Salvando a Draco Malfoy

de Dayspring

beta LatexoHPo

Capítulo 43. Finales, Comienzos y Viceversa

Draco firmó su nombre al fondo del pergamino, luego lo enrolló y lo cerró como hizo con los demás.

—¿Coo?

Draco sonrió y camino hacia la cuna. Brillantes ojos verdes lo miraron. Levantó a Jamie y lo puso en su regazo mientras se sentaba en la silla blanda de Harry.

—Tú, mi querido hijo, tienes el mejor tiempo del mundo. Estaba esperando que despertaras antes de irme.

—¿Puh?

—Sé que no quieres que me vaya, y no quiero irme, pero...necesitas a tu papi, así que tengo que salvarlo.

—Blub.

—Sé que nos amas a los dos. Pero... está bien, esta es la verdad, de un Slytherin a otro: yo fui criado...pobremente. No me enseñaron compasión o empatía. No fui enseñado a compartir. Durante los últimos meses, he estado fingiendo, usando a tu papi como guía. Pero sin él...sin él temo regresar a lo que antes era, a lo que soy por dentro. Tu mereces...más, Jamie, y a diferencia de mi propio padre, estoy dispuesto a darte lo que necesitas, ser lo que tú necesitas que yo sea. No permitiré que ningún señor oscuro ponga sus asquerosas manos sobre ti y tampoco permitiré que te quite a tu papi. No, tu papá te ama demasiado para eso, demasiado.

Draco suspiró y acomodó la pijama verde y roja de Jamie, pequeños pies moviéndose contra sus manos mientras se aseguraba de que todo estuviera bien abrochado. Considerando lo que Dumbledore había revelado, rojo y verde no iban a ser las únicas opciones de color para Jamie. No, quizás habría azul Ravenclaw o, se estremeció, amarillo Hufflepuff en su futuro. Oh bueno, al menos eso explicaba por qué el viejo entrometido no le había contado a Harry sobre quién había hecho la poción, porque si Snape lo había averiguado, también lo habría hecho Dumbledore. Al darle la poción a Harry, había jugado justo como quería Dumbledore.

Y esa era una idea humillante.

—Ya estás corriendo y aún no sabes caminar— le dijo a su hijo, dándole una palmadita en los piececitos que no paraban de moverse—. Espera hasta que tengas tu primera escoba. Yo…yo espero… No, sin importar qué, estaré allí la primera vez que montes una escoba, pequeñín. Esa es una promesa, ¿está bien?, y no hago muchas de ellas.

—¡Bah!

—Bien, bien, no hago ninguna. Pero hice esta. Estaré allí—. Levantó a Jamie y le dio un beso en la cabeza—. Estaré allí—. Lo puso en la cuna y chasqueó sus dedos— ¡Dobby!

¡Pop!

—¿El amo llama?— dijo la criatura.

Draco se irguió en toda su estatura y miró al elfo doméstico.

—Ropas o no ropas, todavía estás vinculado a la Casa Malfoy y a mí, tu nuevo amo. Como mi elfo doméstico te ordeno que te encargues del nuevo joven amo hasta que yo, su padre o la señorita Pansy vengan por él. ¿Lo comprendes?

—Pero yo soy li…—. Draco le dio una mirada y las orejas del elfo casi tocaron el piso—. Entiendo amo Malfoy.

—Bien. Aquí hay…cartas. Ve que sean entregadas en la mañana si no estoy aquí...o algo así.

—¿Irá a alguna parte?

—Sí, es por eso que necesito que cuides al joven amo. Y a Harry. Tú cuidaras a Harry por mí, ¿no es así?

—Oh, sí, me gusta cuidar a Harry Potter— dijo Dobby feliz.

Draco asintió y le echó una última mirada a la cuna.

—Aaap— dijo Jamie.

—Yo también te amo— respondió Draco en voz baja y se marchó de la habitación.

Momentos después, estaba fuera de las puertas de Hogwarts y apareciéndose a la Mansión Malfoy. Era cerca de dónde estaba Harry y estaba muy bien protegida, así que sabía que no sería interrumpido. También era su...hogar y quería verlo por última vez. Además, calzaba muy bien que hiciera esto aquí. La vida era un gran maldito círculo.

Sacó su varita y abrió las imponentes puertas de entrada. Deteniéndose a los pies de la gran escalera, imaginó a su madre bajando del brazo de su padre, saliendo a una cena o listos para recibir invitados. Pero eso nunca volvería a suceder. Él se había asegurado de eso, ¿no era así?

