Hola! Aqui una historia que he estado esperando para subir (Y se que otros esperaban a que lo hiciera XD). Llevo unos meses con la idea en la cabeza.
Si en la categoria de personajes saldria Personaje OC o algo que represente personajes creados, lo pondria XD, más porque al comienzo se centra en Lucy y Emma, aunque hay rumbelle en los FB del mundo de los cuentos porque... bueno... tengo que explicar como vino al mundo, no? XDDD y como viajo con Emma al ropero. Tal vez ponga flash back de Tallahase con Lucy incorporada.
Bueno, sin mas que decir, les dejo el capitulo. Por favor, diganme si les interesa la trama.
DISCLAIMER: OUaT y sus personajes no me pertenecen. Lucy Swan si es mía.
War is coming.
Capitulo 1.
Cantaba con energía y sin pudor las canciones infantiles de Hi-5 a pesar de ser una mujer de veintiocho años. Ya eran cerca de la medianoche y llovía a cantaros por lo que era sorprendente que este tan concentrada a pesar que se movía al compás de la música.
Estaba más cerca de una reunión familiar y su emoción crecía. ¿Cómo estaría su hermana? Ya quería conocer a su sobrino. Había visto al niño el día que nació y fue la primera y última vez que lo vio. Siempre supo que algún día su pasado le golpearía a la puerta. Se ríe al imaginar la cara de Emma.
Algo a lo lejos llama su atención. Curiosa, disminuye la velocidad hasta parar y se sorprende que haya un auto con la puerta abierta. Busca debajo del asiento copiloto un paraguas azul oscuro y se sube el cierre de la chaqueta hasta el cuello y se pone un gorro de lana.
—¿Por qué paramos? —Una voz de niña la obliga a ver detrás. Una pequeña estaba sentada con el cinturón de seguridad y se frotaba los ojos.
—Mamá va a ver algo. Tú vuelve a dormir.
La niña asiente y cierra los ojos en un instante. La mujer mayor sonríe y se baja del auto, buscando alguna señal del dueño del otro vehículo, incluso llama a gritos, pero no hay ninguna respuesta.
—Adiós sorpresa. —Suspirando, busca el celular en su bolsillo. Mantiene el dedo en 1 y espera a que contesten. —Hola Emma. Tanto tiempo… adivina donde estoy.
Lo que no le gustaba de su nuevo trabajo es tener que despertarse a mitad de la noche por alguna emergencia. Así que gruñe como demonio al reconocer quién la llama. No importa si está al otro lado del mundo, tiene que tomar en consideración que cuando duerme, nadie debe despertarla al menos que sea una emergencia.
—Lucy, es medianoche. —Silencio, espera a que le diga algo y vuelve a gruñir. —No me importa donde estas via-… ¿Cómo? —Todo el sueño se va de golpe. — ¿En qué momento…? ¿Estás segura? Voy para allá.
Gruñendo nuevamente, Emma sale de mala gana de la cama y decide ponerse la misma ropa que uso antes de irse a dormir, no estaba de humor para revolver el clóset. Lavándose la cara con agua bien helada, decide llamar a Glass por ayuda, sabiendo que estaría complacido de ayudar gracias a su alma de periodista.
Lucy tenía frío y maldecía que Emma se demorase tanto. Entendía que su amado escarabajo amarillo era del año de la pera, pero eso no es excusa para demorar tanto. La demora de Emma conseguía que su curiosidad creciera (un mal hábito que no entendía cómo lo consiguió) y se arma de valor para investigar por su cuenta y conocer al misterioso dueño del auto.
Poniéndose los guantes (ha visto mucho sobre series policiacas y conoce la regla de usar guantes siempre) de lana, desgraciadamente no tiene quirúrgicos, se adentra al auto y ve una cartera en el asiento de al lado. La dueña es una mujer. Mueve el cierre para abrirla y busca los documentos, viendo una billetera color miel, larga, delgada, de cuero y que lucía caro. Ansiosa, como si descubriese un tesoro, lo abre y encuentra de inmediato la cédula de identidad.
—Kathryn Nolan. —Muy bonita, piensa viendo la foto. Encontró la licencia de conducir, el permiso para ejercer como abogada y dinero. No fue un robo. — ¿Por qué has desaparecido?
Era tanta la emoción que se muerde el labio inferior, millones de posibilidades para un caso de misterio, como las series que le gustaba u los libros que amaba.
