Creo que estuve un poco más de un mes sin subir un capítulo, y todo por culpa de mi problema con los Beta Readers. Estoy enojada, si es que realmente se puede estar enojada con un tema que en realidad no tiene tanta importancia como este, así que a estas alturas del fic no busco más Beta Readers; editaré antes de publicar según mi propio jucio, modificando lo que consiere modificable, agregando lo que deba agregarse, etc., como lo estuve haciendo hasta ahora.
Restan tan solo tres capítulos + el epílogo que aún no esta terminado. Sinceramente no sé cuando voy a volver a subir un nuevo capítulo o terminar lo que me falta, es que (aquí llega la parte de irrelevante información personal) empecé mi vida universitaria el lunes pasado, me mudé a otra ciudad y arranqué a cursar dos carreras diferentes, porque todavía no sé con cual de las dos quedarme. Y aunque estoy super contenta por todo esto, todavía no puedo decidirme! Así que, en pocas palabras, cuento de poco tiempo, porque ya empecé a estudiar... y no sé que es lo que quiero hacer con mi vida jajaja.
Dejando lo más importante para lo último, me encantan las reviews y agradezco a todos los que se molestaron en escribir una vez, dos y por supuesto a la infaltable Merry Beaker Fractale, que no me alcanzan los idiomas del mundo para decirle gracias!
Respondiendo a las reviews del capítulo 10...
sheblunar, todavía queda mucho de la pelea! Espero que la sigas hasta el final :D
Merry Beaker Fractale, las reviews largas me encantan! Aunque estoy segura que si Tite quisiera ponerle algo de romanticism a Bleach sería muchísimo más poético. Bleach en sí es medio poético, es decir, están esos versos al principio de cada tomo (algunos son realmente hermosos) y esas lindas metáforas para caracterizar a los personajes, que para mí siempre le dieron al manga un toque medio literario que hasta ahora no encontré en ningún otro. Y al igual que vos, amo el shonen, aunque el shojo es mi placer culposo jajaj.
Kimjae, gracias por tu review, en el final sabrás que pasó con todos, porque no me gusta dejar cabos sueltos. Voy a actualizar lo más pronto que pueda!
Y eso es todo! Ojalá disfruten este capítulo.
P.D.:AMO COMO ESTÁ YENDO EL MANGA! SORPRESA TRAS SORPRESA, SIENTO QUE VUEVO A LEER BLEACH CON LA MISMA EMOCIÓN CON LA QUE EMPECÉ VIENDO EL ANIME TRES AÑOS ATRÁS!
Disclaimer: Bleach y sus personajes son propiedad de Tite Kubo.
Cuatro vidas más
Capítulo XI – Que empiece el espectáculo
Luego de retroceder nuevamente ante Ichigo, Daegon quedó descontento ante la fuerza él que tenía: no se lo esperaba. Además debía vencer a Abarai y Kuchiki, y quizás a Ichimaru que estaba como espectador de la batalla en un edificio cercano, o a Urahara y Kurosaki Isshin, que ya estaban por llegar.
Decidió que lo mejor sería brindarles a sus oponentes el lujo de ver su Resurrección. Clavó tres de sus zanpakutos en el suelo y contemplando las miradas asombradas de Rukia, Renji e Ichigo, liberó su poder.
—¡Oscurece, Abisal! —exclamó creando un haz negro alrededor suyo.
Cuando este se disipó, la vestimenta de Daegon había cambiado. Tenía unas botas negras y un hakama blanco ajustado dentro de ellas. Un cinturón negro sostenía esa prenda y a su kimono también blanco, dándole el aspecto, por fin, de un verdadero Espada. Un haori pálido ondeaba con el viento de la tormenta que se desataría en cualquier momento y entre sus anchas y espaciosas mangas se entreveían las manos de Daegon, sin piel ni músculos, simplemente hueso. Su aspecto físico no había cambiado más que eso, ni tampoco su tamaño ni contextura física. Seguía ciñendo sus espadas a un lado y en su espalda, como flechas en un carcaj.
Sin perder un segundo Daegon se abalanzó hacia Ichigo. Las espadas chocaban una y otra vez con fuerza titánica, resplandeciendo en un cielo nocturno lleno de nubes. Ichigo sentía que sus movimientos se hacían cada vez más ágiles, pero todavía no estaba a la par del Sonido de Daigoro. Por su parte, él solo reía y lo provocaba, yendo hacia él como un toro en pleno rodeo. Chocaban espadas y volvía a retroceder, con esa estúpida sonrisa que le decía que desde que habían empezado a luchar, aún no había conseguido hacerle un solo rasguño.
Ichigo lo sabía, sabía muy bien que no lo estaba tomando en serio y eso hacía que en su interior la furia comenzara a crecer. Quería matarlo, pero no antes de saber dónde estaba Inoue y primordialmente, si se encontraba bien. Pero él no respondía, solo iba de un lado a otro y lo atacaba desde distintos ángulos, pero de una manera que era fácil para Ichigo cubrirse.
