Antes que nada déjenme desearles un feliz año nuevo.
Sé que tardé mucho tiempo en actualizar, y aunque no lo crean podía recibir sus reviews y sus mensajes diciéndome que siguiera la historia. Pasé por un momento muy difícil en mi vida lo cual me hizo despegarme un poquito de la escritura, pero me alegra decirles que nuevamente tengo la inspiración que necesitaba para continuar y por fin terminar esta historia.
Nuevamente una disculpa, y procedamos al capítulo.
CAPÍTULO 19
Habían pasado casi seis meses desde que Risa se había mudado al extranjero. Sabía perfectamente que ese era uno de sus sueños, sin embargo en mi egoísmo quería retenerla a mi lado; aunque ella siempre me había impulsado a seguir mis sueños.
Aquella mañana me encontraba en la cafetería donde había conocido a Risa, se me hizo costumbre ir a tomarme un café en las mañana. Mi cámara siempre estaba sobre la mesa, haciéndome compañía. Ese día en particular no podía terminar mi café por lo que solo lo observaba.
—¡Pero si aquí estas!— dijo la voz de una joven demasiado activa.
Varias personas que desayunaban la miraron con cierto reproche.
—Buenos días, Kaoru– saludé sin alzar la mirada.
—Buenos días, Hiroki– hizo a un lado la cámara y se sentó. —¿Cómo va todo?.
—Igual que siempre, solo que hoy no puedo terminar mi café.– dije con ironía.
—Eso es evidente– tomó mi taza y se terminó el restante –¡Pero qué dulce!.
—Baja la voz– supliqué —No quiero que nos corran.
—No lo harán, te lo aseguro.– puse los ojos en blanco, tomé mi cámara y me levanté.
Kaoru sorprendida se levantó también y me siguió.
—Qué tengan un buen día– dijo el encargado. Yo no contesté y me seguí de largo, pero la chica sonrió y agradeció.
Yo comencé a caminar hacia el lado opuesto del café.
—Espera, ¿a dónde vas?– preguntó sorprendida
—Por si no lo has notado es Lunes y tengo que ir a trabajar– dije sin detenerme.
—¿Has tenido noticias de tu novia?– preguntó curiosa la joven una vez que me alcanzó y se puso a un lado mío.
—No.
—¿No?– preguntó de nuevo.
—No– confirmé de mala gana
Hace seis meses conocí a Kaoru en Tokio mientras trabajaba en una sesión fotográfica, fue en el tiempo cuando Risa me visitó y me anunció que se iría a trabajar al extranjero. Por aquel entonces Kaoru también había tenido problemas con su novio por lo que había optado por darse un tiempo. Ella había visto todo el incidente del parque y fue la que me insistió que regresara a Kyoto a arreglar las cosas con ella, lamentablemente cuando llegué ya era demasiado tarde, la decisión ya estaba tomada.
Poco después me enteré que Kaoru vivía en Kyoto, sin embargo no había indagado mucho en el tema, pero hace unos meses me contactó y fue que reforzamos la amistad que había iniciado antes. Como yo no he indagado mucho en su vida personal, no estoy muy al tanto de quién es su pareja; solo sé que se habían reconciliado y que nuevamente estaban viviendo juntos. Ella en un par de días, se puso al corriente de la mía, por eso casi todos los días intentaba preguntarme cómo estaba. En ocasiones era algo molesto, pero así era ella.
Aceleré el paso, pero Kaoru tenía buena condición y no la pude dejar atrás.
—Nos vemos después– dije, crucé la calle y entré al estudio.
Aquel día inició como casi todos desde hace seis meses. La partida de Risa había ocasionado que perdiera el entusiasmo en las cosas interesantes. Quería suponer que ella se encontraba bien, pero no podía quitarme de la cabeza que de haber actuado diferente ante su decisión podría contarle al mundo otra historia y podría saber dónde se encontraba, cómo le estaba yendo y si era lo que ella realmente esperaba.
—Tsukiyama– uno de mis compañeros me llamó, parece que ya tenía tiempo llamándome. –¡Vaya! hasta que me haces caso. El Jefe quiere hablar contigo, creo que es algo importante.
