Los Vengadores... ¿Adolescentes?

Capítulo 1

Reclutando


Sinopsis

Fury llegó a la no-tan impactante revelación de que los Vengadores morirán algún día. Bueno, casi todos. Thor no porque es un dios y todo eso. Pero el resto sí. ¿Qué pasará cuando ellos mueran? ¿Qué pasa cuando Fury llega a la irrazonable solución de ordenar a los Vengadores a entrenar a los adolescentes que los reemplazaran? ¡Ja! Suerte reconstruyendo la torre Stark.


11:22 am, en la Torre Stark

—Es temprano —se quejó Tony saliendo de su habitación.

—Y esto es importante. Rápido —apremió Fury para que todos se sentaran en la mesa.

La Torre Stark aún estaba siendo reparada, y su nombre todavía no cambiaba a la torre Vengadores, como había prometido Tony hacía unas semanas, pero los Vengadores ya la consideraban como suya.

Lo que mosqueaba a Tony.

Alrededor de la mesa ovalada de madera, estaban los vengadores. Fury estaba a la cabeza de la mesa, a un lado suyo, la agente Hill. Al lado de la agente Hill, la Natasha Romanoff, y a un lado de esta, el Halcón, el agente Clint. Después estaba Bruce Banner, seguido por Steven, a su lado Thor, y luego se cerraba el círculo con Stark, a un lado de Fury.

—Tenemos un tema importante que debatir —anunció Fury.

Todos los Vengadores dieron un semi-asentimiento, invitándolo a hablar.

—Todos ustedes morirán algún día.

Su comentario tuvo distintas reacciones.

La de Stark fue decir—: ¿Hablas enserio? —con fingido espanto.

Natasha levantó una ceja, como diciendo «¿Es una broma?». Clint comenzó a reír entre dientes.

—Jamás lo hubiera pensado —murmuró Banner sarcásticamente.

Steve solo miró a Fury esperando a que terminara su declaración obvia. Hill se quedó callada y sin reaccionar, como si ya supiera a donde iba Fury.

Thor exclamó felizmente—: ¡Yo no!

Fury no se inmutó ante sus comentarios y reacciones.

—Algún día ustedes (la mayoría de ustedes) morirá, y nos quedaremos sin los Vengadores. Sin un equipo de respuesta[1]. —Todos se quedaron callados, comprendiendo mejor a lo que se refería— ¡Así que buscaremos nuevos Vengadores!

Todos parpadearon, ahora perdidos.

—Emm… señor. Si buscamos vengadores ahora, serían de nuestra edad, y no serían de gran ayuda ya que morirían a la misma edad que nosotros —señaló Natasha.

—En eso es en lo que te equivocas —replicó Fury—. Por favor, saquen los folios en los cajones debajo de su lugar —ordenó.

Cada una de las personas en la mesa sacó las carpetas que había en los cajones correspondientes. Eran seis carpetas para cada quien.

—Están acomodadas por orden alfabético, así que habrán la primera —dijo Fury.

La primera carpeta tenía impreso en la lengüeta el nombre «Henry Bennet[2]».

—¿Quién es Henry Bennet? —preguntó Tony.

Natasha rodó los ojos.

—Abre la carpeta.

Tony obedeció.

Natasha regresó a su inspección del archivo.

Adentro estaba la foto de un chico con cabello rubio oscuro y de ojos azules. Guapo, de unos quince años, con el cabello enmarañado. Llevaba una chaqueta de cuero que se ajustaba a sus hombros y a su cintura. No se podía apreciar bien ya que la foto estaba tomada por una cámara de vigilancia de una tienda, donde solo se capturó el perfil del chico.

—Henry Bennet tiene quince años y prefiere que lo llamen Hal. No hay ninguna foto disponible del chico, ya que no ha ido a ninguna de las fotos escolares de la escuela. Hemos intentado tomarle fotos, pero siempre desaparece un momento antes de que podamos tomarlas, así que nos limitamos a vigilarlo —detalló Fury—. Sabe tocar la guitarra, y pinta los escenarios en las obras de su escuela. Es lo que llamarían… ¿cómo era, agente Hill?

—Chico solitario y sensible.

—Supongo —reconoció a medias Fury—. Pero creemos que tiene una habilidad para hacerse invisible.

Natasha encajó las piezas.

—¿Espera que unos adolescentes sean entrenados para convertirse en vengadores? —exclamó.

—Son muy jóvenes —reclamó Steve, algo poco propio de él.

—Sí, por eso es mejor que los entrenemos en este momento. Crecerán con lo que les enseñemos… con lo que les enseñen.

—¿Enseñen? —preguntó Banner.

Fury asintió.

—Ustedes, cada uno de ustedes, entrenará a uno de ellos. Pueden ayudarse entre ustedes. Tú, Bruce, enseñarás a Henry Bennet.

Tony lo miró con desconfianza.

—Yo le enseñaré a un chico, ¿verdad?

Fury le dirigió una mirada. Él no iba a mostrarlo, pero se estaba divirtiendo de lo lindo viendo las reacciones de los Vengadores antes la idea de tratar con adolescentes sabelotodo.

—No, Tony. Tú enseñarás a Casey Carlyle[3]. Ahora, por favor, no tenemos todo el día. ¿Podríamos seguir leyendo los expedientes? Todavía tienen que ir a recoger a sus estudiantes y convencerlos de unirse a SHIELD.

»Abran la siguiente carpeta.

Natasha abrió la carpeta. Esta vez advirtió que la fotografía era una escolar. Había una chica de rasgos delicados y cara delgada, con una nariz pequeña y ojos color chocolate, y cabello castaño claro. Llevaba unos anteojos delgados, pero sus ojos se veían claros en la foto.

—Ella es Casey Carlyle. Sus familiares y amigos cercanos le dicen Charlie. Tiene quince años. Tiene el mejor promedio del estado, pero, también la hemos estado vigilando, no estudia y tampoco presta atención en clase. Tiene diagnosticado TDAH, pero creemos que es solo porque su mente funciona rápidamente. Va a correr por las mañanas cuando cree que nadie la ve, su velocidad sube hasta 500 metros por segundo.

—Woah, ¿qué? —preguntó Tony, aturdido.

—Es muy rápida. Hemos medido su velocidad.

—¡Eso sería un kilómetro cada dos segundos!

Fury asintió solemnemente. Natasha comenzaba a pensar que él les estaba jugando una broma, pero Nick Fury no jugaba bromas.

—El siguiente archivo es Tyler DeCourt. Le dicen Ty. —Natasha observó la fotografía de la chica mientras escuchaba lo que decía Fury. La chica tenía el cabello color chocolate y con ojos color gris azulado. Con cara con forma de corazón y pestañas gruesas—. Tiene quince años. Tiene una flexibilidad impresionante, sin necesidad de estirar los músculos antes de hacer cualquier cosa. También es capaz de mantenerse colgada de muchas superficies, inclusive unas completamente verticales mientras no sean absolutamente lisas.

