La alarma empieza a sonar justo cuando estoy a punto de terminar mis anotaciones. Es hora de salir hacia la radio. Le doy un manotazo al aparato para que se calle y repaso lo que he escrito. Parece que no me dejo nada. Malhumorada y perezosa, me pongo la chaqueta y apago mi ordenador.
"Charlotte, me voy ya. Estoy pendiente de varios hoteles, ¿podrías vigilar el teléfono por si llaman?" le digo con seriedad.
"Claro, no te preocupes" me sonríe, intentando infundirme ánimos. "Pásalo bien, ¿vale?".
Eso me hace frenar en seco y mirarla con sorna. La pobre está preocupada por mí y por lo que sucedió hace un mes con Will.
"Sí, lo voy a pasar estupendamente. Lo primero que voy a hacer al llegar a la radio es pedir un mojito para mí y otro para George" sonrío.
"Venga, no te quemes… La entrevista acabará antes de que te des cuenta".
"Eso espero. Ojalá no tuviese que ir" me lamento.
"¡Arriba esos corazones, Lizzie!" levanta una mano al aire. "El próximo fin de semana nos vamos de boda y ahogamos las penas con la barra libre de Jane, ya lo verás".
...
Cojo un taxi y me planto en el estudio de Radio4 en 20 minutos. Repaso con Alice, la locutora, la temática del libro y las preguntas que se van a plantear. El programa de Alice es muy popular y más me vale que el esfuerzo merezca la pena. Necesito que los oyentes marquen la fecha de publicación en sus calendarios, dispuestos a hacer cola para hacerse con un ejemplar.
Un rato después y cómo no, con algo de retraso, aparece George Wickham.
"¡Buenos días a todos! ¿Qué tal habéis amanecido?" Me dirige su sonrisa más arrebatadora, que ahora se me antoja de lo más ensayada. Nuestras miradas chocan; parece darse cuenta de que algo ha cambiado radicalmente en mí, veo cómo flojea. Per George Whickham es como un gato, siempre cae de pie. Adopta rápidamente una pose algo más profesional. "Estoy a vuestra disposición. ¿Qué debo hacer?".
"En primer lugar, deberías intentar llegar a la hora acordada" replico con una sonrisa estudiada. "Esto es la radio, no podemos perder ni un segundo".
"Oh, disculpadme" se deja caer en una de las sillas frente a los micrófonos. "El tráfico estaba fatal, creo que ha habido un accidente en la séptima. ¿Confío en haber llegado a tiempo…?". Se vuelve hacia Alice, centrando en ella todos sus encantos de serpiente.
"Claro, claro. No te preocupes, estaremos en el aire dentro de unos minutos. Sólo estábamos repasando pequeños detalles." Me parece identificar una sonrisita tonta en sus labios. Otra víctima del lobo con piel de cordero.
"¡Ah! Si es que Lizzie vale un potosí como PR, no la hay mejor. ¿Necesitas algo más de información?".
George y Alice siguen riéndose las gracias el uno al otro durante unos minutos más. Parezco haberme vuelto invisible. Por fin llega un técnico de sonido para prepararlo todo y comienza el verdadero trabajo. Me mantengo al margen de la conversación, haciendo señales silenciosas a George para que se detenga en lo más interesante. Será un engreído, pero es trabajo y a mí el mío me gusta.
...
El aire caliente de julio me da en la cara al salir. Radio4 no repara en gastos en lo que a aire acondicionado se refiere. George cruza el portalón y me alcanza. Vaya, justo lo que estaba intentando evitar.
"Qué, ¿cogemos un taxi juntos?" me dice, otra vez con su estúpida sonrisa.
"Lo siento, tengo que volver a la oficina… hay mucho que hacer todavía antes del lanzamiento".
"Justo ahí es a donde voy yo, tengo unos asuntos que despachar con Carol".
"Ah…" parece que no voy a poder librarme. Sonrío sin remedio. "En ese caso, por supuesto. A ver si pasa uno pronto".
Aguardamos unos minutos, sin saber qué decir y rogando en silencio por que aparezca pronto un taxi que nos libere de ese sufrimiento. Finalmente es George quien habla.
"Sabes… no entiendo qué es lo que fue mal entre nosotros". Veo por el rabillo del ojo cómo se acerca un poco más. "Empezamos con buen pie, ¿qué ha pasado desde entonces?".
