Nota: no se definir muy bien las personalidades de los 10 objetivos de asesinato, así que me basaré en la impresión que me dan durante el juego, solo esperó no ofender a nadie.
Francia, escondite templario, 1190
En un comedor elegante, de pisos, paredes y techos de mármol oscuro, estaba una mesa con un mantel que llevaba solo dos tipos de colores en sus telas: blanca para contrastar con la imagen bordada y roja: para la cruz templaria. La imagen bordada.
La mesa era lo bastante larga para contener a 10 comensales. 8 lateralmente y 1 en cada punta.
Sobre la mesa no estaba dispuesta comida. Aunque a veces llevaban algo de vino ese día no había copa alguna sobre la mesa. Había algo mucho más valioso
-Bien. Creo que al final tenemos el "fruto" de nuestra búsqueda, caballeros.-dijo Garnier mirando aquel mapa improvisado mapa dibujado por Robert que daba como ubicación final el Templo de Salomón. Este estaba disperso por la mesa de tal manera que cada templario pudiese ver su parte respectiva del mapa.
-Todo este tiempo, el tesoro estuvo bajo mis propias narices.-dijo Majd Addin viendo con cierta frustración, pero más con ansiedad el mapa.
-Bueno, solo nos queda ir y tomarlo.-dijo Tamir.
-Aguarda.-dijo una voz entre las sombras.
Tamir se volvió para encarar a quien le había hablado.
Había entrado de igual forma que todos en la habitación, con las mismas intenciones y los mismos conocimientos útiles para la búsqueda, pero durante toda la reunión había estado profunda mente callado. Eso era algo poco habitual en él. Siempre parecía traer algo de información que para todos los demás, incluido Robert, les era desconocido. Incluso algunos ya habían considerado dejar de lado su honor de caballeros templario para empezar a suplicarle con palabras que de seguro también usarían sus miles de discípulos para dirigirse a él cuando iban a pedirle información. Palabras como "oh, Maestro, comparte con nosotros la valiosa información que posees, la cual seguramente nos ayudará a completar la misión".
Él que había hablado era el que se encontraba en uno de los extremos de la mesa, el paralelo al de Robert. Las arañas de luz no aportaban suficiente luminiscencia para poder distinguir con claridad su rostro.
Entonces el que había hablado salió de las sombras, revelando su rostro. Era Al Mualim.
-Rashid*.-dijo Robert viendo que finalmente su compañero había decidido hablar en toda la reunión.-Veo que finalmente das la impresión de estar consciente de lo que estamos hablando.
-Solo guardaba silencio porque sé que ya no necesitamos más información.
-Si es así ¿Por qué nos pides que esperemos para conseguir el tesoro?-le recriminó Tamir.-¿Acaso has pasado tanto tiempos entre aquellos Asesinos incapaces de ver nuestro Nuevo Mundo que has empezado a pensar como ellos?
El mentor mostró una expresión de desagrado ante tal acusación, pero se recompuso rápidamente.
-Por supuesto que no, hermano Tamir, solo quería que todos tomasen conciencia de que los Asesinos se enterarán.
Sibrand no habló, pero eso no era una sorpresa para ninguno de los presentes. Él no era del tipo de personas que confiasen en nadie. El poder de un hombre hace su muerte cada vez más deseable para los beneficiados con la misma y no eran pocos los que podrían salir beneficiados con la suya. Pero no tuvo más tiempos para dedicar a sus pensamientos personales, dado que Tamir volvió a hablar… O al menos lo intentó, dado que fue silenciado por una mirada de Al Mualim. A pesar de su edad, el hombre irradiaba intimidación si lo deseaba.
-Estoy harto de que me miren todos ustedes con aquella desconfianza. Mi posición entre los asesinos es solo una fachada. Hee aportado la mitad de la información necesaria para esta búsqueda y aun no me he ganado su confianza.
"Pero para lo que te he quitado la plabra, hermano Tamir, no es ppara quejarme de la poca unión que hay entre ustedes y yo., sino a explicar el porqué de mi anterior comentario.
"Los Asesinos se supone que estamos enterados de todo. Como el Mentor, debo estar 3 pasos antes que los enemigos de mis subordinados* ¿Cómo creen que reaccionarían ellos si supiesen que los templarios se han hecho con un artefacto de semejante poder y su Mentor no estaba informado? Vendría la desconfianza. Mi fachada se derrumbaría. Y aunque, a duras penas, se mantuviese en pie, ya no serviría de mucho dado que solo sería cuestión de tiempo para que todos se enteren de que lado está en verdad su Maestro.
En ese momento, las 8 personas que se sentaban en los laterales de la mesa decidieron dejar la decisión en manos del Grand Maestre templario. Este cerró los ojos unos segundos y después dio el veredicto:
-Tu argumento es sólido, hermano Rashid.
"Fijaremos un plazo de un mes para realizar la misión. Yo personalmente iré al templo con algunos hombres. En caso de que fallemos, debemos hacer uso del plan de emergencia, el cual todos conocen. Sabemos que es sumamente más largo pero nos beneficiará a todos a largo plazo.
No hubo necesidad de votación, puesto quee la habían hecho hace ya tiempo.
Una vez todos se hubieron ido a sus respectivos pueblos, ciudades y naciones, Robert se diriguió a su habitación, echó el pestillo de la misma y sacó de su armario un cuaderno. Este era de cuero oscuro y llevaba la cruz roja característica de su causa.
Cogió una pluma y un frasco de tinta y se puso a redactar los avances de aquel día.
Finalmente lo hemos encontrado. Resulta que estaba en el templo de Salomón, en Jerusalén. Y pensar que dos de nuestros hombres viven en esa ciudad.
Como sea, pronto obtendremos el tesoro. Pronto la humanidad dará la cara a una era sin más sangre derramada injustamente.
Nos vimos forzados a tener que esperar un mes por el hecho de que Rashid tendrá que decirles a los asesinos la ubicación del tesoro también para no destruir su fachada. No necesitamos ser tan delicados y sutiles en referencia los trabajos de mis otros hermanos. Pero si todo sale bien, ya no habrá que ocultarnos más. Ni siquiera de los Asesinos.
Robert cerró el cuaderno, lo volvió a guardar en el armario y, con los pensamientos que ahora guardaba en aquellas páginas, se fue a dormir.
Rashid*: el nombre de nacimiento de Al Mualim es Rashid-ad-Din Sinan.