Nuevamente Daegon volvía a atacar y mientras mantenían las zanpakutos una contra la otra, estrechándose con fuerza, Daegon recibió un impacto helado. Una ráfaga que lo embistió y congeló por completo.
—Tsugi no Mai, ¡Hakuren! —había gritado Rukia desde unos metros. Ichigo no pudo escucharla pero sabía que todo había sido a causa de la segunda danza de Sode no Shirayuki. Miró en dirección en donde creyó que provenía el ataque que había congelado al Arrancar y le pareció ver una mole que se aproximaba hacia él. Se corrió para que el bankai de Renji diese el presunto golpe definitivo. De la mandíbula de Hihio Zabimaru salió un potente rayo rojo que hizo trizas el hielo de Rukia.
—¡Hikotsu Taiho! —bramó Renji y pequeños cristales de nieve crearon una nube que les imposibilitó ver cosa alguna a los tres.
—¡Bien hecho, Renji, Rukia! —les congratuló Ichigo.
—¡Ichigo! ¿Cómo haces para vernos? —le replicó Rukia sin perder un momento, pero su amigo no la escuchó.
La brillante, helada y cristalina niebla se disipó y los ojos de los tres se abrieron turbados por la sorpresa, el Arrancar estaba entero frente a ellos. Sangraba por varios lados y tenía rasguños y fuertes marcas en el cuerpo. Sus zanpakutos estaban prolijamente distribuidas entre su cadera y su espalda. Sus ropas estaban rasgadas, su haori blanco ondeaba con notables rasguños, al igual que sus botas, casi por completo destruidas.
—Él no puede verlos, solo supone, acertadamente, que ustedes están aquí peleando conmigo. Esa espada que lleva consigo le está restaurando paulatinamente sus antiguos poderes a medida que el tiempo corre —explicó con calma—. A mí si puede verme, puesto que llevo un gigai que no puedo quitarme, especialmente preparado para esto. ¡Espero que no te moleste que me haya metido en tu más reciente memoria Kurosaki!
Rukia y Renji procesaron esas palabras con escepticismo, desconocían los poderes especiales de Daegon y aún les sorprendía el hecho que había sido, indiscutiblemente, un ex Espada. Lo de la vuelta de los poderes de Ichigo también los dejaba atónitos, pero la seriedad de Kurosaki les daba a comprender que todo lo que decía era cierto.
Mientras sus tres oponentes se enfilaban para volver a atacarlo, Daegon desenvainó de su espalda una de sus zanpakutos. Apuntó a ellos con el filo y luego hacia él mismo. Sin titubear se atravesó el pecho y un óvalo anaranjado no tardó en aparecer y cubrirlo por completo.
—No… no puede ser. ¡El Santen Kesshun de Inoue! —exclamó Rukia perturbada y en ese instante, al igual que Renji e Ichigo, comprendió todo.
De alguna forma ese Arrancar le había robado los poderes a Orihime y por eso ella los había perdido y se había debilitado. Ése había sido su objetivo desde un principio, por eso usó su poder para saber de ella y la engañó para permanecer a su lado. Ichigo se reprochó por enésima vez el no haber hecho nada al respecto, pero pensó en algo más importante. ¿Cómo iba a vencer a un oponente con una capacidad de regeneración tan asombrosa como esa?
—Felicitaciones Kuchiki —ironizó Daegon—. En solo unos segundos dedujiste lo que todos en Karakura no pudieron.
Las miradas de los tres se llenaron de odio. Que hubiese hecho tal cosa con una amiga tan bondadosa como Inoue era imperdonable. Ella, con su sonrisa y su buena voluntad, había estado con ellos en los momentos más difíciles, para brindarles una sonrisa y curarlos. Y esa cálida barrera que había sido tan indispensable para ellos en la batalla ahora estaba siendo usada por otro.
—No es posible… ¿Cómo? —preguntó Rukia— ¿Por qué? ¡¿Por qué le robaste los poderes a Inoue?!
—Porque quiero ser inmortal —replicó Daegon con franqueza—. Simplemente me asusta morir, dejar de ser lo que he sido por tantos años, perder todas mis memorias de nuevo. Es un miedo común, seré un hollow pero eso no quita que exista. Ustedes existen. Tanto tú, Kuchiki, como Abarai. Serán fuertes pero aún así no quieren dejar de existir, no si pueden evitarlo. Cualquier cosa que existe no quiere dejar de existir, es un instinto que tienen las personas, los animales, e incluso los monstruos como yo. Quizás tú, Kurosaki, eres de los pocos casos de quienes no le temen a la muerte, pero porque sabes lo que te espera después, a diferencia de mí y de tus amigos shinigami. Pero antes, ¿no te daba miedo pensar en ella? ¿No te parecía ruin y aterradora? O incluso ahora, ¿por qué no dejas que te mate? Porque en el fondo, tienes también miedo y tampoco quieres abandonar esta vida.
