HOLA ~ Lamento muuuucho la tardanza, pero no tenía a la musa conmigo. Éste fanfic me gusta mucho, me esfuerzo mucho para hacer una buena historia y trama pero como no es leído por mucha gente me desanimé. Es cierto. Los comentarios son muy importantes para mi sin embargo amo mucho éste fanfic y no importa si es leído sólo por una persona ^^ Lo continuaré! Pero como también tengo otras cosas que hacer actualizaré una vez al mes, tanto éste fanfic como el de Sakura. Gracias muchas gracias por tu apoyo Axhura. Éste capítulo va dedicado a ti. ^^ De antemano espero disculpen si se me ha pasado algún error luego de verificar y corregir el capítulo. Disclaimer:
••Fate's red Thread••
Capítulo 13
Lo complicado de ser humano
-5 Días después-
Aderu POV
Ser humano desde varios puntos de vista terminaba siendo complejo.
Si eres del tipo que disfruta la vida, siempre estarán esas decisiones que le dan sentido a la misma. ¿Debo correr ésta mañana? ¿Debo visitar a mi abuela en América? ¿Debo vestirme hoy de verde? Y cosas tan irrelevantes y tontas como esas.
Si eres del tipo serio también hay complejidad. "¿Qué inversión debo hacer? ¿Dónde debo enviar mi currículo? ¿Será elevada la cuota de la luz éste mes? Debo reparar el auto."
Mi tipo de humano…. No lo sé. Soy uno y de eso tengo plena certeza, por lo menos obviando los poderes purificadores y lo anormal. Creo que me encasillaría en el tipo "Me da igual todo". Quizá hasta un poco perezosa en las decisiones importantes, no me preocupaba con severidad por nada en éste mundo y aún así estoy segura que a nadie le iba la vida tan compleja como la mía, la vida ser humana. Y se ponía peor, como si mi cuerpo ya estuviera agotado de todo, no podía ser una buena señal estando apenas en mis 18 años.
El verano había oficialmente acabado, estábamos entrando en la estación de las lluvias porque a menudo terminaba empapada luego de ayudar en la aldea en la recolección de algunas hortalizas y frutas. Llevaba apenas una semana en aquel lugar pero el tiempo que me tomó acostumbrarme fue increíblemente poco, aún así sentía que llevaba años viviendo con la familia de Sango y Miroku, y sus cuatro hijos.
Por supuesto no iba a quedarme de brazos cruzados y me ofrecí en ayudar a Sango todas las mañanas a lavar la ropa y tenderla mientras ella debía atender a su pequeña hija de no más de 2 años, casualmente iba con Haru y Hana a buscar provisiones para la comida, y digo casualmente porque sé que se repetirá en alguna ocasión pero hasta ahora solo había ido dos veces.
Pero el cambio más significativo sin duda sería el que tomaría ese día, esto era quizás la única cosa que "no me daba igual".
Justo en la tarde me hallaba entrando a "casa" para descansar un rato, luego de ayudar a llevar algunas pieles y cuernos de demonio al refugio especial que Sango tenía para elaborar las armas de Taiyija, exterminadores de monstruos, me senté frente a la fogata apagada dejando mis piernas ladeadas pues usaba un kimono prestado ese día también pero recogí mi cabello con uno de los ganchos que traje del mundo del futuro. Y aunque estaba más activa que nunca sin dejar de hacer cosas en el nuevo mundo el pensar en la decisión me tenía carcomiendo mi tranquilidad interior, además nunca tuve demasiada paz interior que digamos.
-Hane-sama. Debería buscarla, si o si. –Murmuré- Ella es quién podrá aclarar todo. –Porque, independientemente de lo que elija, aún estaba el deseo de querer saber con qué motivos esto había sucedido. Tenía hambre de aquello, quería descubrir todo y mi pecho se hundía, se agitaba cuando pensaba en saber todo eso, debía ser mucho, o las excusas serían impresionantes, los porqué. ¡Todo!
-¿Hime-sama? –Esa voz me sacó de mis pensamientos y volteé al ver una cabecita asomarse por aquella puerta colgante de paja, me miró con sus enormes ojos y sonrió repleta de felicidad ingresando, corrió y se lanzó sobre mi abrazándome- ¡Hime-sama! ¡Kistune tenía razón!
-¿K-kitsune? –Le pregunté aunque no tuve que pensar demasiado para saber a lo que se refería-
-Kitsune, me ayudó a encontrarla. Gomene, Hime-sama. Yo, pregunté por toda la aldea ¡Pero nadie la conocía! –Exclamó agitando sus brazos, yo sonreí un poco-
-Uhm, quizá porque no me llamo Hime-sama. Si les decían que era la chica del futuro quizá me hubieran reconocido. –le expliqué con calma y acariciando su cabello, ella me miró con sus ojos llenos de lágrimas y volvió a abrazarme-
-Oba-chan, no quería que me acercase aquí… -Murmuró bajito- Me dijo que eras mala, pero sé que no es así. Hime-sama es Hime-sama.
-¿Mala? –Pregunté tras ella-
-Al parecer los de la aldea no están muy complacidos con tu estadía aquí. –Habló el demonio de pelo naranja que estaba apoyado en la entrada de la casa, ambas lo miramos cuando él terminó de ingresar- Ésta niña estaba buscándote por toda la aldea, tampoco te reconocí con el ridículo nombre de "Hime-sama", así que le pregunté cómo lucía y… -señaló mi cabello- Tu apariencia te delata.
