Clasificación: la clasificación en general es T, pero este capítulo sigue siendo K :/, como ya dije sólo algunos capítulos son más radicales.

Disclaimer: Los personajes de este anime/manga no me pertenecen, sino a Rumiko su mangaka y a los diversos colaboradores del anime, yo sólo soy dueña de la trama y algunos personajes inventados de este fanfic por y para fans y sin ánimos de lucro.

Notas de autor: Hellooooooooooooooooooooooooooooooo! Como ya dije he estado muy ocupada con exámenes, espero no haber perdido ningún seguidor por eso ., de verdad que lo siento pero mis estudios son muy muy muy importantes, y siento que por ello a lo mejor este capítulo es bastante corto, pero bueno, os prometo que cuando llegue el verano trataré de volver con capítulos mucho más largos y jugosos. ¿neeee?

Bueno quería daros las gracias a los que me leéis y no comentáis, y a los que si comentáis, ( a penas uno xDDDD), a los anónimos que se pasan por estos lares también como sea, a cualquiera que me lea. Pero sobre todo a los seguidores que parece que tengo entre ellos: J.K. Bleu, yuric09, y a mi querida omysis mi primer reviewer OwO, que por cierto también escribe una muy interesante y bien relatada historia de Sesshomaru y Midoriko que recomiendo 100% a cualquiera que le guste la buena lectura y escritura digna de un profesional, su fanfic se llama: Flores de Cerezo: El Corazón de Midoriko, en serio os lo recomiendo, tan pronto como lo empiecen a leer no podréis parar! Bueno, no me extiendo ya y os dejo el siguiente cap.


Capitulo IV- Sesshomaru y el hanyou

" ¿El amor? Tal cosa no existe en este mundo de puras falacias y desgracias, si acaso existe la extorsión y el vicioso juego de la seducción. En este mundo, en el que predomina la ambición, los pilares que lo sustentan no son más que la belleza y el poder, poder y belleza, ambos expuestos en dos finos hilos paralelos. En este insólito lugar, una sola diferencia puede representar la salvación o la misma perdición. Por eso yo, Sesshomaru, elijo el camino de la venganza, crearé a mi paso el más gélido e inicuo sendero de sangre para después alzarme sobre la cima y reclamar estas tierra como mi más preciada posesión. Tomaré y dominaré a todos y cada uno de los hijos del odio y el mal bajo mi custodia. Todo aquel que se oponga a mi ley perecerá bajo mi grandeza " (Sesshomaru)

No tuvo más tiempo para especular puesto que de la nada una estrella ninja surgió, una estrella ninja dispuesta a atravesarle el cráneo. Sesshomaru de un manotazo apartó el shuriken como si de una mosca se tratase mientras fijaba su mirada en un punto, aparentemente, muerto.

― Otra vez... ― Suspiró para después ahuecarse el cabello.

¡Sankon... ― Sesshomaru siguió escrutando aquel punto específico tal si su mirada atravesase cuantos árboles se interpusieran.

"Pero... ¿Qué?"

Pensó él mientras sus ojos se abrían levemente, esa energía... Esa energía que se acumulaba y flotaba en el ambiente... No le gustaba, no le agradaba en absoluto, y no es que estuviese asustado ni nada que se le asemejara, el "Gran" Sesshomaru jamás vacilaba, sino que por mera prudencia decidió adoptar una posición más defensiva, eso era todo, no había un gran misterio por entrever tras sus instintivas acciones.

Tessô! ― Sin más una masa de color carmesí se arrojó desde lo que parecía ser un roble, un destello ambarino flotaba en torno de una de sus manos que tenía por garras. Impulsado por la fuerza de la gravedad aquel ser informe cargaba contra Sesshomaru, un Sesshomaru que patidifuso contemplaba la escena cuando...

¡PLAF! Resonó en la inmensidad mientras una luz gualda arrasaba con todo lo que a su paso se interpusiera, acto seguido una nube de polvo se alzó mientras algo parecía estallar en pedazos hasta terminar reducido a la nada.

Aun con aquella espesa bruma, pudo diferenciar una figura más bien reducida envuelta por una toga que reconoció al instante, sí, se trataba de la dichosa túnica roja de rata de fuego que siempre portaba consigo. Una vez que la neblina se hubo disipado casi por completo, Sesshomaru tuvo ocasión de apreciar los estragos que su adversario había causado, inclusive el árbol en el que minutos antes se encontraba apoyado.

