N/A
Antes que nada, quiero aclarar que este no es un crossovers de Tenchi Muyō, no utilizare ninguno de los personajes de dicho anime, ellos son propiedad de Kajishima Masaki y Hiroshi Hayashi. Lo único que tendrá una ligera similitud, es la historia y planeó retorcerla hasta incorporar los personajes de Bleach. También utilizare uno que otro término utilizado en el anime, como Espacio pirata, el planeta Jurait entre otras cosas.
Mientras que si tomare prestados los personajes de Bleach aclarando que ni el anime, ni sus personajes me pertenecen son propiedad única de la ingeniosa mente de Tite Kubo.
Sin mas por decir les dejo con la historia, esperando que la disfruten tanto o mas, como yo lo hice, escribiéndola.
Para que la historia cobre un mejor sentido:
Los POV y conversaciones del personaje.
El relato hecho por autor.
«Pensamientos»
(Notas de autor)
- Conversaciones con el alma.
"Repuesta a conversacion con el alma de shinigami"
^ Flash Black^
… ღ…
DESTINO Ó CASUALIDAD
Capítulo 6
¡Primer día de escuela para un alíen!
La luz del sol atravesó el gran ventanal, su intensa luminosidad interfirió con el sueño placentero de una medina silueta que se retorció incomoda en la cama, cubriéndose con las mantas el rostro, evitando así que la luz siguiera molestándola. Bostezando, entreabrió sus parpados, observando somnolienta la hora en su reloj de pulso. Cansada, se acurruco más en la cama, arropándose con las mantas en una posicion fetal, repitiendo mentalmente — «Las ocho, cinco minutos no harán daño a nadie». — Perezosa volvió a cerrar los ojos.
Un segundo, paso y una alarma mental comenzo a sonar precipitada en el subconsciente de la figura recostada. Dos segundos más transcurrieron, cuando de pronto una verdad fue revelada. Poco despues un gritó preocupado resonó consecutivo al despertar abrupto de la silueta y la caída de las sabanas al suelo. — ¡Las ocho! ¡Ah, ya se me hizo tarde! —
« ¿Porque nadie me despertó?». — Con esa pregunta en la mente. La pequeña mujer, se deshizo de la ropa de noche, cambiándola por el uniforme escolar. Mientras se acomodaba la falda, corrió sin peinarse al baño y ala vez que se lavaba los dientes al igual que el rostro, aliso su corto cabello con las manos. Cuando se hubo enjuagado la boca, hecho a correr por el pasillo, precipitándose dio un salto por el lado derecho de las interminables escaleras, cayó al suelo de pie con la correa de la mochila atravesando su hombro derecho y pequeño cuerpo, hundiéndose floja a su costado izquierdo.
Antes de salir de la casa, en la sala encontro un enfermizo peliblanco de rodillas en el suelo y con una expresión de adolece plasmada en su rostro mientras que vaciaba el contenido de su estomago en una cubeta vacía, sin dejar de toser. Preocupada se desvió de su camino a la puerta.
— Se encuentra bien, tío Ukitake. — Se acerco preocupada, colocando una mano sobre la espalda del hombre enfermo. El hombre se incorporo de a poco con ayuda de la chica y limpio con el dorso de su propia mano un rastro de sangre que se resbalaba por las comisuras de los labios.
— Ciento preocuparte, Rukia–chan. Debe de ser demasiado penoso, para ti, que me veas en este estado tan deplorable. — Murmuró Ukitake, sonriendo quejumbroso.
— Para nada, tío. Somos familia y la familia siempre se preocupa por el bienestar de unos con otros. — Negó toda posibilidad. Sonriendo con gentileza.
— Eres muy gentil, Rukia… Perdona por no haberte despertado más temprano. — Agradeció Ulitake, colocando su mano sobre el cabello desordenado de Rukia.