—Maldito… no me interesa a qué le tengas miedo. ¡Dinos donde está Inoue!—demandó saber Ichigo.
—No lo sé, ¿qué importa un cadáver, después de todo?
Esas palabras lo arrancaron violentamente de la realidad. La furia hizo que Ichigo viera todo rojo; la adrenalina colmó su cuerpo y la sangre que bombeaba su corazón se abría paso vertiginosamente. Imaginó a Orihime muerta a manos de ese malnacido y no pudo soportarlo. Gritó con violencia, liberando todo el aire de sus pulmones. El óvalo seguía curando a Daegon, e Ichigo lo atacó. Fue de frente, y sin más le clavó la espada en su pecho.
—Realmente no pensé que fueras tan estúpido, Kurosaki —le dijo, tomando el filo de la Asauchi con sus esqueléticas manos y clavándosela en si mismo más profundamente—. Estás viendo que los poderes que le robé a Orihime siguen curándole y aún así me atacas. ¿No te das cuenta que no me hacen nada, ahora que soy inmortal?
—¡Me importa una mierda! ¡De alguna forma voy a matarte! ¡Voy a vengar a Inoue por lo que le hiciste!
El semblante de Daegon se ensombreció, pero no por mucho tiempo, porque después largó una risa burlona. Ichigo retiró la espada y quiso cortarle la cabeza. Aireó la Asauchi pero cuando el filo estaba a milímetros del cuello de Daegon este la detuvo con su mano izquierda.
—Puedo ver que realmente te importa Orihime…
—¡Claro que me importa! —gritó sintiendo como sus ojos se ponían cristalinos. ¿Era la tristeza, que después de la ira, le había llegado por saber que Inoue estaba muerta? — ¡Y por eso no voy a perdonarte! ¡Heriste a mis amigos, usaste a Inoue, la… —le costó pronunciar aquella palabra—la mataste! ¡No saldrás vivo de aquí, eso te lo aseguro!
Ichigo ejerció más presión para vencer la fuerza con que Daegon detenía la espada de cortarle el cuello, pero no podía hacerlo. Ambos forcejeaban y tanto la mano del Arrancar como los brazos de Ichigo temblaban por la fuerza que estaban imprimiendo. Solo le bastó a Daegon usar su Sonido para escaparse de esa situación y se posicionó a unos pocos metros de distancia.
—Una excelente declaración de guerra. ¡Muy bien! —Daegon apretó la zanpakuto Iyashi entre su brazo y su cuerpo y aplaudió a Ichigo—. Tu determinación es admirable, tal y como todos la recuerdan. Te premiaré por esto, Kurosaki Ichigo: Orihime no está muerta.
—¿Qué…? ¿Qué estás diciendo?
Ichigo miraba a Daegon con los ojos abiertos. Sentía los ojos borrosos, el peso de las lágrimas que estaban por caer, aunque no sabía si por tristeza o alivio. Él quería creer que Inoue estaba viva, pero no podía confiarse de un tipo como él. Ya no sabía en qué pensar, pero rogaba con fervor que estuviese bien. Sabía también que no podía estar muy lejos. Quería encontrarla y que todo ese escenario lleno de nubes oscuras terminara pronto.
—¡Vamos, no me mires con esa cara! —exclamó Daegon como si todo fuese un chiste— ¡Ustedes tampoco, Abarai, Kuchiki! Esta vez les digo la verdad, no la maté así como tampoco maté a Sado e Ishida.
—No entiendo. ¡¿Qué carajo es lo que haces?! —gritó Renji, fuera de sí, cansado de escuchar el retorcido discurso de Daegon— ¡Déjate de vueltas, ponte a pelear de una vez, así podremos vencerte y terminar con esto!
—¡Oh vamos, Abarai Renji! ¿No quieren saber por qué no maté a tus amigos? Soldado herido sirve para otra batalla*. Ishida y Sado se harán más fuertes, y pelearán de nuevo. Yo quiero pelear contra el que sea, pero solo si me entretienen. No quiero débiles que pueda acabar con un solo aleteo de algunas de mis zanpakutos. Pero no te confundas, una vez que exprima todo tu poder para vencerte no volveré a usarte. Y lo mismo haré con Kuchiki, con Kurosaki y con Orihime… oh, espera. Ella ya es una deliciosa fruta completamente exprimida. No la maté —dijo mirando de soslayo a Ichigo—, pero eso no significa que vivirá por mucho tiempo.
—¡YA ES SUFICIENTE! —gritaron los tres al unísono.
—¡Inoue va seguir con vida esté donde esté! ¡No importa si no va a decirnos donde está, terminaremos contigo e iremos por ella de inmediato! —exclamó Rukia, con la seguridad y la confianza que solo ella lograba tener en momentos de tensión como ese— ¡Es tu turno Ichigo, aunque no puedas escucharme! Si tus poderes han vuelto, entonces haz que los conozca y sepa que están mucho más allá de su nivel.