-¡Nya! –La niña se acercó a Shippou y mordió el dedo con el que me señalaba- ¡Es una princesa! ¡Atrevido! ¡Serás castigado por los Dioses! –Ante eso que dijo no pude evitar cubrir mi boca y reír suave, la niña me abrazó de nuevo- Ne, Hime-sama, éste kitsune me ayudó a encontrarla pero es muy atrevido. Conviértalo en sapo.
-¡¿Qué demonios dices mocosa?! –Dijo quejándose de su dedo mordido por una simple niña humana- Te acabo de ayudar a encontrar a quién buscabas, por lo menos agradece.
-Buh. –Fue lo que la niña le dijo a Shippou que con rostro de orgullo y enfado desvió la mirada, yo negué suavemente-
-No culpo a los aldeanos. He traído problemas, por eso insistía en retirarme. –Musité mirando la cara de la niña que tenía lágrimas en los ojos-
-¿Y qué ibas a lograr estando por tu cuenta? –Preguntó Shippou directamente, siempre imprudente. Subí mi mirada y me encontré con sus ojos zafiros atacándome directamente- Sin saber cómo conseguir alimentos y sin dinero ibas a perecer muy rápido, eres una Miko sellada por esa cosa de tu muñeca, pero sigues siendo de origen humano. –Aquello sonó despectivo pero todo era cierto, era delicada como un humano pues porque era un humano. Uno complicado.-
-Pero mi decisión sigue en pie, sólo que no es el momento aún de retirarme. –Me atreví a decir, sonaba algo egoísta pero eso haría, no me aprovecharía de la señora Sango ni el Monje Miroku porque les ayudaría en todo lo que pudiese a cambio de mi estadía pero tan pronto como me sintiera lista me iría, en busca de Hane-sama.-
-¿Uh? –Preguntó Shippou, yo aún estaba pensando pero pues me levanté siendo observado por los dos en ese momento. Salí de la cabaña, la niña miró a Shippou y ambos me siguieron, caminé con la meta en mi mente, y decidida.
Pasé el puente y llegué hasta el campo de arroz donde sabía que Sango estaría ahora llevándoles provisiones a los aldeanos, la divisé a lo lejos y justo cuando ella regresaba me miró con sus ojos maternales y su sonrisa con las pequeñas arrugas que habían comenzado a salir en su rostro.
-¿Sucede algo Aderu-san? –Me preguntó amable con el recipiente de madera entre sus manos-
-Señora Sango. –Le hablé educadamente y tomando aire para expulsarlo di una enorme reverencia quedándome abajo mientras veía mis propios pies, en ese momento pasó por mi mente las veces que había visto a la señora y sus hijas con unos trajes negros y usar armas enormes y estúpidamente pesadas siendo maniobradas a la ligera, mi corazón latió fuerte y relamí mis labios cerrando mis ojos luego. Si quería ir en busca de Hane-sama debía hacerlo bien y preparada- Entréneme para ser una exterminadora.
Shippou estaba tras de mí, miraba todo en silencio y de brazos cruzados, la niña curiosa también me miraba no más que parpadeando, y la señora Sango mostraba un rostro de confusión y sorpresa.
-¿Entrenar? –Preguntó ladeando el rostro levemente, yo no abandoné mi posición- ¿Por qué has tomado esta decisión tan repentinamente?
-Lo, lo he estado pensando desde hace un rato ya. Yo… -Balbuceé y me levanté entonces sin mirarla y levemente sonrojada- Necesito ser, más fuerte…
-Pero cariño, ya eres fuerte. Muy poderosa de hecho. –Me dijo con amabilidad-
-No lo soy. No soy fuerte, no tengo nada de resistencia porque tengo un cuerpo débil, y no puedo tenerlo. Necesito ser mejor y, quiero que usted me entrene para ser una exterminadora, tal cual es usted, Hana, Haru y Keichi. –Dije claramente para que ya no hubiese duda alguna, claro, sin contar mis planes ya previamente pensados- Por favor.
La señora Sango continuó mirándome quizá preocupada pero yo estaba muy decidida a lo que iba a hacer ahora, por suerte ella vio esa determinación y al día siguiente empezó mi primera lección.
-Aderu-san, quiero que sepas antes de continuar con esto que el entrenamiento de un exterminador no se toma a la ligera. Yo pasé desde mi infancia entrenando, jamás he dejado de lado lo que soy.
Me explicó, con mirada seria y concentrada, justo en las afueras de la aldea pero sin irnos tan lejos y a mi lado estaban Haru, Hana y Keichi de pie como soldados.
-No dudaré de mi decisión, la he pensado con cuidado y aún mantengo la misma respuesta. –Le dije luego que ella se detuvo de hablar- Por favor, enséñame. –Insistí con una voz un poco más sutil, casi como súplica. La señora suspiró y cerró los ojos con sus brazos aún cruzados.