— ¡La escuela, se me hace tarde! — Recordó asustada. Con lo preocupada que estaba por el estado enfermizo de su tío se olvido de la hora una vez más. Con un ultimo adiós a Ukitake, salio apresurada…
Rukia llegó con tiempo de sobra para asistir a la tercera hora. En la entrada tropezó con Orihime y Tatsuki, que le observaron inquietadas por el largo retraso. Interrogándola, se internaron en el ruidoso salón de clases, rodeando a una cansada Rukia quien extraía sus artículos de estudio de su mochila. Depositando los sobre el escritorio en perfecto orden.
— Es extraño de ti, Kuchiki-san. — Habló Orihime de pie en el lado derecho.
— Puede ser que de alguna manera sobrenatural. La cabeza de piña te haya transferido su puntualidad. — Sugirió Tatsuki. No perdiendo la oportunidad de molestar al pelirrojo sentando sobre su respectivo pupitre al lado izquierdo de Rukia.
— ¡Cállate, mujer masculina! — Insultó Renji con una mirada furiosa.
— ¿A quien llamas masculina, gay? — Tatsuki se giró furiosa y ambos se encararon, golpeándose con las miradas. Ambos se detuvieron al escuchar que Rukia y Orihime rieron divertidas. Sus risas pararon cuando un gritó asquerosa mente dulce zumbó desde la puerta.
— ¡Rrrru-kiiiiaaa -chan! ¡Estaba tan preocupado del solo pensar que no vendrías hoy! — Lloriqueo Keigo Asano, corriendo con los brazos abiertos y los ojos llorosos mientras a sus espaldas aparecía un escenario mágico, color rosado con burbujas rosas cayendo a su alrededor.
El excéntrico escenario paró, cuando la mochila de Rukia se estrello con el rostro del pobre tipo, mandándolo a volar contra la pared a sus espaldas y posteriormente cayendo a suelo como un simple saco.
— ¿Que nos toca? — Preguntó Rukia con el rosto torcido en una dulce, pero falsa sonrisa.
— Laboratorio. — Respondió Mizuiro sin soltar su teléfono, para nada preocupado de su inconsciente amigo tirado en el suelo con la nariz sangrante. Continuaron charlando desinteresados mientras esperaban que el tiempo trascurriera para ingresar a su siguiente clase. Eso hasta que una silueta alta, ingreso a la habitación y camino entre las miradas curiosas. Solo se detuvo, cuando estuvo a las espaldas del grupo de amigos de la pelinegra, quienes le miraron patidifusos cuando hablo.
— Hola, pequeñita. — Saludó con confianza. El cuerpo de Rukia se congelo al reconocimiento de la voz, con dificultad y como si tratare de un androide, giro la cabeza con lentitud. Estudiando al recién llegado desde los zapatos relucientes color negros, subiendo por el pantalón escolar, la desfajada camisa blanca, la desalineada corbata semi suelta colgando de su cuello, la sonrisa de medio lado remplazando su siempre mueca de matón. Terminando por quedar perdida en el par de ojos color ocre y el extravagante, desordenado cabello anaranjado.
— ¡Fresa! ¡¿Que demonios haces aquí?! — Reaccionó furiosa, saltando de su pupitre y señalando al recién llegado. Ausente por completo de sus característicos modales nobles. La ceja de Ichigo se crispo y su expresión de matón adorno su rostro en todo su esplendor. Aunque en sus ojos no estaba dicha molestia, mas bien parecían divertidos ante la reacción exagerada de la pelinegra frente a el.
— ¿Se conocen? — Cuestionaron al unísono los amigos varones de Rukia que no conocían al chico.
— ¡Desafortunadamente si! — Coincidieron ambos en un grito. Dándose la espalda mutuamente con las cejas convulsionadas y los ojos cerrados.
— ¿Como? No se supone que eres un estudiante trasferido de otra ciudad. — Interrogó Mizuiro, dejando por primera vez el teléfono a salvo en uno de los bolsillos de su pantalón escolar.
