Disclaimer: Nada de esto me pertenece, todo es de la brillante J.K. Rowling y Painmont, la autora original de esta historia.
Notas de la autora original: Gracias por leer, y, ¡gracias por todos los reviews y comentarios! Algunas de las soluciones sugeridas al misterio de la desaparición de Sally-Anne fueron brillantes, ¡espero que los que escribieron reviews puedan escribir sus propias historias de misterio! Me encantaría leerlas. Sí, éste es el capítulo final y la solución al misterio. Para leer una versión diferente sobre qué pasó con Sally-Anne, esperen my próximo fic, "The book of Abraham the Mage".
Nota de la traductora: Bueno, éste es el último capítulo, al igual que Painmont le agradeció a quienes le dejaron review, yo le agradezco a quienes me dejaron review a mí y leyeron esta traducción. Espero que algún día pueda subir los primeros cinco capítulos, pero como expliqué desde un principio, no puedo hacerlo sin el permiso de la chica que los subió primero. Aún así, ¡espero que hayan disfrutado! ¡Y reitero que les agradezco de corazón haberme leído!
...
—¿Harry? —susurró Hermione—. ¿Estás bien?
—No lo sé… —Harry oyó voces en la distancia y se apresuró a poner la capa invisible sobre ellos de nuevo. Podía ver el ovalado y pálido rostro de Hermione debajo de la capa, a pesar de que estaba oscureciendo. Qué extraño, pensó, que podamos vernos el uno al otro, aunque ambos seamos invisibles. Me pregunto si aquellos que son invisibles para nosotros son visibles para otros a la vez.
Encontró la mano de Hermione, pequeña y caliente, debajo de la capa, y su invisible compañera salió de debajo de la capa una vez estuvo dentro de la brillante tienda de dulces. Ella susurró en su oído:
—Regresemos antes de que la tienda cierre; no queremos que te quedes aquí sin acceso al túnel.
Honeydukes estaba vacío a esa hora, excepto por un solitario empleado, un joven mago con una túnica color miel con una brillante H de oro en el pecho. Él parpadeó, sorprendido por el leve susurro de los envoltorios de caramelos entre los que Harry y Hermione trataban de pasar desapercibidos. No estamos aquí, pensó Harry, y el joven mago pareció estar de acuerdo con él, así que simplemente se encogió de hombros y siguió comiendo caramelos a escondidas.
Cuando ellos iban trazando su camino de vuelta a Hogwarts a través del estrecho túnel de piedra, Hermione susurró:
—Harry, ¿qué es lo que te ocurrió afuera de la tienda? Parecía como si hubieses visto a un fantasma.
—Creo que al fin entendí la verdad sobre Sally-Anne —su voz resonó en el solitario túnel. Harry paró y miró alrededor. ¿Dónde estaban exactamente? Era difícil de decir, puesto que no había nada que distinguiera una parte del pasadizo de otra. Sacó el mapa de los Merodeadores de su bolsillo y le echó un vistazo bajo la vacilante luz que salía de su varita. Pero en el mapa faltaban dos puntos que dijeran "Harry Potter" y "Hermione Granger". La mayor parte del túnel estaba fuera del mapa; sólo la entrada y los primeros pasos dentro del castillo eran visibles en el amarillento pergamino. Somos nada, pensó. Estamos a la mitad del camino entre dos sitios, perdidos en el espacio entre Hogsmeade y Hogwarts.
Sacudió el extraño pensamiento de su mente y volteó hacia donde estaba Hermione.
—Quizá deberíamos parar aquí un momento, Hermione. Tal vez deberíamos hablar aquí, antes de que regresemos al colegio. Es difícil hablar en privado allá.
Y quizá, pensó a sus adentros, es más fácil hablar sobre Sally-Anne aquí, en este lugar que no está ni aquí ni allá, pero en alguna parte en el medio de ambos sitios, tal como Sally-Anne.
Hermione asintió, y ambos se sentaron juntos en el áspero suelo del pasadizo.
—¿Sabes la verdad sobre Sally-Anne? —los ojos de Hermione lucían grandes y oscuros en su pálido rostro.