Me giro hacia él al tiempo que doy un paso atrás para poner distancia. "Bueno, son cosas que pasan" luzco una sonrisa despreocupada. Voy a tener que preparar más poses cínicas frente al espejo. "A veces las apariencias engañan, pero con el tiempo a todos nos da la luz que corresponde".
"Ya". George me mira, ha comprendido el mensaje oculto. "Perdona la indiscreción, pero… ¿es por William Darcy?".
"Puede". Me tomo una breve pausa para estudiar mi contestación. "Digamos que hay muchas piezas en esta novela vuestra que no me encajan. Le he dado muchas vueltas, y lo siento mucho pero lo único que sé es que ya no me fío de ti".
Un taxi se acerca, por fin. Indicamos la dirección al conductor y nos ponemos en marcha. Al cabo de unos minutos George vuelve a romper el silencio.
"Lizzie, me duele eso que has dicho. Tu confianza en mí ha sido precisamente lo que me ha empujado a aceptar la proposición de Carol. Tú mejor que nadie sabes que yo no tenía intención alguna de publicarla…".
"Es que publicar obras ajenas bajo tu propio nombre es apropiación indebida".
George se revuelve en su asiento visiblemente molesto. No queda ni rastro de su habitual cordialidad. Al contrario, ahora su voz suena contrariada y desagradable. "Eso no es apropiación indebida. No seas infantil, hazme el favor. Esa novela no tiene nada que ver con lo que era en un principio, tu no la leíste. No tenía ni puñetero sentido, estaba llena de errores y le faltaba una línea argumental definida. Ahora es mi obra y tengo todo el derecho a publicarla y beneficiarme de ello".
Me limito a observarle con los ojos muy abiertos y sin terminar de dar crédito a lo que oigo. Ahí está, finalmente, la prueba de que me había equivocado desde el principio. No había sido George el autor de esa historia maravillosa, sino Will. ¡William Darcy, escritor! Cuanto más lo pienso, más sentido le encuentro. Realmente da el perfil. Ese carácter reservado, hermético… ¡la cantidad de cosas que se reservará para sus historias!
"Vaya. Supongo que a eso te referías con lo de tu auténtica voz".
...
El resto del trayecto transcurre en un silencio sepulcral y de lo más incómodo. George ha perdido todo rastro de su talante encantador y ni siquiera intenta reavivar la conversación. No ha hecho falta ni una sola palabra más, todo ha quedado dicho y expuesto.
Llegamos a las oficinas de Rosings y tomamos caminos diferentes, sin siquiera despedirnos. Me siento en mi mesa y rápidamente pongo a Charlotte al corriente de las últimas novedades.
"¡Tienes que llamarle! ¡Queda con él hoy mismo! Esto no se puede quedar así" me dice, conmocionada por todo lo que acaba de escuchar. Poco le falta para sacar los pompones, Charlotte es completamente pro-Will-Darcy.
"Claro, Charlotte" respondo con sarcasmo. "¿Y qué le digo? ¿Que me perdone y venga conmigo al lanzamiento de su novela? Ni siquiera puedo frenarlo. Todo es culpa mía, no me extraña que me odie".
"No creo que te odie, Lizzie. Seguro que se ha cogido un buen cabreo, pero se le pasará, estoy segura. Llámale, anda. Podríais quedar y ya le dices lo que quieras en persona".
"¿Es que no recuerdas cómo fue conmigo la última vez que nos vimos?" me estremezco al recordar la expresión decepcionada de Will aquella noche.
"¡Eso fue en caliente! Seguro que se arrepiente de ello tanto como tú. Me apuesto un brazo a que él también está pensando en llamarte".
"No apuestes tan rápido, que creo que en esta ocasión lo perderías" musito. "Además, conociendo a Will… Si realmente está arrepentido, ya me hubiera llamado".
...
Llevo media hora sentada frente a la televisión, removiendo sin ganas un té que se me ha quedado frío. El descubrimiento del día me ha dejado muy inquieta, no puedo parar de pensar en Will. Hasta hoy llevaba bien lo de no saber nada de él, pero ahora sé a ciencia cierta que le he juzgado mal y rápido. Necesito hablar con él y decirle que lo siento… y que le echo de menos.
Pero también soy algo orgullosa. No sé cómo hacer para enmendar mi error. ¿Qué hago? ¿Qué le digo? Ninguna de las excusas que se me ocurren parece lo suficientemente convincente. Saco el móvil de mi bolsillo por enésima vez. ¿Llamo o no llamo?
Llamo.