Los Vengadores... ¿Adolescentes?

Capítulo 3

Temas Que Tratar


8:00 am, en la Torre Stark

¡BEEEEEEP!

—¡Ah! —chillaron todas las personas en la torre, recién despiertas. Sus manos corrieron para tapar sus oídos.

—Hora de despertar —alegó la voz de Jarvis por los altavoces.

Todos comenzaron a maldecir a Tony Stark, deduciendo que él había puesto la alarma en el edificio. Pero no había sido él, ¡de verdad! Él había sido víctima de esta mala broma, de la que Tony, sabiendo que él no había puesto la alarma, acusaba mentalmente a una confabulación entre Fury y Pepper para despertarlos a todos a tiempo.

La torre es un lugar solitario. Bueno, en los pisos de abajo había personas, pero desde el piso del balcón hacia arriba (cuatro pisos) estaba solo. Ocupado por Pepper y Tony, únicamente (hasta que llegaron el resto de los Vengadores y los adolescentes). Así que era lógico suponer que no había demasiados baños. ¡Correcto! Solo dos por piso.

Casey había hecho los cálculos mentalmente la noche anterior.

—¡Pido el baño de mi pasillo! —gritó, cogiendo ropa de su armario, las bocinas de su ipod y su toalla. Era rosa, con detalles beige.

Cuando Casey llegó al baño, pudo comprobar que ahí había una bañera con varios frascos de jabón para bañera, como había supuesto. ¿Qué clase de millonario sería Tony si no tenía frascos de jabón de burbujas para sus invitados, si no?

Casey buscó una conexión, conectó las bocinas, el ipod, abrió la llave de la bañera, se quitó la ropa, se aseguró de que el agua estaba caliente, preparó el baño y, finalmente, se metió en la bañera. Una vez ahí, puso música. Hasta el máximo volumen, por supuesto, con el más puro propósito de molestar.

—¡Charlie! —lloró Zach—. ¡Baja el volumen! —Luego Casey lo oyó refunfuñar—: Taylor Swift jamás me pareció tan molesta.

Casey comenzó a cantar con Taylor Swift «Haunted» a pleno pulmón.

—Common, common, don't leave like this I thought I had you figured out! Something's gone terribly wrong! You're all I wanted!*

—¡Charlie! —se quejó Ty.

Casey de nuevo fingió no escucharla, como con Zach.

Hal, por su parte, estaba medio despierto. Seguía en su cama, pero estaba bocarriba, con sus manos en su nuca y mirando el techo, mientras escuchaba a Casey cantar.

Cuando Casey terminó de ducharse, se vistió, pero recordó que no se había cepillado el cabello. Salió del baño cuidadosamente, con el motivo de ir a su habitación y regresar antes de que alguien más entrara al baño.

No funcionó.

Cuando ella regresó con su cepillo, la puerta estaba cerrada y había música de Avril Lavigne y no Taylor Swift. ¡Finley estaba usando sus bocinas!

Casey frunció el ceño con irritación.

—¡Me vas a comprar baterías nuevas, Finn! —avisó.

Al otro lado se oyó la risa de Finley, seguida de su canto.

—I can see the way, I see the way you look at me. And even when you look away, I know you think of me!

—Vamos, ¿que tiene la gente con cantar en el baño? —refunfuñó Tyler, poniéndose la almohada sobre la cabeza—. ¡Y por la mañana!

Casey caminaba en su dormitorio de un lado a otro, cepillándose el cabello.

Tres canciones de Avril Lavigne después, era Hal en el baño él y no Finley. Él, por suerte para Tyler y Zach —no East, él ya estaba despierto— no cantó. Después de Hal, se duchó East. Luego Tyler, quien SI puso música.

Ella puso Paramore, y para el disgusto de Casey, también usó sus bocinas.

—So one day he found her crying! Coiled up on the dirty ground! Her prince finally came to save her! And the rest you can figure out! —cantó.

Luego de que Tyler se terminara de duchar, y Zach después de ella, los Vengadores y Pepper Pots se reunieron en la sala. Pepper amablemente se ofreció a prepararles el desayuno, ya que, de la noche a la mañana, ninguno de los Vengadores había aprendido a cocinar, y, evidentemente, los adolescentes eran demasiado flojos para preparase el desayuno por sí mismos.

Cuando terminaron su desayuno, todos se sentaron en los sofás a un lado del comedor, excepto Clint y Natasha, quienes se pararon frente al resto.

—Hoy comenzaremos el entrenamiento. Sabemos que tienen vagas nociones de la lucha por las habilidades que tienen y debería ser bastante instintivo para ustedes —anunció Natasha—. Yo entrenaré a las chicas y Barton a los chicos.

—Solo tenemos a nuestra disposición el primer gimnasio —dijo Clint— un piso más abajo, así que nos turnaremos. Yo me quedaré aquí con los chicos y contestaré sus preguntas mientras Natasha entrenará abajo a las chicas.

—Síganme —pidió Romanoff a las chicas.

La siguieron las chicas y también el resto de los Vengadores que no eran Clint Barton o los chicos nuevos.

—¿Qué fue lo que me dieron ayer? Usualmente no despierto tan fácil cuando cambio —preguntó Zach a Clint cuando el silencio se hizo pesado.