Harry tragó saliva.
—Creo que sí…
—¿Sally-Anne y Ariana fueron entonces la misma persona?
—Sí. O no… Supongo que eso depende de cómo lo veas… —Harry vio la expresión de exasperación de Hermione y sonrió—. Lo siento, no era mi intención ser tan poco explícito. Sí, Sally-Anne fue la hermana de Dumbledore, Ariana, a pesar de que Ariana murió hace mucho tiempo atrás.
—¿Cómo? ¿Cómo es eso posible? —Harry advirtió que ella trataba de mantener su voz firme—. Los muertos no pueden resucitar, ¿o sí?
—¿Resucitar? No… o quizá sí… por así decirlo… —Harry hizo una pausa por un momento, esforzándose por poner sus repentinas ideas en palabras—. Ariana Dumbledore regresó a Hogwarts, de alguna manera, noventa y cinco años después. ¿Pero por qué entonces? Para entender cómo ella llegó a estar ahí, primero necesitamos entender qué fue lo que la hizo retornar al colegio en ese preciso momento. ¿Qué pasó en el otoño de 1991 que la hiciera regresar?
—Tú llegaste a Hogwarts. Harry Potter, el Niño Que Vivió.
—Y tú también, Hermione, y Ron, y un montón de gente. Y también el profesor Quirrell, que ocultaba un terrible secreto debajo de su turbante.
Hermione reflexionó por un minuto.
—Pero tú, Ron y yo llegamos a Hogwarts simplemente porque somos magos que cumplieron los once; nosotros llegamos por la misma razón por la que los niños han venido a Hogwarts por cientos de años. No hay nada de extraordinario en nuestra llegada, aunque haya algo extraordinario en ti. Pero Quirrell…
—Quirrell había aceptado su nuevo puesto y vino a Hogwarts ese Septiembre porque había algo que su maestro quería desesperadamente.
—La piedra filosofal —susurró Hermione—, Sally-Anne vino a Hogwarts poco después de que la legendaria piedra filosofal fuera traída. Los poderes mágicos de la piedra tienen la habilidad de producir elixir de la vida, prolongar la vida indefinidamente, la piedra que Tú-Sabes-Quién deseaba tanto… y por unas pocas semanas, antes del inicio del curso, Dumbledore tuvo la piedra en su posesión, dentro de Hogwarts. Pero… pero Ariana estaba muerta, ¿no? Seguramente, ni si quiera la piedra filosofal puede regresar a los muertos, ¿verdad, Harry?
Harry sacudió su cabeza, lentamente.
—No, no creo que pueda. Creo que la piedra filosofal jugó algún papel en el regreso de Ariana, pero eso no fue lo que la hizo volver.
—No entiendo —¡Qué extrañamente pequeña y vulnerable lucía Hermione cuando estaba confundida! Pensó Harry.
—Hermione, trata de pensar en lo que Dumbledore debía haber estado haciendo en las últimas semanas antes de que comenzara septiembre —dijo Harry suavemente.
Hermione cerró sus ojos por un momento, recordando.
—Bueno, el debía de haber estado ocupado haciendo que todo estuviera listo para el comienzo del curso, supongo. El debía de estar organizando los eventos del año entrante, hablando con los otros profesores, Y… Y él habría estado escondiendo la piedra filosofal. Por supuesto, eso era lo que estaba haciendo, justo antes de que nosotros llegáramos. Y entonces los profesores de Hogwarts tendrían vigilada la piedra con los siete obstáculos que nosotros enfrentamos en nuestro primer año: Hagrid habría traído a Fluffy, la profesora Sprout habría proporcionado el Lazo del Diablo, alguien habría encantado las llaves voladoras… ¿Quizá Madame Hooch? Sí, debió ser ella; había escobas voladoras por todo el muro de la cámara, y ese obstáculo en particular fue un reto de Quidditch, ¿no? La profesora McGonagall fue quién puso el encantamiento de la tabla de ajedrez. Y entonces ahí estaba el troll. Supongo que Quirrell trajo el troll por su propia cuenta —ella se estremeció un poco—. A veces aún sueño por las noches con ese troll. Y el profesor Snape habría puesto el acertijo con las pociones.