— Eso es porque es novio de Rukia. De hecho ayer vino a recogerla al final de las clases. — Respondió Orihime, sonriendo dulcemente.
— ¿Porque no habías dicho nada, Orihime? — Rezongó Renji con un tono furioso, repleto de celos ante la familiaridad con la que el estudiante trasferido discutía con su mejor amiga, Rukia.
— Es que no lo había reconocido y como Tatsuki tampoco dijo nada cuando se presento en la primera clase, mejor guarde silencio. — Orihime rió nerviosa, intimidada por el tono con el que el pelirrojo se dirigió hacia ella.
— ¡Cuida tu tono cuando hablas con Orihime, cabeza de piña! — Rugió Tatsuki a la defensiva, colocándose delante de una nerviosa Orihime.
— ¡Como sea! Contesten, ustedes dos… Es verdad que están saliendo. — Le resto importancia Renji y se dirigió con brusquedad hacia el par de orgullosos indignados que no parecían en lo más mínimo una pareja.
— Eso es una mentira que se invento este idiota para molestarme ¿Verdad, Zanahoria? — Respondió Rukia, pateando la pierna de Ichigo para que contestara. Este se mordió el labio inferior tolerando el dolor del golpe.
— Por supuesto que fue para molestarla. Quiero decir… Qué clase de desquiciado querría ser novio de una enana, con el genio de un dragón y ademas tan poco atractiva. — Respondió Ichigo como venganza por la patada mientras colocaba su mano sobre la cabeza de Rukia. Quien comenzo a emanar un aura atemorizante, debido a la furia que le invadía.
— Deja de insultar a Rukia, imbécil. — Defendió Renji, encarando a Ichigo. Sus miradas se cruzaron y los rayos ficticios de desprecio mutuo resonaran a sus espaldas. Repentinamente el puño de Rukia golpeo certero la cara de Ichigo, tirándolo al suelo con una hemorragia nasal.
— Maldita. — Gruñó sosteniéndose la nariz. Renji se burlo mirándolo arrogante.
— Necesitamos hablar. — Ordeno Rukia, tomando la mano de Ichigo y arrastrándolo lejos de todos.
… ღ…
Una acalorada discusión se llevaba a cabo en algún lugar completamente desierto del instituto. Lejos de las miradas curiosas de los estudiantes.
— ¡Estas disfrutando de crisparme los nervios! — Vociferó furiosa, golpeando repetidas veces su pie contra la tierra.
—Tú comenzaste. — Protestó Ichigo lavándose la sangre del rostro en los bebederos al aire libre.
— Dime inmediatamente ¿que cojones estas haciendo aquí? — Exigió una respuesta, con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
— ¡No es obvio! ¡Soy un estudiante de preparatoria trasferido de otra cuidad, que se quiere preparar para obtener un trabajo decente y tener una vida pacifica y de lo más normal! — Respondió sarcástico, señalando su propio atuendo.
— ¡Deja ya eso del estudiante trasferido! Ademas, eres demasiado viejo para venir a la escuela. — Comentó manteniendo la misma posicion tensa.
— Esta bien, como quieras. — Suspiro cansado, metió las manos a ambos bolsillos y entre cerro los ojos mientras explicaba su razonamiento de haber aparecido sin decirle nada en el Instituto Karakura. — Anoche estuve dándole vueltas a mi problema y como ya no existe ni la menor la posibilidad de irme de este planeta. Decidí que lo mejor era quedarme aquí y aparentar ser un terrestre. Pensé que la mejor forma de comenzar, era en convertirme en un estudiante común, graduarme, buscar un trabajo y tal vez… Con el tiempo me pueda acostumbrar a esta vida que no me pertenece. — Mientras hablaba, Rukia se relajo, completamente perdida en los ojos color ocre que se tornaron de un tono almendrado.