En el espejo retrovisor divisa a lo lejos luces de un auto. Emma estaba llegando e iba a matarla. Lo más rápido que puede, deja todo como estaba y se baja del auto justo cuando el auto se detiene. Sonríe de ver a Emma nuevamente y frunce el ceño al verla acompañada de un hombre negro que no le gustaba para nada, y no era un comentario de racismo, él tenía algo que le causaba desconfianza.
Lucy era muy perceptiva.
—¿Qué crees que estás haciendo, Lucy?
—También me alegra mucho verte. Ha pasado tanto tiempo, Emma… te he echado mucho de menos. —Le responde con sarcasmo por su saludo.
—No me lances tu juego de palabras para invertir la situación. —Le acusa mientras la apunta con el dedo. —Estuviste husmeando una escena del crimen.
—¡Te demoraste mucho! —Se justifica tal como niña regañada. —Y use guantes. Veo CSI, ¿recuerdas?
—Es imposible racionalizar contigo. —Murmura casi en un gruñido y recuerda que Glass está presente también. —Sidney, ella es Lucy Swan.
—Soy su hermana menor. —Sonríe.
Glass tenía la boca abierta. Esto le iba a dar un infarto a Regina.
—Lo sé, es increíble que una mujer tan buena como yo tenga a una busca problemas como hermana. — Dice Lucy y Emma la ve de forma asesina.
Pasado en el Mundo de los Cuentos.
Amaba el viento golpear su cara mientras galopeaba como toda una profesional, saltando los obstáculos con maestría. Su caballo pura sangre de color miel estaba contentos de correr libre con ella.
Se ve obligada a detenerse al ver a lo lejos a un enano que le hacía señas. Sonríe a ver a su amigo Grumpy. Baja del caballo con elegancia y se quita los guantes de montura.
—Belle, en dos horas deben partir al Reino vecino y aún no estás lista.
—¡Oh! Lo he olvidado. —Oye como el caballo suelta un relinchido que suena como una queja. Belle se ríe y le acaricia por el hocico.
—Debes subirte a ese caballo y apresurarte.
—Gracias Dreamy.
—Es Grumpy.
—Para mí, no. —Besa su mejilla y se pone nuevamente los guantes para luego volver a montar el caballo y parte de inmediato.
Vuelve a sentir la libertad en el galope. Estos pequeños placeres de paz luego de haber pasado mucho tiempo peleando al lado de Snow White por liberar el reino de Regina la hacían sentir fuerte, valiente y libre. Aún podía recordar el vago recuerdo del consejo de Avonlea exigiendo que dejase las guerrillas y regresase a la tierra para contraer matrimonio. Ella se negó, no iba a permitir que le encapsulasen la vida y la libertad en un hombre que le exigiría comportase ante su mandato, así que también se auto desheredó y deja bien claro que no iba a ser una moneda de cambio al mejor postor.
Así que la Princesa Belle era ahora Lady Belle, miembro del consejo real de Snow y James.
Divisa el castillo rodeado de mar. Ese castillo es el segundo lugar que la hacía sentir como en casa porque, como en el Dark Castle, podía ser ella misma sin que alguien la juzgue. Más cerca todavía, logra ver a James esperándola de brazos cruzados que uno pensaría que estaba enojado por su falta de responsabilidad, pero por la sonrisa cómplice en sus labios, Belle sabía que estaba divertido de los acontecimientos. Oh, de seguro Snow estaba en una crisis de pánico por la ausencia de Belle.
—¿Está volviéndose loca?
—No tienes ni idea, está muy nerviosa y quejándose con todo el mundo, temiendo no llegar a la boda del príncipe Thomas a tiempo.
Al bajarse del caballo, uno se le acerca para hacerse cargo del animal. Como estuvo toda la mañana cabalgando, pide que preparen a Antonia para el viaje ya que quería que Phillip descansara. Phillip protesta en idioma caballo, pero Belle le deja bien en claro que se hará las cosas como ella dice.
—Dile a Snow que me daré un baño, me visto y nos podremos ir. —Quitándose de nuevo los guantes de montura, deja lucir un simple anillo de oro.
—¿No irás al carruaje con nosotros?
—Mi deber es escoltarlos, no ir de chaperona. —Sonríe de satisfacción una vez se quita el moño. —Además, los carruajes me marean.
Ya que el viaje era largo y Snow White se había acostumbrado a la cómoda ropa mientras era una fugitiva, estaba usando un traje blanco de pantalones y chaqueta y unas botas negras. Delante de ella estaba su príncipe Charming, que también optaba por la comodidad de unos pantalones de cuero y una camisa de seda color gris, casi plateado, con un chaleco sin mangas y de color rojo vino encima.