—¿No es divertido que Snape debiera poner un acertijo de lógica? —murmuró Harry pensando en el profesor de pociones—. No siempre es tan frío y racional.
Hermione rió.
—Oh, el acertijo de las pociones no era del todo lógico, Harry. De hecho, era imposible de resolver.
—¿Qué? —Harry parpadeó sorprendido—. Pero tú lo resolviste.
—Claro que lo hice —respondió Hermione distraídamente—, por no con lógica nada más. Verás, Harry, en la manera en la que el acertijo estaba escrito, había dos posibles respuestas, no sólo una.
"¿Dos posibles respuestas? ¡Ahora sí parece propio de Snape!" Pensó Harry para sí mismo. "El eternamente ambivalente profesor de pociones… Incluso sus acertijos carecen de una respuesta simple." Miró con curiosidad a Hermione.
—¿Así que sólo adivinaste? —de alguna manera, eso no le parecía algo que Hermione haría.
—Por supuesto que no. Usé la lógica para reducir la respuesta a dos soluciones diferentes, y entonces usé lo que sé de Snape para conseguir la respuesta correcta. Era un acertijo lógico que no se podía resolver sólo con lógica. Pero al final noté que Snape hubiese preferido acomodar las dos pociones correctas de manera más simétrica. ¿O no te has dado cuenta de que el profesor Snape siempre arregla los ingredientes de pociones simétricamente en el aula?
Harry sacudió la cabeza.
—No, nunca noté eso. Pero Quirrell superó el acertijo de pociones también. ¿Cómo lo habrá hecho él?
Hermione sonrió.
—El debió de haberse visto obligado a hacer conjeturas. No creo que entendiera suficientemente bien a Snape como para ser capaz de determinar en qué manera el habría apelado por hacerlo. Desafortunadamente, adivinó correctamente. Y entonces está el séptimo obstáculo…
—El último acertijo de todos —susurró Harry; el espejo de Oesed, el obstáculo que Quirrell y su maestro tenebroso no pudieron superar.
—Puesto ahí por Dumbledore —Hermione lo miró, con expresión de asombro en sus ojos oscuros—. El Espejo de Oesed, el espejo que muestra tus anhelos. Estoy empezando a entender, Harry… Quizá Dumbledore miró en el espejo encantado de Oesed ese septiembre y vio a su hermana muerta, a quién había perdido tanto tiempo atrás, pero nunca había sido capaz de olvidar.
—Pero el espejo no estaba en la cámara en ese momento —recordó Harry—. Estaba en algún otro sitio primero, en una especie de trastero, cuando lo encontré durante la Navidad. Dumbledore lo debió haber puesto en la cámara subterránea después. O quizá lo puso por ahí a propósito… me pregunto por qué. Es casi como si él hubiese querido que yo encontrara el espejo. Pensándolo bien, no creo que haya sido una coincidencia que yo tropezara con esa habitación esa noche. Me pregunto si la piedra filosofal estaba ya escondida dentro del espejo.
—Nunca he visto ese espejo, Harry —la voz de Hermione sonaba ronca—. Dime cómo es.
—¿El Espejo de Oesed? —Harry suspiró suavemente—. Es… Es tan maravilloso que te deja sin aliento. Cuando lo ves, sientes como si no hubiese nada más en la habitación aparte del espejo. O más bien sientes que no hay más nada en todo el mundo… toma tu corazón y lo hechiza. Cuando ves adentro del espejo, ves aquello que tu corazón desea, aún cuando nunca hayas sabido lo que era hasta ese momento. El espejo te conoce mejor que tú mismo —La voz de Harry flaqueó cuando recordó los rostros de su padre y su madre en el espejo.
»Y lo más extraño del espejo —continuó con un susurro—, es que lo que aparece es tan real, es como si el espejo fuese una puerta hacia un mundo diferente en donde todo es posible. Y piensas a tus adentros: Si tan sólo yo pudiese encontrar la manera de llegar al otro lado… Es tan fácil olvidar que no hay otro lado; el espejo no es más que una superficie brillante. Hace lo que todos los espejos hacen: reflejar a la persona que está enfrente de él.
