Las nubes y la niebla se encargaban de tapar el sol de la ciudad de Acre.

Para Robert siempre había sido así. Aunque de seguro para algún sarraceno valiente (o estúpido) que se escondiese en la ciudad creería que ese era el castigo de su dios por permitir que los cristianos entrasen a su ciudad, forzándolos a aceptar su fe como única.

Aunque le hubiera gustado profundizar aquellas polémicas reflexiones sobre fes, Robert se vio obligado a posponerlas, puesto que sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonar de trompetas: el rey acababa de llegar.

El (supuestamente*) único punto de acceso a través de la gran muralla que protegía la ciudad dominada por el Temple se abrió, permitiendo a Ricardo I de Inglaterra pasar a la plaza de la ciudad.

-Buenos días, Majestad*.-lo saludó Robert, acercándose en su caballo, junto a sus hombres. Al acercarse lo suficiente para que el rey lo viera se bajó del caballo, se arrodilló y se quitó el yelmo en señal de respeto. Sus hombres lo imitaron.

-Buenos días, Robert.-lo saludó Ricardo.-Me alaga tu cortesía, pero por el día de hoy deberemos dejarla atrás ¿Recuerdas la carta que te envié hace una semana?

-Por supuesto.-afirmó el Grand Maestre.

-Bueno pues es el momento de discutirlos. Pero no aquí.

-¿A Su Majestad le parece bien discutirlo en la fortaleza del señor de Acre?

De hecho es precisamente de él de quien quiero hablar, así que no me sentiría muy a gusto estando en un lugar lleno de sus hombres.

"¿Acaso desconfía de Guillermo?" pensó Robert con preocupación. Afortunadamente, dado que estaba arrodillado, estaba con la cara mirando al suelo, por lo que Ricardo no pudo visualizar su expresión de preocupación.

-¿Y qué lugar tiene en mente, Majestad?-preguntó el Grand Maestre recobrándose de la sorpresa.

-Siendo sinceros, hace algún tiempo que mandé a construir una pequeña edificación privada para asuntos como este. No resalta mucho y su seguridad es intachable.


Tenía razón. Aquel lugar parecía igual que varias de las casuchas que había por los barrios de Acre, solo que sin pinta de estar a punto de derrumbarse, ya sea por descuidos o por la simple naturaleza.

Una vez dentro, Ricardo se sentó en una mesa similar a la que utilizaban él y sus hermanos para planear como apoderarse del Fruto, solo que sin el emblema templario. Robert se sentó el en extremo contrario mientras los hombres de ambos adoptaron una posición firme, en guardia.

Robert guardó silencio, dando a entender que le daba la palabra a Ricardo.

-Bien, Robert, como dije antes, te vine a hablar de Guillermo de Monferrat.-comenzó el rey inglés.-Últimamente he visto el progreso de sus soldados en entrenamiento. Su habilidad para el combate es tal que agradezco que estemos del mismo bando, pero sus incentivos a la hora de entrenar son…-se veía que el rey estaba buscando una palabra para expresar su disgusto sin necesidad de ofender. Al final lo hizo-Perturbadores.

-"¿Perturbadores?"-Robert había notado la incomodidad por parte del rey.

-Te pondré un ejemplo.-dijo el rey.-Habitúa mantener una estricta vigilancia sobre sus hombres, ya sea dentro o fuera de sus horas laborales. Últimamente no ha habido muchos crímenes en su distrito, pero si encuentra holgazaneando a algún soldado manda a sus hombres a apresarlo y lo envía a una mazmorra, como si fuese un prisionero, un criminal o un infiel.-una expresión de asco cruzó su rostro al mencionar la última palabra.-Y lo mantiene allí hasta el siguiente entrenamiento, entonces, a mitad del mismo, ordena una pausa. Da un breve discurso sobre las medidas que se van a tomar para hacer la ciudad cada vez más segura…

Robert no mostraba preocupación alguna en su rostro, ni siquiera la sentía, exceptuando la del soldado tratado como prisionero, eso fue algo que Ricardo no descartó.

-Tal vez no te parezcan extrañas las maneras de liderazgo de Guillermo, pero aún no he llegado a la última parte.-le advirtió el rey.-Entonces, después de terminar aquel discurso, llama a unos soldados que no están entrenando, de hecho parece que los tiene precisamente para aquella labor. Les pide que saquen al soldado prisionero de la mazmorra y les explica su falta. Luego le pregunta al soldado si quiere decir algo en defensa propia, estos suplican, admiten su falta de eficacia pero suplican por su vida, porque saben lo que vendrá a continuación. Entonces, después de oír aquellas suplicas, Guillermo levanta la espada y los asesina.

Ricardo parecí haber contenido su irritación durante todo el relato, pero en ese momento se levantó de la mesa y exclamó:

-¡No pienso tolerar que el señor de Acre mate a sus propios hombres! ¡No son solo sus hombres! ¡Varios de ellos me sirvieron alguna vez!

Inmediatamente después de hacer aquella declaración se volvió a sentar. Bajó la cabeza unos segundos y luego miró a Robert. Obviamente esperaba una respuesta de parte suya.

