No es nada malo, ropa diferente nada más.

La clase transcurrió normal, para sorpresa de muchos de los alumnos no había sido presentado ante el grupo el pequeño alumno nuevo; entregaron sus trabajos y muchos esperaban con ansias el momento en que el curioso y misterioso alumno fuese llamado a recoger su tarea calificada.

La pequeña shinigami se sentía algo agobiada, sentía la mirada de la mayoría de los alumnos sobre ella y a la vez esquivaba la del peliponcho que no dejaba de atacarla con preguntas por lo bajo. Era tedioso tener que lidiar con todo eso, pero a la vez le resultaba divertido ver por el rabillo del ojo la cara de confusión y sorpresa de su amigo y saber que lo tenia en ascuas.

El tan esperado momento llegó, la profesora, con parsimonia, tomó la libreta adornada con Chappys en las esquinas de las hojas, la califico y cerró sin ver el nombre, deduciendo el saber de quien se trataba, por la pequeña "peculiaridad"

— ¡Kuchiki!.- Gritó, para perplejidad del alumnado, que veía como el pedacito de cristiano se levantaba de su mesa para recoger su libreta.

Al tomarla, la profesora levantó la mirada para verla topándose con la peculiaridad del atuendo y la forma en que ella vestía.

— Creí que eras una chica.- Le dijo por lo bajo, dejando a Rukia algo sonrosada a punto de defenderse, pero la dejó con la palabra en la boca.- ¡KURONUMAAA!

La chica suspiró, dando vuelta para retomar su lugar, encontrándose con un montón de cuchicheos y gente mirándola con sorpresa, ella con una gotita en la nuca no supo más que sonreír ampliamente, causando un gran "Kyaaaaaa" de parte de hombres y mujeres.

Llegó la hora del almuerzo y antes de que alguna chica lograra aglomerarse donde Rukia, el shinigami sustituto Fullbringer power ranger la tomo del brazo y la saco de ahí a rastras rumbo a la azotea.

— Bien, ¿que esperas?.- dijo soltándola casi de un aventón.

— ¡Calmate idiota! .-

—¿Vas a decirme por que estas vestida así, enana fetichista? .- lanzó con un ligero sonrojo, a lo que está lo empujo con fuerza con un sonrojo incluso mayor.

— ¡Que no es mi culpa, te dije!.- soltó aún sonrojada, volteando la mirada hacia un lado sujetándose el brazo izquierdo con timidez.

— ¿Entonces?.- rascándose la nuca nervioso.

— Es culpa de Urahara.

— Entonces…. ¡No me dias que él…!.- y no terminó la oración cuando sus manos comenzaron a palpar el pecho de la shinigami, sintiendo, obviamente, sus pequeños senos bajo la tela, no pudo evitar el sonrojo intenso, cosa que en ese momento compartía con la petit.

— ¡S-sueltame imbecil!.- Grito, abofeteándolo con fuerza, a lo que este, aún sonrojado, ni se inmutó.- ¡Que me sueltes, pervertido!.- Se removió, empujándolo, el perplejo shinigami sustituto por fin reaccionó.

— L-lo siento Rukia, yo, yo creí que… ya sabes, yo, p-perdon…- No tenía ni idea de que decir, ¡Pero es que no era culpa suya! O bueno, es decir, tratandose de Urahara era normal pensar en una transformación total, ese tipo esta loco.

— ¡Esa no es escusa!.- decía ella cubriendo la zona de su pecho, avergonzada.

—P-pero es que Urahara-san…

— Ya sé como es Urahara, ¡pero esa no es razón para magrear mi persona!.- grito ruborizada.

Silencio.

— Entonces… ¿Me dirás lo que ocurrió?

Silencio.

— Vamos Rukia, no puedes estar así todo el día. No es para tanto…- No pudo acabar su oración cuando un zapato aterrizó en su cabeza.

