiaridad y lo ayudan a soportar la ausencia de Bella, escuchando anécdotas de sus padres cuando ella era niña y conociendo más de ella. Al principio pensaba que era entrometerse en la vida de Bella en forma injusta, pero ahora sabe que conocer a Bella por sus padres es un regalo.
—Bien, excelente. No sé nada de música, pero suena bien —dice Jasper.
—Es estupendo —dice Renée sentada frente a Edward tejiendo algo.
Renée le pidió como un gran favor a Edward que cuando él estuviera listo, ella quería verlo tocar. Edward no tuvo corazón para negarle nada a Renée, la mujer se había ganado su respeto, afecto y amor. A diferencia de Esme, Renée no presionaba o exigía, solo daba y se sentía cálidamente reconfortado por la presencia de esta mujer que pasó tantas cosas a su hija, como esa mirada de fascinación que tenía cuando lo escuchaba tocar.
—Gracias Renée. Me gustaría mejorar un poco más, me gustaría que cuando Bella saliera escuchara una pieza sin errores —dice Edward sonriente.
—No te preocupes, Edward. Creo que Bella será feliz si tú eres feliz, créeme, mi hija es así de predecible.
—¿Ha hablado con la doctora Shaw estos días? —pregunta Edward a Renée.
—Sí, dice que Bella ha participado más en terapia de grupo, se le ve..., cooperativa. Eso es bueno, ¿cierto? —pregunta Renée.
—Me asusta cuando Bella es cooperativa, ¿no habrá sido un eufemismo? —dice Jasper burlonamente.
Renée lo mira con falsa recriminación. Sabe que Bella y Jasper son como hermanos que siempre están peleándose, pero en el fondo se quieren.
—Creo que Bella está haciendo un gran esfuerzo, estoy orgullosa de ella por dar este paso sola, sin que la hayamos obligado —dice Renée sonriente.
—Yo también —contesta Edward tocando la pieza nuevamente.
—Bien, creo que es todo por hoy. Vas bien, Ed, muy bien —dice Jasper, palmeando la espalda de Edward—. Ahora dame de comer, Renée, muero de hambre —dice Jasper.
—Nada de darle órdenes a mi esposa, jovencito —dice Charlie desde la cocina.
Renée se ríe y se levanta para recalentar la cena.
—¿Has pensado qué hacer cuando hayas recuperado la movilidad completa de tu mano? Creo que lo tuyo no es estar construyendo cosas para otros —comenta Charlie a Edward y éste se queda pensativo.
Charlie y él han desarrollado esta especie de complicidad, donde Charlie se puede dar el lujo de cuestionar a Edward como a su hijo, o bien, darle consejos. De alguna manera la integración de Edward a la familia ha sido tan natural que nadie se ha preguntado cómo es que este extraño que ama a la hija de los Swan, es ahora parte fundamental de la vida de Renée y Charlie.
—No, yo tampoco creo que es lo mío. He ido a entrevistas para dar clases, pero fue antes de recobrar la movilidad completa de mis dedos. Era incapaz de tocar bien, es obvio que no me daban el puesto —comenta Edward.
Antes le hubiera dado mucho trabajo aceptar eso, pero se siente en la confianza suficiente para hacerlo frente a Charlie, Renée y Jasper.
—Pero ahora tocas tan bien, Edward.
—No como antes, Renée, creo que tengo muchas cosas que perfeccionar. Además no quiero hacerme ilusiones, sé que no podré recobrar la habilidad que tenía.
—Pero es suficiente para dar clases —dice Renée.
—Tal vez —contesta Edward pensativo.
SEMANA 7
—¡¿Por qué?! —pregunta Bella exasperada.
—Porque creo que estás lista.
—Doctora, dijo ocho semanas, ocho, no siete. No estoy lista para irme.
La doctora Shaw se levanta, camina hacia Bella y toca su hombro para que Bella la mire.
—Vas a estar bien. Creo que has sacado todo el provecho que este lugar te puede dar, el resto depende de ti, Bella.
—No sé qué hacer —Bella dice un poco asustada.
—¿Qué quieres hacer? —pregunta la doctora sentándose a un lado de Bella.
—Quiero tener una vida, quiero estar con Edward y dormir en mis sábanas blancas de 400 hilos. Quiero abrazar a mi madre y a mi padre. Quiero salir y hacer justicia —dice Bella.
—¿Te refieres a trabajar? —pregunta la doctora Shaw.