—Una bebida energética. Bueno, la hizo SHIELD y le puso químicos que ni siquiera puedo pronunciar pero esencialmente era una bebida energética —respondió Barton.

—Oh.


8:59 am, en el último gimnasio de la Torre Stark

—No pueden ver el entrenamiento —gruñó Natasha a Stark.

—¿Por qué no? —se quejó Stark.

—¡Porque las van a distraer!

Stark sonrió con arrogancia.

—Ya sé que soy muy guapo, pero estoy seguro…

Romanoff rodó los ojos y rio.

—No es que seas guapo, Stark, es que no sabes controlar tu boca —replicó Natasha.

—Yo la controlo perfectamente, es solo que a las personas no parecen gustarles mis comentarios francos y astutos.

—O tu intromisión e insensibilidad. No puedes ver el entrenamiento, Stark —dijo Natasha.

Stark frunció la boca y tomó un respiro.

—Natasha, legalmente la niña es mía. Esta bajo mi cuidado y quiero cuidarla —dijo Tony con seriedad.

Eso era verdad. Si, en parte quería entretenerse, pero también la niña era su hija adoptiva. Él era su padre adoptivo. Si, virtualmente SHIELD lo obligó a firmar los papeles el día anterior, pero aun así…

Natasha soltó un suspiro largo.

—De todas formas ibas a verlo desde la habitación con el vidrio polarizado, ¿no? —preguntó frotándose la frente.

Tony sonrió brillantemente cuando Natasha le dirigió una mirada asesina sobre su hombro mientras se iba.

En la habitación estaban las tres chicas. Casey llevaba unos shorts de mezclilla cortos y un top tanque de tirantes y cuello V de color blanco. Ella estaba acostada en el piso, con una rodilla levantada y la otra pierna sobre esa. Finley llevaba unos leggins negros con una camiseta gris plana. Ella estaba sentada, apoyando el peso en sus brazos y con las piernas estiradas. Tyler llevaba unos pantalones cargo de color negro y una camiseta sin mangas del mismo color. Ella estaba apoyada contra la pared, entrelazando y des-entrelazando los dedos.

—Bien, arriba. Tengo que averiguar cuanto trabajo necesitan y si vamos a tener que tomarnos una semana de trabajo antes de que el entrenamiento sea más ligero —dijo Natasha tan pronto como llegó.

Las chicas se pararon en los lugares que indicó Natasha.

—Las diferencias entre los sexos son cruciales en una pelea con alguien del sexo opuesto. Por desgracia, no a muchas mujeres les interesa la defensa personal y la biología favorece al hombre en cuestiones de fuerza. Nuestra velocidad es relativamente la misma, igual que la agilidad. ¿Cuál es la habilidad biológica que favorece a la mujer? —preguntó, como si estuvieran en clase.

—Flexibilidad —ofreció Casey.

—Correcto. Las mujeres tienen más flexibilidad. ¿Quién aquí tiene buena flexibilidad?

—Yo fui a clases de baile cuando tenía cuatro años —declaró Finley.

—Yo fui a gimnasia durante cinco años —añadió Casey.

—Mi habilidad es la flexibilidad —dijo Tyler con una sonrisita de suficiencia.

—Buena flexibilidad, entonces. Trabajáremos la fuerza, y la velocidad. La agilidad no, ya que todas aquí gozan de buena agilidad por sus habilidades, pero la fuerza y la velocidad podrían ser un problema.

—Yo tengo buena velocidad —alegó Casey, dejando una sonrisa de suficiencia tomar paso en su rostro.

—¡Yo también! —alegaron Tyler y Finley con tono de queja.

—Tyler es rápida en los árboles y Finley en el agua, no en general. Deben ser rápidas en general —insistió Natasha. Fue demasiado rápido, pero Casey creyó ver a Natasha sonreír con diversión antes de dar su orden—: Diez vueltas al gimnasio.

Todas gruñeron.


11:00 am, aun en la Torre Stark

Los chicos miraron a las chicas —quienes no les dirigieron un mísero vistazo— y vieron que las tres venían gruñendo. Natasha las siguió dando pequeños saltitos.

Al mismo tiempo, las cabezas de los chicos se voltearon para ver cautelosamente a Clint, quien tenía una sonrisa demasiado inocente en la cara.

Tan pronto como entraron al gimnasio, Clint les indicó que se pusieran de pie delante de él, separados por un metro. Clint se paró delante de ellos y cuando juntó las manos para explicar, parecía uno de esos villanos de las películas. Retoricándose las manos, sonriendo maniacamente, riendo histérica y falsamente.

—Esto va a ser divertido —creyeron escuchar los chicos. Los Vengadores, que miraban desde el cuarto de vidrio polarizado y con el sonido amplificado, como el de una película, estuvieron seguros—. Bien. La fuerza, la flexibilidad, la rapidez y la agilidad. Son las fuerzas que se pueden usar en una pelea, además del ingenio. La fuerza es algo en lo que la biología le ha favorecido a los hombres, pero se sabe que las mujeres pueden ser más ágiles y flexibles. La rapidez es la misma.

»Primera regla: No subestimes a las mujeres. Ocho de diez de los mejores asesinos del mundo son mujeres. Son rápidas, ágiles, flexibles, y se adaptan con más facilidad a su entorno, usando sus alrededores a su favor.

