Declaimer: Los personajes utilizados en esta historia son propiedad de Rumiko Takahashi. Esta es una adaptacion de la obra original "Orgullo y Prejuicio" quer pertenece a la renombrada escritora Jane Austen. Es llevada hasta ustedes sin fines de lucro y con el único objetivo de entretener a los lectores.
¡Hola! a pasado mucho tiempo desde la ultima vez que estuve por aquí, ¡lo se! Sin embargo, me siento muy feliz de haber regresado y traer conmigo otro capitulo de esta historia... No se preocupen, sigo trabajando en las demás historias y prometo actualizarla muchas mas seguido.
Quiero agradecerles a todos por los bonitos mensajes que dejaron en mi larga ausencia y por seguir entrando a leer esta historia. En verdad, muchisisisisissimas gracias!
Y pues bueno, sin mas palabrería, aquí les dejo el capitulo, ¡besos!
Capitulo IV
La noche era prometedora y la velada repentinamente se había tornado interesante ante los curiosos ojos de los invitados. En definitiva, la noche por fin había adquirido aquello que convertía a un baile en un verdadero baile.
El cotilleo hacía eco sonoro en el salón, pasando de boca a boca hasta formar un enorme tumulto de murmullos indiscretos, todos dirigidos hacia un mismo tema en común, o mejor dicho, un solo individuo en común; el joven, imponente e intrigante youkai, de cuyo nombre ya se había hecho mención.
—¡¿Sesshomaru Taisho?! —Exclamó la señora Higurashi con asombro.
Aquello solo daba cabida a lo obvio.
La señora Higurashi había pasado gran parte de la velada tratando de averiguar cualquier cosa referente a la dinastía Taisho y mucha había sido su sorpresa al descubrir que aquel refinado youkai de ojos dorados y cabellos de plata era nada más y nada menos que el mayor de la última línea sanguínea de la dinastía Taisho.
—Pero que suceso tan oportuno... —Pensó ella mientras sopesaba las buenas nuevas.
Podría tenerlos a ambos si así lo deseaba, solamente era cuestión de jugar bien sus cartas, a fin y al cabo, la partida parecía estar a su favor esa noche...
Las especulaciones no se hacían callar y pronto los rumores comenzaron a correr por el lugar.
Todos parecían estar absortos ante la belleza y elegancia del que ahora se sabía era el mayor de los Taisho. Las jóvenes murmuraban entre ellas, concordando todas con la misma idea: el joven Inuyasha era guapísimo sin lugar a duda, sin embargo, sus encantos jamás podrían competir contra la gallardía de la cual era poseedor Sesshomaru Taisho, jamás. Su porte y presencia dejaban en claro que se trataba de un individuo de suma importancia, no obstante, antes de que los presentes pudieran quedar aún más fascinados con el susodicho, los muchos comentarios sobre la ostentosa fortuna que había heredado de su padre comenzaron a inundar el lugar dejando boquiabierto a más de algún presente.
—¡Señores Taisho! —Exclamó el anfitrión del baile con regocijo— Sean ustedes bienvenidos. Espero de todo corazón que gocen de una excelente velada.
La muestra de cortesía por parte del anfitrión del baile fue recibida con gran entusiasmo y amabilidad por parte del más joven de los Taisho, sin embargo, el mayor, Sesshomaru, se limitó a dedicarle una inexpresiva mirada cargada de indiferencia acompañada de un leve asentimiento, haciendo que el caballero se disculpara y simplemente se retirara sumamente contrariado por la actitud del señor Taisho.
—¿Porque siempre tienes que comportarte de esta manera? —Preguntó a su hermano el joven Inuyasha.
—Porque puedo.
Y sin decir más, Sesshomaru dio media vuelta para así fundirse entre la multitud.
Era de esperarse que las miradas curiosas de los presente estuvieran puestas sobre los recién llegados, por lo que no fue extraño que las miradas mismas de Sango y Kagome, volaran hacia ellos de igual manera.