Enfocándose con firmeza en el tiempo, hizo una rápida parada en el estudio de su padre, luego se dirigió a su habitación. Vacía excepto por los muebles. Se encogió de hombros, sabiendo que cada cosa personal había sido enviada en ese desagradable paquete a Hogwarts. Movió su varita y las velas que se habían encendido de manera automática cuando entró al lugar bajaron su brillo. Caminó hacia la alta ventana con vista a los jardines y la abrió. El frío aire de noviembre entró de golpe mientras una estrella fugaz recorría el cielo a la distancia. Se estremeció. ¿Un augurio?

Se sacó la túnica y luego la camisa. De su cinto, removió la pequeña daga ornamental que había tomado del estudio de Lucius. Aunque era una herencia pasada a través de generaciones de Malfoy, estaba afilada a la perfección. Menos dolor siempre era algo bueno.

Se arrodillo frente a la ventana. Mirando su brazalete, levantó su muñeca y lo besó. Era la única razón por la que sabía que esto funcionaria. El ritual necesitaba un elfo completo, pero estaba seguro de que su existente vínculo con Harry cubriría el diez por ciento de él que era mago. Usando la daga para cortar ambas palmas, comenzó a entonar en élfico. Cantó sobre la belleza del universo, de la tierra élfica, y de la forma de vida de los elfos. Luego cortó su pecho y cantó de su amado, del corazón que había clamado el suyo, del alma que completaba la suya. Cantó sobre su deseo de volverse uno con su otra mitad.

Cortando sus antebrazos, levantó sus brazos hacia la ventana abierta, estremeciéndose cuando la brisa helada hizo contacto con la cálida sangre que fluía.

—A Harry, me entrego entero. A Harry, le doy mi poder. A Harry, le doy mi magia. A Harry, le doy todo lo que soy. Tómame en tu alma, amado. Úsame. Une mi poder con el tuyo. Úsalo para destruir, para defender, para salvar. Somos uno, Harry. Somos uno.

La sangre corría por sus brazos hasta posarse en el piso. Y como ocurrió cuando estaba embarazado, sintió su magia moverse y sonrió. Poder y magia siempre existirían; si los perdía, entonces era porque habían cruzado donde Harry como lo había deseado. Debilitado, le tomó un poco de esfuerzo pintar con su sangre las runas necesarias en su frente. Ahora Harry no sólo tendría su poder y su magia, sino que también el conocimiento de cómo usarlos.

-Por ti, por Jamie— susurró y se rindió ante la creciente oscuridad.

Mientras Draco caía hacia un lado, creyó ver que las estrellas fugaces incendiaban el cielo.

ooooo

Para cuando Harry terminó de tragar en seco ya sabía lo que debía hacer.

¡Expelliarmus!— gritó y no parpadeó cuando las varitas de todos los mortífagos volaron hacia él— ¡Fracta!—. Las varitas se rompieron en miles de pedazos— ¡Incendio!—. Los pedazos se incendiaron, dibujando la planicie con misteriosas sombras extrañas debido a las piedras. Los mortífagos, algunos aun en el suelo por el poderoso hechizo de desarme, levantaron sus manos tratando de protegerse de las brazas que caían. Antes de que pudieran alegrarse porque las brazas acabaron, una tormenta de granizos los hizo intentar protegerse otra vez.

—Impresionante.

Harry se giró y vio a Voldemort que aun tenía su varita y estaba protegido por un escudo, al igual que Harry.

—Se acabó el tiempo, Tom. Termina ahora.

—Tienes mucha razón— siseó Voldemort y apuntó con su varita a Harry— ¡Avada Kadavra!

Harry sacudió la cabeza, sin siquiera inmutarse. En algún lugar adentro suyo, sabía que el hechizo no lo alcanzaría. Tenía razón; cuando el poderoso y mortal rayo chocó contra su escudo personal, se deshizo en una lluvia de chispas verdes. Voldemort gritó tres hechizos más, unos que Harry no reconoció, y todos se deshicieron a su alrededor. Cuando los ojos rojos del Señor Oscuro casi se salían de sus orbes por la rabia, Harry sonrió.

—Déjame mostrarte como se hace, Tom.

Lentamente se puso de rodillas y levantó sus manos en suplica.