»Así que vamos a trabajar la fuerza, que es el punto fuerte de los hombres, ya que a una mujer le va a costar mucho trabajo lograr la misma fuerza que un hombre. Pero comprendan una cosa, que no tengan la misma fuerza que nosotros, no significa que no sepan usar la que tienen. ¿Han escuchado del principio de la palanca? —preguntó Barton.

East levantó la mano.

—El fulcro se encuentra entre la potencia y la resistencia. Se caracteriza en que la potencia puede ser menor que la resistencia, aunque a costa de disminuir la velocidad transmitida y la distancia recorrida por la resistencia —dijo.

Zach lo miró como si le hubiera crecido un tercer ojo.

—Eso lo acabas de recitar al pie de la letra de lo que decía en Wikipedia, estoy seguro —declaró.

Tony, desde el cuarto polarizado, soltó una risa entre dientes.

East se encogió de hombros.

—Tengo buena memoria.

Clint continuó como si no hubieran hablado.

—Ahora quiero trabajar la fuerza, que es su punto fuerte, y la flexibilidad, su punto débil. —Clint sonrió—. Diez vueltas al gimnasio, después al piso y denme cien.

Los chicos gruñeron y se dispusieron a hacer lo que Barton dijo, pero él los detuvo.

—¡Pero antes! —llamó Clint. Los chicos los miraron. Claramente decían con sus ojos «¿Qué quieres», lo que Clint tomó como una invitación para hablar—. ¿Alguno hace deportes?

—Futbol americano —dijo East, encogiéndose de hombros.

—Basquetbol —contestó Zach.

—Karate, cinta negra. A veces corro —respondió Hal.

Clint sonrió traviesamente.

—Bien, ahora las vueltas.

Los chicos gruñeron de nuevo.


1:34 pm, en —¡Adivinaste!— la Torre Stark

—Siento que sigo sudando —se quejó Finn.

—Dímelo a mí. Tengo el maldito ventilador frente a mi cara —respondió Ty.

—Cabe señalar que no lo estas compartiendo —añadió Charlie.

—¡Tú tienes uno! —protestó Ty—. Además de que esta puesto el aire acondicionado.

—Aun así…

Repentinamente, a Ty le fue arrebatado su ventilador.

—¿Queeé…? —balbuceó Tyler, sonando ligeramente desconsolada por la ausencia del ventilador. Gimoteó—: Devuelve. —Alzó un brazo hacia la dirección hacia la que había ido quien le había quitado el ventilador.

En esa dirección estaba Zach.

Tyler no sabía cómo actuar. ¿Altanera y odiosamente? ¿Dulce y coqueta? No era lo suyo, pero, por unos momentos, sin darse cuenta, pensó como Casey. Ella quería una máscara en la que esconderse, y lo hacía, pero ahora necesitaba una máscara distinta. Era el mismo juego de rol de Casey, una diferente dinámica, pero con la misma finalidad. Permanecer escondida.

Finley se levantó del mueble y se dirigió hacia Stark, quien acababa de llegar al lugar y se preparaba un trago.

—¿Me das? —preguntó.

—No —resopló Tony.

Finn hizo un mohín, pero pasó al siguiente tema.

—¿Hay alguna piscina por aquí? ¡Quiero ir al agua! Aquí hace un calor del infierno —refunfuñó.

—Dos pisos más abajo. Puedes llevar al resto contigo —contestó Tony distraídamente.

—Mejor no —murmuró Finley, y entonces se dirigió a su habitación, sacó uno de sus muchos trajes de baño, y bajó a la piscina.

No se dio cuenta de que East la siguió.

Tyler por el otro lado, estaba siguiendo a Zach por toda la habitación, optando por perseguirlo hasta quitarle el ventilador arrebatado, así que Casey estaba tranquila. Al no estar Finley, había ido a su lugar (antes cambiando el mueble por un diván, ya que el mueble tenía sudor de Finley —Eww), donde daba el aire acondicionado.

—Frío —sonrió Casey, con los ojos cerrados.

Pasaron unos segundos, antes de que dos manos levantaran sus piernas.

—¡Ah! —chilló Casey, levantándose de un salto. Con la súper-velocidad, Casey se alejó tres metros de la persona y se detuvo a mirarlo. Cuando vio quien era, Casey entrecerró los ojos e hizo los puños—. ¿Se puede saber qué te pasa? —gritó.

Hal, por otra parte, no estaba furioso como Casey. Estaba divertido, y le estaba costando mantener la risa dentro. Apretó los labios e intentó que de ellos no saliera sonido alguno, pero no sirvió de nada. Un par de segundos después, el comenzó a reír entre dientes.

Casey siempre fue una de esas personas que ríen. Ríe en momentos de tensión y ríe cuando las demás personas ríen. Es una persona de risa fácil, algo condenadamente molesto cuando intentas enfadarte.

Unos segundos después, ambos reían como si no hubiera mañana. No podían parar. No tenía ningún sentido y Casey se alegró por ello. Siempre le habían gustado las cosas que tenían sentido y a la vez no, lo que, si lo miras de cerca, les quita el sentido. Como las paradojas —tienen sentido, y eso es lo que les quita el sentido, lo que es un completo sinsentido. Ahora ella reía sin razón, pero si había razón. Como Hal reía, su reacción fue reír, ¿pero por qué reía Hal?