Su voz se apagó por un momento, a la vez que sentía que los ojos le picaban por las lágrimas. Entonces, susurró:
—Cuando vi hacia el espejo, vi a mi padre y a mi padre. Ellos parecían tan maravillosamente reales que por un momento creí que era posible traerlos de vuelta a la vida. Para mí, parecía que ellos aún estaban vivos, en esa realidad esquiva flotando justo detrás de la superficie del espejo. Si tan sólo hubiese una manera de traerlos desde esa realidad hacia esta…
—Desearía que hubiese una manera, Harry —dijo Hermione suavemente mientras acariciaba su mejilla. Su tacto era suave, casi imperceptible, pero dejó a Harry sintiéndose extrañamente sin aliento.
—¿Qué crees que tú verías en el espejo, Hermione? —preguntó curioso, mirando sus ojos marrones—. ¿Tú misma sosteniendo un reporte de calificaciones perfecto? No, tú siempre los consigues, incluso sin el espejo.
Hermione rió.
—Quizá yo hubiese deseado notas perfectas, cuando llegué aquí y tenía once. Pero ahora… Tal vez yo también vería a tus padres, Harry. Desearía que los pudieses tener de vuelta, así no estarías solo —Harry notó el repentino rubor en sus mejillas, y sintió que algo se agitaba en su corazón, algo que se sentía extrañamente dulce y terrible al mismo tiempo. Él casi deseaba que Ron estuviese allí, para aliviar lo terrible del momento, y aún así se sentía muy feliz…
—¿Entonces crees que eso es lo que ocurrió en nuestro primer año? —continuó Hermione—. ¿Crees que Dumbledore miró al espejo, vio a su hermana fallecida, y de alguna manera se las arregló para traerla fuera del espejo? ¿Cómo es eso posible? ¿Cómo puedes sacar un sueño de un espejo y traerlo al mundo real? ¿Cómo le dio a una chica de carne y hueso la memoria de Ariana?
—Quizá de la misma manera en la que yo adquirí la piedra filosofal del espejo —dijo Harry lentamente—. Recuerda que el espejo estaba encantado para que sólo aquél que deseara encontrar la legendaria piedra, pero no usarla para sí mismo, sería capaz de sacarla del espejo. Quizá Dumbledore descubrió el encantamiento mientras estaba en frente del espejo, teniendo en sus manos la piedra que él tenía que esconder, y observando el rostro de su hermana muerta. Él debió haber deseado desesperadamente traerla de vuelta a Hogwarts. No para sí mismo, sino para el bien de ella… Ariana quería regresar a Hogwarts después de que la sacaran del colegio, pero nunca fue capaz de hacerlo. Tal vez Dumbledore observó el pequeño y pálido rostro de su hermana en el espejo y deseó con todo su corazón que ella fuese capaz de unirse a los nuevos estudiantes que estaban a punto de llegar a Hogwarts. Y quizá el mismo encantamiento que me permitió encontrar la piedra escondida en el espejo, le permitió a él encontrar a la pequeña niña escondida allí…
—Y entonces ella salió del espejo —la voz de Hermione tembló—. Porque él deseó tan desesperadamente que ella fuese real, por el bien de ella, más que por el suyo propio. Metió la mano en el espejo y trajo a su hermana de vuelta. Pero supongo que no podía decirle a nadie lo que había hecho, así que le dio a la niña un nombre diferente. La llamó "Sally-Anne", porque era quién ella quería ser… Sí, debió ser así como ocurrió, Harry. Pero, ¿era ella la verdadera Ariana, o sólo un recuerdo de Dumbledore, la chica que salió del espejo?
—No lo sé. Tal vez era ambas… —susurró Harry. Él extendió su mano y tomó la de Hermione y la ayudó a levantarse—. Vamos a ver a Dumbledore, Hermione.