Parecía que en esos orbes, se remolinaban recuerdos lejanos. Memorias que tendría que olvidar, para vivir una vida que no le correspondía. «Y todo por tu culpa» Exclamó una voz prisionera dentro de los pecados de Rukia, cuyo rostro se volvió afligido, su mirada decayó lejos de las abismos cálidos hacia el suelo, indiscutiblemente llena de culpabilidad. Debido a que ella era la responsable de que Ichigo jamas regresara a su planeta.
«No lo niego, todo es mi culpa. Pero, aunque no tengo forma humanamente posible de ayudarlo con su nave. Es mi deber auxiliarlo a incorporarse a una vida norma». Caviló Rukia, llegando a una única e irrefutable solución. Decidida sonrió, se aproximo a Ichigo colocando su mano en su hombro.
Ichigo dejo de ver el cielo despejado, al sentir el calor de una mano apoyarse en su hombro. Sorprendido, de quien lo tocaba, sus ojos descansaron en los ojos azul-violetas de Rukia. Repletos de un sentimiento determinado que conocía a la perfección, ella era tan igual y a la vez tan distinta a el en tantos sentidos.
— Bien, hagamos un trato, Ichigo. — Habló Rukia, despues del cómodo silencio que compartieron.
— ¿Que clase de trato? Rukia. — Preguntó Ichigo extrañado.
— Te ayudare con todo lo que pueda, pero no me molestes mientras estamos en la escuela. — Expuso Rukia con seriedad, dándole la espalda y alejándose de un paralizado Ichigo. Repentinamente se detuvo sin mirarlo. — Estas de acuerdo, fresa. — Agregó al final, girándose con un tonó rosado adornando sus mejillas y su pulgar mirando hacia arriba.
— De acuerdo, pequeñita. — Respondió Ichigo, sonriendo de medio lado. Y al pasar junto a ella, desordeno los cabellos azabaches.
— ¿Quien te dijo que podías burlarte de mi tamaño? Descerebrado. — Intentando golpearlo, pero la mano de Ichigo sobre su cabeza le impedía moverse.
— ¡Eh, ustedes dos! ¿Que se supone que están haciendo? — Aulló un furioso Renji, deteniendo las acciones de ambos.
— Nada. — Respondieron al mismo tiempo.
… ღ…
Clase de Literatura.
Ante la inesperada llegada del estudiante de intercambio, los estudiantes se vieron obligados a realizar un forzoso cambio de lugares por apellidos. Para la mala suerte de Abarai Renji, su asiento se recorrió tanto que termino sentado al principio de la primera linea junto a la ventana, teniendo a su peor pesadilla sentada al lado, Arizawa Tatsuki. Pero su coraje no tenia nada que ver con ella, podía soportar sus comentarios asidos y los insultos innecesarios de la mujer masculina, lo que le hacia arder en rabia e impotencia era el hecho de que su mejor amiga, Rukia, estaba sentada en la cuarta fila en el quinto asiento a la derecha de Ichigo Kurosaki sentado en la tercer fila. Una distancia aparentemente corta para el resto del mundo, pero extremadamente larga para Renji.
Mientras la clase transcurría con demasiada lentitud para su gusto, dejo de prestar atencion a todo para no dejar de mirar con el rabillo del ojo en dirección de Rukia, que leía concentrada y en completo silencio, la página de su libro de texto, indicada por el maestro. Su atencion se desvió al percibir como el peli-naranja pegaba su rostro al libro, más de lo necesario. Dicho libro que curiosamente sostenía con las letras al revés, parecía frustrado como si intentara descifrar un complicado acertijo. Poco despues, frustrado dejo el libro en el escritorio del pupitre.
— Que idiota. — Murmuró Renji, sonriendo con los dientes relucientes ante la idiotez de Ichigo. Su sonrisa se borro por completo cuando sucedió algo ante sus ojos horrible.