—Bien —dijo Daegon, sabiendo que tendría que cumplir el papel de intercomunicador—, es hora de que me muestres de lo que eres capaz Kurosaki, mátame y después salva a Orihime.
—Lo haré con gusto.
Dicho esto Ichigo cerró sus párpados, se concentró en canalizar toda su fuerza y en rogar para que ocurriese. Trató de sentir todo su poder, toda esa presión espiritual que lo recorría, y comprimirla en un solo ataque, el más potente de todos. Colocó la Asauchi horizontalmente a un lado de su cuerpo y gritó con todas sus fuerzas.
—¡Getsuga Tensho!
Un rayo celeste como colmillo que corta el cielo, salió disparado de la espada de Ichigo, sin embargo no logró el efecto que esperaba. Lo había lanzado con todas sus fuerzas y el esfuerzo había traído como consecuencia el respirar agitado, con dificultad. Daegon había usado su wakizashi de viento para desviar por completo el Getsuga Tensho. Pero al dejar una abertura Renji y Rukia fueron hacia él a la par. Rukia cambió de táctica probando con el kido combinado que le había enseñado su hermano.
—Bakudo 61, ¡Rikujokoro!
La atadura de seis lados inmovilizó a Daegon aunque a este no le pareció importar. Sereno sucumbió ante la potencia del kido y también a la de Hihio Zabimaru que lo envolvió en su gigante cuerpo de bambú.
—¡Kurosaki-san! —escuchó que alguien le gritaba a sus espaldas— ¡Kuchiki-san dice que hagas otra vez un Getsuga Tensho!
Giró para ver a Urahara que, seguido por Jinta y Ururu, llegaba al campo de batalla. Él le había sabido informar lo que Rukia seguro había dicho, pero que él no había escuchado. Miró al frente, Daegon estaba inmovilizado por un haz traslúcido que él no diferenciaba totalmente pero que eran el kido de Rukia y Hihio Zabimaru. Concentró toda su energía nuevamente, esta vez el disparo tenía que llegarle. El Getsuga Tensho era su única técnica de ataque con suficiente poder. No podía hacer bankai, no adquiría velocidad para hacer el shunpo con facilidad y no podía ponerse su máscara de hollow. Hacer el Getsuga Tensho era su única opción.
Gritó con todo el aliento el nombre de su técnica y el rayo condensado de presión espiritual le dio por completo a Daegon. La rigidez de su Hierro no fue suficiente y una cicatriz le recorrió el abdomen y llegó hasta su cara, hiriéndole hasta el ojo izquierdo. La herida sangraba y le afectó notablemente. Cuando Renji y Rukia lo soltaron cayó con su peso muerto al suelo.
—¡Ahora Rukia! —ordenó Renji.
Rukia usó su shunpo para llegar al vencido Daegon y quitarle la zanpakuto con los poderes de Inoue. Esa había sido la intención de aquella estrategia de grupo. Rukia tomó la espada sin desperdiciar un milisegundo pero cuando uso su paso flash para volver hacía su compañero sintió el dolor de haber sido apuñalada en la espalda.
—¡RUKIA!
El movimiento de la espada de Daegon, que en el aire se estancaba con algo, alertó a Ichigo. Con ojos turbados trataba de entender que había pasado y supuso lo peor. Renji en un acto de iracunda ceguera lo atacó frontalmente, pero con una agilidad que hasta entonces no había mostrado, Daegon lo esquivó con facilidad. Ya se había deshecho de Kuchiki, Abarai era el siguiente.
—¿Esto es lo que querías, Abarai? Ahora estoy peleando en serio.
Usando la máxima velocidad que su Sonido le permitía, procuró colocarse cerca de él. Sabiendo que sería una táctica que ante el modo de pelea directo y poco estratégico de Abarai no podía fallar, desenvainó en rápidos movimientos todas sus zanpakutos menos Iyashi y las tiró hacia arriba. Mientras estaban en el aire disparó ceros a diestra y siniestra que no llegaron a darle al shinigami ya que estaba usando su bankai como escudo,
—¡Maldito…! ¿Qué cree que está haciendo? —masculló Renji mientras que con esfuerzo se cubría de los ataques, pero sintiendo a la vez lo que esto le producía a su leal zanpakuto.
Daegon parecía entusiasmado con aquella técnica que Ichigo aún no entendía. Urahara Kisuke miraba atento, tratando de descifrar las debilidades que podría llegar a tener el Arrancar. La fuerza con la que los ceros de Daegon azotaban a Zabimaru se hacía inaguantable cada vez y solo cesó cuando, en vez de ellos, fuego comenzó a resquebrajar las paredes de la columna babuina del bankai. Luego fue tierra y escombros, luego las mismas mezcladas con más llamaradas constituyéndose así bolas de fuego.
—¡Lo está presionando para que llegue a su límite! —intuyó Ichigo, incapaz de llegar a las alturas donde la pelea se estaba desarrollando.
