Capítulo 3

En ese momento llegaban Ryan y Espósito con varios informes en la mano.

¿Habéis conseguido los videos? – les pregunté esperando una respuesta afirmativa.

Sí y tienes que ver quién sale en el video Beckett… - dijo Ryan.

Con la cara de sorpresa, pasándome una mano por frente apartando el pelo que caía por el latera de una de mis mejillas, empecé a murmurar todo tipo de preguntas. No entendía en qué trabajo sucio podía estar metido Randol, pero si Kuklinski uno de los mafiosos más temidos por diferentes bandas y policías, conocido por utilizar desde picahielos a un mazo, pasando por pistolas, ballestas, cianuro, e inclusive el uso de roedores para matar a sus víctimas lo estaba buscando no podía ser nada bueno.

Esposito se percató de que algo no encajaba al verse claramente en el video cómo Kuklinski y Randol estaban hablando al comienzo del parque y Kuklinski se va sin ningún indicio de pelea ni agresión, y Lanie dijo que Randol tenía indicios de haberse peleado antes de morir. Por lo tanto, Kuklinski no podía ser nuestro asesino a no ser que más tarde regresara.

Ryan, sigue buscando pistas en el video. -dije señalando los videos- Seguro que encontramos algo más; mientras Espósito y yo vamos a ir a por Kuklinski, a ver qué trapos sucios se traían entre manos y qué relación tenía con la víctima.

Fuimos primero a la morgue, Lanie nos estaba esperando, me había dicho hace un momento que tenía algunas pistas y me moría de ganas por saber más.

¿Qué era eso que tan interesante que has encontrado, Lanie? – le dije entre risas arqueando una ceja al ver la cara que puso al ver a Espósito conmigo, sabía que entre ellos había algo más que simple feeling.

Me lanzó una mirada asesina, típicas de las suyas cuando no puede evadirse de la situación, frunciendo sus labios. No pude evitar sonreír lo más disimuladamente posible para que Espósito no notara nada.

La hoja de libro tiene una huella parcial, la he pasado por la base de datos pero no está fichado. Este trozo – señalando a la hoja – parece de un libro que se ha leído muchas veces.

Es decir, que puede ser de cualquiera. – dijo enfurruñado Espósito.

Puede… pero si fuera un libro de una biblioteca, por ejemplo, tendría más de una huella por el diferente uso y sin embargo solo hay una única huella y dado que no coincide con la víctima puede que sea del propio asesino. Además, si os fijáis aquí – dijo señalando a la esquina de la hoja – tiene un símbolo: un AS de picas.

El AS de picas era claramente un referente, una identidad y algo de mi intuición como detective me indicaba que nos íbamos a enfrentar a un asesino en serie. Este tipo de "símbolos" no los dejaba un asesino casual o pasional, no, los deja alguien que quiere ser reconocido, recordado y por supuesto, eso no era algo que iba a permitir.

La cosa no termina ahí – prosiguió Lanie-, los nudillos de la mano derecha de la víctima indican claramente que se peleó y por el aspecto de las contusiones diría que el oponente debe tener un ojo bien morado y alguna contusión más. Y dado que la mano no tiene ningún traumatismo me atrevería a decir que fue en la cara y por desgracia no hay sangre que poder cotejar de la pelea.

Cogí la hoja, intentando leer lo que ponía:

"Cada cual tendrá lo que ha merecido, una flecha negra por cada maldad y ahora caed de rodillas, rezad ¡porque ya estáis muertos, vosotros, bandidos!"

Ordené a Esposito que fuera a preguntar a la novia de Randol, Cristine, por el libro y la pelea, la última vez que había estado en la comisaria estaba muy nerviosa y quizás ahora pudiera recordar algo más y aportar nuevos datos a la investigación. Yo me encargaría de buscar una lógica para esa hoja y su contenido. El AS de picas no era solamente la identidad, sino que además el mensaje era bastante claro, tenía un perfil ubicado y determinado para sus víctimas.

Espósito salió de la morgue, no sin antes ser recorrido de arriba abajo por una mirada de Lanie que parecía devorarlo lenta y lascivamente. No pude evitar soltar una carcajada cuando Espósito ya se había marchado. Lanie me tiró a la cabeza un libro de medicina, menos mal que soy buena en reflejos y falló.

¡Ey! ¡Que podrías haberme matado! – dije entre risas.

Sería un placer hacerte una autopsia en estos momentos… - dijo mirándome con rabia.

Jajaja, venga ya Lanie. –No pude evitar sacarle la lengua, sabía que eso fastidiaba mucho a mi amiga y no siempre tenía oportunidad para hacerlo.

Bueno, dejando a un lado tu graciosa forma de hacerme enfadar… esta mañana te he notado diferente… ¿tienes algo nuevo que contarme? – dijo una Lanie curiosa y con una ceja, como de costumbre cuando quiere sonsacarme algo, levantada.

¿Yo? ¡No! ¿Por qué?

Ya claro. Kate, nos conocemos y esa cara te delata. Ya puedes estar soltando por esa boquita lo…

Sonó mi teléfono y contesté rápidamente, escuchando un murmuro de Lanie de fondo.

No creas que te has librado de esta conversación Kate. – dijo una Lanie sonriente.

Antes de ir a la editorial apunté varios datos en la pizarra de interés para el caso, entre otras la foto con el cacho de hoja, una con el símbolo del AS de picas, información de la víctima y de Gina, su jefa en la editorial, así que aprovecharía la información que había conseguido para preguntarle una vez llegara a la editorial.