« No tengo idea de lo que dice ». — Expresó mentalmente. Rindiéndose a no poder descifrar el contenido del libro, recargo ambos brazos sobre el escritorio mientras fruncía el ceño y suspiraba con pesadez. Era demasiado orgulloso como para pedir ayuda a la pelinegra sentada a su derecha. Estaba apunto de quedarse dormido cuando decidió molestarla.
— Shs, Rukia. — Susurró. Ichigo, sonrió arrogante, al notar como el pequeño cuerpo se atiesaba y venas aparecían en la lisa frente.
«No voltees, no voltees. Seguramente te meterá en problemas.». — Rukia escucho el susurro proveniente de los labios de Ichigo, pero decidió ignorarlo. Posando su mirada en el libro que tenia delante.
— ¡Eh, duende! — Subió un poco el tono de voz y le lanzo un papel en la cabeza.
— Deja de hablarme. — Respondió Rukia hostil.
— ¿Porque? — Interrogó fisgón.
— Porque no soy duende y deja de hacer esos ruidos extraños cuando duermes. Me molesta. — Cometo girándose a verle.
— Eso que tiene que ver con el libro de literatura. — Indagó Ichigo con una ceja levantada.
— Eres un…— Su insulto se opaco tras el comentario innecesario de Ichigo.
— ¡Eh, Enana! ¿Qué significan estas letras en estas hojas? — Ichigo se tapo la boca inmediatamente despues de confesar su problema vergonzoso.
— Acaso no sabes leer. — Se burlo Rukia. Aprovechando la indiscreción vergonzosa del alíen.
— Eso no te importa. — Ichigo chasqueo la lengua y se giro hacia el otro lado, orgulloso… Pero el rechinido estridente de una silla moviéndose, logro que girara la cabeza con curiosidad. Solo para ver a Rukia sentada en su mismo escritorio. La gentileza de rukia la obligaba a ayudar a los necesitados.
Ese imprudente acto, interrumpió las lecturas de todos los estudiantes. Repentinamente muchos pares de ojos husmeadores les observaron. Ellos lo ignoraron por completo. Rukia leía casi susurrante la página de un autor extranjero e Ichigo escuchaba con atencion, interesado en el texto. Mientras compartían el mismo libro, sus codos chocaban y sus manos se rozaban de vez en cuando, pero ninguno parecía incomodo con la situacion. A pesar de conocerse de muy poco estaban demasiado familiarizados con la cercanía de sus cuerpos.
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Almuerzo.
El cabello anaranjado de Ichigo sobresalía entre el mar de estudiantes que se precipitaban maniáticos contra la vitrina de la cafetería, queriendo alcanzar al menos una pieza de los panes de carne que servían. Sabiendo que no lograría comprar aquel pan, se dirigió al otro extremo de la vitrina donde muy pocos estudiantes estaban de pie ordenados en una fila.
— Oye. — Ichigo llamó al joven frete a el, pero no le hizo el menor caso. Debido a ello frunció el ceño, se acerco y toco el hombro de un estudiante bajito y enclenque. Utilizando un tono de voz más alto preguntó. — Oye tú, la comida esa es buena. —
El chico delgaducho al ver el rostro de matón de Ichigo, empezó a temblar nervioso y sin habla. Eso enfureció más al peli-naranja profundizando su ceño. — Te estoy… — Antes de poder decir algo más, el chico le arrojo su monedero cediendo el paso. — Adelante, pasa. Si quieres toma mi dinero. — Sin recibir respuesta huyó lejos.
Dejando detrás a un abrumado y confuso Ichigo, que no entendió absolutamente nada del comportamiento del chico. Sin más solo pensó «Que humano más amable» — Con eso ultimo permaneció en la fila hasta que llegó su turno, ordeno una de las letras con las que estaban enumerados los platillos. Al recibir su pedido se quedo observando las charolas de comida.
«Debería comprarle algo a esa enana. Considerando que llego tarde a la escuela apuesto a que ni siquiera desayuno» — Caviló. Aunque jamas lo admitiría abiertamente, se preocupaba por la pelinegra que ocasiono todos sus problemas.