Ella asintió, y caminaron juntos en silencio a través del pasaje subterráneo hasta que llegaron a la puerta que los llevó de vuelta al brillante y familiar mundo de Hogwarts.
...
Encontraron a Dumbledore trabajando en su escritorio con la cálida luz dorada que su lámpara desprendía. El resto de la familiar habitación se hundía en la profunda oscuridad de la noche.
—¡Oh, vengan acá, jóvenes Gryffindors! —Dumbledore puso su pluma a un lado y les sonrió cuando entraron—. Vaya bienvenida distracción de la tediosa, pero desgraciadamente tan necesaria tarea de escribir el reporte anual al Ministerio de Magia del presupuesto escolar. ¿Qué puedo hacer por ustedes esta noche? —les hizo un ademán de que se sentaran, y los chicos encontraron dos sillas al otro lado del escritorio. Algo se movió entre las sombras detrás de ellos, pero Harry no pudo ver que era. Tal vez había sido Fawkes moviéndose, invisible, en la oscura esquina.
—Señor… —Harry miró el familiar rostro del gentil y viejo director. Tenía tantas preguntas que hacer, pero no sabía cómo empezar.
—¿Qué ocurre, Harry? —Dumbledore lo escrudiñó por encima de sus gafas de media luna.
—Usted… Señor… —Harry no conseguía las palabras correctas.
Él se sintió aliviado cuando Hermione habló por él.
—Harry quería preguntarle por su hermana Ariana, señor, y por la chica que salió del Espejo de Oesed.
—Ah. Entonces lo saben —Dumbledore se quedó inmóvil por un momento.
Cuán terriblemente viejo y frágil luce de repente, pensó Harry. Tiene ese aspecto frágil y medio ausente de las personas mayores que están a punto de morir, cuando lo que los ata a este mundo se vuelve más y más débil con cada día que pasa…
—Señor, ¿está bien? —Harry tocó la arrugada mano del director.
—¿Qué? —Dumbledore lucía extrañamente perdido por un momento, pero entonces su familiar sonrisa dibujó su rostro—. Debí saber que ninguno de los dos sería capaz de descansar hasta saberlo… Siempre es mucho más fácil engañar a los adultos que a los chicos. Los chicos siempre quieren saberlo todo.
—La profesora McGonagall sabe —dijo Harry en voz baja—, aunque no nos dijera nada.
—Ah, sí. La profesora McGonagall, mi socia en el crimen… —Dumbledore se rió un poco, pero había cierto nerviosismo y temblor en su risa—. ¡Pobre Minerva! Cuando le confesé lo que había hecho y le pedí su ayuda para cubrir mi terrible error, me dio un sermón tan largo y estaba tan furiosa que los retratos en la pared tuvieron que cubrirse los oídos. Afortunadamente, eso significa que no escucharon la mayor parte de nuestra conversación. Puede que no estés consciente de esto, pero la profesora McGonagall tiene un amplio vocabulario que incluye algunas expresiones escocesas un poco coloridas —sonrió con tristeza—. Pero al final ella se apiadó de mí y estuvo de acuerdo en ayudarme a cubrir la evidencia de mi error. Ella tiene un buen corazón, verás, y supo que yo había actuado por amor, aunque mis acciones hayan sido equivocadas.
—¿Qué pasó con la chica del espejo, señor? —preguntó Harry vacilante—. ¿Qué paso con ella cuando se desvaneció? ¿Ella era real?
—Ah, Harry. ¿A dónde van las personas que se desvanecen? —la voz de Dumbledore era apenas más que un susurro—. A la nada, supongo… ¿Que si ella fue real? No estoy seguro de saber la respuesta, Harry. Supongo que fue tan real como nuestros recuerdos…
Había una expresión distante en sus brillantes ojos azules, como si estuviese buscando algo en la distancia que no podía ver. Por primera vez, Harry notó cuán parecidos eran sus ojos a los de la pequeña niña en el retrato.
