VERSUS
POR
STILL LIFE HORROR
Gracias a Isa por corregir este capítulo
Música de este capítulo:
Everybody loves Somebody por Dean Martin
ADVERTENCIA: La siguiente historia maneja situaciones violentas y sexuales, se pide la discreción del lector.
LA CAÍDA
1
α-lpha
Los Ángeles, California 1957
El material era sujetado con dureza por su mano; era toda su aprehensión volcada en sus dedos sudorosos y su pecho en expansión. Es un anillo pequeño, pero pesa más que toda la carga en su moral, más que su resistencia a ser uno más. Lo ha visto de cerca, hace unos momentos en la tienda mientras lo compraba, y aún lo deslumbra el brillo sutil del modesto y único diamante que posee. Sin embargo, el diseño intrincado y delicado en el oro hace que el objeto se vea más interesante de lo que es. Sabía que era perfecto en cuanto lo vio en el aparador, porque era sencillo pero con carácter, como ella, como él. Quiere esto —sea lo que sea que "esto" signifique—, y este pequeño objeto es el símbolo de que está dispuesto a tomarlo.
Mira a su costado derecho y cruza la calle hasta que nota el pequeño café en la esquina. Sus pasos son apresurados y mientras pasa por la tienda de abarrotes retoca su cabello. Es pulcro, bien delineado a su costado, lleno de pomada que hace que brille y realce su estética pulida y cuidada. Al menos es lo único que puede controlar, ya que el olor a cloroformo de sus prácticas de anatomía ha impregnado uno de los tres trajes que posee. Sabía que debió haberse cambiado antes de su cita, pero no iba a tener tiempo; sus horas de práctica no lo dejan ni comer.
Sin embargo siempre tiene tiempo para ella. Es, tal vez, el único placer en su día o al menos los días que la puede ver.
Al acercarse al café la ve afuera, sentada en una mesa de mimbre con mantel rosa y tomando de una taza blanca. Sus labios se posan delicadamente sobre la taza mientras sorbe con gracia el contenido y Edward suspira, porque sus labios son lo que más lo hace suspirar. Mete la mano en el bolsillo de su pantalón y aprieta, aprieta con fuerza.
Kate remueve un mechón de su rubio cabello y baja su taza. Cuando lo ve caminar hacia ella, su sonrisa es más tímida que coqueta, como si el encuentro fuera furtivo y no con su novio de hace dos años. Levanta su mano para saludarlo, pero es algo forjado en la costumbre. Es obvio que él la ha visto y saludar es una mera formalidad. Edward se ve perfecto, con porte y seguridad, como si dominara al mundo y no fuera un tímido estudiante de psiquiatría en su último año. Kate no puede evitar sonreírle aún más porque Edward tiene ese efecto en ella; él simplemente es pura inocencia y luz.
—Te ves..., hermosa. No, exquisita —dice Edward coquetamente besando a Kate en los labios y luego sentándose frente a ella en la mesa.
—Gracias —dice ella tímidamente jugando con la boca de la taza.
—¿Llevas mucho esperando? —pregunta Edward buscando al mesero con los ojos. Cuando éste lo ve, Edward le hace una señal para que vaya.
—No mucho. ¿Todo bien en tu examen? —pregunta Kate con honesta curiosidad.
Edward pide un café negro al mesero y posteriormente posa toda su atención a Kate.
—Bien, siempre bien, Kate, lo sabes. Aunque la verdad no puedo esperar para empezar mis prácticas —dice Edward tomando su mano.
—¿Has escuchado algo de Chicago? —pregunta Kate sin mover su mano o verlo a los ojos.
Edward se queda pensativo.
—Chicago puede esperar —él dice seriamente.
Esta vez, Kate lo mira a los ojos, y tienen ese destello que siempre la quema cuando lo mira directamente. No es una flama de pasión, esa llama en él le causa culpabilidad.
—Tu carrera es más importante. Además, no es una oportunidad que se dé todos los días —ella dice tratando de que su voz no se quiebre.
—Tú eres más importante. Estoy dispuesto a esperar a que termines tu carrera y luego…, luego ya veremos, amor —Edward dice levantando la mano de Kate y llevándola a sus labios.