― Dime, Inuyasha, por casualidad... ― Comenzó a decir. ― ¿Estabas intentando matarme? ― Concluyó con cierta nota de ironía en la voz, las orejas de Inuyasha se erigieron cual antena parabólica al escuchar la voz proveniente de su hermano, a la par que liberaba sus garras de la tierra en la que se habían incrustado fruto del impacto, y sin más comenzó a reír por lo bajini.

― ¡Sesshomaru-baka! ¿¡Qué te ha parecido eso!? ¿Eh? ¡Es mi nueva y super mejorada técnica final de destrucción masiva! ¡Superarlo si puedes! ― Le señaló con el dedo pavoneándose de si mismo tal si del vencedor de una ardua batalla se tratase. ¿Por qué? ¿Por qué Inuyasha siempre tenía que pifiarla? ¿Por qué? ¿Por qué siempre tenía que abrir esa bocota y quedar como un patán? ¡Ese idiota! Todo halo de misterio desaparecía en cuanto su lengua salía disparada atropellando unas palabras con otras.

― Querrás decir que es tu única técnica... ― Puntualizó Sesshomaru, provocando así un respingo en aquel medio-demonio o como Sesshomaru diría hanyou, que era conocido por Inuyasha. Pero... ¿Por qué Sesshomaru había de ser tan puntilloso? Siempre buscando resquicios sin importar lo insignificante que estos fueran con total de criticar sus actos una vez más. ¡De verás que lo detestaba! Con esos aires de grandeza y superioridad, totalmente impasible sucediese lo que sucediese y, sin duda, lo peor de todo había de ser aquella desmedida soberbia, alguien debía de bajarle los humos y ese privilegio se lo reservaba para él, al igual que guardaba cada una de las degradaciones y ofensas a las que Sesshomaru le había sometido a lo largo de su exigua existencia con la esperanza de devolvérselas una a una con el tiempo.

― ¡No necesito nada más para patearte el trasero! ― Exclamó más que irritado, al final siempre acababa sucumbiendo a los jueguecitos de Sesshomaru, el caso era que el maldito infeliz albergaba la prodigiosa habilidad de sacarlo de sus casillas... La gota que colmó el baso fue observar como su hermano mayor se llevaba la mano al rostro en un bostezo. ― ¡Maldito! ¡Te voy a dar una paliza! ¡Sí eso haré! ¡Algún día llorarás rogando por clemencia y entonces yo patearé esa cara tan fea que tienes y te diré...! ― Al darse cuenta de que nadie le estaba escuchando enmudeció casi al instante. ― ¿Eh? ― Aturdido lo buscó con la mirada hasta que lo halló, el shock de ver a su hermano correr fue tan inmenso que por un instante se quedó paralizado, ¿Estaba Sesshomaru corriendo? ¿De verdad Sesshomaru estaba dotado de semejante cualidad?

― ¡Sesshomaru! ― Escuchó a sus espaldas pero no se detuvo. ― ¡¿A dónde te crees que vas pedazo de idiota?! ¡Aún no he terminado contigo! ¡Luchemos! ― Inuyasha, por su parte le siguió poco dispuesto a dejar en "tablas" aquella batalla inminente, pero, ¿Qué demonios le pasaba a Sesshomaru? Jamás había rehuido de una pelea y menos si ello culminaba con la humillación de su querido hermanito, ¿Tan desmoralizado se había quedado tras presenciar su nueva técnica? Sin duda, aquella teoría hubiese sido la que a él le hubiese entusiasmado creer, no obstante la verdad era que muy a su pesar cada vez que Sesshomaru hallaba a algún contrincante más "digno", las perrerías y pullas de Inuyasha pasaban a un segundo plano. ¿Sería eso? ¿Sesshomaru tenía un nuevo adversario? Y si así fuere... ¿Quién? ¿Quién era esa persona? Lo que si sabía es que por mucho que quisiera, no se libraría tan fácilmente de él.

"La sacerdotisa, su aura está..."