Todo se volvió extraño cuando ambos dejaron de reír y hubo un silencio incómodo entre ellos. Así que Casey huyó, se duchó, robó algo de la cocina y se durmió. Todo en veinte minutos, dejado a un muy aturdido Hal en la sala.

Mientras tanto, pasaba algo parecido en la piscina, dos pisos abajo.


1:48 pm, en la piscina de la Torre Stark

—¡Fuera! —exclamó Finley, señalando el ascensor. La piscina tenía tres salidas. Dos eran los vestuarios, uno para varones y otro para mujeres, y el tercero era un elevador. ¡El piso completo era el salón de la piscina, y le encantaba a Finley! Ella estaba tranquilamente nadando bajo el agua, cuando de repente Forest Hayton llega gritando: ¿Estás bien? ¿No te ahogaste?

No, no se ahogó. No es como si hubiera estado media hora debajo del agua, por el amor de dios.

Pero East lo sintió así. Vio a Finley nadar por —al menos— diez minutos. No pensó en sacarla, solo la vio nadar, y, antes de darse cuenta, habían pasado diez minutos.

Entonces es cuando él gritó, Finley salió, y comenzó a gritar ella a él.

Cuando Finley terminó de gritar, más o menos cuarenta minutos después, ella salió de ahí con paso altanero, se duchó, picó algo de la cocina —donde estaba Hal, mirando a la nada—, y fue a dormirse.

Unos minutos después de que Finley se durmiera, entró Tyler, sosteniendo el dichoso ventilador en alto, como si fuese alguna especie de trofeo. Y lo era. Se lo había quitado a Zach, subiendo a la isla de la cocina, saltando hasta el techo y saltando de manera en que cayó en los hombros de Zach, donde le arrebató el ventilador de las manos. Entonces se duchó, y se hizo un sándwich —que llevaba en la mano al entrar a la habitación. Terminó de comer, y durmió.

Ninguna advirtió que eran a solo las dos de la tarde, estaban demasiado cansadas.

Los chicos sí.

2:56 pm, todavía en la Torre Stark

—¿No les pareció que las chicas actuaron… de manera extraña? —inquirió Zach, recordando el incidente. Si, ese en el que Tyler usó el techo para saltar a sus hombros. East y Hal asintieron—. Entonces no soy el único —murmuró Zach bajo su aliento.

Hal se iba a sentar en el mueble cuando Zach le jaló el brazo fuertemente, causando que cayera de sentón al piso.

—¡Hey! —gimoteó Hal.

—No creo que quisieras sentarte en un sillón sudado, ¡lo siendo por intentar ayudar! —exclamó Zach con dramatismo.

East rodó los ojos pero sonrió.

—¿Y tu como ibas a saberlo? —refunfuñó Hal, sobándose el trasero mientras se levantaba del suelo.

—Una corazonada —respondió Zach encogiéndose de hombros y con una sonrisita de suficiencia en el rostro.

En ese momento entró Tony, seguido por Thor. Por cómo se veía, Tony estaba borracho y Thor lo seguía para escuchar las tonterías que decía.

—¿Quieres la verdad? —preguntó Tony, arrastrando las palabras. Thor se veía preparado para reír por algo ridículo que diría Tony—. ¡Darth Vader es el padre de Luke! —gritó Tony.

East suprimió una risa, Hal sonrió con diversión y Zach rio entre dientes una risa. Por desgracia, Thor no le encontró la gracia.

Thor se rascó la cabeza como hacen en los dibujos animados.

—No lo entiendo. ¿Quién es Darth Vader? ¿Y Luke? —Thor volvió a ver a los chicos—. ¿Y las chicas?

Todos se encogieron de hombros y se miraron los unos a los otros.

Thor abrió ampliamente los ojos antes de ir corriendo al cuarto de las chicas para revisar si estaban ahí. Vaya sorpresa se llevó cuando vio que cada chica estaba acurrucada en su cama. Seguramente el ejercicio las cansó.

Thor comprobó a los chicos con una mirada, buscando signos de cansancio. La verdad es que esos signos eran bastante evidentes. Podían solo haber entrenado dos horas, pero Natasha y Clint los presionaron hasta su límite. Probablemente solo sintieron el cansancio momentos después de terminar el entrenamiento.

—Tienen que ir a dormir —les dijo Thor a los chicos.

—¿Por qué? —preguntó Zach con extrañeza.

—Porque están cansados —respondió Thor secamente, saliendo de la escena con un sonriente Tony a su lado.

—A mí no me importaría dormir —admitió Hal.

—Estoy cansado —reconoció East.

Con eso, el día terminó para los adolescentes. Los Vengadores, aliviados, solo tomaron el resto de la tarde para hacer sus propias cosas.

Un descanso.

Ninguno de ellos creyó que sería tan difícil cuidar de los niños… o tan fácil encariñarse con ellos.


5:01 am, Torre Stark

Casey tiene una forma específica de despertarse por la mañana.

Ella no lo planea así, es solo que su cuerpo despierta así.