Eran escoltados por algunos de sus soldados, Red, Belle y el Hada Azul. La compañía del hada era por precaución desde la derrota de la Reina Malvada. Los enanos se quedaron en el castillo para estar a cargo y mantener el lugar en orden mientras la realeza estaba ausente. Como el carruaje no tenía paredes, todos podían conversar tranquilos y contentos.
—Tienes una obsesión por montar, Belle. —Se queja Snow un poco mosqueada de su tardanza.
—Ya dije que lo sentía… y sabes lo que significa para mí montar.
—Ya lo sé. —Manteniendo la voz de niña enojada.
—Estás imposible el día de hoy. ¿Acaso estás embarazada?
Snow abre la boca con las mejillas rojas, trata de defenderse, pero por una razón no lo hace y se cruza de brazos. Los demás se ríen divertidos y la princesa da un bufido para nada elegante.
—¿Crees que encuentres un pretendiente en la fiesta, Red?—Teniendo compasión de su amiga, Belle decide cambiar de tema.
—Dudo que haya alguien que quiera sacar a bailar a un lobo. —Red le sonríe tras responder. — ¿Qué me dices tú? Tienes tantos pretendientes y eres muy bonita.
Belle no responde de inmediato, pensando en Rumpelstiltskin sin querer y siente un dolor en el pecho. Snow era la única que entendía que le pasaba. —No lo creo. Nadie llama mi atención.
Un ruido obliga a los soldados ordenar que todos se detengan, salvando al mismo tiempo a Belle de un interrogatorio. Charming se bajo del carruaje y, junto a sus hombres, sacan sus espadas, Red se baja también del carruaje (ella guiaba a los caballos) y Belle se mantiene en su Antonia, pero prepara su arco y flecha para disparar.
Algo sale de la nada con intención de atacarlos sin misericordia.
Presente. Storybrooke.
Cuando Mary Margaret se despierta para hacer el desayuno, no esperaba que esté ya estuviese hecho, que una niña estuviese durmiendo sobre un cubrecama de plumas y que una mujer que jamás había visto en su vida estuviese comiendo en la mesa como si fuese parte de la familia.
Era muy bonita y por una razón le recordaba a alguien que vivía en la ciudad. Su cabello castaño oscuro, casi como el chocolate, lo tenía hasta la codo y rizo como el de Emma, perfectamente peinado en una cola de caballo y ningún mechón fuera de lugar. Sus ojos color miel eran tan claros que dejaba a la vista un poco de verde… ¿O era azul? Tenía una perfecta piel blanca y sus uñas estaban pintadas de rojo. Vestía pantalones de yoga color vino y una camisa de hombre que le llegaba a los muslos y de color verde limón.
Al encontrarse visualmente, ella le sonríe con energía y amabilidad, transmitiéndole en un segundo que es una buena persona y que no debería preocuparse.
—Hola, tú debes ser Mary Margaret.
—Sí… no quiero ser grosera, pero… ¿Qué haces en mi cocina?
—Lo siento, estabas dormida cuando llegue. Emma me dijo que podía esperar aquí y preparé el desayuno, espero que no te moleste. —Se pone de pie para caminar hacía ella y la toma de las manos. —Mi nombre es Lucy Swan, Emma es mi hermana.
—Tú… tú y Emma… oh. Yo… no lo sabía.
—No me sorprende, ya la conoces, es más reservada que un pintor en la época victoriana. Ella no sabía que iba a venir, quería darle una sorpresa, pero luego de lo que encontré… una tal Kathryn Nolan ha desaparecido.
Mary Margaret tropieza con sus propios pies ante la noticia y casi se cae al suelo si no fuese porque estaba cerca de una de las sillas de la mesa. Ignora la cara sorprendida y confusa de Lucy, procesando todavía la noticia. Kathryn, la esposa de David, está desaparecida en el mismo día en qué se supo lo de la relación secreta y quedo marcada como una zorra rompe matrimonios. Esto… esto es una coincidencia, ¿no es así?
—Debes conocerla… bueno, esta es una ciudad pequeña, así que deben conocer hasta el perro de la estación de bomberos.
—Bueno, sí… es una historia complicada en todo caso… ¿Y quién es la Bella Durmiente?—Tomando atención finalmente en la niña que dormía en el sofá.
—Ella es mi hija, Syvone Rush… historia larga y complicada. —Agrega al ver la cara de la maestra. —Y duerme mucho.