—Complejo de mono —murmuró Tony.

—…De ella se encargará Natasha —prosiguió Fury.

Tony recibió una mirada fulminante de Natasha por meterse con su alumna.

—Forest Hayton es el siguiente. Tú te encargarás de él, Clint. Él tiene una habilidad muy específica, y no podrá ser un vengador si no entrenan el resto. Debe aprender a luchar. Su habilidad es defensiva. Él puede lanzar fuego. Puede crearlo de la nada, sin nada más que sus manos. Prefiere que le digan East y tiene diecisiete años.

En la carpeta de Forest Hayton había una foto de un chico de ojos grises y cabello castaño oscuro. Era escolar y tenía las cejas alzadas de forma sarcástica.

Natasha abrió el siguiente folio al mismo tiempo que Fury hablaba de esa persona.

—Isaac, también llamado Zach, Parslow es el último de los que sabemos que debemos reclutar. Tiene quince años, como los primeros tres. —En la foto había un chico con una sonrisa traviesa, de quien siempre tiene una broma en marcha, una lista para usarse y otra formándose en la parte trasera de su mente—. Él puede cambiar de forma. No lo hace a voluntad, pero puede cambiar a cualquier animal que existe o haya existido alguna vez, o eso creemos. Solo lo hemos visto pasar cuatro veces, y las cuatro veces durmió durante tres días, y aun cuando despertó se le veía cansado. Ese es tuyo, Steven.

Steve hizo una mueca.

Thor se encogió. Escuchó a Fury decir que ese era el último recluta y no quería que le dijeran que él debía buscar a alguien. Trató de hacerse pequeño para que no lo notaran, pero no era fácil para él.

—Oh, y, ¿Thor? —Thor estaba en posición fetal, deslizándose debajo de la mesa—. Debes buscar a alguien para entrenar. Asegúrense de traerlos hoy. A las 6:00 pm, no antes, no después. En las carpetas está el nombre de la escuela a la que va cada uno.

Con eso, Fury dejó a seis aturdidos vengadores en la Torre Stark, y se fue, con la agente Hill a su lado.


12:43 am, Endeavor High School1

Henry —Hal— Bennet estaba escondido en la biblioteca. Nunca había nadie ahí, e incluso la bibliotecaria estaba dormida, de modo que era un buen lugar para practicar los acordes de su guitarra. Él solo debía dejar de tocar la guitarra cuando alguien entrara a la biblioteca, y luego guardarla si era alguien que podía ponerle un castigo.

Estiró los dedos, ya que la mano se le había acalambrado. Entonces la puerta se abrió.

La banca en la que Hal estaba sentado tenía un espacio abajo, y era lo suficientemente profundo para que al meter la guitarra abajo no se vería. Así que eso es lo que hizo. Metió la guitarra en la funda y después debajo de la banca.

Enganchó los dedos en la orilla de la banca y esperó a ver quien acababa de entrar.

En la puerta había un hombre en camisa y pantalones de vestir, con ojos castaños y cabello café canoso. Traía un maletín color café y expresión solemne. Sus ojos escanearon la biblioteca hasta chocar con los de Hal, y acto seguido, caminó directo hacia él.

Hal, por instinto, se había hecho hacia atrás, tratando de alejarse del hombre que caminaba hacia él. ¿Qué quería de él? ¿Por qué en cuanto lo vio fue a él? ¿Se conocían de alguna manera? Si era así, Hal no lo recordaba.

El primer instinto de Hal no fue inclinarse hacia atrás. Era hacerse invisible. Tenía esa curiosa habilidad desde los ocho años, en su cumpleaños. Ese día fue la primera vez que se volvió imposible.

Su madre lo había mandado por servilletas, ya que su hermana (Caroline) se había manchado comiendo su hot-dog. Se volvió invisible mientras regresaba con servilletas, ¡y se perdió su pastel de cumpleaños!

Bufó ligeramente ante el recuerdo. Aun le molestaba. ¡Su propio pastel…!

—Buenos días —se presentó el hombre—. Yo soy Bruce Banner-

Hal lo cortó.

—Bruce Banner… ¿Cómo Hulk? —preguntó cautelosamente Hal.

¿Hal le tenía miedo a Hulk? Claro que sí, ¿quién no? Pero también le tenía simpatía. Hal sabía lo que se sentía ser un bicho raro. ¿Qué tan malo sería si los demás también supieran el bicho raro que era? No sería tan diferente, supuso, él ya era un marginado.

—¿Me estás escuchando? —preguntó Bruce suavemente al ver la mirada perdida de Hal.

—¿Qué? —Hal salió de su trance.

—SHIELD está reclutando y pensamos, es decir, piensa que tú-

Antes de que pudiera terminar, Hal ya se había vuelto a poner su chaqueta —una que le quedaba muy bien y le había ayudado a elegir su hermana (la mayor, Jane, no Caroline, la del hot-dog) alegando que haría caer a las chicas a sus pies o algo así. Él realmente no le prestó mucha atención al discurso de su hermana, solo le gustaba la chaqueta— y estaba saliendo por la puerta, con su guitarra en la mano.

—¡Espera! —le dijo Bruce.

—No gracias —masculló Hal antes de desaparecer.

Y me refiero a desaparecer desaparecer, utilizando su truquito.

Se preguntarán, ¿cómo funciona eso de la invisibilidad? ¿Solo tu cuerpo se vuelve invisible? No. Todo lo que el —su piel— esté tocando, se volverá invisible, a menos que sea una pared o un edificio, a veces un escritorio es demasiado, en ese caso, su poder lo alcanza al ser demasiado que volver invisible.

Hal sabía de SHIELD. Los Vengadores aparecieron durante semanas en la televisión y todos sabían que fue SHIELD quien los unió. No puedes no saber de SHIELD en estos días. Repito, fueron semanas las que los noticieros se empeñaron en pasar a los Vengadores y como SHIELD los reclutó para vencer en la guerra contra los extraterrestres feos (Hal nunca consigue recordar su nombre). Él no sabía cómo, pero de alguna manera los noticieros estiraron ese pedazo de información, diciendo párrafos enteros solo para esa idea con ese mísero pedazo de información.

Personalmente, aunque Hal admiraba a los Vengadores, opinaba que nadie cuerdo podía escuchar lo mismo dicho de miles de formas distintas cada día.

Hal casi podía escuchar la contestación de su hermana, Jane, destinada a confundirlo. Tú crees que eres cuerdo, Hal Bennet, pero estás loco. Así que si tú estás loco, pero yo estoy cuerda al decirte que estás loco, entonces lo lógico sería decir que si tú te crees cuerdo pero estás loco, tu pensamiento sobre los cuerdos y la noticia sería lo contrario. Solo alguien loco no podría ver la misma noticia dicha de miles de formas distintas.