Sin más, Sesshomaru se detuvo en seco, ¿Cómo podía ser? ¿El aura de aquella mujer estaba desapareciendo? Aturdido, trató de rastrear el curso de su aroma, no obstante su rastro también parecía estar desvaneciéndose en la inmensidad. ¡A prisa! ¡A prisa o volvería a ocultarse entre las sombras! Pero... ¿Cómo era posible? ¿Cómo era posible que una simple mortal fuese capaz de escabullirse de aquella forma? Bueno, después de todo aquella pregunta tenía una fácil resolución, ella no era una "simple" mortal y como tal albergaba sus peculiaridades y habilidades ocultas, tales como; desaparecer de la faz de la tierra de la noche a la mañana. No obstante... ¿Cuál sería su secreto? ¿Cuál sería su secreto como para esfumarse de forma que siquiera un demonio consiguiera localizar su posición? ¿¡Cuál!? Necesitaba averiguarlo o de lo contrario entraría en un estado de frustración y cólera irracional en la cual difícilmente iba a doblegar sus más bajos instintos.

"No podrás huir para siempre..."

Sesshomaru se llevó un dedo al labio, ¿Acaso no era más divertido si le ofrecían un poco de resistencia? Sí, sí lo era, muy en el fondo Sesshomaru prefería seguir con aquel vaivén tras aquella misteriosa criatura que hallarla, pues sus expectativas con respecto a ella estaban por las nubes y si al final aquella persona no resultaba ser más que una vulgar humana, antes de llevarse el mayor fiasco de su vida por lo menos se divertiría a base de rastrear y recrear cientos de veces su tan ansiada muerte. Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando algo colisionó contra su espalda y lo hizo trastabillar por una milésima de segundo, sin embargo al final se mantuvo sobre su talones.

― ¿¡Eres idiota!? ¿Por qué te paras sin más?! ― Se levantó Inuyasha mientras se sacudía la toga.

― ¿Umm? ― Sesshomaru se dio la vuelta. ― ¿Todavía sigues aquí? ― Añadió haciendo caso omiso al comentario anterior, para después girar sobre su propio eje y retomar de nuevo el curso de su camino con la pequeña diferencia de que en aquella ocasión, lo hacía caminando con parsimonia

― ¿Qué? ¿Es que acaso no has sentido mi presencia o qué? ― Sesshomaru frenó en seco por un instante y le dirigió una mirada fulminante, mirada en la cual pudo leer entre líneas un insultante "No".

Detalle que causo que el rostro del pequeño se tornara carmesí por momentos, ¿Tan insignificante era su presencia como para que siquiera la advirtiera? ¡No! Definitivamente su hermano tan sólo intentaba hacerlo rabiar como de costumbre, aún así, aquella mirada altanera que le dedicaba hacía que su sangre hirviera.

"¡No lo soporto! ¡Basta ya de la misma mierda de siempre! ¡Lo mataré! ¡Definitivamente yo cometeré el crimen perfecto!"

Pensó Inuyasha, casi podía imaginarlo, la vida sin tener que soportar a aquel "personaje" que parecía sacado de una leyenda de zombis... ¡Qué coraje! ¡Que coraje le daba aquella prepotencia de tamaño colosal!

―¡Maldito bastardo! ¡Te mataré! ― Cargó contra él con el puño alzado ante un Sesshomaru que lanzó un suspiro de resignación, pues al parecer, Inuyasha siempre seguiría siendo su principal ejemplo del uso de poder desmedido y sin cordura, no hacía más que abusar de su fuerza bruta y lanzar sus puños a ciegas tal si de un pulpo mareado se tratase. Sus movimientos equivalían al mismo resultado que albergaría al cerrar los ojos y tratar de golpear una piñata con un vara. Sí, aquello no era un reto imposible, había un porcentaje elevado que garantizaba el éxito y era evidente que si perseveraba al final conseguiría asestarle un golpe, de lo contrario antes de conseguir dañar dicho objeto ya habría despilfarrado todo su vigor e incluso comenzado a jadear. Que si, aquella técnica podía ser efectiva con un enemigo aleatorio al cual podría desarmar fácilmente, pero no contra él, no contra él que conocía todos y cada uno de sus movimientos. En resumidas cuentas, su hermano menor era un cabeza hueca que confundía el ser ágil y constante en una pelea con golpear a lo loco a todo aquello que se moviese. Él simplemente se lanzaba a la batalla a todo riesgo y sin reparar en las consecuencias que podrían acarrear sus actos, que decir... ¡Menudo figura estaba hecho el tal Inuyasha!

Sesshomaru, bloqueó su ataque con la mano diestra y con la misma pasmosa facilidad en que introdujo su pierna entre las de Inuyasha, de una patada hizo que su contrincante perdiese el equilibrio hasta terminar desparramado por el suelo. Al parecer la espalda de aquel hanyou fue lo único que amortiguó la caída contra la superficie pedregosa, que en poco o nada ayudó, de hecho le añadió hiel al asunto.