-Bien. –Dijo al parecer resignada, miró a sus hijos con la dureza de una madre estricta y habló claro y fuerte- Comencemos con 10 vueltas sencillas alrededor de la aldea. –Caminó un poco y tomó una piedra que apenas y entraba en la palma de su mano y la colocó frente a ella- Éste será el límite de cada vuelta, cuando lo pasen una vez deberán aumentar la velocidad y así constantemente hasta que lleguen a la vuelta número 10 que sería corriendo a la mayor velocidad que puedan. Aderu, tu trabajo es seguir el ritmo de mis hijos. –Me miró como me miraba el profesor de gimnasia cuando me presionaba a saltar la banca. Yo asentí ligeramente preocupada pero nada del mundo me detendría de esto.- Esto es necesario para fortalecer su resistencia, para regular su respiración y entrenar sus piernas para movimientos continuos, rápidos y pesados. –Explicó y luego de ello me pude motivar un poco más.
Desde afuera seguro todos lo veían como un capricho, yo era estúpidamente débil y torpe en cualquier trabajo físico pero había decidido que ya no más, Shippou tenía razón, tenía que fortalecerme si quería sobrevivir por mi cuenta en éste lugar.
Si quería ir en busca de Hane-sama, debía ir preparada y esto me ayudaría a superar cada obstáculo que se interpusiese en mi camino. Vi como Hana, Haru y Keichi se colocaban en posición para correr, normal y ligeramente inclinados por eso cuando me hallé en el suelo preparándome como nos habían enseñado en clases me sentí fuera de lugar.
-¡Ahora! –Indicó Sango así que no me dio tiempo de acomodarme, sólo comencé a correr junto con ellos que eran muy veloces. ¡Y se suponía que era apenas el primer nivel! Lo seguí con algo de apuro pero me acostumbré rápido, estaba preocupada en correr con aquellas sandalias de madera y evitando las rocas y tropezar con alguien. Comencé a sudar al instante pero mis piernas estaban como las de una gacela, frescas.
Comenzó la segunda vuelta y el nivel aumentó, lo supe llevar bien pero no podía distraerme ya que si lo hacía caería, ya estuve a punto de hacerlo al pasar cerca del río, habían muchas rocas allí resbalosas debido a la humedad. Tercera vuelta fue más difícil, la aldea me apreció una ciudad entera y tenía las piernas entumecidas, cada paso me costaba y sentía cemento en mis muslos, era horrible y pensar que aún me faltaban 7 vueltas más no era alentador.
Comencé a quedarme atrás, primero centímetros que no tomé en cuenta y luego pasos, metros, usaba toda mi energía pero pronto los perdí de vista… llegó el momento en que vi a la señora Sango junto a la roca a lo lejos pero por entretenerme me tropecé con mis propios pies y caí. Golpeé mi mentón, raspé mis brazos y mis rodillas, fue un golpe duro porque me sentía tan pesada que quizá hasta había abierto la tierra con mi cuerpo… exageración pura claro.
-Ya no parece una decisión tan sencilla. ¿No es así? –Me preguntó la señora que se inclinaba para verme a mí altura en el suelo, yo abrí un ojo y levemente sonrojada suspiré-¿Estás segura…?
-Estoy segura. No me hará dudar. –Le advertí mirando al frente y poniéndome de rodillas con las palmas en mis piernas- Sólo fue una caída, me he caído cientos de veces… Soy experta levantándome y continuando mi camino. –Finalicé ya de pie fijando mi vista en el recorrido que debía seguir pero apenas di un paso volví a caer no por tropezarme, sentía mis piernas muertas y tan pesadas como acero puro- Asshhhtt…
-Tu ánimo es bueno, pero tu cuerpo necesita descansar. Tu resistencia esta en 0 y exigir tanto iba a terminar así de todas formas. –Me explicó ayudándome a ponerme de pie- Pero para ser la primera vez, has aguantado demasiado. Es una buena señal cariño.
Me continuó animando pero yo no quería un trato especial, quería que fuera tan dura como lo era con sus hijos y así podría obtener una buena resistencia y además saltar por los árboles como ese chiquillo de Keichi hacía.
Las primeras lecciones fueron un tormento, mi cuerpo estaba al máximo ya, y yo le exigía más. Las vueltas alrededor de la aldea eran cada mañana apenas el sol saliera, una semana entera fue solamente con 10 vueltas, me costó un mundo poder seguir a esos tres en las últimas vueltas, sentía que mi respiración fallaba y me faltaba el aire, y no lo lograba, debía parar.
Pero eso no fue siempre, más las vueltas corriendo Sango nos entrenaba en el río para tomar los peces con las manos, primero con ambas y luego usando una sola, dábamos un golpe al agua y debíamos sacar los peces hasta tierra…. Era una locura.
Saltábamos sobre rocas llanas, casi como ese juego donde saltabas sobre la figura dibujada en el suelo con tiza. Llegué a doblarme el tobillo tres veces.
El zorro iba varias veces a vernos practicar, se escondía en los árboles y a veces podía oírlo reír… Damn zorro.
Y el entrenamiento fue intensificándose como lo esperaba, Sango había preparado mi cuerpo por varios días, en total trece. Incluía las vueltas a la aldea, el atrapar los peces, los saltos en las rocas y al final se agregó el de levantar cubetas pesadas de madera con agua hasta el tope. Fue aquí cuando me di cuenta que las caminatas matutinas hacia mi escuela todos estos años fueron nada, no tenía idea de lo sedentaria que era mi vida hasta que la gota del vaso se derramó.