Ella lo mareaba.

De una cosa Hal estaba seguro: De ninguna maldita manera iba a ir con Hulk para unirse a los Vengadores.

Claro que, Hal no esperaba que el maletín de Bruce Banner estuviera lleno de harina, cosa que llenó el piso.

Hal no iba a lograr salir de aquí sin dejar manchas en el piso.

Pero valía la pena intentarlo.

Decidió dejar la guitarra aquí. Eso lo haría más rápido. Con algo de suerte, seguiría ahí mañana. Hal soltó un silencioso suspiro de alivio cuando Bruce miró a todos lados excepto —milagrosamente— a donde él estaba.

Sin hacer ruido, dejó la funda con la guitarra en el piso, y dio largos saltos hasta llegar hasta detrás del escritorio. Era arriesgado, eso de dar grandes saltos porque, aunque dejaba menos pistas, era más probable que fueran de mayor tamaño.

Bruce oyó un ruido y caminó hasta el escritorio, pero luego Hal estaba preparado para eso y caminaba al lado contrario al que él estaba, y como Bruce no lo veía, el seguiría avanzando a ciegas, a menos que se acuclillara y buscara las pisadas de Hal, pero eso lo haría más lento.

De la nada, había otra capa de harina en el suelo. El juego comenzaba de nuevo y esta vez no podía hacer que Bruce confundiera sus pisadas con las propias —por lo menos no hasta después de unos minutos.

Hal estaba preparado para que Bruce caminara con cautela alrededor de la habitación, no para que él lo golpeara en la sien, volviéndolo todo negro.

Hal solo pensó en las manchas que podía hacer al caminar, no en las manchas que impidió cuando la harina no llegó al piso ya que sus pies ya estaban ahí.


12: 51 am, Brightstar Gongora College

Casey —Charlie, para los familiares y para su mejor y única amiga— Carlyle estaba en un debate. Ella sencillamente amaba los debates, y esta clase. Hoy el tema a debatir era si debería existir algo así como los derechos de las plantas. El señor Fohl acostumbraba a ponerlos en las parejas más equilibradas que pudiera, de acuerdo a la pasión y certeza con la que discuti- es decir, debatían.

Casey jamás perdía un debate. Y se tomaba todo esto demasiado personal, así que el señor Fohl intercambiaba las parejas de modo que a cada quien le tocara una vez con Casey antes de seguir el ciclo.

Este día Casey llevaba puesto un vestido color rosa pálido con olanes en el cuello, con una chaqueta beige claro con decoraciones doradas encima y unos leggins con detalles de encaje debajo. Una bolsa vintage con una rosa y unos converse negros con un corazón a un lado completaban su atuendo[4].

Sí, no era el más convencional, y aunque lejos del salón de debate, Casey era tímida, a ella le gustaba así.

Ella estaba aplastando completamente a Cameron Ray, un chico de su misma clase, en el debate. Y lo que le daba un aspecto profesional que desalentaba a Cameron, eran, mayormente, los lentes. Unos delgados y pequeños lentes de lectura que, si bien en ese momento no necesitaba, como dijo antes, le daban un aspecto más profesional.

Acomodó sus lentes y dejó a Cameron hablar.

—…y realmente no son seres vivos, ¿cierto? ¿Alguna vez los han oído hablar?

—¿Saltaste primero de primeria? —preguntó Casey—. Estoy segura de que tu profesor te habrá enseñado el libro donde un estudio científico demuestra que las plantas SÍ son seres vivos.

Ahora solo hacía falta que él dijera algo estúpido como «¡pero no hablan!» y estaba perdido.

—Bueno, yo nunca he visto a una planta caminar fuera de su maseta —señaló, y después puso una expresión cautelosa.

Eso ocasiona usualmente la sonrisa macabra de Casey.

—¿Te refieres a que no se mueven, Cameron? ¿Alguna vez has oído hablar del girasol? —preguntó Casey dulcemente—. Se mueve siguiendo el sol.

—Está bien, una de las plantas se mueve, ¿y qué?

Casey le dirigió al señor Fohl una mirada de «no habla enserio, ¿cierto?». El señor Fohl solo se encogió de hombros.

—Los humanos tienen derechos. ¡Los animales tienen derechos! —arguyó Casey.

»A la mayoría de los animales un niño pequeño los puede reconocer por su nombre, mientras que somos tan ignorantes respecto a las plantas que solo conocemos clichés como «margaritas» o «rosas», y las frutas. Si, las frutas también son plantas, para los cabezas hueca que no lo sabían. ¿Así que por qué las frutas no tienen derechos? —Casey podría haber jurado divisar algunas miradas sorprendidas por su penúltimo comentario. Esperaba firmemente que fuera debido a su brusquedad y no a la información. Sacudió la cabeza ligeramente, decepcionada de sí misma, olvidando las miradas de sus compañeros. La respuesta a ese último comentario sería tan sencilla y la podía quemar. Debía distraerlos.

»La única razón por la que sabemos el nombre de los animales es porque se mueven y los narradores de cuentos y caricaturistas pueden hacer historias en las que ellos hablan. Que levante la mano quien recuerde el nombre de alguna caricatura en la que las plantas hablen.

La campana sonó, pero nadie se movió. Era una regla del señor Fohl. La clase terminaba cuando la campana sonaba, pero no tenían permitido irse hasta que terminara el debate. Si el que debía responder, no tenía una respuesta, el debate terminaba y ganaba el otro.

—Emm… No sé qué decir —murmuró Cameron.

Casey puso una sonrisa de suficiencia en su rostro, mientras regresaba a su tímido ser. No es que ella hubiera salido… solo salió de sus reglas y limitaciones para poder ganar el debate.

Casey notó a un hombre apoyado en el marco de la puerta, y entonces el hombre dio un paso adelante. Tenía cabello castaño y ojos castaños, con barba y bigote. No grande y esponjosa, como la de los inflables de Santa Claus, pero aun así barba.

Casey creyó haberlo visto en la televisión, pero descartó a idea. Aquí no era los Ángeles y el alumnado no tenía padres artistas o actores que pudieran aparecer en la televisión.

—¿Cómo es que las frutas van a tener derechos? ¿Cuáles? ¿El de no comerlas? No podemos hacer eso, ya que el cuerpo humano necesita frutas para comer. El resto de las plantas… Las masas difieren —arguyó el hombre.

A Casey le hirvió la sangre. No podía argumentar. Ella había resbalado e hizo un comentario sabelotodo incorrecto, con fácil respuesta. Y el hombre lo notó y decidió que estaba bien ponerla en evidencia. La segunda razón sería que ella ya había regresado a la Casey tímida, y no podía hacer gran cosa.