— Compra una de esas Kurosaki-san. Seguro le encantaran a Kuchiki-san — Señaló un chico a sus espaldas que no dejaba de teclear datos en un anticuado aparato a su parecer. Ichigo estaba por preguntarle quien era, cuando la mujer que atendía la ventanilla apareció.
— Se te ofrece algo más. — Preguntó con una sonrisa tatuada en el rostro. No sabiendo que hacer, ni que eligir, opto por hacer caso al consejo del joven desconocido.
— Dame cuatro de esas, acompañadas con eso verde de ahí. — Pidió, señalando las cosas con los dedos. La mujer le entrego lo que ordeno y despues de pagar, busco al chico que le ayudo. Al no encontrarlo, desapareció por el pasillo.
«No compre nada de beber». — Recordó de pie en el pasillo, observando como un par de chicos introducían las monedas en un aparato extraño que al parecer servian bebidas. De nuevo se quedo de pie tratando de descifrar el funcionamiento de la maquina y una vez más el joven de antes apareció, metió las monedas en la ranura y presiono los botones. La maquina arrojo dos cajas de cartón.
— Al parecer se te dificulta la tecnología. — Comentó el desconocido quien le entrego una de las cajas.
— Gracias de nuevo…— Ichigo se quedo mudo no sabiendo el nombre del chico. Quien sonreía a la espera que el peli-naranja dijera su nombre.
— Lo siento, no se tu nombre. — Se disculpo humildemente Ichigo.
— Estoy en tu misma clase. Soy Mizuiro Kojima amigo de Kuchiki-san y no te disculpes, por esta vez lo dejare pasas. Despues de todo, siendo nuevo es normal que no te familiarices tan rápido con los rostros. — Respondió el joven guardando el teléfono y extendiendo su mano.
— Dime Ichigo. — Dijo estrechando la mano de Mizuiro. Cuando se soltaron apareció otro chico que hablando mientras comía.
— Mi-zu-iro. Don-de es-tabas. — Habló sin dejar de darle mordidas a unos de los cuatro panes que comía con rapidez y la decencia de un cerdo.
—El es… — Muzuiro estaba por presentar a Keigo a su nuevo amigo, pero este se le adelanto.
— Soy Keigo Asano el verdadero novio de Rukia. — Se auto presento corriendo con miles de flores alrededor y el deseo intenso de patear a Ichigo, que estaba asqueado del escenario…
En la azotea de la escuela, un grupo de amigos convivían sentados. Renji, Tatsuki y Orihime comían plácidamente, ofreciendo de sus almuerzos a una obstinada Rukia, quien se negaba a aceptar la comida ofrecida por sus amigos.
— Al menos prueba mi Tariyaki con guasabe y miel. — Sugirió Orihime.
— Gracias Orihime, pero no tengo hambre. — Se escudo, teniendo cuidado de no sonar brusca para no herir los sentimientos sensibles de su amiga.
— Orihime, acaso quieres que Rukia se enferme con… La mirada de Tatsuki hizo ha Renji corregir de inmediato su comentario. — Tus deliciosos manjares. — Dijo dando una mordida feroz a su pan de carne. Sabiendo perfectamente que nada de lo que sea que dijeran haría cambiar de opinión a su orgullosa amiga.
«Se me hizo tan tarde que no me dio tiempo de desayunar, ni siquiera de prepararme el almuerzo. Solo tengo el dinero suficiente para regresar a casa» — Pensó con el alma pendiente de un hilo, danzando tristemente. Entonces su estomago concibió un rugido feroz, revelando su verdadero apetito.
Sus amigos estaban por obligarla a comer, cuando frente a su cara apareció una bolsa de plástico. Rukia abrió los ojos más de lo común, giro su rostro, para encontrase con el ceño fruncido de Ichigo.