Es gradual. Si alguien no la despierta antes de que ella despierte, ella despierta sola y gradualmente. Varias veces a tratado de descubrir en qué posición despierta, pero tan pronto como está ligeramente consiente comienza a moverse. Rueda hacia su lado, gira, mueve las piernas y se enreda en la cobija —porque usa cobija. Siempre y es gruesa. Incluso en verano, lo que no lleva al siguiente problema.

Casey detesta despertar sudando.

Lo peor es que eso pasa cada vez que ella olvida encender el aire acondicionado. No pasa seguido, ya que ella enciende el aire acondicionado por costumbre, solo que esta no es su casa, así que olvida sus costumbres.

Eran las 5:01 de la mañana cuando Casey despertó. Lo revisó ella en el reloj. Ella calculó mentalmente que había estado despierta por lo menos veinte minutos antes de reunir la suficiente fuerza de voluntad para girar la cabeza y mirar el reloj.

No se quería levantar, pero el calor de la cobija comenzaba a molestarle, igual que la fina capa de sudor en su cuerpo.

Sin querer mover más la cabeza, Casey cerró los ojos e intentó recordar donde había visto el control del aire acondicionado de su habitación por última vez.

Casey abrió los ojos con sorpresa. Debería habérsele ocurrido antes.

—¿Jarvis? —probó con voz suave.

—Sí, señorita Carlyle —sonó la robótica voz de Jarvis en los altavoces, de ninguna y todas partes.

—¿Podrías encender el aire acondicionado, por favor? —preguntó Casey tímidamente.

Luego rodó los ojos. Era cosa suya o acababa de ser amable con una máquina. Definitivamente se estaba volviendo loca.

Estando ya despierta, no veía ninguna razón para permanecer en la cama… En realidad, si la veía. Podía volver a dormirse —no sería fácil ahora que ya había hablado, pero podría dormitar, cuando menos— o podía solo quedarse en la cama sin hacer nada, pero lo que quería en este momento era ducharse.

Casey quitó de su cuerpo la cobija, levantándose abruptamente y quedando sentada con las piernas cruzadas en la orilla de su cama. Rápidamente cogió su ipod y sus bocinas y se fue al baño. En el baño puso I'm Yours de Jason Mraz en repetición.

Después de ducharse rápidamente, Casey se envolvió en su toalla, se secó y se puso unos shorts de mezclilla y un top tanque de color verde menta. Juntó todo su cabello en una cola de caballo, la cual retorció y pegó a su cabeza con una pinza.

Sin pensarlo, como en su casa, Casey cogió su ipod con su bocinas y las llevó a la cocina, sin importarle que alguien escuchar. Son las cinco, por amor de dios, nadie aquí estaba despierto a las cinco. Bueno, tal vez Clint o Natasha, pero no se les veía por ninguna parte. Y Pepper, Pepper parecía una persona mañanera, pero tampoco estaba alrededor.

Sonriendo maniacamente ante la idea de un tiempo para ella sola en el salón, Casey comenzó a cantar a pleno pulmón cuando Heartbreaker de Pat Benatar comenzó a sonar.

Cuando la canción terminó, Casey estaba revolviendo mayonesa, cátsup y mostaza —más mostaza que las otras dos— para esparcirlo en las tapas interiores de su sándwich.

—Hola —dijo East al entrar en la sala.

Casey —que tarareaba Kiss Me por The Cranberries bajo su aliento— saltó al escuchar la voz de East.

—Mierda —jadeó, su mano voló a su corazón. Luego lo miró con desagrado—. ¿No pudiste aparecer con un cuchillo y música de miedo para darme un mejor y más efectivo ataque al corazón? —refunfuñó.

East la miró con sorpresa.

—¿No eras tímida? —preguntó aturdido.

—A veces, Forest.

—No me gusta que me llamen Forest —replicó East.

Casey rodó los ojos.

—¿Y por qué razón piensas que te llamé así?

—¿Por qué no lo sabías? —inquirió East, ligeramente confundido.

—Claro que lo sabía. Corregiste a Jarvis cuando te llamó por tu nombre completo.

—Huh.

La verdad es que East no tenía nada que decir. Era un poco extraño hablar con Casey, ya que cada vez que él decía algo, ella llevaba ya tiempo con la respuesta en la punta de su lengua.

Breathe de Taylor Swift comenzó a sonar, e instantáneamente East y Casey hicieron una mueca.

—Realmente debo borrar esa canción de mi ipod —murmuró Casey—, se escuchaba tan bien hace dos meses. —Al tiempo en que dejaba lo que hacía y se acercaba al ipod a cambiar la canción.

—Oye, ¿te importa si yo pongo música? Traje mi ipod… —comenzó East.

—¿Hum? —Casey levantó la mirada—. Oh, sí. Tráelo. Pero si no me gusta, el ipod se va. El tuyo, no el mío —aclaró.

East le dirigió una media sonrisa y fue trotando a su habitación.

Casey respiró profundo, sin proseguir con su sándwich. ¿Por qué estaba actuando tan groseramente… tan… tan dispuesta a discutir con East? Usualmente ella estaba en el estado Jekyll, como le gustaba llamarlo, pero desde que llegó aquí estaba en estado Hyde. Bueno, excepto los momentos en los que Hal estaba cerca de ella, pero eso era porque él le gustaba.