Salió lo más rápido que pudo de la clase —lo más rápido que podía a velocidad de alguien normal.

¿Qué a que se refiere con eso?

Casey es especial. Tiene una mente ágil, que presta atención a los detalles. Pero más que eso, es que su cuerpo funciona rápido. A veces adquiere ese modo, pero no usualmente. Sus reflejos son rápidos, eso no es premeditado para Casey, pero ella solo es rápida en general cuando ella lo decide. No sabe que tan rápida es, pero calcula que hace un kilómetro cada dos segundos cuando fuerza su cuerpo a su súper-velocidad. Esa misma súper-velocidad es la que la ayuda en los debates, recopilando información y hablando rápidamente.

Por desgracia, el hombre parecía estarla buscando a ella.

—¿Eres Casey Carlyle? —preguntó.

—Nop —respondió secamente Casey y siguió su camino.

—…porque yo creo que si lo eres —continuó el hombre ignorando el comentario de Casey.

—Entonces tienes muy mal la vista. Casey Carlyle tiene cabello rojo y pecas por toda la nariz. Y un piercing el lado izquierdo de la nariz. Usa solo ropa negra, para resaltar su color de cabello, así que, —Casey hizo un gesto que la abarcaba completamente—, como podrás notar, yo no soy ella.

Realmente, si esta conversación seguía así, Casey entraría en modo de discu-, es decir, debate.

—Bien —dijo el hombre, como si lo que Casey hubiera dicho hubiera sido «en efecto, sí, soy ella»—. Yo soy Tony Stark. Tu sabes, el de la torre Stark, que, desafortunadamente ahora tiene solo una gran A, dando la impresión de que es la torra de los Vengadores. Tony Stark, como en Iron Man[5].

Las piezas encajaron en la cabeza de Casey mientras "El Tony Stark" seguía hablando de sí mismo. De alguna manera, SHIELD sabía de ella. Tenía que huir.

—SHIELD ha estado vigilándote y piensan que serías una buena vengadora, así que si pudieras venir conmigo a la torre Stark…

Casey corrió lejos de Tony, pero un dolor en el brazo la detuvo. Alrededor de la muñeca derecha de Casey había el extremo de unas esposas, y su impulso al correr le raspó un lado de la muñeca.

Casey hizo las manos puños y fulminó a Tony con la mirada.

Ella comparaba su yo impertinente y su yo tímida con "El Doctor Jekyll y Mister Hyde". Su yo impertinente salía cuando su mente comenzaba a trabajar rápido, mientras que la yo tímida estudiaba las cosas, y no les daba una vista lejana pero analítica como la mente rápida.

El otro extremo de las esposas estaba en una herramienta, de estas que se usan para apretar tuercas.

Tony la jaló hasta un auto, de los que tienen puertas que se abren hacia arriba y abrió una de las puertas del asiento trasero.

Casey no había hablado, su furia era tanta que le impedía hablar, pero al llegar ahí y ver a Tony con un movimiento rápido cambiar el otro extremo de las esposas a la agarradera del auto, ella logró gruñir—: No te atrevas.

Tony solo la ignoró y cerró la puerta del auto.

Casey buscó el seguro, para ver si podía quitarlo y… eran automáticos.

Diablos, como odiaba ella al gobierno y a Tony Stark en ese momento.


1:00 pm, Central Park Norte

Tyler —Ty— DeCourt se había saltado clases ese día. ¡Tenía mejores cosas que hacer que pasar toda la mañana en la escuela!

Tyler subió hábilmente a un árbol y esperó que la pareja que paseaba a sus perros que había estado espiando desde hace una hora llegara.

Hey, eran mejores cosas que hacer… nadie dijo que fueran más productivas.

Era una pareja muy curiosa. La mujer iba vestida con un traje completo estilo súper-espía y el hombre llevaba un traje del mismo color —azul oscuro y grisáceo—, solo que era una camisa sin mangas. Y tenía bíceps que mostrar, pero era demasiado mayor para Tyler.

Paseaban perros extraños. No por la raza, sino por la forma en la que actuaban. Muy… tiesos. Como si estuvieran esperando órdenes. Pero la pareja estaba relajada.

La mujer llevaba un Labrador Retriever color negro. ¡Era adorable! No estaba más relajado que el resto, pero a Tyler se le hacía que tenía un aire de humor… O pudiera que se hubiera vuelto loca.

El hombre llevaba un Pastor Alemán, que tenía aspecto de ser de la policía. Dudaba que se lo hubiera robado, de cualquier manera, ¿No tendrían los perros de la policía algún sistema antirrobo?

Si no eran así, totalmente deberían.

Tyler enroscó sus extremidades de manera que quedó colgando en una posición peligrosa. Una sola mirada arriba de cualquiera de los dos cuando pasaran por debajo, y la descubrirían.

Pero también era una posición en la que podía decir que estaba esperando el autobús —lejos de toda la gente— ya que en frente de la dirección a la que veía Tyler había una estación de autobús.

Tyler tendía a hacer eso. Si era necesario mentir, lo hacía con lo más cercano a la verdad, y si era necesario una mentira de otra realidad, lo hacía lo menos que podía. No es que mintiera mal, sus mentiras eran buenas, era solo que no le gustaba hacerlo. Además de que siempre tenía una explicación en caso de que le preguntaran que estaba haciendo cuando hacía algo que preferiría que no supieran.

Ese era solo un rasgo, nada parecido a la habilidad que tenía. ¿Qué cuál era su habilidad? Ella era flexible. Como "pongo mis rodillas en mi nuca y no me duele" flexible. Del tipo de Cirque du Soleil flexible. Solo que Tyler tiene la peculiaridad de que no necesita calentar los músculos para hacerlo y que lo logra sin entrenamiento alguno.

Pero esa no es su única habilidad, no. Eso la haría un fenómeno que lo tendría demasiado fácil para adaptarse. No, hay que ponérselo difícil dándole un complejo de estrella marina "escalo las paredes como si tuviera ventosas". Bueno, en realidad no es así.

Tyler escala cualquier superficie mientras no tenga más de 90 grados y que tenga por lo menos pequeñas sobresalientes.

Tyler se estremeció. Por una parte por su extraña habilidad. Por otra, al sentir como una ola de aire helado atravesaba su blusa ligera.

Eso no sucedía seguido. Tyler usaba lo de andar con ropa ligera y que le permitiera moverse. Por eso, esa tarde llevaba una blusa de tela delgada de rayas azul marino y blancas en horizontal, unos pantalones cargo verde militar, y converse gris claro. Su conjunto lo sellaba una pulsera con un nudo en el centro, cerrada con cadena, y una gorra tejida de color vino oscuro[6].

Tyler no necesitaba ropa abrigada, de todas formas. Ella soportaba bien el frío.

La pareja se acercó a donde ella estaba y Tyler procuró no hacer ruido.