—Con que ese es el Señor Taisho —Comentó Sango un tanto sorprendida —Pues bueno, he de aceptar que es un caballero realmente apuesto ¿no lo crees así Kagome?
Kagome miró a su amiga y tratando de contener aquella oleada de emociones confusas que turbaban su mente en aquel momento al ver al joven Taisho, respondió con toda la indiferencia que su voz fue capaz de fingir.
—Sí, ya lo creo Sango.
—Me pregunto quienes serán aquellos youkai que lo acompañan.
Kagome giró su rostro en dirección a donde miraba Sango y su mirada se encontró con la del mayor de los Taisho. La mirada de aquel distinguido caballero, era fría e inexpresiva y en sus maneras, había un aire de ímpetu y altanería que ante los ojos de la señorita Higurashi resultaba ser una conducta realmente desagradable.
—No tengo idea querida Sango, pero a juzgar por su mezquina expresión, puedo aventurarme a decir que no se encuentra muy feliz de estar aquí.
—No se ve muy amigable que digamos —Comentó Sango con una leve sonrisa.
Y así era. Tan pronto como el señor Sesshomaru Taisho dio muestra de su personalidad, toda la admiración de la que había sido protagonista sin la más mínima intención, se desvaneció y fue sustituida por temor y recelo.
La verdad era que sus modales dejaban mucho que desear. Paseaba de un lado a otro con aquella mascara inexpresiva que había mantenido a lo largo de toda la velada, viéndose forzado a intercambiar algunas pocas palabras solo con algún valiente que en su ignorancia cometía la osadía de hablarle y si bien no tenía el más mínimo deseo de responder, lo hacía solamente con la mas fría y tajante cortesía.
Kagome lo observó apenas unos segundos más, después de que el señor Sesshomaru decidiera tomar asiento cerca de donde se encontraban ella y Sango, entonces, se le antojó que seguir observando a un caballero con una actitud aparentemente tan desagradable y poco cortés, era una total pérdida de tiempo y decidió ocupar su mente y atención en algo más agradable.
Sin escuchar realmente el entusiasta discurso de su amiga sobre su viaje al extranjero, buscó entre la multitud esperando ver a la única persona a la que en verdad deseaba admirar en aquel momento.
Su mirada voló por amplio salón y antes de que pudiera reaccionar de cualquier otra manera, sus mejillas la traicionaron al instante, encendiéndose como dos brasas ardientes al toparse con la mirada insistente del joven Inuyasha Taisho, quien se encontraba al otro extremo del salón observandola con interés.
Kagome apartó su mirada al instante, y fijó su vista en Sango tratando así de ordenar sus pensamientos, sin embargo, al no poder contener su curiosidad, miró una vez más en dirección al joven Inuyasha y sintió su corazón salir de su pecho, al ver que el joven Taisho se acercaba a ella con galantería y rodeado de todo aquel encanto tan característico de él.
—¿Me concedería usted el honor de acompañarme en esta pieza, señorita? —Preguntó el joven Inuyasha con voz aterciopelada.
Kagome estaba sorprendida ante tal proposición y al mismo tiempo se sentía sumamente alagada al haber sido ella la elegida para acompañarlo en su primer baile.
Ella se repuso inmediatamente de la sorpresa y con total naturalidad y frescura aceptó con una dulce sonrisa.
El baile comenzó e inmediatamente hubo una fuerte conexión entre ambos. Era obvio para cualquiera que pudiera observar la escena, el encanto y la química que irradiaba la pareja, y como era de esperarse la señora Higurashi no tardo en percatarse de lo que ocurría.
—¡Oh pero que dicha la mía! —Exclamó la señora Higurashi, quien se encontraba en compañía de Lady Tsukiyomi —Al parecer mi Kagome ha logrado cautivar al señor Taisho, pero no es una sorpresa, ¿no lo crees querida? Es decir, siendo mis niñas poseedoras de semejante belleza, no es de extrañarse que alguna lograse fascinar a un caballero de su categoría.