-Deben escalar. –Anunció Sango de forma tranquila de pie frente a nosotros. Veía la enorme roca que se levantaba frente a nosotros, sabía que no era broma por ello no me divirtió la orden, más bien empecé a analizar de una vez como rayos subir hasta allá.- Pronto se pondrá el sol, deben llegar a la cima antes que el Sol se oculte y eso será sólo el comienzo. La segunda parte será bajar y tienen dos opciones: Bajar por el mismo lugar, o regresar por el bosque.
-¡Yo elijo bajar por las rocas!-Se adelantó Keichi de pronto, y sentí como si la otra opción fuera la más peligrosa. ¿Por qué? Ibas a regresar caminando, no con miedo de dar un mal paso y terminar estrellado contra el suelo como una tortilla.
-Yo igual. –Agregó Hana, entonces yo pasé a ver a Haru de forma disimulada y luego a Sango, en total silencio.
-Aún cuando se que el bajar es más complejo, y lo será más para Aderu, les pediré bajar por el bosque. Será de noche y es muy probable que deban enfrentarse a algunos monstruos. Será excelente. –Dijo un tanto emocionada. Quería irrumpir y decir: "Señora Sango. ¿Considera que luego de dos semanas debería enfrentarme a una batalla por mí misma?" Pero no lo hice porque su mirada ya me estaba respondiendo. Sus hijos se resignaron y comenzaron a prepararse para escalar, se quitaron el peso de más y fueron lo más ligero posible sin embargo sus armas eran esenciales para poder regresar a casa hoy.
La experiencia sería fuerte. El pensar que tendría que defenderme cuesta abajo sin ayuda hacía sonar la escalada como la parte fácil. ¿Sería capaz? Yo no lo creía. ¿Cómo me defendería? ¿Fabricaría un arma primero?
-¿Asustada? –Me preguntó la Señora Sango frente a mi, yo tomé aire silenciosamente antes de mirarla pero no me dejó tiempo a opinar. Tomó una de mis manos y dejó en la misma una versión pequeña del arma de Haru, una cuchilla curva con un mango de madera algo pesado pero pude con él.- Le perteneció a mi hermano menor. Quiero que lo uses para defenderte. –Musitó suave, yo asentí pero luego tuve que preguntar. Se trataba de mi vida que podía acabarse allí dentro.-
-¿Usted cree que deba hacer esto?
-¿Estás dudando? –Me respondió con otra pregunta, no respondí pero era claro que sí.- No lo hagas. No hay espacio para las dudas. No hay espacio para pensamientos negativos, ni estrés, ni flaqueo a la hora de defender tu vida Aderu. Es hacerlo. Es juntar tu mente con tu cuerpo, mantenerlas trabajando en paralelo, sin distracciones. La vida de un Exterminador puede ser larga, inesperada, o corta. Antes de cada misión no sabemos con certeza si volveremos a casa, pero es nuestro deber convencernos de que así será. Y eso nos dará más confianza en el campo de batalla. ¿No quieres regresar a casa Aderu? –Me preguntó cual voz materna, llena de firmeza pero cariño al mismo tiempo. Y con el paso de cada palabra mi mirada cambió a una más decidida, porque me había inspirado.
Ella era la prueba de que podía hacer cosas grandes si mantenía mi disciplina como exterminadora, y de un momento a otro se convirtió en mi modelo a seguir.
-Ten confianza en ti misma, Aderu. Eres impresionante. Además, no pienses como si acabaras de iniciar tu entrenamiento, ya rebasas a mis hijos en las vueltas a la aldea y gracias a ti tenemos peces suficientes hasta para regalar. –Bromeó y me hizo sonreír un tanto, llevó la mano a mi mejilla y como última palabra de aliento sólo me miró asintió.- Ata el arma a tu espalda para que puedas subir sin problemas. –Dicho eso se alejó de mi, para no perder tiempo hice lo dicho pasando la cadera por mi hombro rodeando mi pecho y una vez en la misma arma se mantuvo en su lugar sin estorbar me acerqué al inicio de las rocas, las veía como mi objetivo y era increíble como ya había maquinado los primeros pasos para avanzar. No hubo una señal de salida solo comenzamos.
El mantener mi cuerpo con mis manos no fue sencillo pero gracias a esos días con cubetas pesadas pude aguantar satisfactoriamente. Colocar las manos en lugares firmes era lo que más me costaba, algunas rocas eran resbalosas y perdía el agarre, debía reforzar la otra mano. Confieso que sentí que caía varias veces. El sudor perlaba mi frente y caía por mis sienes, a veces me molestaba en mis ojos pero las quitaba rápidamente, fue así como fue ensuciándose mi rostro. Pero aunque podía sostener el peso con mis brazos ya ejercitados no contaba con que otros factores también me obstaculizarían, como por ejemplo las heridas que iban marcando mis palmas con cada roca que pasaba, filosas cual cuchillo.
Y sin duda alguna los últimos pasos fueron los peores, yo tardé más en llegar a la cima y ya era de noche pero continuaba sin importar el tiempo. La forma del acantilado comenzaba a volverse más horizontal al acercarme al borde y tuve que poner esfuerzo extra para surgir. Cuando mi mano tocó la tierra superior me sostuve con todas las fuerzas que no tenía, contuve la respiración y cerré mis ojos empujándome hacia adelante y así salir poco a poco. Tenía mi rostro sucio, mojado y rojo por el sobre esfuerzo. Despeinada y con mis manos sangrando me dejé caer sobre el pasto de más adelante (no quería descansar en el borde). Respiraba lento pero pesado así que no me tomó demasiado para levantarme y quitar el arma de mi espalda, al tomarla con ambas manos sentí las heridas arder, pero eso fue una cosquilla comparado con la sensación que embargó mi cuerpo al ver aquel bosque frondoso, oscuro... ¿Lleno de luces?