Haciendo un rápido análisis, Casey supuso que era por el lugar en el que estaba. Ella sentía que estaba en peligro así que se mantenía en estado Hyde, en el que procesaba con más rapidez las cosas.

Casey sacudió ligeramente la cabeza y prosiguió a cortar el jamón en tiras, ya que así cabía mejor en el sándwich… Casey era un poco perfeccionista con su comida, o con las cosas que le gustaban, en general.

Ahora lo único que faltaba para su sándwich era el café. Usualmente, de desayuno, ella tomaba un café, pero no veía ninguna cafetera por aquí, y, sin ganas de buscar, ella comenzó a deambular por la sala como león enjaulado.

Soltaba pesados, profundos y dramáticos suspiros contantemente, lo que hubiera molestado a cualquiera que estaba ahí, pero en estos momentos no había nadie.

—Quiero café —gimoteó para sí misma, caminando más rápido.

—Sí, eso. Démosle café a la chica hiperactiva —propuso sarcásticamente una voz a sus espaldas.

—Pero si es Isaac —exclamó Casey suavemente, usando de nuevo el nombre completo del chico con la esperanza de molestarlo, lo que hizo, ya que frunció el ceño ligeramente—. Y es culpa del TDAH.

Zach la miró en blanco.

—Prefiero Zach. ¿Y qué es TDAH? —preguntó finalmente.

—¿Jarvis? —pidió Casey casualmente.

—Trastorno de Déficit de Atención por Hiperactividad —respondió Jarvis amablemente.

—Hiperactividad —concluyó Zach.

Casey se encogió de hombros.

—La hiperactividad no implica que alguien no preste atención, por lo tanto, no es lo mismo. Supongo que es una forma simple de ponerlo, si así lo necesitas.

Le acababa de llamar tonto, notó Zach con sorpresa. Así que él no era la nota más alta de la clase, pero no era tonto. No le cabía a Zach en la cabeza que ella fuera la misma chica que había visto hace dos días, cubriéndose la cara con el cabello.

—Actúas diferente —dijo Zach.

—No, Sherlock —replicó Casey.

Zach suspiró.

—Lo reformularé, ¿por qué actúas diferente?

—Tengo, lo que yo llamo, el síndrome del Doctor Jekyll y Míster Hyde. Algo así como el trastorno de personalidad múltiple, solo que soy plenamente consciente de lo que hago en ambas personalidades, no tengo diferentes nombres, y actuó como la misma persona. Esencialmente, lo único diferente son las palabras dichas por minuto y la rapidez con la que hayo contraataques. De la discusión, por supuesto. Ahora que lo pienso mejor, tal vez una forma más acertada de describirlo sería bipolaridad, pero tampoco es bipolaridad —respondió Casey. Zach la miró con sorpresa. Él no había esperado que ella contestara tan fácilmente. ¿No sería un tema sensible?—. Para contestar la pregunta que no has formulado: la razón por la que no evito este tema, es porque tú llegarías a la conclusión de que este es un tema incómodo para mí, dándote información que podrías usar en mi contra, así que no lo hago.

—Huh —fue la réplica de Zach.

Casey le dio una sonrisa torcida.

—Eso mismo dijo East.

—Escuché mi nombre.

East apareció con un ipod shuffle color negro en la mano, que le lanzó a Casey. Casey sacó su propio ipod rojo, y puso el de East. De inmediato, las bocinas comenzaron a sonar.

—¿Jarvis? —llamó Casey.

—¿Si, señorita Carlyle? —preguntó Jarvis.

—¿Podrías reproducir la canción en las bocinas de la sala?

—Ahora mismo.

Pronto, por bluetooth, Jarvis reproducía la canción.

Los siguientes veinte minutos fueron un borrón. La canción que había estado escuchando East había sido puesta para reproducirse, así que, después de tanto escucharla, Zach y Casey ya se habían aprendido la letra de la canción y junto con East, cantaban a pleno pulmón.

Casey estaba trepada en la espalda de East, quien saltaba en los muebles, y Zach estaba bailando en la barra de la cocina, cuando apareció Finley.

Finley llevaba unos shorts cortos y un top tanque. Estaba algo sorprendida al hallar a esos tres bailando y cantando ya que —gracias a dios— las habitaciones no dejaban entrar el sonido. Ella sintió un rastro de celos al ver a Casey subida en East, pero se esfumó rápidamente cuando Casey la llamó y le indicó que se subiera en East, mientras ella llamaba a Zach para subirse en él.

Finley se subió en East y Casey hizo lo mismo en Zach.

Tal vez no deberíamos estar haciendo esto, pensó esporádicamente Casey.


5:32 am, Torre Stark

Descubrieron que Hal y Tyler tenían sueño pesado.

—Teenagers scare! The living shit out of me! They could care less, as long as someone'll bleed! So darken your clothes, or strike a violent pose, maybe they'll live you alone, but not me! —gritaron Zach, Finley, East y Casey juntos.

La canción se había estado repitiendo desde que pusieron el ipod de East en las bocinas, de modo que todos ya sabían más o menos la letra.