La pareja siguió su camino normalmente, hasta que estuvo justo debajo del árbol —del escondite de Tyler— y entonces miraron hacia arriba.

La mujer era pelirroja. No cabello color naranja, ni castaño rojizo, sino marrón rojizo. Ese tono color cerezo tan lindo y tan poco común en el cabello. El largo de su cabello era corto, hasta la mandíbula y era ondulado. Sus ojos eran claros y azules —y miraban directamente a Tyler.

Tyler la reconoció de inmediato. Esa mujer había sido casi su ídolo durante semanas (no su modelo a seguir, ya que no quería que nadie supiera de sus habilidades. Para los despistados que crean que su secreto es bueno —no lo es. Es como si te dijeran "¿quieres papas a la francesa a la paranoia con tu hamburguesa fenómeno?" pero sin preguntar, ya que no tienes elección). Ella veía las noticias, y en algunos momentos, se podía ver como luchaba Natasha Romanoff, o, también, la Viuda Negra. Y sabía que, si algún día ella se veía en una situación en la que debía luchar, Tyler lo haría como Natasha Romanoff.

Pero Tyler nunca pidió conocer a Natasha Romanoff.

Mientras se preguntaba cómo demonios había logrado seguir durante una hora a Natasha Romanoff sin darse cuenta de quién era, Tyler cambió a otra rama del mismo árbol, con la intención de colgarse de ella y saltar hasta el otro árbol.

Tyler no esperaba que Natasha la siguiera. Es decir, para ella, Tyler era solo una chica que podía treparse muy bien de las cosas, solo eso. Hasta donde ella sabía, SHIELD ni estaba reclutando vengadores, ni sabía de ella.

Pero eso fue justo lo que Natasha hizo.

Con un brazo, Natasha se colgó de una de las ramas del árbol, y balanceó las piernas hacia adelante y hacia atrás, ganando impulso para lograr alcanzar una rama ligeramente más arriba de la que ella estaba agarrada.

—Clint, el arco —recordó, antes de subir al árbol.

Ahora Natasha estaba acuclillada en una de las ramas, pero aun no alcanzaba a Tyler, quien estaba al otro lado del árbol. Aunque la alcanzaría si ella se quedaba mirando a Natasha aturdida.

Tyler sacudió la cabeza y se paró lo más cercano a la punta de la rama que pudo sin caer o que la rama se doblara. Entonces, solo tomando el impulso necesario para saltar al otro lado y al mismo tiempo romper la rama (cortando el acceso más directo a ese árbol), saltó al otro árbol.

Con una mano cogió una de las ramas más altas, y, colgada, fue usando esa rama con un pasamanos. Una mano, después la otra, hasta llegar al nacimiento de la rama, donde estaba el tronco.

En una maniobra parecida a la de Natasha, Tyler balanceó sus piernas, una sola vez bastó para alcanzar el impulso suficiente para subir sus piernas a la siguiente rama, doblando las rodillas para mantenerse colgada.

Esa posición le era incómoda a Tyler, ya que podía ver como Natasha se acercaba a ella, así que cerró los ojos y actuó por instinto.

Antes de cerrar los ojos, antes de lanzar las piernas, había visto una rama lejana pero suficientemente cerca para saltar, que ahora estaba ubicada a sus espaldas. Así que balanceó sus brazos, su torso hacia adelante y hacia atrás, y cuando consideró tener el impulso suficiente, se lanzó y desenganchó las piernas de la rama.

Lo que no esperaba Tyler era que al llegar a la tierra (con un aterrizaje por el que las gimnastas olímpicas morirían de envidia) una flecha de gas somnífero se clavara a sus pies, dejándola inconsciente en unos pocos segundos.


1:23 pm, Jeffrey School Specialized in Sports

Finley —Finn— Fletcher dio otra vuelta a la piscina. Recién acababa de comer, y se suponía que eso causaba calambres (entrar a la piscina después de comer), pero eso nunca le pasó.

Finley salió de la piscina para echarse otro clavado.

Una maestra pasó a por la puerta (con ventana) del cuarto de la piscina, la miró y alzó una ceja, pero no le dijo nada. Finley tenía una beca deportiva por natación después de todo.

Ella era hábil nadando.

Su entrenador le dijo que nadaba tan rápido —y si no más— que el actual portador de la medalla olímpica de natación y podría vencerlo en cualquier momento. Finley no terminaba de creerle, pero era lindo oírlo.

En el siguiente minuto, Finley logró tres veces ir de ida y vuelta a lo largo de la piscina.

Considerando que ya había hecho suficiente ejercicio, y calculando que aún le quedaban diez minutos hasta su próxima clase, salió a respirar, para después volver a bajar al agua y tratar de sentarse en el piso de la piscina.

Le encantaba el agua. A veces, incluso sentía, cuando dejaba de pensar, que ella no respiraba. Como si, de repente, bajo el agua comenzara a respirar, inconsciente, como si fuese una reacción, como cuando respirar en la superficie. Lo haces sin pensar.

Sabía que era un pensamiento tonto, pero siempre sintió como si ella perteneciera al agua… al mar.

Finley sacudió la cabeza. Demasiado cursi, Finn.

No obstante, ella tenía prohibido ir al mar. No es que hubiera un acceso fácil al mar en pleno Nueva York —pero si lo hubiera, Finley no estaría en la piscina escolar en el descanso, estaría en la playa. Pero no lo hay, así que Finley está atrapada en el colegio.

Bueno, en realidad, la escuela no estaba tan mal. Era una escuela que se centraba en los deportes (aunque incluía materias básicas como matemáticas), y ella, como dijo antes, era una hábil nadadora, así que sin daño.

Finley miró su mano y comprobó que faltaban cinco minutos para su clase. Había estado por lo menos cinco minutos bajo el agua y no le faltaba el aire, pero no pudo pensar en ello, ya que salió a toda velocidad de la piscina para vestirse para ir a clase.

La última vez que llegó tarde, la señora Maxwell se enfadó con ella (aunque esa también había sido la quinta vez que llegaba tarde… en la semana) y le dio deberes extras… que olvidó. La señora Maxwell era una buena maestra, solo que Finley era demasiado olvidadiza. Estaba convencida de que se llevarían bien si la clase de la señora Maxwell no estuviera justo después del descanso.

Las puertas del gimnasio eran de esas que tenían una especie de botón gigante que empujar, además de que había que empujar la puerta, para lograr abrirla, así que las puertas del gimnasio hacían más ruido que las puertas normales. Por lo tanto, Finley escuchó cuando una de ellas se abrió.

Sin mirar, ella sabía que era Todd. No, Todd no era su novio. Todd era un chico que tenía el delirante propósito de acostarse con cada chica de su clase (que era segundo año). Por desgracia, para él y solo para él, Finley no había aceptado una cita cuando él la propuso.