-… ¿Qué es eso?... –Me pregunté extrañada arrugando mi entrecejo. Aquellos pequeños puntos de luces volaban sobre y entre los árboles como luciérnagas, pero tenían un color diferente y dejaban una pequeña estela borrosa de su mismo color. Miré a los lados un momento para asegurarme de estar sola aunque tampoco esperaba que alguno de ellos se quedara por mi, tomé con mi mano libre la cadena del arma y miré al frente de nuevo donde esas luces flotaban sin prisa alguna entre el aire.- Sólo espero no den problemas. –Murmuré antes de emprender camino hacia esa posible pesadilla.
Shippou POV
-¿Cuántas veces crees que se ha caído ya la Miko? –Pregunté balanceando mi pie estando sentado en una de las ramas de un árbol. Estaba sumamente aburrido y hambriento. ¿Lo peor? ¡Tenía que esperar que esas humanas volvieran de entrenar!-
-Ten un poco más de fé en ella, Shippou. –Me recriminó Miroku, yo asentí.-
-Tengo fé, que ya van por lo menos cinco caídas. –Dicho eso sonreí algo malicioso. Vamos, no era algo tan malo. Más bien era realista. Ella era bastante fuerte e insistente, pero tenía un romance con la tierra porque caía muy seguido.- Ah. Miroku ¿Por qué no sabes cocinar?
-Las mujeres tienen un don para eso. Yo sólo sirvo para exorcizar.
-Querrás decir para fingir exorcismos. "Oh. Me temo que he visto una nubecilla de la desgracia sobre ustedes. Si me dan hospedaje, comida y mujeres hermosas yo los libraré de este mal." –Le imité a la perfección, inclusive usando mi dedo para apuntar arriba.-
-Eso era en mis tiempos de soltería Shippou. Sabes que ya no hago esas cosas. –Me recriminó con los brazos cruzados y algo molesto.- Ahora con mi hermosa Sango junto a mi, a toda hora, y más fuerte que nunca... –Recalcó y yo sentí un deje de desesperación que me hizo sonreír.- … Todo es hermoso.
-Y la Miroku mayor también heredó el carácter de Sango. Es como si se clonaran. Estoy seguro que la Mini Miroku también será así.
-Ah, parece que he sido bendecido con puras niñas. –Murmuró con los ojos entrecerrados, yo bajé mi mirada hacia el suelo enarcando una ceja.-
-Tienes un hijo. –Le recordé. Pasamos segundos en silencio hasta que él asintió lentamente.-
-Keichi es mi única esperanza… Aunque es sometido tanto como yo. –Suspiró resignado, yo sonreí más enorme. Es decir, era irónico. Tanto que le gustaban las mujeres a Miroku –en sus días de mujeriego claro- y terminó siendo controlado por su esposa e hijas.-
-Te compadezco, Monje. –Le dije en broma, el negó suave y se dio media vuelta.-
-Iré a cuidar de Kaname mientras Sango no está. –Dijo antes de comenzar a retirarse, yo no iba a seguirlo, por alguna razón la Mini Miroku no se sentía muy cómoda conmigo. La luna a la mitad tomó mi atención de nuevo pensando en el entrenamiento que los hijos de Miroku y la humana estaban pasando justo ahora, ellos no me preocupaban pues aunque eran muy jóvenes entrenaron desde su nacimiento y sabían defenderse. Pero la Miko venía de un mundo donde no habían tantas preocupaciones, según lo que recordaba de las palabras de Kagome.- Ah… Sin embargo esto es bueno, esto es bueno. Se hará fuerte, o… Estará más malhumorada. –Dije eso pensativo. Y ahí la curiosidad me comió por completo, salté del árbol y me dirigí a donde estaban, no me fue difícil porque los olores eran fuertes y mucho más el de la Miko.
Aderu POV
El bosque era demasiado oscuro, mis ojos no lograban captar demasiado y sólo cuando la luna se colaba entre las hojas con ayuda del viento la tierra salía a relucir en pequeños pedazos. Mientras, caminaba lento tocando con mis manos cada tronco de cada árbol o cosa con la que iba topándome. No me encontré con ninguno de los hijos de la Señora Sango al ingresar pero por lo menos la vista iba acostumbrándose muy lentamente a distinguir las distintas sombras, porque a la larga fue lo único que pude captar, sombras. Unas más negras que otras. Entonces pisé algo que me hizo resbalar y caer, me golpeé el brazo con un tronco y llene mi cara de tierra pero lo más preocupante era que algo se enredaba en mi pie, se movía contra mi piel y crujía. Me dio asco de inmediato y con mi otro pie traté de zafarme con desesperación apretando mis puños y me levanté como pude mirando el suelo tratando de buscar la cosa que me había tocado hasta que me di cuenta que era un error. ¿Qué esperaba? ¡Tenía que correr!
Comencé a hacerlo tocando los árboles como antes, con el arma en mi mano derecha y en la izquierda llevaba la cola de la cadena. Jadeaba fuerte pero asombrosamente no me tropecé con nada, parecía una gacela saltando sin cuidado todo lo que podía ver hasta que escuché una voz.