La pequeña Syvone seguía ignorante de su entorno por andar dormida. Tenía la piel blanca como su mamá y el cabello liso, opuesto a su madre, pero del mismo color. Y corto, por debajo del cuello. Sus labios estaban entre abiertos y de vez en cuando se movían mientras soltaba balbuceos sin sentido, causando una sonrisa en sus observadoras.
—¿Cuántos años tiene?
—Tiene siete. Cumplirá ocho en tres meses… pero bueno, no dejemos que se enfríe el desayuno.
—¡¿Qué has dicho?!
Regina estaba a punto de romper su teléfono en dos con sólo su mano al oír la noticia de Glass. Lo único que le faltaba, otra Swan a fastidiarla…
Esperen un minuto.
—Gracias Sidney, mantenle el ojo encima e investígala. Quiero saberlo todo de ella. —Y cuelga.
Se levanta de su escritorio sin delicadeza alguna, dando vueltas en su oficina como un lobo al asecho y tratando de mantener las ideas en orden. Emma es la Salvadora, la primogénita de Snow White, así que es hija única de sangre, por ese lado es imposible que tenga una hermana. Según las investigaciones que hizo en este mundo sobre ella, es una huérfana sin familia, ninguna familia la acogió y estuvo en prisión. ¿Cómo puede un ente solitario tener una hermana en este mundo?
Entonces recuerda que Emma no fue la única bebé que cruzo aquel maldito ropero aquel día.
—¿Y si estuvieron juntas todo este tiempo?
Se pone el abrigo, recoge su bolso y sale de la oficina con destino a la tienda de Gold.
No se demoró mucho gracias a que conducía. Deja el auto estacionado en la cuadra de al frente y camina sin tomarse la molestia siquiera si algún vehículo se acercaba. El cartel decía Cerrado, pero eso no fue un impedimento para la alcaldesa y abre llamando al dueño a gritos.
La única persona que estaba ahí para recibirlo era la esposa del hombre. Hermosa, de largos cabellos castaños oscuros como el chocolate, brillantes ojos azules claros como dos diamantes y mucha piel blanca de porcelana bien cuidada. Vestía una falda escocesa hasta las rodillas, medias grises y de lana, zapatos con tacón alto de color rojo vino y una blusa amarilla sin mangas. Tal vez ambas no se llevaban bien, pero la mujer de Gold no olvida sus modales y sonríe cordialmente a Regina.
—Alcaldesa.
—Señora Gold. —Regina da una inclinación de cabeza sin tomarse la molestia de ocultar su enojo. — ¿Dónde se encuentra su esposo?
—Está atrás, pero no puede recibirte, esta con unos materiales y con un olor para nada agradable.
Regina entendía sus palabras, ella misma fue víctima de ese aroma y aún le causa revuelcos en su estómago cada vez que recordaba.
—¡Gold, necesito hablar contigo ahora!
—Tal parece que nuestra alcaldesa no está para nada contenta. —Tras la cortina sale un hombre alrededor de los cuarenta, vestido elegantemente en un traje negro, camisa azul oscuro y una corbata negra con diseños de color rojo.
—¿Lo ha estado alguna vez? —Se pregunta su esposa sin tomarse la molestia de ser discreta.
—Señor Gold, requiero hablar con usted a solas.
—Está bien. —No fue Gold quien hablo, sino su esposa. Cierra el libro de cuentas y busca su abrigo. —Llevo mucho tiempo aquí para saber que no debo estar entre medio de los dos. Iré al Granny's a tomar café.
—Ten cuidado, Belle.
—Siempre lo tengo. —Le da un beso en la mejilla y sale sin despedirse de la otra mujer.
—Bueno Su Majestad… ¿Qué cosa maravillosa hizo Emma Swan ahora?
—Ella tiene una hermana.
—Los Charmings trabajan rápidos para estar malditos.
—No seas estúpido, me refiero a que tiene una hermana de su edad…Lucy Swan y está en la ciudad.
—Bueno, ¿Qué tengo que ver yo con la vida que ha tenido en el orfanato?
—¿Sabes lo que creo yo? Que esa Lucy es tu Lucy. Tu hija.
Silencio. Gold había dejado de limpiar una pelota de cuero apenas la oye, recordando a su Belle en el pasado anunciarle que estaban esperando una hija y que tuvo que mentir en la profecía para que salven a Lucy de Regina porque ella iba a matarla. La enviaron junto con Emma por el ropero mágico, pero, ¿En verdad estuvieron juntas luego de tantos años? Eso no estaba en su visión.