Pero Renji eso ya lo sabía, él y su espada estaban tan fuertemente conectados que cada uno conocía bien el límite del otro. Renji ya había sido herido en la batalla, la sangre en la herida de su frente molestaba su visión. Entre vértebra y vértebra de Zabimaru podía ver las flamas de aquellas bolas de fuego, las cuales fueron reemplazadas después torrentes de agua fuertes como olas de decenas de metros, poderosos rayos eléctricos y aún más ceros. Todo esto Daegon lo hacía sin la necesidad de estar empuñando la zanpakuto en el momento del ataque, él las tiraba hacia arriba, dejaba que quedaran suspendidas en el aire y en el momento que creía conveniente que se pusieran en acción o se fusionaran, como lo habían hecho Kasai y Tochi, solo lo ordenaba y aquellas espadas obedecían. Cuando estaban más cerca de caer, las atrapaba y las volvía a tirar.
—Aguanta… tienes que resistir, ¡Tienes que resistir Zabimaru! —le decía Renji a su zanpakuto, padeciendo él también su cansancio.
—¡Mierda! ¿Qué puedo hacer desde aquí? Apenas distingo lo que está pasando —se lamentaba Ichigo.
Renji imprimió más fuerza, trató de juntar aún más las vertebras de Zabimaru para no dejar que nada del exterior lo tocara. Pero el límite de lo que podría resistir o no había hecho presencia. Hihio Zabimaru podía tolerar no más aquel mortal bombardeo se debilitó y colapsó. Las partes de la serpiente no pudieron seguir unidas por las cadenas de reiatsu y se dispersaron hacia todas direcciones, dejando a Renji al descubierto.
—Ahora sí, que empiece el espectáculo
Rapaz, Daegon fue hacia él, pero una barrera color rojo se le antepuso.
—No pasarás más de aquí, Arrancar —le dijo Urahara tras haber usado su shikai.
Daegon lo miró con una notable mueca de molestia. El escudo hecho por Benihime había interrumpido toda su carrera.
—Pues pasaré, aunque no te guste.
Secundado por aquellas palabras, Daegon clavó la zanpakuto sobre el escudo de Benihime como cuchillo a un almohadón de plumas, haciendo que este se quebrara en añicos.
Para ese momento Renji ya se había recompuesto y atacó de frente a Daegon, él afiló su vista, así como su determinación para finalizar de una vez por todas el round con Abarai.
Hihio Zabimaru se dirigió hacia él, serpenteando por los cielos, y justo al momento del impacto, Daegon extendió su palma, deteniendo por completo la carrera de Zabimaru. Renji abrió los ojos en la sorpresa. "No puede ser, solo con la mano…" se dijo atónito. Pero no era el momento de admirar la fuerza del contrincante que había herido de tal forma a Rukia.
Renji hizo un movimiento con para hacer retroceder a su zanpakuto, sin embargo en pleno arqueamiento de su brazo sintió el agudo dolor de una espada que atravesaba su pecho y sus órganos vitales. El filo de la espada sobresalió de su cuerpo unos cuarenta centímetros, la guarda de la zanpakuto rozando su pecho. Renji sentía como la sangre invadía sus pulmones, como el oxígeno lo abandonaba y como todo el cuerpo se endurecía y la sangre de sus venas y arterias eran una bomba a punto de explotar.
Daegon le propinó una patada por la espalda que lo envió al suelo como un meteorito. Segundos después el bankai de Renji había desaparecido.
Ichigo, sin haber contemplado la escena en detalle, se sintió perturbado de todos modos, sintiendo que el remordimiento hacia Daegon se incrementaba. Sintió un pinchazo de miedo porque finalmente mostraba que era, sin dudas, un enemigo poderoso.
Daegon se giró hacia él, mostrando una sonrisa que le causó un sudor frío a Ichigo. Se tensó y observó cómo sus ojos se volvían amarillos y centelleantes. Todo en aquel ser era malicia. Al dejarse de juegos, había logrado vencer a Rukia y Renji en pocos minutos, mostrando un poder, una fuerza, una agilidad y una velocidad alucinantes. Ichigo por un momento temió que con él sucediera lo mismo. Pero por el momento estaba sano y no podía echarse atrás.
—¡Urahara-san! —gritó— ¡Cuida de Renji y Rukia, yo pelearé!
—Pero Kurosaki-san, él es…
Ichigo supo lo que Kisuke estaba por decir, que era un oponente muy fuerte para él, por eso lo interrumpió: —No importa, Urahara-san… Siento que mis poderes están volviendo de a poco, y quizás funcionen. Además ya te lo dije, le ganaré a este tipo, no importa cuán fuerte sea.
La seguridad de Ichigo hizo que Urahara resistiera de ayudarlo. Sabía que Kurosaki era orgulloso y no pedía nada a nadie a menos que realmente estuviese fuera de su alcance. Si eso ocurría, él intervendría en la batalla. Pero por el momento, entonces, sería solo un espectador, dejaría pelear a Kurosaki a su antojo y vería hasta donde su prototipo de Asauchi podía hacerlo llegar.