Allí, desde el gélido suelo, captó la mirada altiva que su hermano le dedicaba, le miraba como si de un insignificante microbio se tratase, tal si ni siquiera fuese digno de su presencia. Acto seguido le dio la espalda y retomó su camino, ¿Por qué? ¿Por qué siempre lo menospreciaba? ¿Por qué siempre le daba la espalda? ¿Por qué quería hacerle sentir de aquella forma? ¿Y si realmente Sesshomaru tenía cierta de razón y era inferior a él? ¿Y si jamás conseguía derrotarlo? Fueron preguntas que surcaron sus embotados pensamientos, preguntas que sólo hallaron una única vía de escape...

― ¡Sesshomaru-baka! ¡Aún no he acabado contigo! ― Reclamó mientras se incorporaba, Sesshomaru estaba muy equivocado si pensaba que de un empujón podría dejarlo fuera de combate, aquellos tan sólo eran rasguños en comparación con las heridas que recibiría a cambio su hermano mayor. El susodicho por su parte hizo caso omiso a las palabras de aquel ingrato que empezaba a fastidiarle de sobremanera, su boca era demasiado grande en proporción con su diminuto cuerpo, cosa que no hacía más que fomentar el desprecio que albergaba hacía el sujeto en cuestión. ― ¡Maldito! ¡Te vas a arrepentir por esto! ― Volvió a cargar contra Sesshomaru mientras aquella aureola ambarina surgió nuevamente de sus garras ― ¡Sankon Te... ― No fue capaz de pronunciar una silaba más, pues con una prodigiosa velocidad que tan siquiera los ojos de Inuyasha lograron captar, Sesshomaru, lo agarró por la muñeca.

― Deja de ladrar de una buena vez. ― Y sin más comenzó a doblar la muñeca de Inuyasha de forma que lo obligó a dar vueltas alrededor de Sesshomaru, hasta que finalmente desató de la toga del medio demonio su obi, el cual uso para atar en un único y sencillo nudo la pierna y brazo derecho de Inuyasha. Para después liberarlo de la presión de su mano y contemplar como un mareado y aturdido Inuyasha, trataba de recobrar el sentido del equilibrio a la pata coja, sin embargo en su empeño terminó dándose de bruces contra el suelo ante la burlona mirada del demonio. ― Conoce tú lugar. ― Fue lo único que comentó al respecto antes de dejar atrás a su hermanastro, por así decirlo, que incapaz de seguir la pista de su adversario, sentía como todo cuanto lo rodeaba daba vueltas sobre sí, o quizá fuera él quien diese vueltas, girase quien girase, era obvio que estaba demasiado mareado como para reaccionar, su hermano no jugaba limpio. No, definitivamente no.

Por otro lado, Sesshomaru comenzó a blasfemar en cuanto se dio cuenta de que a causa de malgastar su "valioso" tiempo con el idiota que tenía por hermano, el rastro de su presa había desaparecido por completo, o quizá no del todo... Pensó para sus adentros, mientras seguía la única pista que consideraba viable.

"Maldito Inuyasha..."

Maldijo mientras advertía que las puntas de su cabello estaban quemadas, sí, quemadas a causa de su "fantástica" técnica. Se dijo a si mismo que tan sólo lo había pillado con la guardia baja con la única intención de restarle importancia, hasta el podía despistarse.

Cuando llegó al lugar, donde toda pista de la sacerdotisa se perdía, lo único que fue capaz de hallar fueron cenizas casi a entradas de la aldea, cenizas que se dispuso a examinar.

― Esto es.. ― Se dijo mientras etiquetaba aquellos restos por los de un demonio, por supuesto no de su categoría, uno menor, no obstante, aun cuando no había conseguido encontrarse nuevamente con aquella mujer, ya tenía cuanto buscaba. Así que, si al final no conseguía hallar a esa mujer por las buenas quemaría hasta los cimientos de aquella villa y si aún se rehusaba a salir de su escondrijo, haría lo propio con la aldea vecina.


Heyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy! Muchísimas gracias a los que habéis llegado hasta aquí! Espero sus reviewers! Si de verdad me leéis os agradecería que me lo demostrarais, aunque sólo sea un breve mensaje, hay que apoyar a los escritores para que continúen. ¿neeee?

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