Con un suspiro y agradeciendo con la mano al chico caminé lentamente hacia el despacho del jefe. Estaba vacía.
—Un poquito de ánimo no te caería mal, Tsukiyama– la voz áspera y sin piedad de mi jefe resonó detrás de mí.
—Me comentaron que quería verme, señor.– dije abriendo camino para que entrara a la oficina.
—Sí, sí–dijo animado –siéntate.
El despacho del jefe estaba lleno de fotografías de los eventos más importantes donde él había participado. También tenía una vitrina con cámaras antiguas, todas funcionaban pero eran su gran tesoro.
—Siéntate– me ofreció la silla frente a su escritorio.
—Gracias– tomé el asiento y aunque no era la primera vez que entraba ahí, siempre me sentía intimidado.
—Bueno, creo que después de lo que pasó con tu adorable novia, no eres el mismo chico entusiasta de hace unos meses.– intenté defenderme pero alzó su mano para hacerme callar y prosiguió. –Salió un proyecto interesante donde una primaria necesita un fotógrafo de tiempo completo para un profesor en sus actividades. Nosotros como revista publicaremos los resultados y todo lo relacionado con este proyecto, por lo que necesito que te reúnas con el profesor para que ambos determinen cómo van a trabajar.– hizo una pausa y me miró –¿Te interesa?.
—Sí, señor– dije.
—Tal vez salir te anime un poco– buscó en su cajón y me acercó una tarjeta. –En esta tarjeta están todos los datos para que lo visites y se organicen lo antes posible.
Cuando leí los datos del profesor sentí como si una cubetada de agua helada cayera sobre mí. No podría creer lo que mis ojos leían.
La tarjeta rezaba:
Primaria Regional de Kyoto No.4
Profesor Otani Atsushi
Horario: 9:00 am
Dirección: xxxxxxxxx
—¿Algún problema?– preguntó el jefe.
—Ninguno– dije guardando la tarjeta –iré a preparar el equipo.
Y sin mirar a mi jefe salí de la oficina. Podía entender que las casualidades existen, pero ésta en particular es demasiada. Mientras guardaba mis cosas para dirigirme a la escuela, intentaba imaginarme el encuentro, ¿sería como aquella ocasión en casa de Risa o nos trataríamos como dos desconocidos?. También me entró la curiosidad si él sabía que Risa se había ido del país para trabajar.
Una vez que tenía todo mi equipo listo, leí nuevamente la dirección y partí enseguida. Había optado por dejar que él actuara primero, en base a eso yo mostraría interés.
Cuando llegué a la escuela pregunté por el Profesor Otani, la directora feliz me recibió y me condujo a su cubículo, ya después regresó a sus ocupaciones diciéndome que cualquier cosa podía apoyarme en ella. Me quedé afuera tomando valor para tocar cuando una voz me sorprendió.
–¿Hiroki?– La chica que había visto en la mañana venía caminando hacia mí con una expresión de sorpresa. Traía con ella unas carpetas y su aspecto era muy diferente al que me había mostrado en la mañana. La acompañaba una pequeña niña. –Eso es todo Makoto, gracias por tu ayuda.
—Por nada Profesora Tonomura– y haciendo una reverencia a Kaoru primero y después a mí, se retiró por el pasillo.
—¿Profesora?– pregunté sorprendido
—Sí, ¿No te había comentado?– Y en ese momento me di cuenta que realmente sabía muy poco sobre Kaoru. Me seguía observando. –Y, ¿qué haces aquí?
—Tengo una cita con el Profesor Otani– y consulté la tarjeta de los datos.
—Así que tú eres el fotógrafo que mandó la agencia.
Y mostrando una sonrisa abrió la puerta del cubículo. Todo estaba lleno de carpetas, libros y cajas. Había un gran ventanal y junto a él estaba un escritorio y un joven haciendo bastantes anotaciones.
—Cielo, ha llegado el fotógrafo.– dijo Kaoru casi sin mirarme.
—Muchas gracias por venir– dijo sin levantar la mirada –Sabemos que ahorita tienen mucho trabajo, pero fue exigencia de la escuela.