Pero como aprendió hace tiempo, el futuro es un rompecabezas.
—Sea tu hija o no, ya tengo suficiente con una Swan, quiero que ella se vaya ahora.
—Yo no controlo la voluntad de las personas, ¿Recuerdas? No hay magia en este mundo. Y aun si pudiera, ¿Qué te hace pensar que yo voy a complacerte? Así que por favor, no me vengas con tus caprichos de niña y vete.
Ahora fue el turno de Regina quedarse muda. Con ira en los ojos, pero con una expresión de niña regañada, la Reina suelta un gruñido y sale de la tienda lo más dignamente posible y haciendo sonar sus tacones.
Una vez solo, Gold se ríe con tantas ganas que casi suena como sus risitas de diablillo en la otra vida. Regina seguía siendo una niña que creía sobrepasarlo o que tuviera alguna clase de poder sobre él. Ella es sólo su peón negro de ajedrez. Faltaba que el peón blanco, Emma, despertase su cerebro y rompa la maldición. Si es cierto que su Lucy terminó siendo la hermana de la salvadora, ella podría ayudarla, después de todo, era hija de Belle y de seguro era amable, intuitiva y con una gran imaginación que no se le cerraba los ojos ante la magia.
Pensando que debe dar una vuelta en Granny's a ver si tenía la suerte de encontrarla y corroborar las sospechas de Regina y las propias, la campana vuelve a sonar y se oyen pasos simples y pequeño. Una niña para ser exactos. El brillo en sus ojos azules oscuros hablaban de ser una niña ansiando la aventura, el conocimiento y un mundo mucho más allá que el rutinario que la sociedad le quiere imponer. Esa mirada le recordaba a su Belle, como también el pelo, tenían el mismo color, pero esta pequeña lo tenía corto y liso.
Vestía un vestido color verde, con un abrigo del mismo color para protegerla del frío, zapatos de charol negro, medias blancas y un pinche con lazo en el pelo. Sus labios rosas sonreían hasta partir su cara en dos, mostrando sus dientes blancos que no estaban aun alineados correctamente, y miraba todo sin ocultar la emoción.
Gold no puede evitar sonreír, contagiado de su alegría.
—Buenos días, señorita.
—¡Oh! Hola. —Ella lo miraba sin titubear. —Tiene tantas cosas hermosas.
—Muchas gracias.
—Aunque esas marionetas dan un poco de miedo.
—Te aseguro que no eres la primera que lo piensa.
—Está es una tienda de antigüedades, ¿no? Me encantan las cosas antiguas, tienen tantas historias.
—Veo que eres una niña inteligente.
—Mi mamá me ha llevado a recorrer el mundo, así que he aprendido mucho.
—Eso significa que eres nueva en la ciudad, ¿No?
—Sí… ¡Libros!—Si era posible estar más contenta que antes, la niña da unos pasos apresurados a una pequeña sección de libros antiguos. —Hace rato vi la biblioteca, pero estaba cerrada.
—Mi esposa no abre los sábados.
—Debe ser genial trabajar rodeada de libros.
La campana de nuevo suena y entra una mujer mayor protegida con abrigo negro, bufanda gris y con el pelo recogido, llamando a la niña Syvone y alegando el que haya desaparecido apenas le quita los ojos encima y recordarle que están en una ciudad nueva y hay que andar con cuidado.
—Lo siento tanto, señor. Mi hija puede llegar a ser muy…
Se calla al captar que el dueño de la tienda la miraba como si estuviese frente a un fantasma. Sus ojos exorbitantes la hicieron sentir incómoda y temblaba tanto que temía que se fuera a caer o desmayar, nada bueno para alguien que usa bastón, piensa viendo el objeto dejado en el mostrado. Incluso sus manos se movían como si anhelasen tocarla, de seguro para comprobar que ella no es ningún fantasma.
—¿Estás… estás bien? —Dijo mitad preocupada, mitad confusa y mitad temerosa.
Le tomo un tiempo corto o eterno, no sabía, para reaccionar luego de haberla oído preocupada por él. Tenía tantas emociones, quería llorar, abrazarla, prometerle que no volverían a separarse y que lo lamentaba mucho. Podía sentir la mirada de la pequeña llamada Syvone, curiosa y extrañada como su madre.
—Sí… estoy bien.
Lucy.
Su Lucy.
Su hija.
Su hija ha regresado.
Y tiene también una nieta.