—Los recuerdos pueden parecer curiosamente reales —dijo Dumbledore tranquilamente—. Mi hermana Ariana murió noventa años atrás. Tú podrías haber pensado que mi recuerdo de ella podría haberse hecho más débil con el tiempo. Pero los recuerdos de mi hermana no se han esfumado; sólo se han vuelto más fuertes y nítidos con el paso de los años. Los recuerdos que tenemos de la vida comienzan a empañarse cuando te vuelves viejo, pero nuestros recuerdos de los muertos se hacen más claros y luminosos con el tiempo… Mi hermana Ariana estuvo aquí en Hogwarts sólo una semana, pero aún recuerdo con perfecta claridad cómo sonreía cuando entró al Gran Comedor del brazo de Amaryllis, y la manera en la que el sol de la tarde cayó como oro en su cabello mientras caminaba por los escalones en la entrada del colegio. A veces observo los pequeños y pálidos rostros de los niños de primer año que están a punto de ser seleccionados al comienzo de cada nuevo año, y recuerdo su rostro el día en el que seleccionada en Hufflepuff. A veces cuando veo a los estudiantes de Hufflepuff imagino a Ariana caminando, invisible para el resto. Y me encuentro a mí mismo pensando que aquella pequeña niña parece agradable, que podría ser muy buena amiga de Ariana, y entonces, de pronto recuerdo que Ariana se ha ido…
Una delgada lágrima bajó por su arrugado rostro.
—Pero entonces —susurró—, algo realmente curioso sucedió. Me encontré a mí mismo en frente del espejo de Oesed poco antes de que ustedes llegaran a Hogwarts. Había extraños rumores de que era posible que Voldemort no hubiese muerto del todo, y mi viejo amigo Nicolas Flamel estaba terriblemente ansioso por poner la piedra filosofal a salvo. Le ofrecí esconderla para él en Hogwarts, y él en seguida aceptó. Había encontrado el lugar perfecto para ocultar la piedra: el encantado Espejo de Oesed, en el que vemos nuestros más profundos deseos. Era un escondite ingenioso, porque los verdaderos deseos es lo único que el Señor Tenebroso no sabe cómo conquistar. De hecho, fue su propio deseo desesperado por la inmortalidad lo que lo convirtió en el temido Voldemort. La piedra estaría a salvo en el espejo. Y entonces así fue como me encontré a mí mismo en frente del Espejo de Oesed hace dos años, a punto de esconder la piedra en un lugar en donde Voldemort jamás la encontraría. Pero el espejo es verdaderamente poderoso, como sin duda descubriste por tu cuenta, Harry, y no pude resistirme a verlo por un breve momento. Y lo que vi me robó el aliento…
Su voz tembló.
—Ella lucía tan real, ya ves, que comencé a preguntarme si yo simplemente había soñado que ella había muerto hacía tantos años atrás. Ella me sonrió y dijo mi nombre, y no pude hacer más nada por mí: extendí mi mano para tocarla, para descubrir que ella realmente estaba allí. Y ocurrió algo milagroso: para mi asombro y deleite, mi mano tocó una piel tibia dentro del espejo. Con mi corazón palpitando, tomé la mano de mi hermana y la saqué del espejo, y ella dio unos pasos desde el vidrio plateado tan fácilmente como si hubiese estado yendo de una habitación a otra. ¡Mi hermana, aquí en Hogwarts, viva en carne y hueso! Me sentí tan feliz que no podía importarme menos si era real, o si tenía una simple alucinación en frente. Real o no, ella estaba ahí, y eso era todo lo que importaba. Al principio, Ariana estaba desconcertada; me preguntó en dónde estaba. Pero cuando le dije que estaba de vuelta a Hogwarts, ella rió con alegría. Y así se me ocurrió un plan. Era un plan lunático, pero en ese momento me parecía totalmente lógico y razonable. Ariana se inscribiría en Hogwarts; ella sería seleccionada junto a los otros estudiantes que estarían a punto de llegar al colegio. Yo la traería desde Londres y así ella podría tomar el expreso de Hogwarts con los otros niños, y así yo hechizaría al sombrero seleccionador para que la seleccionara de nuevo… Ariana estaba tan emocionada por mi loco plan, y se rió y sugirió un nuevo nombre para ella: Sally-Anne Perks. Ese sería para ella un maravilloso juego, y ella quería jugar.