La señora Higurashi siguió parloteando y vanagloriándose sobre las mil y un ventajas que acarrearía un posible matrimonio entre su hija y el señor Inuyasha Taisho, sin embargo, ella, quien era una mujer insensata e imprudente, no pudo evitar que todos a su alrededor la escucharan incluyendo por supuesto al mayor de los Taisho, Sesshomaru, quien se encontraba sentado en un lugar no muy lejano a donde se estaba suscitando la conversación.
Mientras la melodía sonó, Kagome e Inuyasha continuaron bailando absortos en su propio mundo, con soltura, de vez en cuando conversando y otro tanto riendo con discreción.
Él era un joven encantador, realmente carismático y divertido. Tenia un sentido del humor muy parecido al de Kagome y sus modales dejaban en evidencia su buena educación. Kagome estaba fascinada, si le preguntasen en aquel momento si tenía algún favorito, definitivamente ella se inclinaría a decir que ese era el señor Inuyasha, sin embargo, a diferencia de la señora Higurashi, ella era una mujer sensata y precavida que no sucumbía fácilmente ante emociones momentáneas ó expectativas vacías.
La pieza terminó y ambos jóvenes, sin en verdad, desearlo se separaron.
El joven Inuyasha conversó algunos minutos con sus primos; Naraku y Kagura, pero era inevitable darse cuenta que había quedado completamente prendado a Kagome, puesto que todo el tiempo en el que se mantuvieron separados, su mirada se mantuvo insiste sobre ella.
Después de aquel primer baile, el joven Taisho bailó 3 veces mas a lo largo de la velada. Después de bailar la primera melodía con Kagome, había bailado la segunda con Sango, para después bailar la tercera pieza con Kagome, cosa que la había sorprendido gratamente pues semejante atención no podía menos que alagarla, sin embargo, al encontrar bailando a Kagome con otro caballero, el joven Taisho no tuvo mayor alternativa que improvisar una nueva pareja que bailara con el, mientras la que habia despertado en él genuino interés, pudiera volver a su lado.
Su mirada voló por el salón deteniéndose abruptamente en la mayor de las hermanas Higurashi. Kikyo se había mantenido fuera del campo visual del joven Inuyasha la mayor parte de la noche, por lo que este había sido incapaz de admirar la belleza de la que ella era poseedora.
Fue inevitable, inmediatamente acortó la distancia que los separaba y con el mismo encanto empleado con Kagome, invito a Kikyo a bailar con él.
Kikyo se quedó pasmada por algunos minutos y vaciló al dar su respuesta, pero ante aquella intensa mirada dorada que amenazaba con desarmarla, no tuvo mas remedio que aceptar y dejarse llevar por el encanto del momento.
Kagome bailaba impasible con Sir Hoshiyomi. Una compañía como la de él, resultaba ser realmente grata en cualquier otro momento, sin embargo, esa noche, Kagome solo deseaba libertad para poder entregarse a los brazos del que ahora ella se decía mentalmente era su preferido.
Las parejas giraban de un lado a otro con paso grácil a través de la amplia pista de baile. Kagome aún bailaba con Sir Hoshiyomi cuando este se disculpó y tuvo que retirarse sumamente apenado por dejarla de esa manera, pero a Kagome, esto no le había causado la menor molestia, puesto que ahora se sentía libre de bailar el resto de la noche con quien le placiera y claramente, ya tenia a alguien en mente.
Kagome se alejó de la pista de baile y tomo el mismo asiento en el que había estado anteriormente. Era inevitable no apreciar a los que aun ocupaban la pista, era un espectáculo realmente encantador y era una de las cosas de las cuales Kagome gozaba, sin pensar, en los pocos prospectos que había en el baile, ya que si se encontraran en otras circunstancias, Kagome no habría tenido que permanecer sentada por 2 bailes.