Se peguntarán, ¿cómo es que el convenció al resto de las chicas, con las que tuvo citas antes?

Todd es guapo. Tiene ojos azul cielo y cabello rubio, al completo estilo de "chico americano". Muy lindo. Pero su juego se sabía por toda la escuela, además de que era el mayor mujeriego del estado, así que Finley sabía que mejor se mantenía alejada de él. El resto de las chicas habían aceptado con la esperanza de ser las que "lo domaran". Ninguna lo hizo, solo lograron ser botadas tan pronto como el obtuvo lo que quería.

A Finley le parecía un cerdo, personalmente. Ella no negaría que él era guapo y que era musculoso, pero ella no hablaba de su físico.

Así que cuando escuchó la puerta abrirse, ella solo dijo—: Largo.

Todd la había estado esperando cada día al momento en que estaba a punto de terminar el descanso durante las últimas dos semanas, esperaba a que ella se vistiera, no sin antes darle una buena mirada a Finley mientras salía de la piscina, y la acompañaba a clase, durante todo el camino pidiéndole una cita —esto se había convertido en una especie de rutina.

Finley entró al vestuario de chicas y se dio el más rápido baño en las duchas. Sacó su toalla de su mochila —más bien una bolsa grande, de mezclilla clara— y se secó.

Se puso su ropa —una blusa negra sin mangas con 'You Only Live Once[7]' y al final una línea y un 'YOLO', siendo las siglas de la frase anterior en color blanco. Luego se puso unos jeans oscuros, y luego una chaqueta corta de cuero. Unos converse y un anillo plateado con una pequeña flor negra después, se volvió y se vio al espejo[8].

Ella tenía una cara acorazonada, con unos ojos verde océano —ese verde con un ligero tono azulado, aguardando semejanza con el tono turquesa oscuro. Su cabello era rubio, pero estaba en capas, y tenía teñido el cabello una capa antes de la superficie de color rosa pálido, de modo que su cabello tenía un ligero tono rosa si no lo movían. Si lo movían, enseñaba los mechones rozados.

Se echó su bolso de mezclilla al hombro y salió de los vestidores.

En las gradas, no era Todd quien la esperaba.

Era un desconocido de cabello rubio —ondulado y un poco demasiado largo, alcanzando la altura de los hombros—, que también llevaba un traje extraño —tela de armadura en las mangas, coraza de metal con un diseño extraño…, supuso que los pantalones que llevaba eran relativamente normales y lo más extraño, una capa roja— que le hizo preguntarse si ya era Halloween.

Pero no lo era —eso fue hace tres días.

Y lo reconoció, era Thor, el vengador extraterrestre. No tenía la más mínima idea de cuantas veces la noticia había salido en la televisión aun semanas después de la guerra.

—¿Dónde está Todd? —fue lo único capaz de decir Finley.

—¿Eres Finley Fletcher? —preguntó Thor.

—Tú eres Thor —informó inútilmente Finley.

—Sí, lo soy —repuso Thor impacientemente—. ¿Tú eres Finley? Debo encontrarlo antes de que sean las seis de la tarde.

—Fletcher, sí.

Thor asintió.

—Tu madre me habló de ti. —La madre de Finley… ¿Thor conoce a su madre? ¡Ella misma no conoce a su madre! ¿Y cómo demonios sabía Thor quien era su madre? Esto es tan confuso…— SHIELD quiere que te unas a los Vengadores, tienes que venir conmigo.

Finley lo miró durante unos segundos como si se hubiera vuelto loco.

¿Ella? ¿Con los Vengadores? ¿Qué podía hacer ella?

¡Temedme, viles villanos[9]! ¡Los desafiaré en un duelo de nado de los cincuenta metros! ¡Los venceré! ¡Rúndanse ante…! ¡Aqua chica!

Sí… Eso no funcionaría.

—Sí, bueno. No lo creo —dijo Finley antes de salir corriendo.

No llegó muy lejos antes de que él la alcanzara. Thor la hecho sobre su hombro, entonces giró su martillo con la otra mano, y voló.

—¡SUELTAME! —chilló Finley, dando puñetazos a Thor en la espalda.

No hace falta decir que lo único que ella consiguió fue dañarse sus manos al golpear.


3:06 pm, Starbucks cerca de Gillian High School

Forest —East[10]— Hayton es un deportista estrella, el quarterback* del equipo, así que no tenía problemas para conseguir citas. De hecho, justo ahora estaba en una.

East le pasó un brazo por los hombros a Stella, la despampanante rubia a su lado, su cita. Stella soltó una risita, y pestañeó hacia él coquetamente. Una visión irresistible para cualquier chico —excepto para East.

Porque el problema era que a East no le gustaba Stella.

Sí, East sentía atracción hacia ella como cualquier otro chico en Gillian (ya que Stella acostumbraba a llevar faldas que podían pasar por cinturón y tacones de tropecientos centímetros) pero no le gustaba en plan romántico. Esta cita solo era para probar si en verdad era así, o si solo no lo notaba.

East no era bueno con sus sentimientos. No era bueno en decidir qué era lo que sentía… descifrar lo que sentía. ¡Ni siquiera era capaz de decir con certeza si tenía hambre a menos que le gruñera el estómago o le doliera!

De ahí la cita. Tenía que asegurarse de que Stella de verdad no le gustaba, para poder alejarse de ella y no tener que mirar atrás.

Y poner el brazo sobre los de Stella fue un movimiento atrevido, por lo menos para East. Él no acostumbra hacer eso.

Le tiene miedo a lo que hacen sus manos, el daño que pueden hacer si no las controla. ¿Y si, sin pedirle permiso, lanzan fuego? ¿Y si quema a Stella, sin querer?

Él jamás se lo perdonaría.

Pero tampoco puede controlarlo.

Su poder se activa cuando menos lo espera.

Una vez, él estaba dormido, cuando se despierta oliendo humo. Encuentra que su sábana se estaba quemando y que por un milagro, aun no se habían activado las alarmas, por lo que el fuego no era grave. Cogió un bol vacío que había contenido palomitas de maíz alguna vez y lo puso sobre la sábana, para sofocar el fuego. El fuego se apagó sin causar daños más que la sabana, de la que solo quedaban retazos, y un pequeño hoyo en la sábana de la cama.

Todo eso por una pesadilla que tuvo —prendió fuego a su cama por una pesadilla, algo que en realidad no pasó, estando inconsciente.

No era algo que East quisiese que volviera a pasar. Ese sentimiento de no poder ni siquiera controlarse a sí mismo… lo asustaba.

Se estremeció casi imperceptiblemente.

Casi.

—¿Pasa algo, Forest? —preguntó Stella batiendo de nuevo sus largas pestañas hacia East.

East se estremeció de nuevo. Sinceramente, ¿quién le pone "bosque[11]" a su hijo? Oh, sí. Su madre.