Dumbledore suspiró pesadamente.
—Por unos pocos días, pensé que funcionaría… Mi cabeza estaba llena de maravillosos planes para Ariana en un futuro juntos: ella se haría amiga de las chicas en Hogwarts, y yo la ayudaría con sus clases. Ella nunca fue muy brillante, pero con mi ayuda ella seguramente pasaría todos los exámenes. Y luego le encontraría un empleo, quizá aquí en Hogwarts, y así podríamos estar siempre juntos… —su voz se apagó, y se sentó silenciosamente por un momento.
—Pero no funcionó, ¿cierto? —susurró Harry, rompiendo el silencio.
Dumbledore sacudió su cabeza lentamente. Volvió su rostro lejos de la luz de la vela, de modo que Harry no podía decir si Dumbledore estaba llorando.
—No, Harry, no funcionó. Al principio, Ariana estaba muy entusiasmada, pero entonces un cambio gradual se efectuó en ella. Ella empezó a dudar… ella comenzó a visitarme en las noches, cuando todos los demás estaban dormidos, y me hacía preguntas terribles a las que yo no sabía cómo responder: ¿Quién soy? ¿Cómo es que soy Ariana si Ariana está muerta? ¿Soy real, o sólo soy un recuerdo como los retratos del las paredes? Traté de tranquilizarla, quería alentarla, pero no encontró consuelo en mis respuestas. Ella se sentía cada vez más y más angustiada y confundida, a pesar de mis esfuerzos de convencerla de que no importaba para nada si ella era real; lo que importaba era que ella estaba aquí, que estábamos juntos. Pero entonces una noche, dejó de llorar. Ella simplemente me miró y me dijo: Iré de vuelta al espejo, Albus. Le imploré que lo reconsiderara, pero ella había tomado una decisión. Y entonces comprendí que lo único que podría aliviar el dolor que ella sentía era lo único que rompería mi corazón. Pero estuve de acuerdo con su plan; ¿qué más podría hacer yo? La amaba, y no podía soportar verla tan infeliz. Así que la llevé al espejo, la besé en la frente una última vez y le dije adiós. Me sonrió por primera vez en muchos días. Y entonces dio un paso hacia el espejo y se desvaneció.
—¿Y alguna vez usted volvió a… mirar allí adentro? ¿Mirar al espejo? —La voz de Hermione era débil.
Dumbledore sacudió la cabeza.
—Miré al espejo… Oh, sí, lo miré, pero no la vi a ella. Me paré en frente del espejo unas cuantas veces, pero todo lo que vi reflejado en su brillante superficie fue un hombre viejo que tal vez se había vuelto un poco más prudente —suspiró suavemente—. Al menos, eso espero. Pero a veces todavía me pregunto qué haría si descubriera alguna magia poderosa que me permitiera regresar a alguien de la muerte, un diferente tipo de piedra filosofal, quizá. ¿Tendría la sabiduría para hacerlo a un lado, tirarlo en algún lugar del Bosque Prohibido, o me vería tentado a usarlo? Ni si quiera ahora sabría responder eso...
—¿Por qué quiso que todos olvidaran a Sally-Anne? —susurró Harry—. ¿Por qué no quiso que la recordaran?
Dumbledore miró hacia abajo. Su voz tembló ligeramente cuando respondió:
—Nunca hubo una Sally-Anne, Harry. Sally-Anne fue simplemente un sueño introducido a la realidad por un momento fugaz. Ella no era más que la fantasía de una pequeña niña y el lamento un hombre viejo. Ella no pertenecía a este mundo, Harry. Ella tenía que ser olvidada. La profesora McGonagall se molestó conmigo cuando le pedí ayuda para modificar las memorias y los registros del colegio con el fin de extinguir todo pequeño rastro de la breve existencia de Sally-Anne. Ella piensa que es necesario recordar nuestros errores para evitar repetirlos. Pero creo que ella subestimó la estupidez del corazón humano: Si otros se enteraban de lo que había hecho, me preocupaba que intentaran repetir mi error, en lugar de aprender de él… Al final, ella estuvo de acuerdo en ayudarme a cubrir los rastros de mi estupidez.