Cuando alzó la mirada, quedó helado, me imagino que se sintió igual que yo al momento de leer la tarjeta. Supuse que no esperaba que fuera yo. No parecía que hace meses habíamos hablado en el edificio donde vivía Risa; es más, parecía que habíamos hablado ayer.
—¿Profesor Otani?– pregunté con toda formalidad que me dio mi profesionalismo.
—El mismo– dijo y me tendió una mano –Me imagino que está al tanto de todo.– regreso a sus documentos después del corto estrechón de manos.
—Algo así– dije –pero el protocolo nos dice que debemos tener una pequeña entrevista antes de iniciar con la sesión, principalmente para ajustar detalles.
—Claro– volteó a ver a Kaoru.
—Los dejo hablar– dijo Kaoru –Regreso en un momento.
Y mostrándole una sonrisa a Otani salió de la habitación.
Nos quedamos en silencio.
—Jamás pensé que nos encontraríamos aquí– dijo, me acercó una silla y él se sentó en otra.
—Ni yo, pero trabajo es trabajo– dije sentándome en la silla ofrecida. Volvimos al silencio.
—No sabía que eras fotógrafo– dijo mirándome.
—Y yo no sabía que eras profesor de primaria.
—Bueno si, me gustan mucho los niños. De hecho cuando decidí entrar a la Universidad, Koizumi me apoyó mucho.
Sentí una punzada en el corazón al escucharlo decir su nombre.
—Lo mismo pasó conmigo y con la fotografía; Risa me inspiró a seguir mi sueño– el joven alzó una ceja.
—No me sorprende, ella siempre ha sido así.
Otra vez el silencio.
—¿Has...– comenzó, pero se detuvo.
—No– dije.
—Ya veo– miró por el ventanal –¿Desde cuándo?
—Desde que se fue.
Pude ver cómo me miró de reojo pero no se giró, siguió mirando por el ventanal y me alegró porque así no pudo ver la pequeña lágrima que cayó.
—Bueno– dijo poniéndose de pie –Hay que ver lo que nos importa ahora.
Comenzamos a ver todo lo de la sesión; a media plática entró Kaoru y nos indicó que todo estaba listo por lo que comenzamos con la primera sesión. Las risas de los pequeños y al ver como Otani se desenvolvía con ellos pude entender parte del por qué Risa le ayudó a que estudiara para profesor.
La sesión, en cierta forma me ayudó a despejar un poco mis preocupaciones. Los niños, como luego dicen, pueden hacer magia para aliviar el corazón. Mientras estaba guardando mis equipo se acercaron dos pequeños a Otani.
—Profesor, otra vez Yamada me está molestando– dijo un pequeño niño.
—Eso no es cierto, él es el que me molesta.
—Será mejor que no se peleen– dijo Otani –Si no pueden terminar enamorados. – y rió bastante fuerte, los pequeños se miraron entre sí.
—Si se siguen peleando los voy a sancionar– dijo Kaoru a sus espaldas.
—Si profesora– dijeron los pequeños al mismo tiempo y se marcharon. Otani seguía riéndose.
—No puedes decirle eso a los alumnos– le dijo a Otani.
—Yo solo les relataba un poco de la verdad de la vida. Usualmente dicen que cuando la gente se pelea es porque se quieren mucho.– la miró –Tú y yo, por ejemplo, siempre nos estamos peleando.
Y con la risa aun en su rostro, se alejó llevándose el material.
Kaoru se percató que los observaba.
—Se llevan muy bien– dije.
—Bueno sí, él a veces es un idiota, pero es un buen chico.
—Se nota– dije y seguí guardando mis cosas. Kaoru se sentó a mi lado y observaba cómo guardaba todo.
—Llegó un momento en que pensé que lo perdería– confesó -En ocasiones pienso que nunca podré competir con su exnovia. Me comparo con ella y pienso que él no podrá quererme como la llegó a querer a ella.
-¿Por qué lo piensas?- pregunté.