—De acuerdo —replicó—. ¡Jinta, Ururu!
Los dos niños sólo necesitaron ser mencionados para comprender lo que tenían que hacer. Serios y sin titubear corrieron a socorrer a los shinigamis caídos. Jinta fue por Renji y Ururu por Rukia.
—Llévenlos a la tienda con Tessai-san y Yoruichi-san, por favor.
—¡Ok! —exclamó Jinta.
—De acuerdo, Kisuke-san —replicó Ururu y ambos niños cargaron a los shinigamis a sus espaldas como plumas y desaparecieron.
Daegon observaba la escena con indiferencia. Cuando los niños se fueron ya no reparó en Urahara Kisuke sabiendo que no intervendría. Sólo se enfocó en Ichigo.
—Ahora si podremos pelear nosotros dos, sin que nos molesten. Estoy ansioso por pelear contra ti, Kurosaki. El viejo Kurosaki, claro está.
—No recuerdo que exista una versión nueva o vieja de mí.
—No, pero sí hay una versión fuerte y otra débil. ¿En cuál piensas que estas ahora?
—¡Ya basta! ¡Cierra tu maldita boca! —gritó con enojo— En vez de tanto hablar ven y atácame, ¡te cortaré en pedazos para que veas que no estoy viejo ni débil!
Una maliciosa sonrisa se formó en los finos labios de Daigoro.
—Espero que realmente haya un poder que avale tus aires de grandeza.
Ichigo sonrió confiado: —Lo hay, y si no, está por llegar pronto.
Ichigo sabía que los poderes le estaban volviendo. Sintió que ya podía pararse en el aire y dar espectaculares saltos como antes. No desperdició el haber obtenido esas habilidades y trató de atacar a Daegon usándolas. Su oponente atacó con una llamarada de fuego pero él pudo esquivarla. Lanzó un Getsuga Tensho y así se comenzó una increíble batalla por los aires.
Flamas de fuego que habían errado a su objetivo casi incineran a un shinigami que, con toda prisa, llegaba al escenario de batalla.
—¡No puede ser! ¿Ichigo está peleando? —dijo atónito Hirako Shinji, viendo a Ichigo volar por los aires, esquivando y atacando con una velocidad que no era impresionante, pero que tampoco era la de un humano.
—¡Ichigo, que estás haciendo idiota! —le gritó el Vizard— ¡Ya no eres shinigami sustituto, ni siquiera traes el uniforme!
Pero Ichigo no lo vio, apenas distinguió un nuevo reiatsu que hacía acto de presencia. Lo ignoró tratando de concentrarse en absoluto en su combate.
—¡Diablos, que está haciendo! —Hirako contemplaba la batalla, Ichigo versus un Espada que nunca había visto antes, seguramente el Espada que estaban buscando— ¿Dónde están Kuchiki y Abarai?
—Resultaron heridos, ya me he encargado de sacarlos de aquí y que los atiendan.
—¿Kisuke…? —preguntó volteándose y comprobando, en efecto, que Urahara era el que le había hablado.
—Que bueno verte, Hirako-san —respondió con una enigmática sonrisa.
Hirako lo miró ya sin sorprenderse, aquel escenario tan impensado sólo podría ser concebido por ese hombre: —¿Le devolviste sus poderes a Ichigo?
—Algo así, —replicó con modestia— no estoy muy seguro si los recobrará al cien por ciento o se evaporarán en un instante, pero por el momento la transición de humano a shinigami está evolucionando mejor de lo esperado.
—Lo dejaremos pelear hasta donde llegue, no quiere que nadie se meta en su pelea —agregó Kurosaki Isshin, apareciendo detrás de Urahara, vestido con el shihakusho negro de todo shinigami y el haori blanco amarrado de su hombro, recuerdo de haber sido capitán de la Décima División—. ¡Agh, es un muchacho muy orgulloso!
Shinji miró fijamente a Isshin. "Indiscutiblemente es un Shiba" se dijo, basándose en su apariencia física. Pero no ahondó más en el tema, dirigió su vista hacia arriba y admiró como la pelea seguía desarrollándose.
—Hagamos esto más divertido, Kurosaki Ichigo, ¿te parece? —dijo Daegon tomando la espada Inazuma y extendiéndola perpendicularmente a él— Te mostraré el verdadero poder de mi Resurrección.
—¿Más divertido? —cuestionó— Solo te veo a ti retrocediendo para tratar de esquivar mis ataques. Soy el único que se está divirtiendo, Daegon.
—Ya lo veremos —replicó con enfado ante el soberbio comentario.
Con la palma de su mano derecha sosteniendo mango y el filo clavado en la palma de su mano izquierda, Daegon comprimió su espada hasta juntar las manos. La katana no lo había atravesado, sino que se había encogido hasta desaparecer, dejando como rastro un fluido negro.