—Edward... —ella dice un poco exasperada—, no es necesario, siempre puedes irte antes y luego...
—No, no es una opción, no voy a irme a Chicago sin ti, Kate. Te amo demasiado, ¿acaso no los sabes? Eres la mujer para mí —Edward dice entrelazando sus dedos con los de su novia y futura prometida.
Con su mano izquierda busca la caja en su bolsillo y la pone sobre la mesa. Es una caja de terciopelo color violeta, que implica cambios, cambios drásticos. Kate la mira intensamente por unos segundos y quita su mano de la de Edward. Él frunce sus cejas y luego toma la caja abriéndola. Kate no puede evitar mirar el anillo simple y dulce que este hombre le está ofreciendo. Es tal vez eso lo que la hace llorar silenciosamente. Edward, al mirarla, sonríe; ella está conmocionada, feliz hasta el llanto por la propuesta, piensa Edward erróneamente. En un planeado movimiento que ha imaginado por los últimos meses, Edward se levanta y posteriormente se pone en una rodilla, tomando la blanca mano de Kate entre las suyas.
—Kate, te amo, te amé desde el primer momento en que te vi y deseo pasar el resto de mi vida contigo. ¿Quieres ser mi esposa? —él dice con júbilo y toma el anillo de la caja. Kate está tan impactada por el hecho, que deja que Edward ponga el anillo en su dedo anular izquierdo.
Siente el peso, un peso totalmente diferente que Edward sintió hace unos minutos. El de él era compromiso, tomar lo que más ama y pertenecer a alguien por siempre, arriesgarse, dar todo. El peso de Kate pertenece a esos raros casos de alquimia emocional, porque no es del todo miedo o culpa, es algo parecido a la vergüenza.
—No puedo —ella dice mirando el anillo en su dedo. ¿Por qué tiene un anillo en su dedo? ¿Cómo llegó ahí?
Kate se lo quita y lo pone sobre la mesa ceremoniosamente. Edward está todavía de rodillas, confundido y con la boca seca.
—¿Katherine? —Edward pregunta confundido. No sabe bien qué está pasado, esto jamás estuvo en sus planes.
Kate voltea a verlo y esta vez Edward entiende que las lágrimas no son lo que él pensaba. Edward se levanta lentamente y se sienta, esperando pacientemente una explicación, porque debe haber una explicación razonable.
—No puedo casarme contigo, Edward —ella dice decidida pero aún llorando.
—¿Por qué no? —él pregunta confundido. Kate no lo mira, sólo llora—. ¿Por qué no puedes casarte conmigo, Kate? ¿Es porque aún no termino la escuela? —Edward pregunta pacientemente.
Kate sigue llorando y eso lo exaspera más, pero no pierde los estribos, después de todo es un futuro psiquiatra. Trata de controlar su ansiedad, de pensar con la cabeza, de darle espacio. Tal vez no es el momento, tal vez ella tiene miedo de las circunstancias en las que están. Los dos estudiando y él a punto de decir sí a Chicago, pero si no es ahora, ¿cuándo?
—Kate, di algo, por favor di algo. —Edward trata de no sonar suplicante, pero falla. Kate toma su pañuelo y limpia sus lágrimas. Luego se atreve a mirar a Edward.
—Eres un gran hombre, Edward, siempre lo has sido. —Edward no entiende esta explicación.
—Eso no explica por qué no quieres casarte conmigo —él dice duramente. No puede evitarlo, se siente dolido.
—Esto no es correcto... —dice Kate desesperada.
—Claro que es lo correcto. Te lo he dicho mil veces, eres el amor de mi vida, no hay otra mujer para mí, nunca lo habrá. Es simple como eso. Ahora por favor contesta, ¿por qué no tomas el anillo? ¿Por qué no me aceptas? —Su voz es clínica y eso hace que Kate levante una ceja. Vaya, al fin una reacción, piensa Edward.
—Porque me estaría casando con el hombre incorrecto —ella dice mirándolo al fin a los ojos.
—¿Hombre incorrecto? Soy tu novio por dos años, si yo no soy el hombre correcto, ¿entonces quién lo es? —él pregunta subiendo sus puños en la mesa y apretándolos frente a Kate. Ella lo nota; nunca lo había visto así de impulsivo.
