Entre la espada y la pared.

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Una mirada, una sonrisa me seduce a hacer cómplice infiel.

Si tan sólo tuviera la oportunidad de cambiar su, mi destino, no dudaría un momento en hacerlo. Cambiaría un millón de cosas, empezando por no hacerme amigo de aquel que me ayudo en innumerables ocasiones desde que tengo uso de memoria, al que consideraba casi un hermano. Llegaría unos minutos antes que él a esa cafetería, impediría que ellos hubieran cruzado sus miradas, siendo yo el que tuviera la fortuna de hablar con ella, de preguntar su nombre, de robarle su primera sonrisa y un beso. Pediría su teléfono y le llamaría para entablar una, nuestra primera cita. Sería yo quien se la presentara a mis amigos. Sería yo quien disfrutara de su compañía cada tarde y noche. Sería yo quien robara sus besos en cada esquina a oscuras. Sería yo quien repitiera frases cursis que no estaba dispuesto a decir, sólo si ella era mi compañera. Sí. Debería ser yo quien en estos momento estuviera abrazándola y besándola como lo hacia él tan descaradamente frente a mis narices. Y debería ser él quien estuviera muriendo de deseo y celos.

Ella, es la mujer de mi amigo Kaien y de la cual estoy locamente enamorado.

Kuchiki Rukia.

Un mal necesario en mi caótica y deprimente vida.

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Todo comenzó hace tres semanas, tres miserables semanas en la cual mi vida cambio de una hermosa y tranquila existencia a una que ni el mismísimo apocalipsis podría ganarle.

-Te veré en la cafetería, no demores como siempre, no me gusta esperar - yo le había dicho. Lo que él, en su ya faceta de nada puede estresarme asintió y Salí a la primera clase de aquella mañana.

Recuerdo que aquella mañana en general era muy pesada, concluía con mi tesis para mi titulación que sería dentro de un año más o menos. Me dirigía a ver a mi decano para arreglar los últimos detalles y no sabía cuánto tardaría, sólo esperaba que fuera rápido pues había quedado con Kaien a una hora y él no sería quien llegara tarde.

También recuerdo que me llevo más de lo esperado aquella cita, pues me demore más de una hora. Cuando estuve en aquel lugar donde esperaba ver a mi compañero él se había marchado. Di media vuelta para ir a mi dormitorio, donde seguramente estaría. Compraría un par de mocas y lo llevaría, fue ahí cuando la vi, cuando la escuche por primera vez. Era bajita, cabello corto por arriba de los hombros y muy negro con tonalidades azulosas. Ella sonreía animadamente a sus compañeras de mesa. Vi cómo se levantaba y caminaba con mucha gracia, fragilidad, solemnidad.

-Perdón – escuche su voz - ¿me permites?

Y vi sus ojos. Enormes cristales violetas. Ella me sonrió, y con una sonrisa me conquisto.

La vi marcharse con sus amigas y supe con tan solo verla que me gustaba, me gustaba mucho.

Lo que no sabía era que sería la causante de mis desgracias, sufrimientos, de mis deseos más profundos y enfermos.

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Cuando llegue al cuarto, él se encontraba hablando animadamente.

-Te veo en el auditorio.

Le escuche decir animado, se levantó y me sacudió la mano, saliendo como alma que lleva el diablo y una enorme sonrisa en los labios. Yo me quede con ambos mocas en la mano y sin saber qué hacer con ellos.

Él llegó muy tarde ese día, sólo escuche una risa un buenas noches por el teléfono y durmió.

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Conforme pasaban los días, Kaien se notaba animado y me hablaba de una chica que estaba pretendiendo de la facultad de artes. Pensé que era por ese que llegaba tan tarde. Aunque también supe que la chica no estaba cayendo en sus "redes" según él, le estaba costando, pero no dejaría vencerse.