—Sí, pero he logrado tanto. Y sé que si vuelvo a eso todo valdrá mierda, no podré controlar la obsesión.
—¿Has pensando en dedicarte a otra cosa relacionada con eso?
—¿Como qué?
—No lo sé, tal vez dar clases. Sé que estás más que capacitada para dar clases, podrías intentarlo y tal vez cuando te sientas lista, regresar a ser consultora.
—No creo regresar a ser consultora, Jake primero me exilia de Chicago.
—¿Jake, el teniente que me comentaste? —Bella asiente.
—Tal vez solo deben de ver tu compromiso a ser menos..., impulsiva. Creo que es una buena idea que combines una actividad pasiva como la de dar clases, con algo dinámico como la consultoría, pero eventualmente. Por lo pronto dar clases va a darte perspectiva de cómo tu trabajo es visto por otras personas, te va a permitir controlar tu impulso, o tu ego, como tú le dices.
—No lo sé, no creo que tenga paciencia para eso —dice Bella.
—Piénsalo, platícalo con tus padres. Por cierto, no tardan en llegar.
—¿Sabían que iba a salir hoy? ¿Por qué no me dijo antes? —pregunta Bella.
—Porque sabía que ibas a reaccionar así —dice la doctora Shaw sonriente.
—¿Estará Edward ahí? —pregunta Bella.
—¿Por qué no lo averiguas por ti misma? Seguro ya están en la sala de espera.
X*-*-*X
Bella empaca sus cosas rápidamente con corazón acelerado. No sabe si saltar de felicidad o arrinconarse en un rincón por el miedo.
Alguien toca a su puerta y jura que es Tim para venir por sus cosas, pero cuando abre la puerta su corazón se hincha de felicidad al ver a Edward con una camisa de "Regular Show". Bella salta y lo abraza fuertemente.
—Amo tu camisa y te amo a ti —dice ella en su oído.
—Yo también y te extrañé demasiado —dice Edward besando a Bella.
—Edward, recuérdame no volverme a meter heroína. Es horrible venir a este lugar y estar sin ti. No tienes idea lo aburrido que es solo tener un misterio que resolver.
Edward se ríe y la abraza. No entiende de lo que habla, pero hace mucho que no pretende entender las locuras de Bella.
—¿Estás lista para irnos? Tus padres están ansiosos de verte.
—¿Por qué no vinieron a recibirme? —pregunta Bella un poco dolida.
Edward la toma de la cara y quita un mechón de su cara.
—Porque tienen miedo que su hija los rechace —Edward dice seriamente.
—Sí, y creo que voy a arreglar eso.
Bella sale al pasillo y ve a Siobhan sentada en una de las bancas. Bella detiene a Edward con su mano.
—Edward, ven, quiero que conozcas a alguien.
Bella camina lentamente y pone una mano en el hombro de Siobhan, haciendo que esta salte. Bella se da cuenta que traía sus audífonos puestos y por eso no la escuchó venir.
—¿Patuleca ya te vas?
—Sí, quimera inadaptada. Éste es Edward. Edward, ésta es Siobhan.
Siobhan sonríe y se levanta para saludar a Edward.
—¿Tú eres el valiente? Chico, debes ser un santo para aguantar a Bella. —Edward se ríe.
—¿Por qué todos me dicen eso?
—Es porque soy buena contigo y una desgraciada con los demás —dice Bella besando la mejilla de Edward.
—Es tan raro verte así..., feliz —dice Siobhan—. Me alegra que hayas dicho que no. —Bella sabe que se refiere a James y asiente seriamente.
—Bueno, suerte chica, espero no verte aquí nunca más —dice Siobhan con una honesta sonrisa.
Edward toma de la mano a Bella y caminan hacia los padres de ella.
—¿Escuchaste su voz? —preguntó Edward.
Bella sonríe.
—¿Qué crees que sea, hombre o mujer? —pregunta Bella con una sonrisilla maliciosa
—Mujer, claro —dice Edward sin dudarlo.
Bella lo mira asombrada y lo detiene a mitad del pasillo.
—¡¿Cómo demonios lo supiste?!
—La clavícula es muy femenina, es algo que todo hombre nota.
Bella solo sacude la cabeza en incredulidad.
NOTA DE AUTOR:
Ando de prisa, tenía idea de una nota de autor super larga pero tengo un compromiso, llegando la pongo bien lol
Eve