¿AS de picas?... AS de picas… no dejaba de darle vueltas a la hoja que el asesino había dejado en la víctima. Normalmente un sociópata no es tan cuidadoso, por lo que mi teoría de un asesino en serie se hacía más firme, lo importante era conseguir cuanto antes pistas e información que nos permitiera pillar a ese loco. Estos casos me encantaban por el reto que presentan y porque al final la justicia hace frente, ya no solo a salvar posibles vidas aleatorias sino a atrapar a esos locos que no valoran las vidas ajenas y matan por puro placer.

Mientras iba camino de la editorial no pude evitar acordarme de Richard Castle… ese escritor que tanto me fascinaba, la situación del parque, lo tonta que me había sentido al llegar a casa y el sueño tan sumamente extraño donde él fue el principal protagonista. ¿Volvería a verlo? No podía dejar de pensar en ello. Sacudí la cabeza varias veces diciéndome a mí misma que ahora no era el momento ni el lugar ya que casi sin darme cuenta había llegado a la editorial Hyperion Books donde trabajaba Randol y mi objetivo ahora mismo era hacer justicia.

Inspectora Beckett, de homicidios – me presenté ante la secretaria. Quisiera hablar con Gina Cowell.

Un segundo, en seguida saldrá, por favor espere aquí. – Me contestó con un tono cortés y agradable, se notaba que estaba triste y sabía el motivo por el cual estaba allí.

Mientras llegaba Gina me puse a observar la editorial, los cuadros que allí colgaban con diferentes best-sellers que habían sido publicados con ellos y entre los cuales pude observar que había varios de Richard Castle, cosa que me sorprendió enormemente.

¿Inspectora Beckett? – una voz me sacó de mis pensamientos.

¿Gina Cowell? – devolví la respuesta con otra pregunta.

Sí, por favor acompáñeme, vayamos a un sitio más cómodo para hablar. – Me dijo mientras me indicaba hacia una puerta.

Era una sala de juntas muy bien adecuada con todo tipo de material audiovisual, marketing, publicidad y todo lo necesario para poder dar rienda suelta a una buena organización y decisión para la presentación de futuros best-seller. La sala estaba dotada de un ventanal enorme con vistas a la gran ciudad. La señorita Cowell me ofreció asiento y comencé con diferentes preguntas acerca de Randol, su trabajo allí, sus funciones, si tenía algún problema con algún compañero, editor o escritor, a lo que negó con rapidez indicando que en los 3 años que llevaba allí trabajando no había tenido ninguna discusión. Randol no tenía trato directo con los escritores ya que de eso se encargaba Gina, o al menos casi nunca.

¿Notó a Randol raro últimamente? ¿Actuar o hacer algo diferente de lo normal? – pregunté para finalizar.

Mmm… días raros tenemos todos imagino inspectora pero si es cierto que la semana pasada Randol estaba… uhmm… no sé, como más nervioso de lo habitual. No era una persona muy dada a comentar nada personal y yo tampoco soy persona de preguntar a mis empleados por su vida privada… mi trabajo ya tiene de por sí mucha "salsa rosa" con la que presionar a mis escritores como para hacerlo también con mis trabajadores ¿sabe inspectora?

¿Nervioso en qué sentido?

En el sentido de que preguntó acerca de varios escritores y varias de sus diferentes obras de una forma más… ¿personal? – dijo dubitativa. Por lo habitual el no suele tener trato directo con los escritores pero sí con las obras, por eso me resultó extraño que preguntara y más aún con cierto aire de nerviosismo por saber de ello.

Durante un rato estuvo dándome datos de dos escritores y varias obras por las cuales preguntó Randol pero en principio ninguna de ellas concordaba o parecía tener relación ninguna con el caso.

Le enseñe la cita literaria del fragmento de hoja que encontramos con el objetivo de que pudiera aportar alguna información nueva y cuál fue mi sorpresa cuando con todo detalle especificó el autor y el libro. Pertenecía a la obra "La Flecha Negra" escrita por Robert L. Stevenson.

¿Por qué me pregunta por esta cita? – Me preguntó con cara de sorpresa.

Estaba en la mano del señor Randol y creemos que pudo haber sido puesto por su asesino. ¿El señor Stevenson trabajaba con ustedes?

No – dijo cortante. Ese escritor falleció en 1894– comentó segura y, a la vez, sorprendida.

Había sido productiva la visita a la editorial y había conseguido algunos datos más que importantes para el caso, al menos ya tenía algo nuevo de donde poder partir con la investigación sabiendo de quién era la cita que tenía la víctima en la mano y esperaba con ganas que Ryan hubiera podido descubrir algo nuevo en los videos de vigilancia sobre el posible asesino. ¡Aunque no hubiera estado mal que ese escritor estuviera vivo! –me decía a mí misma.

Cogí el teléfono para llamar a la 12th, con algo de suerte quizás los chicos habrían descubierto algo nuevo. Cogí el ascensor para salir de allí, estaba completamente inmersa en al relación que podía tener la cita de un escritor fallecido con este caso, y al salir choqué torpemente con un hombre. Me disculpé enseguida y para mi sorpresa era él de nuevo, Richard Castle. Esa sensación… esa sensación apareció de nuevo, como el sueño de la noche anterior y estaba empezando a ponerme nerviosa.

Mmm… Beckett ¿verdad? – preguntó él mientras me ofrecida sus disculpas - Preferiría conocerla en situaciones donde no sufriera caídas o sustos… a este paso voy a tener que ofrecerle un seguro médico – dijo entre risas… risas que me dejaban atónitas.

No se preocupe, ha sido culpa mía, iba distraída. Tenga, se le ha caído esto. –le dije mientras le daba el libro que con el choque se le había caído de las manos.

Gracias, inspectora.

No pude evitar observar la portada del libro y mi cara se desencajó al ver el autor del libro. No podía ser una coincidencia…