Después de permanecer sentada por algunos momentos hablando en pausas con algunas personas, se percató de algo inquietante; era Kikyo, bailando con el joven Taisho, pero, no era en si el hecho de que bailasen lo que había despertado en ella cierta angustia, sino, la mirada que posaban el uno sobre el otro mientras bailaban.
Kagome jamás podría sentir celos de Kikyo, no porque no hubiese un motivo aparente, si no, porque tal sentimiento no podía siquiera llegar a formarse en su interior, puesto que ella era su mas valiosa hermana y en realidad la amaba. No era su culpa, pues Kagome misma le había mantenido oculto su incipiente interés hacia el joven Inuyasha. Realmente no existía derecho de su parte hacia tal individuo, era solo un hombre, un apuesto hombre, algo pasajero que no llegaría mas halla de sus ojos. Aunque pensar en ello le produjera cierta contrariedad.
La música se detuvo y las parejas se separaron tomando un breve respiro. El joven Inuyasha se excusó con Kikyo y caminó entre la multitud hasta tomar asiento justo al lado de su hermano mayor, quién no se había movido de su lugar por casi toda la noche.
—Esto es francamente ridículo —Comentó el joven Inuyasha sin obtener respuesta alguna— Deberías abandonar esa estúpida actitud tuya, sabes que odio ver que te comportes de esta manera, ni siquiera has bailado y por Dios que jamás había visto a mujeres más bellas que las que nos acompañan esta noche.
—Lo verdaderamente ridículo aquí, es que en verdad llegaras a pesar que yo siquiera consideraría el hecho de bailar con alguna de esas desagradables criaturas a las que has calificado como "bellas"—Respondió finalmente Sesshomaru.
—Podrías intentarlo —Sugirió Inuyasha esperando algún atisbo de cambio de actitud por parte de su hermano— O al menos podrías tratar de disimular tu apatía, pues la impresión que estas dejando en los invitados, no es para nada favorable. Ellos piensan que eres un idiota.
—No siento interés alguno en perder mi tiempo en tonterías como las que propones.
—Hay jóvenes bastante hermosas en este salón, por amor de Dios callate e invita a una dama a bailar.
—Claro, hermosas como la joven con la que bailabas con anterioridad.
La conversión de ambos caballeros no era lo suficientemente fuerte como para ser escuchada por los demás invitados presentes y aunque así hubiese sido, aquello indudablemente le habría tenido sin cuidado al mayor de los Taisho, sin embargo, ninguno de los dos había parecido percatarse de que Kagome se encontraba lo suficientemente cerca como para escuchar involuntariamente su desfavorable conversión.
—No pudiste escoger a pareja más corriente e insípida. No había nada verdaderamente atractivo en aquella mujer y sin embargo vienes a mi con clara intención de persuadirme de abandonar mi confort y dignidad para relacionarme con criaturas como ella. Seria como auto-torturarme.
Kagome escuchó esto último sabiendo que aquel extraño, aun sin conocerla había hablado cosas tan atroces de su persona. Ella se molestó y tras aquellas duras palabras provenientes del youkai, se formó su primera impresión de él; Un youkai alzado y despreciable, evidentemente carente de cortesía y caballerosidad, sin embargo, todo aquello hubiese sido pasado por alto y serle indiferente, si tan solo no le hubiese mortificado su orgullo propio.
No lo conocía y ya lo despreciaba.
—Bien —Respondió resignado el joven Inuyasha— Como desees.
Y se alejó para encontrarse nuevamente con su actual pareja de baile, Kikyo, mientras Kagome los observaba aun sentada en el mismo sitio que antes.
Continuará...
Espero que lo hayan disfrutado
les mando un fuerte abrazo
y les deseo felices fiestas!
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