—No del todo, señor —dijo Hermione tranquilamente—. Nada puede ser totalmente olvidado.
Dumbledore la miró pensativamente.
—Quizá no —dijo suavemente—. Pero confió en que ustedes dos entenderán porqué a veces es necesario guardarte lo que has aprendido
Ambos asintieron silenciosamente.
—Pero, ¿señor? —un repentino pensamiento atravesó la mente de Harry—. Hay una cosa que no comprendo.
—¿Sólo una? —Dumbledore sonrió—. ¿Y qué es lo que no entiendes, Harry?
—¿Por qué no le pidió ayuda a Snape para borrar los recuerdos de Sally-Anne? ¿Por qué no lo hizo también su confidente? Yo pensaba que usted confiaba completamente en él, señor.
—Ah —Dumbledore miró pensativamente a Harry por un momento—. Una excelente pregunta… Yo confío en el profesor Snape, Harry; yo confiaría en él por el resto de mi vida. Y aún así… No estoy seguro de poder confiar en él sabiendo que nuestros sueños y lamentos pueden salir de un espejo encantado a la realidad, aunque sea sólo por un breve momento.
Su mirada se detuvo en el rostro de Harry, y entonces le preguntó:
—¿Puedo confiar en ti sabiendo todo esto, Harry?
—Sí, profesor.
En ese momento, una luz resplandeciente iluminó las sombras de la esquina. Fawkes el Fénix había estallado en llamas radiantes de oro y carmesí. Por un momento se iluminó el cuarto a oscuras. Pero entonces su ardiente esplendor comenzó a desvanecerse; las llamas se fueron apagando hasta que desaparecieron en la oscuridad. Unos momentos después, escucharon un suave chirrido, seguido de un pequeño chillido desconcertado del pichón de fénix que se revolvía entre las cenizas.
Dumbledore hizo algunos sonidos para tranquilizar al pájaro.
—¿Está bien, señor? —Hermione sonó preocupada.
Dumbledore sonrió.
—Por supuesto que sí, señorita Granger. Fawkes ha experimentado esto muchas veces antes. Al menos eso creo… Supongo que sólo un filósofo podría determinar si yo he sido el dueño de una sola ave muy vieja, o si he tenido cientos de fénix idénticos que llevaban con ellos los recuerdos de las aves que se fueron antes…
Sus brillantes ojos azules parpadearon detrás de sus gafas.
—Creo que es mejor que se vayan ahora. Tengo un pichón de fénix que atender, y creo que ustedes dos han estado ausentes mucho tiempo. Tuve una visita unas pocas horas antes de su amigo el señor Ronald Weasley y un muy agitado elfo doméstico. Ellos estaban muy preocupados porque ustedes estuvieron ausentes tanto a la hora del té como en la cena, y porque no se hallaban en ningún lugar. Entre los dos habían ideado algunas teorías fantásticas para explicar su misteriosa desaparición. Creo que algunas de sus teorías involucraban viajes en el tiempo, vampiros y golems, entre otras cosas. Ustedes en verdad deberían ir con ellos y dejar que sus mentes descansen.
Dumbledore sacudió su varita, y la luz de la lámpara se hizo más brillante. Ahora podían ver al pichón de fénix, una pequeña criatura abandonada entre un montón de cenizas. Dumbledore cogió a la pequeña ave y la acariciaba suavemente.
Cuando Harry y Hermione caminaban hacia la puerta, una neblina de luz plateada se coló hacia donde estaban ellos desde la abertura de un viejo armario. Harry extendió la mano y tocó una evanescente niebla plateada.
—¿Qué es esto, señor?
—¿Qué? —Dumbledore dirigió su mirada lejos de la pequeña ave en su dedo—. Oh, eso. Sólo recuerdos Harry. Recuerdos del pasado… Quizá te los enseñaré en algún momento. Hay una magia muy poderosa en los recuerdos, ya lo ves.
FIN.