—Abismo.
De repente, para Ichigo fue todo oscuridad. Conservaba sus otros sentidos, pero sus ojos solo veían negro y eso lo alertó. Abrió los ojos, los cerró y volvió a repetir esa acción muchas veces pero no había cambios. Sentía sus brazos pesados y sus pies firmemente pegados al suelo. Dio un giro de 360 grados pero su escenario no cambiaba. La oscuridad lo abrumaba, pero podía sentir los sonidos del exterior y las gotas de transpiración caminando por su piel y eso lo salvaba de la desesperación total.
—¿Qué está pasando? —rugió.
—Pareces confundido, Kurosaki, —replicó Daegon— déjame explicarte: mi Resurrección es muy distinta a la de cualquier otro Espada, no aumenta demasiado mis capacidades ni cambia mi aspecto más que mi vestimenta. Eso ya lo viste, ¿no es así? Ahora, ¿quieres saber por qué se llama Abisal? —preguntó— Porque ella y esta técnica son prácticamente sinónimos. La uso cuando deseo y afecta a mis enemigos, muy parecido al Bankai de algunos shinigamis, tristemente he de admitir. En este momento, tu vista quedó inutilizable, no puedes ver nada porque te hundí en la más densa oscuridad, como la del abismo del océano.
Daegon terminó su discurso mostrando una cínica sonrisa donde se exhibían brillantes dientes que Ichigo no pudo ver. Inmediatamente, y sin perder más tiempo en explicaciones que restaban adrenalina a la batalla, lo atacó con su zanpakuto de fuego. Ichigo sintió el dolor más agudo e intenso que jamás había sentido en su vida, la cortadura recorría transversalmente todo su tórax y desangraba su pecho como un río que derribaba las paredes de un dique. Luego, el dolor del fuego se trasladó por cada lugar de su cuerpo e incendió cada célula de su ser. Las quemaduras se hicieron insoportables, e Ichigo aulló de dolor. Cayó rendido al piso, con dificultad para respirar y viendo aún todo negro, incluso no era capaz de imaginar el rojo de su sangre o del fuego que ahora lo cubría.
Entendió que finalmente Daegon Dunst se estaba tomando las cosas en serio y quería que todo terminara pronto. En cuanto se sintió amenazado desplegó todo su potencial y él, que no tenía los poderes de antaño para hacerle frente, se vio a sí mismo atado a esa fatídica situación. Se desanimó por un momento, porque había sido tan ingenuo en pensar que todo lo que había visto hasta entonces era la Resurrección de Daegon. Sin embargo, Ichigo estaba en una situación tan comprometida que no podía darse el lujo de retroceder o dar la pelea por perdida. Tenía amigos que alejar de la batalla, un enemigo que derrotar y a Inoue a quién proteger.
En un esfuerzo sobre humano clavó la Asauchi en el piso y esto lo ayudó a ponerse de pie nuevamente. Ichigo contaba con una voluntad que movía montañas, y esto fue lo que lo ayudo a levantarse ignorando el dolor de las quemaduras. Cerró sus ojos apretando sus pestañas con fuerza y se concentró en tratar de ubicarse en el espacio y en triangular donde posiblemente estaba su oponente. Puso su espada perpendicular a la línea de sus piernas y apuntó el extremo a donde creía que estaba el Arrancar. Se preparó para el próximo ataque y remarcó la importancia de sus reflejos. "Si me dejo herir sabré de donde me está atacando y donde está en ese momento exacto" pensó Ichigo, considerando que la única forma de combatir era desarrollando sus sentidos restantes, como el tacto.
Y así fue. Daegon clavó una de sus zanpakutos en las fila de costillas derechas de Ichigo y él, ignorando el daño, aireó su espada y logró cortarlo. Esto al Arrancar no le causó gracia: por más que hubiese sido un shinigami increíblemente poderoso, solo quedaban vestigios de aquél pasado; Ichigo era ya un humano y que un humano consiguiera marcarlo con su espada dañaba la integridad del poderío que creía tener. En seguida usó a Iyashi para curarse el área cortada.
Las nubes seguían amotinándose, y el panorama se hacía cada vez más oscuro. A Daegon no le gustaban las tormentas, y quería terminar la pelea antes de que se largase a llover.
Daegon volvió a cortarlo aprovechando la ceguera de Ichigo, pero en todas las veces se ganaba una herida de Kurosaki y debía hacer una pausa para regenerar la parte herida. Sentía el enfado de tener que estar recibiendo cortes por parte de un simple humano, y más que nada de ver esa arrogante sonrisa en aquel rostro de ojos ciegos.
—¿Qué pasa, eh? —ahora era Ichigo quien provocaba— Ni siquiera cegándome puedes evitar que te corte.
El semblante del Arrancar se ensombreció: —Cero.