En diez minutos, todos ellos habían logrado hacer una especie de ring. Trajeron almohadas y cobijas, que pusieron en el piso, y luego se subieron ahí. Casey se subió a los hombros de Zach y Finley a los de East, y entonces comenzaron a luchar.

Esta vez les tocó caer a Zach y Casey, pero no dolió ya que las almohadas y cobijas amortiguaron su caída.

Inesperadamente, a las 5:34 am, las puertas del elevador se abrieron.

—Qué. Hacen? —gruñó Fury, al ver a cuatro adolescentes jugando en el piso como niños pequeños. ¿Cómo es que pudo pensar entrenar adolescentes como vengadores era una buena idea? Hace una semana parecía una buena idea…

Casey, que además había encontrado la cafetera —una que hacía mocachinos, ergo, tomó chocolate, azúcar y cafeína—, soltó risitas al ver a Fury.

—Hola —rio animosamente.

—¿Le dieron algo? —preguntó la agente Hill, mirando extrañamente a Casey.

Zach saltó por la oportunidad de responder.

—Tiene TDAH. Y tomó café. Con chocolate. Y tres cubos de azúcar —respondió felizmente, agregando los detalles que recordaba.

Fury asintió a la agente Hill —un movimiento que resultó un poco resignado, como si hubiera esperado no tener que hacerlo, pero sabía, en el fondo, que era inevitable—, quien demasiado rápido para que nadie lo notara —con la única excepción de Casey, quien por el momento miraba distraídamente por la ventana—, levantó una cerbatana con dardos con la punta bañada en somníferos, que penetraron en la piel de cada uno de los presentes.

Estuvieron inconscientes en segundos y, solo para asegurarse, encajaron uno en el brazo de Hal y otro en el brazo de Tyler, y los llevaron a todos a la sala.


6:03 am, Torre Stark

¿Sabe que no puede ponerles somníferos cada vez que no hacen lo que dice, cierto, señor? —preguntó Hill a Fury.

Fury gruñó sin compromiso en respuesta.

Podía ver los parpados de Casey agitándose. Era normal. Ella era la que tenía el metabolismo más rápido, tenía sentido que su cuerpo procesara más rápidamente la droga administrada.

De repente, los ojos de la chica se abrieron y fulminaron a Fury con la mirada.

—Nos durmió. Con químicos —acusó Casey con furia.

—Ten —dijo Hill, alargándole a Casey uno de los brazaletes plateados de hace dos días—. Póntelo.

Casey examinó el brazalete y con una rapidez inconcebible para la mayoría de las personas fuera del edificio, aplastó el brazalete contra la barra de la cocina.

—¡Hey! ¡Cuidado! —exclamó Tony.

Natasha rodó los ojos y Clint sonrió con diversión. El resto de los Vengadores reaccionó con una de ambas opciones. Fury y Hill, por otra parte, miraban a Casey con irritación, mientras ella sacaba el micrófono, el rastreador, y desconectaba la conexión de control remoto del brazalete con el taser, lo que le quitaba el propósito al brazalete. Ahora solo servía para adorno, cuando antes había servido para escuchar conversaciones, para rastrear, y para electrocutar. Casey, con habilidad, volvió a ensamblar el brazalete.

Casey miró a Hill y a Fury inocentemente a través de sus pestañas, y sonrió con la misma inocencia.

—¿Pensaban electrocutarnos? —inquirió.

Fury la miró con frialdad.

—Si era necesario.

Casey bufó, su cara contorsionándose a una mueca sarcástica.

—Espero que no planearan darle el control remoto a Stark —resopló.

—No veo como eso sería una mala idea —replicó Tony, sonriendo traviesamente.

El resto de los adolescentes despertaron en ese momento.

—¿Qué pasó? —bostezó Hal, sentándose, causando a Casey sonrojarse y alejarse de él. Tyler, automáticamente, comenzó a anotar mentalmente las personas presentes en la habitación, sus ojos parando en Zach. Zach, por su parte, dio un vistazo rápido al perímetro y volvió a hundir la cabeza entre sus brazos. Finley hizo lo mismo. East se levantó de un saltó y miró alrededor.

Casey, de nuevo, estaba callada.

—Pónganse estos —indicó Hill, alargando a los chicos unos relojes plateados y a las chicas brazaletes.

—¡No se los pongan! —barbotó Casey. Calladamente, evitando hablar lo más que pudiera hablar, por la presencia de Hal, se estiró para quitarle a Finley (quien estaba más cerca de ella) su brazalete y proceder a hacer lo mismo que hizo con el suyo, mostrando como los brazaletes (y, por ende, también los relojes) tenían manera de paralizarlos, espiarlos, y rastrearlos, lo que causó que todos los adolescentes miraran feo a Fury y a Hill.

Hill se encogió de hombros, como diciendo «yo solo sigo órdenes». Por su parte, Fury se encogió de hombros, diciendo «que puedo decir, en verdad lo hice».

—Tal vez deberíamos continuar esta conversación en la sala de conferencias —sugirió Natasha.

Nadie puso objeción, así que todos subieron a la sala —la misma donde Fury les había dicho (ordenado) a los Vengadores que debían ir a buscar a ciertos adolescentes con habilidades especiales—. La sala era espaciosa. Dos o tres pisos sobre el piso en el que habían dormido, calculó East. De un lado, tenía ventanas de piso a techo. La mesa en el centro era ovalada, y de color gris oscuro, para unas doce personas —el tamaño perfecto en ese momento—. Las sillas estaban clavadas al piso y giraban.