—East —corrigió.

—East —repitió Stella con un tono supuestamente seductor, alargando la palabra.

Nótese la palabra clave: supuestamente.

Forest desvió la mirada, cada vez más seguro de que Stella no le gustaba.

—No me pasa nada —murmuró.

Avanzaron hasta que fueron los primeros en la fila para comprar su café, y pidieron el café. Bueno, East pidió café, Stella un té.

¡Como detestaba East el té! No soportaba que tuviera un sabor pero que estuviera diluido. No sabía a nada pero tampoco sabía a algo. El té es irritante, fue su conclusión después de probarlo y horas de reflexión.

East hizo una mueca, pero hizo el pedido de Stella y luego pagó. Era una cita después de todo.

East intentó sutilmente quitar el brazo de los hombros de Stella para poder separarse de ella, pero cuando lo hizo, Stella sujetó su brazo con los dos de ella, enroscándose en el brazo de East.

Las fosas nasales de East se llenaron con el olor de Stella —no es que no se oliera a la distancia que ya estaba, ella tenía demasiado perfume. Y estando tan cerca, East se mareaba. Y no en el buen sentido.

East y Stella fueron a sentarse en un mueble para dos personas y tomaron de sus bebidas. Stella comenzó a hablar de como Bonnie (mano de derecha de la líder de las porristas) estaba enrollándose con Billy (novio de la líder de las porristas) y como Tessa (líder de las porristas) los encontró en medio del acto, en los vestidores de chicos, donde iba encontrarse con Robert (mano derecha del novio de la líder de las porristas). East no veía en que le serviría ese conocimiento, pero se mantuvo callado, agradecido de no tener que hablar.

—¿Te lo puedes creer? —dijo con tono incrédulo al terminar su historia, volviendo a ver a East después de haber estudiado abiertamente a otro chico del lugar. A East no le gustaba Stella, pero estaba seguro de que eso no se hacía en una cita.

Cuando Stella volvió su cabeza hacia él, sus caras quedaron a unos centímetros. Lentamente, Stella se acercó, con sutileza, acomodándose en el regazo de East.

¿Realmente East quería besar a una chica que veía a otro chico mientras estaba en una cita? ¿A una chica que esparcía rumores de sus supuestas amigas, fuesen reales o no? ¿Una chica que usaba suficiente perfume para que demasiada proximidad anulara tu olfato? ¿Una chica que no parecía tener sustancia?

No.

No, él no quería hacer eso.

East se levantó de un salto, y como Stella se estaba apoyando en él y estaba casi en su regazo, ella cayó, con la cara contra el sofá.

—No creo que lo nuestro pueda funcionar —anunció East a Stella—. Me tengo que ir —dijo, y entonces salió del Starbucks.

Metió una mano en su bolsillo y con la otra sostenía su café. Tomó un sorbo, y al acercar su café a la cara, se dio cuenta de lo frío que estaba afuera y de que tenía la chaqueta desabrochada.

Dejó el café en una banca del parque frente al Starbucks y se abrochó la chaqueta. Después volvió a coger su café.

No sabía qué hacer.

No quería volver a casa, ya que su hermanito bebe de seis meses (¡Asco! Sus padres aún tienen sexo) no dejaba de llorar ni aunque su vida dependiera de ello. De hecho, si su vida dependía de ello, lloraría aún más fuerte al sentirse amenazado, pero lo haría tan fuerte que aturdiría hasta aun coma a quien lo amenazó, salvándose de todo. Okey, no, pero estaba aburrido. No podía evitar pensar en todo lo que se le ocurriera para des-aburrirse.

De un momento a otro, había una mujer frente a él, y lo miraba directamente. Era una mirada inquietante como en "estas a punto de morir", o algo así. La mujer era pelirroja y llevaba un extraño traje de cuerpo completo de un color entre gris oscuro y azul.

A East le resultaba conocida.

La mujer caminó hacia él, y, East notó por primera vez, junto a ella había un hombre. Llevaba una camisa sin mangas del mismo color que el traje de la mujer.

—¿Tu nombre es Forest Hayton? —preguntó con un tono impaciente.

—Sí.

East decidió no corregirla diciendo que prefería East.

—Tu turno, Barton —le dijo la mujer al hombre.

East los reconoció. Demasiado tarde, también. Recordó como ellos habían salido en las noticias durante semanas.

Natasha Romanoff y Clint Barton, quienes formaban parte de los Vengadores, pasó por la mente de East mientras caía dormido por la flecha de gas somnífero que cayó a sus pies, viendo a Natasha y a Clint ponerse mascaras de fumigación.

De alguna forma sabían su secreto y ahora estaban aquí para deshacerse de él.

Mierda.


4:08 pm, Casa Parslow

Isaac —Zach— Parslow estaba viendo la tarea. Estaba decidido a no hacerla, pero estaba viéndola. No quería sacar un mal grado, aunque la tarea no se iba a hacer sola, de eso estaba seguro.

Oh, bueno.

Zach se acercó a su computadora y buscó la página que había sido su guía en la clase de la señora Gronberg-Smythe (su primera clase del día) desde esta mañana. Tenía que imprimir la lista y tachar lo que ya había hecho.

Cosas Molestas que Hacer en Clase, se titulaba la lista.

Tachó las primeras cuatro cosas.

Camina dentro de clase fingiendo ser un espía (la espalda y las palmas de las manos contra la pared mientras caminas, mira alrededor con ojos sospechosos y tarareando el tema de Misión Imposible).

Si, esa fue buena. Smythe miró mal a Zach después de su numerito del súper-espía. Fue divertido.

Pregunta por todo lo que el profesor dice, y a continuación, pregunta por qué.

Zach se echó a reír por la cara que puso Smythe. ¡Su cara se volvió roja y parecía que iba a explotar en cualquier momento! Esa fue hilarante.

Si tu profesor grita a un alumno, espera a que termine su reproche y luego di en voz muy alta: "¿ALGUIEN NECESITA UN ABRAZO?"

Si el profesor se enfada contigo por decir eso, murmuras en voz alta: "Wow, puedo decir que eres un (una) aguafiestas".

Zach rio tan fuerte que su cara se volvió roja y estuvo a punto de caer de la silla al inclinarla hacia atrás.

Cuando hizo eso en clase, fue un chico al que Smythe gritó, así que su frase sonó especialmente extraña. ¡Toda la clase rio! ¡Y la cara de Smythe se volvió aún más roja de furia! Zach rio de nuevo y más fuertemente. Luego, ella procedió a gritarle a Zach y, siguiendo su juego, una de las chicas que aparentemente había leído también la página, dijo "Vaya, puedo decir que usted es una aguafiestas", en voz lo suficientemente alta para que el resto del salón escuchara.

Zach dejó de reír y suspiró al pensar en la chica.