-Keichi. –Murmuré sudorienta y agitada. Si algo poseía que me enorgullecía era mi tan desarrollado oído, estaba a unos cuantos metros y sin dudar fue hasta allá, me di cuenta que me adentraba más al bosque porque la tierra comenzó a ser resbalosa. Luego un claro alumbró la tierra y así vi a Keichi luchando fervientemente contra un monstruo enorme y huesudo, de aspecto desagradable, con colmillos y saliva verde que goteaba de los mismos. Sus ojos eran saltones y rojos como si estuvieran irritados. Me detuve a mirar un poco ¿Debía intervenir? Keichi era un chico muy rápido y hábil y si le estaba dando problemas entonces el monstruo no era cualquier cosa. Sin embargo cuando vi que el monstruo despojaba de su arma a Keichi no lo pensé dos veces y me acerqué corriendo toda sucia y golpeé con la cuchilla el pie de aquel ser con intención de clavarlo en su carne. Ja. Luego me di cuenta que no tenía carne, de verdad era puro hueso.
Keichi me miró llegar y sus ojos cambiaron a unos confusos, el monstruo también me miró desde su altura.
-Nee-chan. ¿Qué estás haciendo? –Me preguntó Keichi elevando un poco la voz, yo solté el arma y jadeando lo miré.-
-¿Qué hago? ¡Estoy salvándote! –Exclamé, entonces el niño sonrió y rió luego tomando su arma sin mucho apuro.-
-No. No lo estás haciendo Nee-chan. –Rectificó pero antes de poder seguir hablando el monstruo gruñó a mi cara, yo me cubrí para no recibir esa asquerosa saliva y luego sentí un golpe fuerte en mi abdomen, me había pateado como a una pelota de fútbol.
Perdí todo el aire de un golpe y juré que todos mis órganos se movieron de su lugar…
- ¡Nee-chan! –Me habló Keichi antes de colocar su arma en su hombro y así lanzarla justo en la mitad del cráneo y lo dejó a la mitad, en segundos, segundos… Yo seguía en el suelo y ese niño en segundos había derrotado al enemigo. Estaba algo enfadada porque se suponía que salvaría a Keichi y no al revés. Era débil.- Nee-chan… ¿Estás bien?.. –Me preguntó en voz baja acercándose a mí, yo me erguí apenas lentamente con un ojo cerrado y tocando mi abdomen sensible.
-Se, sintió como… un piquete de mosquito… -Murmuré con dificultad colocando una rodilla en la tierra para levantarme.- ¿Tus hermanas… ya se han ido?
-No estoy seguro. Hana se fue al oeste siendo perseguida por un Greet, quizá Haru ya esté con Okasan. –Me dijo descuidadamente colocando sus brazos sobre su cabeza con su arma enterrada en la tierra. Aproveché para quejarme en silencio.-
-¿Qué es un Greet? –Pregunté mientras me reponía, aún no podía seguir avanzando. Y mientras esperaba la respuesta reparé en lo sucia que estaba así que pasé a arreglarme un poco. Quité el cabello de mi cara y lo coloqué a un lado deshaciéndome de los restos de lodo.-
-Criaturas muy desagradables de mal humor que odian ver humanos cerca de su árbol. –Explicó mirándome entre que me limpiaba el cabello, él estaba algo ausente.- Viven... en un árbol…
-Entonces no deben ser muy grandes. ¿No? –Pregunté mirándole con mi rostro inclinado.-
-No, de hecho son mínimos pero muy rápidos. Suelen morder los pies de la gente para hacerlos caer, arrastrarlos a su árbol y comerlos. –Dijo como si fuera la cosa más normal del mundo, yo parpadeé dos veces y me erguí.-
-¿Deberíamos ayudarla?
-No. Estará bien. Cuando la pruebe sabrá que tiene mal sabor y la dejará ir. –Me bromeó con una sonrisa satisfactoria, yo solo pude sonreír de nado y negar.-
-Entonces, ¿Te parece si regresamos con tu mamá juntos? Te cuidaré la espalda y tu la mía. –Le propuse ¿Por qué? Era cierto que este era un entrenamiento, pero también pensaba que era una novata y éste niño podría ayudarme a salir mejor parada de la situación. No era trampa, era audacia.
-¿Juntos?.. Juntos como... –Balbuceó con las orejas coloradas.-
-Como un equipo. –Terminé la frase llevando mi mano al frente para estrecharla con él, miró mi mano y algo nervioso la tomó agitándola muy rápidamente. Era adorable, me hizo sonreír y ya recuperada tomé mi arma con más firmeza.- Entonces Keichi, volvamos a casa.
-¡Sí! –Me respondió eufórico y apenas acabamos escuchamos un grito agudo. ¿Hana o Haru?-
-Es por allá. –Miré al frente y de inmediato marchamos al lugar de origen de aquel grito, lo volvimos a escuchar y entonces dudé. No. Ese tono, ese color de voz no era de ninguna, y efectivamente al llegar vimos a una aldeana de Yukata verde en el suelo con su brazo ensangrentado y siendo atacada por un ser marrón oscuro con cuernos, muchos músculos, colmillos fuera de su boca y de horrible cara. Nos detuvimos y Keichi me obligó a quedarme tras él, se sintió extraño pues él era un niño pequeño y aún así el entrenamiento en esos momentos lo volvía un hombre.