-En una ocasión él me contó cómo había sido con ella. Me contó lo mucho que la había hecho sufrir y lo mucho que le dolió dejarla. Después de eso fue cuando me fui a Tokyo. Quería pensar y también quería que él reflexionara las cosas sobre nosotros.
-Pero ahora están juntos- puntualicé.
-Tengo miedo que si ella regresa y se encuentran, ambos se den cuenta de que aún se aman- Kaoru veía hacia la ventana.
-¿Por qué lo dices?- pregunté, esa confesión de Kaoru hizo que se me encogiera el corazón y estaba expectante.
-Otani me contó que antes de que yo regresara de Tokyo se encontró con Koizumi-san. Al parecer ella le contó que se iría de viaje por un año.
Se hizo el silencio entre los dos.
-Dices que tu novia también se fue al extranjero ¿cierto?- preguntó de nuevo la chica.
-Sí.- respondí- Me tengo que ir, nos vemos mañana.
Me levanté y casi en la salida me encontré con Otani que venía con unos pequeños haciendo bromas de lo pequeños que eran. Cuando me vió sonrió y levantando la mano se despidió.
-Nos vemos mañana, Tsukiyama.
-¿Podemos hablar un momento?- pregunté
-Claro- y dirigiéndose a los niños dijo- Ustedes vayan al gimnasio y se ponen a arreglar los balones, es su castigo por desobedientes.
-Si profesor- dijeron los pequeños y se marcharon corriendo.
-Dime, ¿qué quieres decirme?
-¿Por qué no me comentaste que viste a Risa antes de que ella se fuera?- pregunté furioso.
-No creí que tuviera importancia- respondió Otani.
Lo tomé del brazo y lo miré a los ojos. Mi furia iba en aumento.
-Tu sigues enamorado de ella- grité.
-Koizumi no solo fue una persona importante en mi vida, sino que ha sido la más importante.- dijo Otani y se zafó del brazo- Está en un lugar muy especial en mi corazón, y aunque sé que en su momento la hice sufrir, aun así ella siempre estuvo a mi lado. No puedes pretender que de un momento a otro la saque de mis pensamientos. Pasé tres años intentando aparentar que ella no estaba ahí, en algún lugar, con alguien más. Esos pensamientos me estaban matando en vida.
-Tu la dejaste ir- repliqué.
-Sí.-dijo Otani con lágrimas en los ojos- Esa fue la decisión más difícil que he tenido que tomar en mi vida. Desde ese momento algo en mi se rompió y cuando conocí a Tonomura, poco a poco esos pequeños fragmentos se han ido pegando. Sé que también fue difícil haberle dicho adiós, pero la diferencia entre tu y yo, es que yo tomé esa decisión y tengo que vivir con ello; mientras que tu solo tuviste que aceptar su decisión.
Lo que dijo Otani fue verdad, él no era capaz de renunciar a Risa, por lo menos no en ese momento.
-Lo lamento- dije en voz baja- pero la extraño tanto. De repente me entran ganas de ir a buscarla y rogarle que regrese conmigo.
-Pero no sabemos dónde está- confirmó Otani.
-Por ella buscaría en cada país hasta encontrarla. Por ella haría lo que fuera.
-Lo que debes hacer es tener fe en el amor que ella siente por ti, y tu por el que sientes por ella. Si creen en el destino, volverán a verse.
-¿Cómo estás tan seguro de eso?- pregunté
-Yo la volví a ver después de tres años ¿no?- respondió y diciendo eso se dió media vuelta y se dirigió hacia la escuela.
Cuando salí de la escuela me dirigí al parque al que siempre iba con Risa cuando salíamos de trabajar. Me puse a pensar en todo lo que me había dicho Otani y Tonomura. También me puse a pensar en todos aquellos bellos momentos en los que Risa con sus ocurrencias y su forma de ser me fue enamorando. No podía creer que en esos momentos ella no estuviera conmigo, no estuviera a mi lado tomando mi mano.
La extrañaba. Tanto que dolía.
Las lágrimas comenzaron a salir y los recuerdos se hicieron presentes.
En ese momento me dí cuenta que la amaba, más de lo que yo me hubiera imaginado.