De inmediato Ichigo sintió el dolor que provocaba el Cero y supo que a esa velocidad, nunca hubiese tenido oportunidad de esquivarlo o contrarrestarlo. Comenzó a correr casi despavorido para evitar ser alcanzado por otro Cero más. "Maldición, ¿cómo se supone que voy a poder esquivar ataques a larga distancia?" se dijo enfurecido, mientras corría a toda velocidad sin rumbo, posiblemente en círculos. Sentía que varios Ceros le rozaban a medida que se movía y otros lograban darle, aunque no de lleno. Cada vez que esto pasaba escuchaba resonar como truenos en una tormenta la mórbida risa de Daegon. "No importa, como sea tengo que ganarle a este bastardo y salvar a todos ¡No importa si no lo veo, me concentraré y trataré de encontrarlo!"
—¡No me digas que un Cero es todo lo que tienes!
—¡No me provoques, Kurosaki! ¡Lo vas a lamentar después! —exclamó con morbosidad.
—¡Ésa es mi línea!
Siguió corriendo, pero comenzaba a recibir un bombardeo de ataques a distancia que no podía esquivar ni evitar; ni tampoco cubrirse, como lo había hecho Renji. Estaba completamente desnudo y ciego. Quiso atacar, pero eran siempre ataques a la nada. Escuchaba a Urahara-san y a su padre que intentaban guiarlo, pero su falta de ubicación hacía que fuese imposible.
Ichigo en ese momento dejó de correr y creando un puente entre sus piernas se paró con firmeza. Sus ojos estaban cerrados con fuerza y denotaban todo el esfuerzo por concentrarse que tenía a pesar de que estaba herido, a pesar de que estaba perdiendo.
—¿Por qué no me atacas de frente de nuevo? —le preguntó, más que nada como una provocación— ¿Tienes miedo de que te vuelva a cortar? ¿O terminé siendo más fuerte de lo que esperabas y por eso prefieres ir por lo seguro? ¡Pues para mí eres un cobarde si haces eso!
—¡Cierra la boca Kurosaki! Tu moral es muy diferente a la mía.
—Personas como tú no tienen moral.
—Es posible. Los hollows somos monstruos, no necesitamos cosas como esas. Sólo peleamos y tratamos de sobrevivir.
Ichigo no dijo más. Ya entendía todo lo que debía saber. No le costó mucho darse cuenta de lo que era Daegon. "Cuando se pensó que yo seguía siendo débil no dejaba de burlarse. Pero ahora que he conseguido que estemos a casi el mismo nivel, se desesperó en explotar aun más su potencial para que exista una brecha entre los dos. Quiere sentirse superior a cada momento. Es orgulloso y quizás esa sea su debilidad" concluyó Ichigo, deduciendo también que dado a su naturaleza sin moral ni principios, no lo atacaría de frente. Esperó otro Cero u otro ataque a distancia. Pero en vez de eso, vio como sus conjeturas se volvían incorrectas. Sintió que el filo helado de una espada le cortaba el cuello, justo en la vena y desangrándose cayó. Apoyó sus dos manos como pudo para detener el torrente de sangre, pero era en vano. Escuchaba muchas risas provenientes de Daegon. ¿Esa iba a ser su muerte? ¿En un combate ciego, gracias a un patético corte en la garganta? Se imaginó a Inoue viva, llorando desconsolada por tener que presenciar aquello. "Maldición… maldita sea" se dijo casi sin aliento.
Un potente trueno sonó desde el cielo, anunciando que caía el telón. Cómo música de fondo para celebrar el acto que estaba por terminar, otros truenos más estremecían la noche, como una potente orquesta. La torrencial lluvia comenzó a caer, se sintió de pronto el húmedo frío, la estrepitosa caída de agua sobre la superficie, el sonido de las gotas eran los violines de una sinfonía maldita.
La mano esquelética de Daegon tiró de los pelos de Ichigo y lo levantó para que no pudiese apoyarse en sus rodillas. La sangre caía torrencialmente y se mezclaba con las gotas de lluvia, sus ropas se inundaban de un rojo pálido que corría y corría hasta llegar al suelo y amar un lecho de sangre y agua. El Arrancar reía mientras lo sostenía de la cabellera y se mofaba de él.
—Entonces… ¿esto es todo, Kurosaki Ichigo? Realmente me decepcionas, pensé que me darías más pelea —hizo una pausa y con vileza miró a su oponente a total merced suya—. Si esto es todo lo que puedo llegar a exprimirte, entonces no puedo dejarte con vida.
Con una sonrisa maquiavélica que reflejaba como agua clara todo el sadismo y la pasión por matar, Daegon apoyó un dedo sobre el pecho de Ichigo y despacio dijo: —Gran Rey Cero.
Aquel fatal Cero le atravesó el corazón a Kurosaki Ichigo, dejando un agujero negro a su paso. Lo último que él supo fue que ya estaba muerto.
*En realidad el refrán es "Soldado que huye sirve para otra batalla" pero Daegon lo adaptó para que reflejara su filosofía de dejar vivir o no a un oponente.