Como para comprobarlo, Zach, al sentarse, comenzó a dar vueltas en su silla.

East rodó los ojos. El sospechaba que Casey hubiera hecho lo mismo si el azúcar aun estuviera haciendo efecto. También sospechó que él hubiera subido a la mesa a bailar si el azúcar aun estuviera haciendo efecto en él, así que no era nadie para hablar.

Fury carraspeó.

—Los brazaletes y relojes…

—Del infierno —murmuró Tyler bajo su aliento.

—…no fueron la única razón por la que vinimos. Hay otros dos temas que debemos tratar, pero primero haremos el de mayor importancia —explicó.

Ninguno de los adolescentes dijo nada, haciéndole la ley del hielo a Fury y a Hill.

—Espero que el segundo tema sea sobre el apartamento que van a conseguir para salir de mi torre —señaló Tony.

—Creí que nos habías dado la torre a los Vengadores —dijo Hill, sonando un poco confundida.

—Nosotros también —murmuró Bruce, con un poco de sarcasmo.

—Cambié de opinión —repuso Tony.

—No puedes pedir un regalo de regreso —bufó Clint.

—Ya lo sé. La estoy exigiendo y es una torre.

—Que regalaste —observó Steve, jugando con un cubo rubik con sus manos.

—Pero la tengo de regreso, así que ya no es un regalo.

—¡Eso no tiene ningún sentido! —resopló Natasha.

Fury le dirigió a Hill una mirada de reproche por comenzar el argumento y comenzó a hablar, esperando que los Vengadores se callaran para escuchar.

—Debemos hablar de sus debilidades —dijo en voz alta, intentado llamar la atención de todos. Durante el argumento de los Vengadores, los adolescentes de habían puesto a hablar entre ellos. Después de unos segundos, todos los ojos de la habitación estaban puestos en Fury. Fury carraspeó—. Debemos hablar de sus debilidades —repitió.

—¿A qué te refieres? —preguntó Zach nerviosamente.

—Todos tienen debilidades, ¿Cuáles son las suyas? —inquirió Fury—. Romanoff, por ejemplo, tiene problemas de confianza. Lo mismo va para Barton. Stark tiene la lucecita en el pecho. Su arrogancia también es su problema, y su capacidad de crear enemigos tan fácilmente. Banner tiene su… problema de personalidad múltiple. Y Rogers es demasiado noble. —Mientras Fury enlistaba sus defectos más sobresalientes, los Vengadores fruncieron el ceño (Steve, Natasha y Bruce) o hicieron un puchero (Clint y Tony), descontentos—. ¿Cuáles son los suyos?

—¿Y qué te hace creer que te diremos nuestros defectos? —preguntó Finley, con un indicio de sonrisa divertida en las comisuras de sus labios.

—Para que podamos hacerlos menos vulnerables —respondió Fury inmutablemente.

Zach, quien había estado callado, barbotó inesperadamente—: ¿Nos van a conseguir trajes?

Parece que Casey no es la única con TDAH, pensó East sarcásticamente.

—Espero que no sean como los de ellos —agregó Finley, haciendo una seña general que cubría a los Vengadores. Un coro de indignados «¡Hey!» siguió a ese comentario, a lo que Finley respondió con un defensivo encogimiento de hombros—. Es verdad —replicó murmurando.

—Y sin espándex, por favor —añadió Tyler.

—Hill —se quejó Fury, viendo que la agente Hill intentaba reprimir una sonrisa al ver a su jefe ser interrumpido.

—¿Señor?

—No te rías —ordenó en tono quejumbroso, frunciendo el ceño. Miró a Hal, quien, por lo que había visto hasta ahora, era el más tranquilo de todos—. ¿Cuál es tu debilidad? —preguntó.

—La harina —replicó Hal, con una sonrisa torcida de travesura, sabiendo que Fury sabía cómo Bruce lo había atrapado.

El resto de los adolescentes pegaron la misma sonrisa en su boca y miraron a Fury.

—La zanahoria —alegó Zach.

—Todd Winchester. Me da alergia —afirmó Finley.

—El color rosa —dijo Tyler. Se estremeció—. Ugh.

—Mi hermano —dijo East, recordando a su hermano bebé. Se encogió al pensar en su llanto. Como detestaba el chillido.

—El café —declaró Casey, después de pensar un segundo—. Si no me das café en la mañana, seré un zombie el resto del día.

Zach bufó, recordando como la había visto dando vueltas alrededor buscando café.

—Seguro —resopló.

Casey rodó los ojos.

Fury suspiró con cansancio e indicó a Hill que se acercara. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca para que nadie los oyera, Fury le susurró al oído—: Deja a los Vengadores a cargo de averiguar las debilidades de los niños.

La agente Hill asintió y volvió a su lugar, sabiendo que Fury quería que se los dijera discretamente.

Fury suspiró.

—Muy bien, si no quieren hablar de sus debilidades y no se van a poner los brazaletes, nos queda un último tema —anunció—. Van a ir a la escuela.

—¿Qué? —exclamaron todos los adolescentes a la vez.