Disclaimer: Todos los personajes, lugares y demás pertenecen a J.K. Rowling.

Este fic participa en el reto temático de junio del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".

El fulgor de la batalla

La negrura se alzaba contra el imponente castillo dejando su reflejo en el gran lago. Pero la noche otrora tranquila ocultaba en sus sombras gritos, explosiones, muerte y destrucción.

Sucio y cansado Bill subió de dos en dos las escaleras de la torre norte, su pelo de un rojo intenso se movía al ritmo de sus bruscos movimientos. En la mano derecha firmemente sujeta reposaba su varita.

Ocupo su posición con cara lívida y piernas temblorosas, pero firmemente ancladas al suelo. Nadie iba a penetrar en el castillo y menos por la parte que él defendía. Allí frente a lo desconocido, con su cara inmutable y las cicatrices que le daba un aspecto fiero, Bill parecía un héroe legendario solo comparable con el gran Hércules.

Pero en su interior la angustia le oprimía el pecho, estaba lejos de sentirse lo que se dice valiente, tenía miedo por él, por su familia que luchaba allá abajo y por su mujer, no pudo reprimir una sonrisa al pensar en Fleur, en sus grandes momentos, cuando él le robo el primer beso, cuando ella la encerró en una pirámide de Egipto, el día de su boda, su consuelo tras el ataque del hombre lobo…

-No- concluyó en voz alta- Todo saldrá bien.

Pronto comenzó a oír gritos, carreras, hechizos y noto el resplandor de las maldiciones sobre los muros, sujetó la varita con más fuerza provocando que sus nudillos se volvieran blancos, y los vio, los mortífagos se acercaban.

Vivía todo a cámara rápida sin percibirlo realmente, lanzaba hechizos sin descanso y trataba de evitar las pocas maldiciones que le llegaban, tenía que reconocer que estaba muy bien posicionado, la muñeca izquierda le quemaba y notaba el tacto viscoso de la sangre. De vez en cuando distinguía provenientes de más abajo las voces de Lupin y Tonks que se daban apoyo mutuamente. Él también apoyaba a Fleur y sabía que ella podía sentirlo aunque no de la manera tradicional.

-Colin- te había dicho que te fueras- se oyó claramente la voz de la profesora McGonagall, y un ruido sordo invadió el ambiente- Muy bien hecho Colin, 50 puntos para Gryffindor.

Bill puso los ojos en blanco y empezó a descender para prestar ayuda a los alumnos de más abajo, resplandores verdes, luces rojas, todo era un caos, se movía por completo instinto, corriendo por los corredores y lanzando maldiciones al primer mortífago que avistaba.

Parecía que había una tregua, con paso firme se dirigió al comedor donde se agolpaban multitud de personas, buscaba desesperadamente la cabellera rubia de su esposa. En un rincón vio a tres magos pelirrojos agachados sobre un cadáver y se temió lo peor.

-Fleur- gritó, sintiendo un pinchazo en el pecho.

Corrió apartando a la gente a codazos, pero algo le interrumpió el paso, era Fleur que le había detenido con un abrazo. Bill soto la respiración y la apretó contra él mientras numerosas lágrimas salían de sus ojos.

-Yo lo siento, lo siento- decía esta incoherentemente

-¿Qué sientes?- y entonces se dio cuenta, en medio de las cabezas de sus hermanos y el pelo de su madre reconoció a uno de los gemelos.

Avanzó lentamente apretando la mano de Fleur contra la suya, sin atreverse a soltársela.

-Fred- murmuró cuando llegó hasta los pies del cadáver- Fred- y dándose medía vuelta apretó la cabeza contra el hombro de su mujer, quien lo rodeo con sus brazos.

Llorando amargamente repetía el nombre de su hermano, y se dejó consolar en el único lugar del mundo que se sentía fuerte y protegido, los brazos de su amada.