— ahhh .- Suspiró la chica, algo cansada de la stuación.- No fue gran cosa, sólo que llegué de improviso y bueno….

*Flash back*

El despejado cielo de Karakura se vio invadido por un senkaimon, del cuál salió una pequeña y conocida Shinigami. Aterrizando con destreza y en un salto grácil tocó el suelo, dudosa de a dónde debería dirigirse. Era temprano y tenía una misión de bajo rango. Podía darse el lujo de vagar un rato por la ciudad o acudir a molestar a cierto pelinaranjo que tanto le agradaba.

Se detuvo a pensar un momento y se dio cuenta de la fecha y hora. Lunes por la mañana. Seguramente el chico estaba por irse a la escuela. Pensó en ir a su casa para ir con él, pero recordó que de momento no tenía uniforme, la última vez que estuvo en Karakura se dejó el uniforme en casa de Urahara y dudaba mucho que en casa de Ichigo encontrara alguno adecuado, ya que aparte de ella nadie usaba uniforme de esa institución ahí.

Estaba decidido, iría a con Urahara y le pediría un uniforme de su talla, no era algo de que alegrarse pero había bajado algo de peso y ella juraría que era un par de centímetros más alta. Además había olvidado el detalle del gigai, aún si en la casa Kurosaki ubiese un uniforme para ella, debía de acudir con el sombrerero a por su gigai.

No tardo mucho en llegar a la tienda del rubio con sombrero. Estaba cerrada, así que tuvo que tocar un poco, este salió a recibirla, somnoliento.

— Oh, Kuchiki-san .- Saludó bostezando.- que te trae por aquí tan temprano.

— Ohaio, Urahara. Estoy en una misión y necesito un gigai.- Dijo ella cortésmente.- ¡Ahhh y un uniforme!.- recordó, esbozando una sonrisa.

— Ohhh ya veo, justo terminé de adaptar tu gigai.- Sonrio el tendero, adquiriendo animos misteriosamente.

— ¿Adptar?.- interrogo la morena con duda.

— si, si Kuchiki-san, No creas que no lo he notado, estás más grandecita.- menciono sonrojando a la chica en el acto, esta tocio un poco recuperando la compostura digna de una Kuchiki.

Entraron a la tienda y en poco tiempo Rukia ya se encontraba dentro de su gigai, a la espera por su uniforme, cuando aparecio e sombrerero loco con noticias no muy buenas.

— Kuchiki-san lo siento mucho, pero se agotaron los uniformes femeninos.

— ¿Qué dices? P-pero ¡soy tu única clienta de ese tipo!

— No, no, te equivocas, este verano me dediqué a sacar los articulos viejos y pude vender muchos uniformes a bellas jovencitas de karakura.

— ¿Y que se supone que deba hacer ahora?

— Pues no hay muchas tiendas abiertas a esta hora, ¡Ohhh! Casi lo olvido, tengo este, te vendría bien.- Dijo con una sonrisa de lado, mostrándole a la chica unos pantalones grises y una chaqueta del mismo color.

— ¡Es de chico! No me pondré eso ¬¬ .- dijo cruzándose de brazos. Minutos más tarde se encontraba saliendo de la tienda de Urahara vestida con esos grises pantalones camino a la escuela.

*Fin delflash back*

— y entonces llegué aquí. Era muy temprano y casino había nadie, me aburrí y me puse a dormitar sobre la mesita.- explicaba una Rukia con pantalones.

— nadie te reconocio?.- pregunto expectante el chico naranjo.

— Bromeas? Si hasta incluso tú creíste que era un chico.- Soltó orgullosa.

— Ya veo .- Respondío él, notando el orgullo en su voz.- "Así que a la enana le enorgullece su actuación, veamos cuanto aguanta así" pensó el muchacho.- Oi Rukia.

— Ahora qué?, idiota.

— ¿Qué te parece si hacemos una apuesta?.- Propuso, sonriendo de lado.

Apuesta