-Es un ogro. –Me susurró, con su mano algo tensa tocó su arma preparado para lanzarla pero aquel ser se dio cuenta de nuestra presencia y con la boca llena de sangre humana se lanzó hacia nosotros, Keichi se lanzó a la derecha y yo a la izquierda comiendo tierra de nuevo. El ogro estaba tras Keichi que con una agilidad asombrosa usó su arma para herir en el hombro al ogro, un poco más cerca y podría darle en la yugular para matarlo pero no lo logró. Parecía poder él solo así que fui hasta la mujer herida que lloraba aterrorizada.-
- ¿Estás muy herida? –Le pregunté mirando su brazo y como lo apretaba con fervor, el olor a sangre me mareó por momentos como si la tuviera dentro de mi propia nariz, pero tomé fuerzas para tocar el brazo ajeno y alejar la ropa de la herida, era una simple mordida pero si no era atendida podría infectarse.- ¿Vives muy lejos? Debes huir, debes correr a tu aldea.
-N-no puedo… -Murmuró temblando y mirándome con ojos llorosos y cara sucia, entonces ubiqué otra herida luego de olfatearla, su pierna también tenía una mordida. Miré la pelea con Keichi que aún batallaba por herir al gigante y no me quedó otra que la decisión de llevar lejos a la aldeana.-
-Sube a mi espalda, te llevaré. –Le dije inclinándome hacia ella para que subiera y así correr, yo estaba muy gastada de energía como para usar mis poderes y sabía que no funcionaría por eso me dediqué a reunir en el camino que llevaba a la mujer. Pesaba bastante y mis pasos se volvieron lentos y torpes pero nos alejábamos, sin embargo estaba preocupada por Keichi, no deseaba dejarlo solo luchando.- … mierda… mierda… -Murmuré apretando los dientes con fuerza, estaba fúrica. La aldeana gritó junto a mi cara, mis oídos tan sensibles sufrieron y me mareé un poco por lo mismo pero al recuperarme supe que se debía a que otro ogro de mismo tamaño pero diferentes características nos seguía a prisa, no me dio tiempo de correr cuando éste me tomó con su mano gigante y me acercó a la espantosa cara.-
-Hmmm. ¡Qué deliciosa carne me he encontrado! ¡Y posee el amuleto Ryû! ¡Qué suerte tengo! –Habló grueso y rasposo, apretaba mi cuerpo con su mano y yo trataba de librarme pero era inútil, con mis brazos atrapados no podía hacer nada. ¿Me dejaría devorar? ¿Nos devoraría a todos? ¿No más entrenamiento? Hane. Goshinboku.
-¡Suéltala! –Gritó otra voz, y al voltear mi rostro vi la figura audaz que volaba y pasaba justo a mi lado con una sonrisa victoriosa y de sátira. De cabello largo, y ojos más claro… Eran ¿Cómo el sol? Vi como pateaba la cabeza del ogro tambaleándolo y así caí sobre éste cual muñeca de trapo.- Oye Miko. ¿Dónde quedó todo el entrenamiento con Sango? ¿Ah? –Me habló el demonio, era Shippou. Aún confundida lo miré en el mismo lugar, seguía sonriéndome y lo odié por ese instante. Arrugué mi entrecejo y tomando aire suspiré para levantarme.- ¿Ni un gracias?
-Llévate a la aldeana lo más lejos posible. Está herida. –Le dije bajando del cuerpo del ogro aún atontado y buscando el arma que la señora Sango me había dado.-
-Tsk. No tienes que ser tan terca. ¿Qué cuesta decir "Gracias"? –Me preguntó el demonio odioso de brazos cruzados, evité mirarlo y responder.- Contéstame. ¡Miko!
-Deja de perder el tiempo y llévatela. –Le insistió ya con el arma en las manos, la mujer volvió a gritar y supe que el ogro estaba despierto, me alejé de él y me coloqué junto a Shippou.- Llévatela Shippou, me encargaré de él.
-¿De verdad? –Me dijo dudando y pasé a mirarlo con una ceja arqueada. El se encogió de hombros y fue hacia atrás para tomar a la humana entre sus fuertes brazos.- Sujétate de mí. –Le habló a la humana que no muy convencida lo hizo.- ¡No tardo! –Me dijo ya a lo lejos antes de desaparecer y yo volví a ver al ogro frente a mí.-
-Ah. Miko. Miko. Me pateaste. Pero eres tan hermosa que te perdono. Te haré mía y me darás tu amuleto. ¡Seré el más poderoso! –Exclamaba airoso, yo apretaba el arma en mis manos tratando de encontrar un punto débil. Las piernas, era obvio. Un tipo grande y pesado, si llegaba a sus piernas y las inutilizaba… podría matarlo con esa arma. Tragué fuerte pues no sabía matado aún de esa forma tan directa, con mis poderes era otro asunto y no era algo que me emocionara por hacer.
El ogro no me dejó pensar, ya venía hacia mi así que lo dejé acercarse hasta el punto exacto donde bajé y pasé debajo de sus piernas tropezándose conmigo y aproveché en enredar la cadena entre las mismas para halar con toda la fuerza que no tenía y hacerlo caer, con la misma arma iba a herirlo y así no se pararía de nuevo pero la mano me sorprendió y tomó mi cuerpo con mucha fuerza pero actué rápido y clavé el arma entre sus nudillos- ¡ARG! ¡Maldita Miko! –Se quejó adolorido pero lento y me soltó apenas, ahí estaba yo cual gusano tratando de escabullirme entre los dedos rugosos pero volvió a apretar la mano ésta vez en mi tobillo, apretó tanto que escuché mi hueso crujir.