Al ver que Kate no contesta, Edward se hace hacia atrás con cara incrédula entendiendo al fin la situación.
Esta vez Kate no llora, levanta su mentón y su mirada.
—Nunca fue mi intención herirte, Edward, pero esto no está funcionando...
—¿Quién es él? —Edward dice mirándola fríamente.
—Edward, eso no tiene nada que ver. Es sobre tú y yo. Ya no es como antes, no..., no siento lo mismo. —Kate se detiene un momento, sabe que lo que está a punto de decir es definitivo y rotundamente cierto—. Lo siento, Edward, ya no te amo —Kate dice con tristeza y decisión en su voz.
—¿Quién es él? —él pregunta nuevamente con la misma voz fría, tratando de ocultar que ella lo ha destrozado con su última frase. Trata de no pensar en eso, ahora mismo su atención es en saber, en tener respuestas, porque si no las tiene va a explotar.
—Edward...
—¡¿Quién es él, Kate?! —Edward grita.
Los comensales voltean curiosos y el mesero que se iba acercando les pregunta si todo está bien. Edward no contesta, Kate sólo sonríe y dice que no hay problema. Edward está mirándola intensamente mientras ella trata de buscar una manera de explicar.
—Si no me lo dices, lo voy a averiguar, Kate, te lo prometo y no será civil —él amenaza entre dientes.
Kate tiembla porque decir su nombre es casi peor que no decirlo. Sus ojos azules son suplicantes a los verdes de Edward, pero no encuentra rincón para esconderse. Conoce a Edward y sabe que es un hombre de voluntad y necio, no hay manera que ella pueda irse sin hablar, él jamás lo permitiría.
—Garrett —ella dice en voz baja, pero Edward la alcanza a escuchar. Al principio no reconoce el nombre, no así, hasta que ella completa su oración—: Doctor Garrett Price.
Edward cree que escuchó mal y sacude su cabeza en incredulidad. El Dr. Price es su mentor, el que lo ha guiado todo este tiempo por las peores circunstancias en su educación, ha sido su inspiración para ser el mejor del gremio. Porque el Dr. Price es tal vez el mejor psiquiatra de toda California, y no sólo eso, es de cuna de oro, con clase, respeto y fama. Todo lo que Edward no es, sin contar que es 15 años mayor que Kate.
—Podría ser tu padre —él dice con asco—. Él es mi mentor, mi... —Edward no sabe si alguna vez fue su amigo; pensaba que lo era.
Kate no contesta, está demasiado avergonzada porque todo lo que dice Edward es verdad, y puede parecer que ella es una zorra caza fortunas, pero ella sabe en su corazón que no es así. Tal vez todo lo hizo mal y no es el momento adecuado, pero se siente tan libre de haberlo confesado.
—¿Hace cuánto? —Edward pregunta aún si poderlo creer.
—Unos meses.
—¿Cuántos meses? —él dice mirándola.
—Tres, cuatro tal vez —habla Kate temerosa.
—¿Por qué, Kate? —Edward pregunta con ojos llorosos—. Te... amo. Dios sabe que aún ahora te amo. Pero, ¿por qué? —Ciertamente era la única frase que Edward tenía en su mente.
Kate no puede contestar porque no hay respuesta que él pueda aceptar, no hay respuesta que no la haga ver como una traidora infiel.
—¿Todo fue mentira? ¿Toda nuestra relación? ¿Estos dos años no significaron nada? —Edward pregunta dolido.
—No, no, Edward —ella dice tomando su mano, pero él la rechaza—. Tienes que entender que no planeé esto. Luché, créeme, luché por alejarme de él. —Edward se ríe incrédulo—. Sé que no me crees, pero fue así. Garrett también trataba de... Pero simplemente hay veces que no puedes evitar amar demasiado.
—Y tú nunca me amaste —dice Edward con una voz que demuestra que está lejos de resignarse, llena de una ira que hace mucho no experimentaba, no desde hace años al menos.
—Lo hice, pero no fue suficiente. No era lo mismo y no me di cuenta hasta que era demasiado tarde.