— Toma. — Dijo Ichigo entregándole la bolsa y sentándose a su lado, con los ojos desorbitados. Renji gruño furioso, Orihime se sonrojo y Tatsuki sonrió divertida.
— No sabias que fueras tan considerado, Zanahoria. — Dijo al recuperarse de la sorpresa inicial.
— Hay muchas cosas que aun no sabes de mí. — Comentó Ichigo mientras intentaba descubrir como se abría la caja de cartón en sus manos.
Las sorpresas de Rukia continuaron al abrir la caja de comida, encontrándose con cuatro bolas de arroz rodeadas de varias revenadas de pepinos. Incapaz de comer, la que por cierto era su comida favorita, observo el perfil de Ichigo.
— Si no te gusta, no te las comas. — Murmuró enojado. Al notar que la chica no toco la caja de comida. Sin decir palabra Rukia negó con la cabeza y comenzo a comer en silencio. Imperceptible para Ichigo, Rukia coloco la pajilla en ambas cajas de jugo.
— Por cierto Keigo, porque estas tan silencioso hoy. — Preguntó Mizuiro a sabiendas que sabia perfectamente lo que había ocurrido en el pasillo.
— Si, Keigo porque no nos cuestas porque tienes el ojo morado. — Comentó un sonriente Ichigo.
— No es nada. — Negó con la cabeza, dejando a la vista un enorme chichón en la cabeza y el redondel de su ojo derecho hinchado, torneándose de un color negro…
… ღ…
Ultima clase del día, matemáticas
De nuevo Ichigo molesto a Rukia, lanzado volitas de papel y por supuesto que Rukia tuvo una reacción exagerada, lo que produjo que la maestra se molestara.
— Duele, duele. — Lloriqueo Rukia al sentir al marcador impactarse contra el hemisferio izquierdo de su cabeza.
— Kuchiki, para de hablar de una buena vez. — Regañó la maestra. Que claramente parecía tener un trastorno de personalidad.
— Kurosaki ¿Puedes pasar a resolver el problema? — Pidió con fingida amabilidad.
— Eso te pasa por idiota. Despues me dices que se siente hacer el ridículo — Se burlo Rukia en susurros.
— Claro. — Asedio Ichigo sin el menor titubeo.
«A ver que cara pones enana». — Sonrió siniestramente Ichigo. Se paro en el pizarron estudiando el problema en la mente, fingiendo confusión por unos segundos. Suspiro y tomo unos de los marcadores…
— Se pueden utilizar muchas ecuación que multiplicadas por este logaritmo… que es igual a 4. — La clase junto la maestra de matemática estaban asombrados por el vasto conocimiento del peli-naranja. Jamas en sus vidas habían visto tantas formulas complicadas, para llegar a un resultado tan sencillo. Esto se llevo la mitad de la clase, cuando hubo terminado, la clase concluyo.
— Mentiroso. — Reclamó Rukia, señalándolo con su dedo acusador en cuanto el maestro desapareció de su campo de visión.
— ¿Yo, mentiroso? — Dijo con sarcasmo autosugestionándose indignado.
— Si, tu fresita ¿Como es que si entendiste los números y las letras no? — Gruñó aventándole el libro de problemas.
— Los números son iguales en todo el mundo. — Respondió Ichigo atrapando el libro en el aire, sin dejar de sonreír ante la cara atónita de Rukia.
— Si, como no. Ya no te volveré ayudar. — Refunfuñó girándose con molestia.
Renji destrozo un segundo lápiz con la yema de sus dedos. Sintiéndose completamente ignorado y excluido por Rukia, quien posaba toda su atencion en el Pelinaranja. « Parece que se conocieran de toda la vida» Rugió guardando sus cosas y saliendo echando humo de la clase, sin despedirse de nadie.
Ellos no parecían darse cuenta… Que con cada discusión, con cada detalle desinteresado su relación se iba intensificando más y más, alojándose cada uno en el corazón del otro.