Grité, grité adolorida apretando mis puños y aguantando la respiración, apreté mis dientes también y el ogro comenzó a arrastrarme hacia su cara mientras reía… Sentí como el enojo volvía hacia mí, como comenzaba en mi pecho y salía por mis ojos, ardían, me sentía distinta, me sentía… como si liberaran a un animal furioso…
Como si quisiera desgarrar... cada fibra… ver cómo está hecho, ver la carne jugosa. Sentir como las venas pasaban entre mis garras y…
-¿Qué…? –Me dije a mi misma una vez que me encontré pensando tan retorcidamente, estaba acercándome a la cara del ogro y sin vacilar coloqué mi mano en su cara, con mis ojos helados vueltos roca.- No creas que me agrada tocarte, asquerosidad. –Murmuré con los dientes apretados y allí liberé mi energía impulsada en esa rabia que aún poseía y para mi sorpresa esa energía quemó el cuerpo ajeno hasta arrancar la cabeza y parte de su pecho, partió el cuerpo diagonalmente separando uno de los brazos del otro lado del cuerpo… En fin, ya estaba muerto.
La mano no tenía fuerza y me pude salir, tenía el tobillo roto y muchos rasguños.
-¿Nee-chan? –Llamó la voz de Keichi pero se detuvo al verme, o eso creí.- ¡Woah! ¡Nee-chan! ¡Es increíble! –Exclamó el niño, cuando pude ponerme sentada sobre la tierra miré lo que él veía, no sólo había desintegrado el cuerpo del ogro sino también los árboles y la tierra que seguía en la misma trayectoria. No había sido consciente de cuanta energía había liberado, solo sabía que me sentía exhausta y despeinada.
-Jo. Así se hace Miko. –Escuché una voz tras de mí, volteé a ver a Shippou que sonreía, estaba muy cansada y solo pude seguir tomando aire y descansando pero la imagen de Keichi sonriente me hizo sonreír también.-
-¡Eres impresionante Nee-chan! –Exclamó y yo reí un poco. La fuerza e inocencia de ese niño me impresionaba.
Un rato después caminábamos de regreso a casa, yo en la espalda de Shippou y Keichi a su lado contándole como había matado al ogro. Yo no opinaba, estaba exhausta y molesta.
-¡Pero no fue tan increíble como ese rayo! Hizo ¡PUFFFF! Y desintegró todo. –Explicaba emocionado.- ¿Lo viste Shippou nii-chan? ¿Lo viste?
-Oh sí. Lo he visto a lo lejos. –Respondió Shippou tranquilo. Estaba mi orgullo herido aunque no me molestaba tanto como lo creí, quizá por el cansancio, o porque acepté que de verdad estaba indispuesta para caminar. Solo quería dormir.-
-¡Ah! ¡Ahí está Okasan! –Señaló Keichi corriendo hacia la señora Sango y las dos jovencitas que esperaban a su lado, de inmediato comenzaron a molestar al niño todo sucio y malogrado.
-¿Estás enojada? –me preguntó Shippou, yo suspiré con los ojos a medio cerrar.-
-Estoy exhausta.
-Ah, menos mal.
-¿Hm?
-Pensé que estarías molesta porque ese ogro te hirió. Las heridas son normales en las batallas, no importa si sales un poco herida, igual has ganado. –Me comentó tranquilo.- Aunque, si me hubieras pedido ayuda…
-No lo haría. –Me negué de inmediato, él bufó.- Tengo que hacer las cosas solas. Deberías bajarme.
-Ya no estás en batalla. Y soy tu amigo. ¿Qué hay de malo con que te ayude? –Preguntó a la defensiva, quería seguir peleando pero era mejor cerrar los ojos y dormir un poco ahí... Si… ya lo había probado hacía unos segundos y fue agradable… Así que antes de hacerlo solté un suspiro y apoyé mi mejilla en el omoplato del cuerpo del Demonio.
Sin embargo antes miré el paisaje oscuro alrededor, ya no podía sentir ninguna presencia y esas luces que vi al principio no aparecieron más, me preguntaba ¿Qué eran? ¿Por qué habían desaparecido? Y cómo era que al principio sentí tantas presencias y ahora ninguna… Eran sólo grillos, y animalillos… Me calmé. En ese entorno la serenidad me embargaba, cerré mis ojos lentamente y ni tuve que esforzarme, el merecido sueño luego de un entrenamiento llegó a mi incluso antes de poder ver a la señora Sango. Sé que me daría vergüenza aceptar que me había dormido pero no… no podía con el cansancio, era tan perfecto dormir allí que la culpa no me molestó en todo el viaje a casa.
Notas de la Autora: Me costó mucho mucho terminar este capítulo, lo separé, lo junté, lo volví a separar y lo completé. 3 Muchas gracias a Axhura por su review, sus ánimos y motivación. Espero no te defraude éste capítulo y lee atentamente porque tiene otras pistas más :D Pronto vendrá mi capítulo favorito! Así que mientras tanto agradezco mucho a quienes leen mi fanfic ~ Saudos y nos vemos el próximo mes.
Sayounara All ~