Jennifer Middlebrook.

Jennifer le gustaba a Zach desde hace un año y, contrario a su usual comportamiento relajado, Zach era tímido cuando se trataba de chicas. Sí coqueteaba, si, había besado chicas, y sí, también había tenido citas. Pero en ningún caso le gustaba más que un poco la chica. Y tampoco es que tuviera un gran flechazo en Jennifer, pero le gustaba más que un poco.

Es decir, ella era guapa y bromista. Perfecta para él, en su opinión.

Zach pensó en la única vez que había estado a punto de invitarla a salir.

Había sido un viernes. No quería la tensión de esperar días para ponerse nervioso hasta la cita, así que se lo pediría el viernes. Zach dio la vuelta en una esquina, hasta encontrar su casillero. Ella estaba junto a su mejor amiga Gretel (pobre chica[12]), hablando con ella. Jennifer se veía tan guapa como siempre, con su cabello café y sus ojos azules brillando.

Y todo iba bien, él estaba nervioso pero no tentado a acobardarse, hasta que dejó de sentirse cómodo en su piel.

Eso solo le había pasado dos veces antes, pero la sensación era inconfundible. Iba cambiar.

La primera vez, justo antes de cambiar, vio una calcomanía de libélula en un casillero, y, si, cuando cambió, se convirtió en una maldita libélula. Ugh. Gruñó por lo bajo al recordar el incidente. La segunda vez pensaba en el gatito de su vecina, y, ¡adivinaste! Se convirtió en un gato, un pequeño, felpudo y decepcionante gato. Durmió dos días y despertó cansado en cada incidente.

Esa vez él estaba decidido a no convertirse en un animal patético para un metamorfo (había buscado el término en internet. Metamorfo era alguien que podía cambiar a cualquier animal que quisiera. Él no sabía eso a ciencia cierta, pero supuso que era la idea general de su poder), así que huyó a los baños y se dedicó a pensar con todas sus fuerzas en un perro. Un rottweiler.

Cuando salió de los baños, casi lo atrapa el conserje mientras Zach intentaba salir de la escuela.

Negó con la cabeza con preocupación de su propia seguridad. En cualquier día de estos podía tener otro episodio y lo atraparía. Suspiró. Por lo menos se podía controlar a si mismo cuando cambiaba, no como en algunos programas, donde la gente se olvidaba de su identidad al cambiar.

El timbre de la puerta sonó.

Zach esperó a que su mamá fuera a abrir la puerta (su padre no porque estaba trabajando), pero recordó que ella fue a visitar a una tal "Marcell, amiga de la infancia, a la que no había visto en tres años", o algo así.

Zach gruñó y empujó su silla lejos del escritorio, luego se levantó de la silla y bajó las escaleras para abrir la puerta a regañadientes.

Zach abrió la puerta, y en su porche encontró al Capitán América. Bueno, no traía puesto su traje ni llevaba su escudo, pero había fotos de él en ropa casual y las pasaron durante semanas en la televisión, así que Zach lo reconoció fácilmente.

—Debes venir —dijo cordialmente Steve Rogers.

—¿A dónde? ¿Eres el Capitán América? ¿Qué haces aquí? —Esperó que las palabras hubieran salido con el suficiente desconcierto.

Zach decidió jugar tonto. Fingiría que no sabía que hacia el aquí, aun cuando hubiera la posibilidad de que él haya venido por sus poderes.

—A SHIELD. Te necesitamos —respondió.

—Emm… ¿Y para que me quieren, si puedo preguntar? —Vamos, créelo, rogó Zach en su mente.

—Creo que tú lo sabes —replicó sin cambiar su cara seria.

—No, no lo sé.

¿Es cosa mía, o yo no sé actuar?, pensó amargamente Zach, mientras rascaba el piquete que un molesto mosquito le había puesto en el brazo.

Steve suspiró.

—Lo siento… —Zach supuso que terminaría ese enunciado con "por las molestias", pero aparentemente eso no era lo que planeaba—. …por esto.

Entonces Zach sintió un golpe en el pómulo, y, sin previo aviso, se convirtió en animal.

¡No fue como las otras veces!

En las otras veces había tenido un aviso de algo así como cinco minutos, para buscar un lugar donde esconderse y convertirse. ¡Pero no! Justo cuando estaba frente del Capitán América, ¡su cuerpo decidía mostrar lo fenómeno que era sin avisarle!

¡Y peor aún!

Se convirtió en una mosca, al ser el piquete de mosca lo último que tenía que ver con un animal que pensó.

El Capitán América, desafortunadamente, actuó rápido, atrapando a Zach entre sus manos ahuecadas y llevándolo a la cocina, donde sacó un frasco vacío, donde metió a Zach, para después hacerle hoyos a la tapa del frasco, desviando a Zach del plan de esconderse en su cuarto hasta que todo pasara.

Lo que pasó después fue un borrón, como cada vez que Zach se convertía en un animal. Su cuerpo gastaba demasiada energía en convertirse, y aún más en mantenerse. Era un inútil gasto de energía, a decir verdad, ya que Zach en un principio nunca pidió convertirse en animal.

Steven lo llevó a su auto y lo dejó en el asiento del acompañante y dejó ahí el frasco. En un momento, Zach sintió que volvía a ser el mismo, y fue hacía la pared del frasco más cercana a Steven, para avisarle que volvería a ser el mismo pronto y que lo sacara del frasco.

Por suerte, Steven obedeció, orillando el coche y sacando a Zach del frasco.

El último pensamiento de Zach fue el día que era, para tener una vaga noción de que día sería al despertar.


[1] ¡No me pude resistir!
[2] Ese nombre es propiedad de la saga Proyecto Amanda
[3] Ese nombre es propiedad de la pelicula Sueños Sobre Hielo
[4] Conjunto en mi perfil. [Si lo buscas en la colección de Polyvore, el nombre es «Casey Outfit #1»].
[5] A partir de este momento, se escribira Ironman, no Iron Man.
[6] Conjunto en mi perfil. [Si lo buscas en la colección de Polyvore, el nombre es «Tyler Outfit #1»].
[7] You Only Live Once. Solo Vives Una Vez en inglés.
[8] Conjunto en mi perfil. [Si lo buscas en la colección de Polyvore, el nombre es «Finley Outfit #1»].
[9] Vil Villano. Si, lo sé. Es redundante. Demándame.
[10] Se pronunciaría "Ist" o algo así en español.
[11] Forest. En inglés: Bosque. ¡Pero encontré una página en el que aparece como nombre!
[12] Sin ofender a las Greteles del mundo ¡ese nombre me gusta! Solo que el esta pensando en "Hansel y Gretel".

N/A: No todos los capítulos serán tan largos...

P.D. Solo hice los conjuntos de las chicas por que la página donde los hice no había para chicos, por lo menos, que yo sepa.