—Pero decidiste meterte a su cama a mis espaldas, ¿cierto? ¿No pudiste evitar eso tampoco? —Kate le da una cachetada y luego se ve afligida al ver que Edward no reacciona ante el golpe. Es como si no le doliera porque sabe que tiene razón o al menos cree tenerla.
—No me he acostado con él, las cosas no son así... Quiere casarse conmigo —ella dice en una mezcla de indignación y orgullo.
—¿Eso es lo que quieres entonces? ¿Las casas, los lujos, los autos, los viajes? Siempre hablas de eso, siempre has querido más y quería dártelo. Lo hubiera hecho, Katherine, pero decidiste escoger la opción más fácil —recrimina Edward.
—No es así, no es por dinero. Amo a Garrett —ella dice levantando un poco la voz y luego sintiéndose mal por restregarle a la cara su amor por Garrett a Edward. Edward no se merece eso, porque antes que nada era su amigo y es un buen hombre que siempre la ha tratado con respeto y amor.
—Puedes decir lo que quieras, pero estás aquí partiendo mi corazón y confesando que me has engañado por meses —Edward dice esta vez en voz baja, como un susurro que apenas contiene la furia que quiere desatar.
Engañado... Le da vergüenza pensarlo, no se digna a decirlo en voz alta. Baja su cabeza, sus ojos se entrecierran y mira a la mujer que ama frente a él.
—Kate —él dice seriamente.
Kate se mira un poco asustada, pero Edward se ve calmado y eso la asusta, no sabe por qué.
—Kate —repite Edward—, te perdono, toma el anillo y acepta. Esto estará olvidado para mañana. —Su voz es nuevamente clínica, desprendida de toda emoción, como si nada hubiera pasado. Como si ella no hubiera confesado su terrible secreto.
Kate lo mira con tristeza y lágrimas corren por sus mejillas. Toma el anillo que ella misma puso sobre el mantel color rosa, su mano temblorosa lo admira y sin pensarlo dos veces lo regresa a su elegante caja, la cierra y luego la mueve frente a Edward.
Edward se queda mirando la caja mientras Kate se levanta y se va.
GRAN NOTA DE AUTOR INICIAL (pues porque ando con verborrea):
Pues aquí vamos otra vez. Espero que les haya gustado mi capítulo anticipado; la idea principal era sorprenderlas y subir este capítulo el domingo y el capítulo 2 el lunes, peeeero saldré del país y no tendré tiempo, !hasta suerte tienen! lol ok no. Cuatro cositas:
1) Muchísimas gracias a todas las que recomendaron canciones, la verdad ha sido maravilloso porque he escuchado canciones que ni sabía que existían y otras que ya no me acordaba, mi mamá también se los agradece. Cuando supo todas las canciones " viejitas" de su época, me pidió con ojitos de venado que se las metiera a su ipod n.n
2) Este es el capítulo 1 y el 2 será posteado el lunes horario del pacífico.
3) La simbología y estructura de los capítulos es algo rara, básicamente la numeración está conformada por números griegos y a su vez está separada en diversas "facetas" que la historia va a tener; por ejemplo, esta que se llama "La caída" pero es el capítulo 1(alfa) , el capítulo 2 (beta) no tendrá ningún título particular. Heee espero no haberlas hecho bolas, la cosa es que para guiarse sólo sigan el número de capítulo y no el título, ese es porque yo soy rara ¬¬ y ando experimentando cosas, ustedes son mis vícitmas voluntarias lol.
4) Como se podrán dar cuenta esta historia va a tener mucho drama, les advierto desde ahora que Bella va a tener diversas facetas, ya lo verán con el tiempo y mientras los capítulos avancen aclararé esto. Otra cosa, esta historia no va a tener mucho lemon, tal vez un poquito por aquí y por allá MUCHA TENSIÓN SEXUAL NO RESUELTA, eso sí. Van a haber peleas, van a odiar a Edward, Bella y a uno que otro personaje, en fin, esta historia no tiene romance, casi nada. Con eso advertido, bienvenidas y !empezamos!
p.d las extrañé mucho T_T
Saludo,
Eve