Rick

El escritor leía unas líneas de Deadly Heat delante del público que había asistido a la presentación del nuevo libro. Entre toda esa gente vislumbró varios rostros conocidos entre los que se encontraban Espósito, Ryan y Lanie, sus excompañeros de la doce, que habían ido a mostrarle su apoyo, al igual que habían hecho con las anteriores presentaciones. El resto, a parte de su madre y su hija, eran en su mayor parte admiradoras y varios periodistas.

Cuando terminó de leer, bajó del atril entre aplausos y comentarios de halago por parte de sus admiradoras. Tras agradecerles su apoyo, el escritor se acercó a saludar a sus amigos.

-¿Qué hay tío? – le saludó Espósito, mientras chocaban sus manos a modo de saludo.

-¿Qué tal estáis todos? Os veo bien – comentó Castle, mientras apretaba la mano de Ryan – Lanie – dijo, tras darle dos besos a ésta.

Estuvieron hablando unos minutos de temas triviales. Los cuatro intentaban evitar hablar de Beckett y todos eran conscientes de ello, lo cual hacía que ninguno se sintiese realmente cómodo. Por eso, Castle se escaqueó en cuanto tuvo la oportunidad. Estar con ellos dejaba evidente la ausencia de Kate y eso le dolía todavía más.

-Perdonad chicos, necesito hablar con Paula, mi editora. Tomad lo que queráis, hay barra libre – dijo mientras se alejaba.

-Rick, hay algunos periodistas que desean hablar contigo – le dijo Paula, al mismo tiempo que le ofrecía una copa de champagne. El escritor se bebió la bebida de un trago, ante la mirada asombrada de su editora, y se acercó a los periodistas.

-Castle, ¿cuánto tendremos que esperar para el próximo libro de Nikki Heat? – La joven periodista acercó el micrófono de color rojo que sostenía con la mano derecha al escritor, mientras mostraba la más deslumbrante de sus sonrisas.

-En realidad, puede que este haya sido el último libro de Nikki Heat – contestó el escritor, dejando a todos aquellos periodistas asombrados.

Antes de que pudiesen formularle alguna pregunta más, o de que su editora se lanzase sobre él para interrogarle sobre aquella posible decisión, el escritor abandonó el lugar.

Kate

La Inspectora Beckett estaba esperando en el gran hall que daba acceso al despacho del subdirector del FBI ya que le había hecho llamar, al parecer tenía un caso importante que asignarle.

Mientras esperaba a que le hiciese pasar, cogió su teléfono móvil. Llevaba toda la mañana dándole vueltas. ¿Le enviaba el mensaje o por el contrario sería mejor no hacerlo? Lo escribió una vez más en su teclado: ¿Cómo está? De nuevo dudó en enviarlo o no, pero finalmente lo hizo. Pulsó en el botón verde de enviar en la pantalla táctil de su teléfono.

Guardó el móvil en el bolsillo de su chaqueta y levantó la vista hacia los grandes ventanales de aquella sala. Aquellas vistas le hicieron recordar su primera visita a aquel lugar, el día que se entrevistó con Anthony Freedman, el hombre al que estaba a punto de volver a ver. Sus pensamientos se vieron quebrados cuando su teléfono móvil vibró. Volvió a sacarlo del bolsillo, lo desbloqueó y abrió el mensaje de Lanie, antes de arrepentirse. ¿En serio quieres saberlo? decía su amiga.

Mierda – pensó ella. Su amiga intentaba evitarle más dolor, pero lo cierto era que sí, quería saberlo, quería saber cómo estaba Castle. Quería que le dijese que estaba con otras mujeres, que estaba feliz, que no la echaba de menos y que ella no había hecho mal en aceptar este trabajo.

En esos momentos, las puertas del despacho de su superior se abrieron. Anthony Freedman salió a recibirla a la puerta y le invitó a pasar y sentarse en la silla negra de cuero, frente a la suya.

-He oído que te has adaptado muy bien con tu nuevo equipo – le dijo éste, iniciando la conversación.

-Sí. Todos ellos son muy buenos y creo que funcionamos bien juntos, señor.

Él sonrió cordialmente ante la respuesta de la Inspectora Beckett y después de servirse un vaso de Whisky, le ofreció otro a ella.

-No, gracias, estoy de servicio – contestó, ganándose de nuevo una cordial sonrisa por parte de su superior.

-Veo que no le gusta perder el tiempo. Por eso será mejor que vaya directo al grano. Se estará preguntando por qué le he hecho venir a mi despacho.

Hizo una pausa para dar un trago a aquella bebida. Beckett no dijo nada y esperó a que continuase.

-Tenemos entre manos el caso de un asesino en serie, es un caso importante y quiero que tú te encargues de resolverlo.

-Gracias señor, es todo un halago – contestó ella, agradecida.

-El caso es en Nueva York – añadió él.

-¿Perdón? – dijo ella, de manera impulsiva – Quiero decir, ¿perdone, señor, quiere que vaya a Nueva York a resolver un asesinato?

-Sus ex compañeros de la Doce se están ocupando ahora mismo del caso. Usted conoce al equipo, conoce la ciudad… ¿quién mejor que usted para ocuparse de ello?

-Señor, pero, yo… - Lo cierto era que no se le ocurría ninguna excusa.

-Usted recibió la colaboración de varios agentes del FBI cuando todavía trabajaba en la comisaría 12th de Nueva York. Será exactamente igual, excepto que esta vez será usted quien les proporcione ayuda.

Beckett no respondió, todavía trataba de asimilarlo.

-Es la primera vez que envío a alguien con tan poca experiencia en el FBI a otra ciudad, así que espero que se lo tome como un cumplido. Confío en usted – dijo, levantándose para finalizar la reunión. Ella se levantó también – Le he enviado a su correo electrónico todo lo que tiene que saber del caso, mi secretaría le informará del resto.

Tras despedirse cordialmente de su superior, la Inspectora Beckett salió del despacho con un único pensamiento rondándole la mente: Castle.