—Amin yala onna en' vilya. (Convoco al Air Elemental). Amin naa lle hin, Yaaraer. Amin naa tualle . Amin naa lle nai. (Soy tu hijo, Ser antiguo. Soy tu sirviente. Soy tuyo para que ordenes.)—. Levantó la cabeza y observó a Voldemort—Ayúdame, mi Lord Aire. Destruye mis enemigos. Debilita al vil. Atraviesa el alma del hijo de las serpientes. Hazlo pedazos para que no pueda volver a atormentar a tus sirvientes. Sálvanos Padre Aire. Libéranos.

Un tornado se formo tras Voldemort y chocó contra él, quitándole la varita de la mano. En vez de caer al suelo, la varita fue elevada en el aire y se rompió en miles de pedazos, al igual que las de sus seguidores. Con la pérdida de su varita, el escudo protector se disolvió y Voldemort fue atacado por el granizo. Segundos después, el granizo cambió a una tormenta de lluvia y luego agua nieve. Antes de que Voldemort pudiera reaccionar, fue cubierto de hielo y congelado en su lugar. Un rayo descendió desde una nube directa sobre él. Lo atravesó, entrando por el cuero cabelludo y saliendo por un pie. Todo se quedó inmóvil durante un largo momento, luego Voldemort se hizo añicos como un jarrón de porcelana delicada debajo de los poderosos golpes de un mazo, trozos de él chocando contra las antiguas rocas.

Harry siguió de rodillas, sin aliento. Entonces, esto era. Voldemort había sido derrotado. Voldemort había sido destruido. La tormenta rápidamente dio paso a cielos despejados y el escudo a su alrededor se disipó. Esperó que los mortífagos sobrevivientes lo atacaran. Pero no importaba lo que hicieran o lo que le pasara a Harry. Voldemort había sido destruido. El final para algunos. El comienzo para otros. Eso era más que suficiente para Harry.

—Maldición.

Se giró repentinamente ante la familiar voz, y acomodó sus anteojos para asegurarse que estaba viendo de manera correcta. Ron. Ron estaba aquí. Y Hermione. Y toda la maldita Orden, al parecer. Mortífagos estaban siendo desenterrados de entre el granizo y la nieve, amarrados y aparecidos en custodia. ¡Había sobrevivido!

—¿Dónde está escondido Draco, Harry?— preguntó Hermione mientras pasaba sobre un mortífago desmayado.

—¿Draco? Draco no está aquí. ¿Qué están haciendo ustedes aquí? ¿Cómo me encontraron?— preguntó Harry con rapidez.

—Granizo. Tormenta de hielo. Relámpago. Por supuesto que Draco está aquí— dijo ella enojada.

No. Draco estaba seguro en el reino élfico. Él no habría…

—¿Qué deberíamos hacer con esto?— preguntó un Auror apuntando a los restos del antes Señor Oscuro.

Harry iba decirles que lo dejaran allí para que los carroñeros se comieran lo que quedaba. Pero era Voldemort y no quería correr riesgos.

—Háganse a un lado— ordenó— ¡Sicco! ¡Pulvis!—. Los trozos se secaron, luego se pulverizaron. Se concentró y se formó un mini tornado que succionó los restos antes de desaparecer en el horizonte—. Va a dejar las piezas a través de la tierra hasta llegar al mar y allí vaciara el resto.

Todos se quedaron mirándolo.

Si hubiera podido, él también se habría quedado mirando a sí mismo. El aire estaba cumpliendo sus ordenes, pero él no era… se quedó sin aire. ¿Que había hecho Draco?

—¿Dónde está?

Ron comprendió de inmediato.

—No lo sabemos. Hicimos planes de rescate, pero cuando fuimos a reunirnos con él ya no estaba. Él dijo que tú estabas al sur, así que buscamos cosas extrañas que sucedieran al sur y luego fuimos por ayuda. Como si la necesitaras. Muy impresionante, amigo.

Harry no tuvo el corazón para decirle que Voldemort había dicho lo mismo.

—Draco hizo algo. Él.. él me dio sus poderes. ¿Qué significa eso, Hermione?

Ella palideció.

—Tenemos que encontrarlo, Harry.

Harry se concentró en su brazalete, luego frunció el ceño.

—¿Tienen idea de cómo hacer eso? No capto nada de esta estúpida pieza de joyería.

Hermione se puso aun más pálida.

—Quizás si vamos a Hogwarts podemos rastrearlo desde allí.