Yo sólo moví la cabeza, siempre era lo mismo, pronto se le pasaría, cada mes o dos meses se enamoraba y andaba tras las chicas, nada serio. Yo, sin en cambio desde aquella vez no había podido dejar de pensar en aquella chica, la cual sinceramente perseguía y buscaba cuando tenía oportunidad. Si mi padre se llegara a enterar de esta situación se reiría y comenzaría a imaginar cosas tontas respecto a mi vida sexual. Entraría como torbellino a buscar a la pobre chica en cuestión y se abalanzaría a ella asustándola y alejándola completamente de él. Eso no lo permitiría, al menos no hasta que tuviera algo mucho más formal.

Sólo me sentaba en aquella cafetería que se había convertido en un punto de reunión para nosotros, claro, yo lo había dispuesto así… y otra docena de alumnos allí amontonados. Le veía pasar tranquilamente como si a su alrededor no existiera nada más que ella y la brisa que jugaba con sus cortos cabellos. Y fue en ese momento que volvió su mirada a mí, sólo a mí. Ella ladeo su rostro cremoso; ocasionando un vaivén en sus hebras negras, me pestañeo lentamente, como dudando si debería hacer lo que seguiría y me sonrió una vez más.

Fue así durante las semana y media, ella me miraba, sonreía y yo volvía mi atención, según, al libro que estaba en la mesa, claro, con el corazón latiéndome como enfermo.

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Recuerdo que entre al laboratorio con un propósito fijo en la cabeza aquella mañana, uno, que me costaría mi dignidad, respeto y que destrozaría aquella imagen que tanto me había costado formarme. Uno, donde las chicas no estaban incluidas en mi vida de universitario.

-Ishida..

-¿Mmm? ..-giró- ¿Kurosaki?

Sí, tenía que pedirle un favor.

-Tu novia.

-¿Sí? –levantó una ceja

-¿Dónde está?

Me miró con cara de pocos amigos.

-¿Disculpa? – dejo el escalpelo y ajusto sus gafas.

-Quiero que me ayude en …- dude por unos momentos en lo que estaba a punto de hacer.- ..en saber el nombre de una chica.

Recuerdo que primero vi el asombro en su horrenda cara y después dejó salir un estruendoso ruido de su boca. Su carcajada fue tal que nos sacaron del salón.

-Comprendo, y quieres saber en qué facultad está.

-Orihime es amiga de media universidad. Seguro la conoce. Quiero que vaya conmigo a la cafetería y la vea.

Ishida volvió a soltar una carcajada.

Después de aquello tan vergonzoso Orihime fue conmigo, claro, con la advertencia del cuatro ojos de no hacerle nada a su inocente novia.

-Kurosaki- kun, no sabía que estabas interesado en el sexo opuesto- dijo animada y contenta de estar ayudándome. Sólo me sonroje y asentí. – Uryuu decía que podrías ser gay – claro que aguante una maldición. Cuando lo viera tendría que explicarme porque diablos pensaba eso.

Mire mi reloj y espere paciente, por lo general siempre aparecía a la misma hora que él, pareciera que se pusieran de acuerdo, pues nunca fallaba en la exactitud de su encuentro, a lo lejos, él le miraba y ella volteaba y le sonreía.

Era casi la hora cuando ella frente a ellos bajaba por aquellas escaleras para llegar a la cafetería. Bajaba las escaleras con tal gracia que pareciera que estaba flotando.

-Orihime…

La chica alegre diviso a lo lejos a la pequeña mujercita que se aproximaba ágilmente por el camino de piedras y árboles.

-¡Oh! Es Kuchiki Rukia.

Ella giró su pequeño rostro y nos miró. Yo estire el cuello y me puse derecho. Espere impaciente a lo que venía, pero no sonrió.

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Perdonen si existe algún amontonamiento en las palabras o en las escenas, pero la pagina no quiere darme ciertos espacios. No se que diablos le pasa.

Bueno aquí les traigo una idea que me surgió y que la verdad no me dejo en paz hasta que no la termine, ahora SIII, serán cortitos jajajaj.

Encarecidamente les pido sus opiniones, ya saben, como para que mi ánimo y espíritu rejuvenezcan al escribir estas historias.