-Intentaré hablar con Guillermo. Le exigiré la razón de aquellos asesinatos.

-Bien, Robert. Es precisamente por eso por lo que he contactado contigo antes que cualquier otro de mis hombres: eres alguien cercano para Guillermo. Incluso recuerdo que fuiste tu quien me convenció de nombrarlo señor de Acre. Espero que me demuestre que aquella no fue una mala decisión.

-No lo fue, Majestad.-le aseguró Robert.

-Bien. Pues retirarte.-finalizó Ricardo.


Inmediatamente después de aquella reunión fue a ver a Guillermo. A cualquier otro no lo hubiesen dejado entrar así sin más en la fortaleza del que (en su mayor tiempo) era el supremo gobernante de la ciudad, pero aquellos hombres habían oído (como todos los cruzados) sobre el "Gran Robert de Sable: el Grand Maestre de la poderosa Orden del Temple". Incluso había oído de algún guardia no muy estricto que alguien estaba pensando escribir una novela biográfica sobre él*.

-Guillermo.-dijo una vez se encontró con el gobernante.-El rey Ricardo me ha informado de tus "incentivos" en las horas de entrenamiento de tus hombres.

-Él no tiene por qué entrometerse en las formas de entrenamiento que aplicó a mis hombres y no es nadie para criticarlas.-dijo De Monferrat sin quitar la vista de unos papeles en los que estaba trabajando, aunque era obvio que la mitad de su atención estaba puesta en lo Robert estaba diciendo, dado que sonaba irritado.

-Es el hombre que te proporciona los soldados y el que te dio tu puesto… Así que puede quitarte todo eso.-dijo Robert con tono serio.

Guillermo despegó la mirada de los documentos para mirar a su hermano en la búsqueda del Fruto del Edén.

-¿Entonces que vamos a hacer?

-Debemos justificar esos asesinatos.-dijo Robert.-O el rey dejará de darte hombres nuevos y te quitará tu puesto. Quien sabe que serían capaces de hacerte los campesinos si no tienes a más hombres para protegerte.

-¡Soy mejor luchador que todos hechos juntos!

-Tal vez tengas experiencia, pero ellos tienen cantidad.-le señaló Robert.

Guillermo suspiró y dijo:

-Bien.-dijo. De repente su rostro se iluminó.-¡Gracias, Padre de la Sabiduría! ¡Tengo una idea!

-¿Cuál es?-preguntó Robert con ansiedad.

-Trae al rey Ricardo a uno de mis próximos entrenamientos. Todo se explicará por si mismo.


Robert, sinceramente, desconocía que estaba pensando al obedecer las órdenes de Guillermo, pero allí estaba él, con el rey Ricardo y algunos hombres contemplando al señor de Acre pronunciar un discurso con la intención de motivar a sus hombres y luego la habitual ejecución.

Solo que esta vez, el soldado que iba a ser ejecutado estaba cubierto por una gran manta blanca. No se veía que estuviera consciente, un simple bulto arrastrado por dos soldados.

-No permitiré que lleguen a sus oídos mentiras de la boca del infiel.-dijo De Monferrat mirando a sus soldados.-Veeo la confusión en sus rostros y también la ofensa por llamar a alguien que consideran cristiano. Pues debo decirles algo.

"Haace ya tiempo que sabía esto. No quería confesarlo por temor a que su moral bajase y con ello su eficacia y productividad. Me he excusado hablando de holgazanear, de poca productividad, de incompetencia, pero no.

Hizo una pausa, para tomar aire, suspiró como quien es forzado a contar algo que preferiría nunca decir en su sano juicio y luego gritó:

-¡AQUELLOS HOMBRES ERÁNN ASESINOS!

Tomando eso como señal, los soldados que sostenían al hombre debajo de la manta blanca se la quitaron, revelando a un hombre vestido como Asesino, pero sin aquella oscura tez típica de los habitantes de Oriente Medio, sino aquella tez clara típica de los europeos.

Todos se sorprendieron ante aquella declaración: un Asesino en sus propias filas. Comiendo con ellos. Hablando con ellos. Celebrando con ellos.

En ese momento, Guillermo sacó la espada y fue autor de la ya acostumbrada ejecución.

Ricardo estaba sorprendido… Sorprendido y orgulloso.


-Aún no puedo creerlo ¡Guillermo descubrió un montón de espías en la ciudad!-dijo el rey mientras preparaba su caballo para marcharse de la ciudad.

-Es un hombre fiel a la causa.-dijo Robert.


*: A pesar de que Robert es francés y Ricardo inglés le debe decir "Majestad" en señal de respeto. Si no me creen les daré una prueba: Guillermo es italiano y aún así le dice "Majestad" a Ricardo.

**: Es como decir "hacer una película sobre él".

Por cierto si a alguien le parece racista el comentario de la claridad de la tez, no es por racismo, me refiero a que casi todos los Asesinos de Assassin's Creed I tienen la tez oscura (con sus excepciones, como Malik, Al-Mualim y el rafiq de Damasco) y parece que solo me encuentro gente de tez clara en Acre (que a mi parecer solo la habitan cristianos europeos).