Harry se apareció.

Corrió hacia sus habitaciones donde encontró a Dobby con Jamie.

—¡Harry Potter!— exclamó feliz el elfo doméstico— ¡Fue encontrado!

—¿Dónde está el amo Draco?— preguntó Harry mientras en su mente buscaba un hechizo de rastreo.

¿Dónde diablos estaba Hermione?

—Se marchó y dijo que Dobby cuidara al joven amo.

Harry asintió y fue al dormitorio en busca del mapa de los merodeadores. Draco no estaba en ninguna parte. Mierda. Se dirigió a la salita y se encontró justo con Hermione y Ron que venían corriendo.

—No está aquí. Hermione, ¿podrías…?

—Espera un minuto— dijo Ron—. Creo saber dónde está—. Ambos lo miraron expectantes—. En la Mansión Malfoy. Era cerca de donde tú estabas, Harry, y allí no habría sido interrumpido porque, ¿recuerdas, Hermione? Dijo que las protecciones sólo le permitían el acceso a él y a su madre.

—Vamos— dijo Harry corriendo hacia la puerta.

—¿No oíste lo que dije, amigo? Las protecciones no nos dejaran entrar.

—¡Me importa una mierda!— gruñó Harry— Voy a entrar sin importar cómo.

—Yo puedo hacerlo entrar, Harry Potter—. Todos se giraron hacia Dobby—. El amo Malfoy dijo antes de marcharse que yo no soy libre, que aun estoy vinculado a la Casa Malfoy. Eso significa que puedo entrar a través de las protecciones.

—Eso es ridíc…— comenzó Hermione pero fue interrumpida por Harry.

—¿Y puedes hacerme pasar a través de las protecciones contigo?

—Sí, Harry Potter. Como si usted fuera comida o algo así.

Por supuesto, debían tener la habilidad de aparecer provisiones a través de las protecciones.

—Llévame— dijo sin vacilar.

—Harry, tú no…— comenzó Hermione.

—Llévame ahora, Dobby. Te lo ordeno.

—Si, Harry Potter, vamos ahora.

Dobby tomó su mano y de repente estaba en otra parte. Una habitación iluminada con velas. Un dormitorio. Avanzó y vio que la cama estaba ocupada. Con un movimiento de sus manos las velas iluminaron más. Maldición. Aquí frenético por Draco y él estaba acostado seguro en su cama. ¿Con un dragón de peluche en sus brazos?

—¡Foom-Foom!— chilló encantado Dobby.

—¿Qué?

Algo no estaba bien con esta imagen y Harry estaba desesperado.

—Foom-Foom era el favorito del joven amo, pero cuando cumplió siete años, el viejo amo dijo que era muy mayor para dormir con juguetes. Dijo que echaría a Foom-Foom a la chimenea si lo encontraba durmiendo con él otra vez. El joven amo le dio Foom-Foom a los elfos domésticos y les dijo que lo escondieran del viejo amo. Ya que el viejo amo ya no está, Foom-Foom pudo ser hallado. El Encantamiento debió traerlo.

—¿Encantamiento?

—El joven amo a menudo se quedaba dormido en cualquier lugar. La ama encantó la habitación para acostarlo si estaba quieto en un mismo lugar por mucho tiempo. El Encantamiento ponía al joven amo en sus pijamas, le daba su juguete y lo acostaba en la cama.

Así que Draco se había agotado a sí mismo al darle sus poderes a Harry y la habitación lo había acostado. Qué interesante encantamiento. Quizás Mamá Weasley lo conocía y podían usarlo con Jamie.

—Está bien, Bella Durmiente, es hora de despertar— murmuró acercándose a la cama.

—¡Harry Potter! ¡Creo que el nuevo viejo amo no esta durmiendo!— llamó Dobby ansioso desde cerca de la ventana.

Harry se apresuró al lado de Dobby, bajó la mirada y vio el charco de...sangre.

—¡Mierda!—. Corrió hacia la cama e hizo a un lado las mantas. Draco de verdad estaba en pijamas… que estaban oscuras por la sangre— ¿Puedes llevarnos hasta la enfermería?— preguntó mientras tomaba el cuerpo inconsciente entre sus brazos.

Dobby respondió agarrándolo de las muñecas y la habitación de infancia de Draco desapareció de su vista.

Solo queda un capitulo mas y el epilogo, muchas gracias a todos aquellos que leen y comentan