Humano
-No, Finn…
Las personas pueden cambiar mucho después de un rompimiento. Pero, ¿y después de dos? Una vez roto algo, cuando se pegan sus piezas, quedan las marcas. ¿Y si fuese roto por segunda vez?
Nadie creía que él fuese capaz de cambiar, pero todo tiene un inicio y un final. ¿A quién me refiero? A aquel que soporto la cargar de todo un mundo a los catorce años. A El Ultimo Humano…
Los humanos pueden ser criaturas fascinantes.
Ahora que me he quedado solo,
que me queda poco de ti
solamente la culpa y un futuro que yo vendí.
Ahora que se ha acabado todo
casi antes de comenzar,
voy buscando alguna respuesta
pues no paro de preguntar:
¿Quién prescribe las pócimas de amor,
Para curarme de mí y lo que soy?
¿Quién receta sonrisas por perder y dejar ir
lo único que yo amé?
Y a pesar de que no estás,
te llevo cosida en mi piel.
Tu recuerdo se ha instalado en mí a vivir.
Y aunque nunca volverás,
busco en el trastero de mí
ese beso abandonado que nunca te di.
Ahora que vivo en el olvido,
ahora que vivo en el ayer,
que mi corazón se ha partido en miles de trocitos de ti.
¿Dónde está la sonrisa que olvidé?
Solo queda la mueca que inventé.
¿Quién derriba los muros que hace tiempo levante
para esconderme de mí?
Y a pesar de que no estás,
te llevo cosida en mi piel.
Tu recuerdo se ha instalado en mí a vivir.
Y aunque nunca volverás,
busco en el trastero de mí
ese beso abandonado que nunca te di.
¿Quién prescribe las pócimas de amor,
Para curarme de mí y lo que soy?
¿Quién receta sonrisas por perder y dejar ir
lo único que yo amé?
Y a pesar de que no estás,
te llevo cosida en mi piel.
Tu recuerdo se ha instalado en mí a vivir.
Y aunque nunca volverás,
busco en el trastero de mí
ese beso abandonado que nunca te di.
~Mägo de Oz: Xanandra~
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Prologo: Adiós
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-No, Finn…
Ahí estaba. Lo único que no quería escuchar de sus labios.
Bien podría haberle lanzado bolas de fuego, o quemado su casa, y no le dolería tanto, ni por asomo. Pero esas eran cosas inmaduras, y un soberano tenía que ser maduro.
Ahora solo podía hacer una cosa.
Y eso era decir:
-Está bien…
Se recostó en posición fetal y se lamentaba de su decisión.
¡TODO POR ESE MALDITO SUEÑO!
Sintió que lo levantaban por los hombros y vio que ella le miraba condescendientemente.
¡DEMONIOS! ¡Eso le dolía aún más al darse cuenta de lo patético que se veía!
-Finn, seguiremos siendo amigos. Podrás venir a verme al reino de fuego cuando quieras. Pero que no haya más secretos ni mentiras entre nosotros.
Friend Zone…
Otra vez la maldita Friend Zone.
La maldecida por el Lich Friend Zone.
Atrás de él se encontraba la otra mujer que también lo 'envió' a la Friend Zone.
Ella no vino para acompañarlo y ayudarle a regresar con Flama o poder tomar mejor el rompimiento.
No. Ella vino por qué no quiere que todo su tiempo investigando a Flama se desperdicie.
Rayos, ni siquiera consideraba su vida más importante que SU ciencia.
Todo por la ciencia…
Siempre ha sido así.
Y ahora resultaba ser inmaduro… de nuevo…
Él miro a Flama.
-Jeje. Está bien.
-Hablo en serio –le dijo ella con tono y mirada grave.
Entonces recordó lo que le dijeron el Rey Helado y el Búho Cósmico:
"Lo arruinaste, viejo"
Rememoró todo lo que había pasado con ella:
Cuando atacó su casa pensando que él la había rechazado cuando en realidad fue Jake quien se había hecho pasar por él para conseguirle una novia.
Cuando estaban en el lago, su discusión, su persecución y el ataque a la aldea de los duendes.
Cuando le construyo una casa para que ella no tuviera que regresar al Reino de Fuego, y casi destruyen el mundo por darse su primer beso entre ellos.
Cuando viajaron al calabozo y ella descubrió que no le importa ser buena o mala.
Cuando la visitó mientras su cuerpo era manipulado por Jake y conoció a sus tres hermanos y sus tíos, y Jake le hizo pasar una de sus peores vergüenzas al hacerlo actuar como un bebé frente a ellos.
… Y cuando tuvo ese sueño…
Todos tenían razón. Lo había arruinado.
Respiró profundamente y comenzó a quitarse su traje de protección.
Escuchó algunas quejas pero las ignoró, al igual que el súbito cambio de temperatura.
Desenvainó la espada Sangre de Demonio, se hizo un corte con forma de 'X' en la mejilla derecha y se postró sobre su rodilla izquierda. Tomó la mano izquierda de Flama y la posó sobre su mejilla con la marca.
Sintió el ardor, pero lo ignoró, como muchas veces antes lo había hecho.
Se contuvo el llanto y tragó el nudo que se le estaba formando en la garganta.
La miró directamente a los ojos y dijo:
-Te juro, como Finn el Humano, como el Héroe de Ooo, que no te diré, jamás, una mentira. Y nunca te ocultaré un secreto.
Dejó la mano de Flama sobre su mejilla hasta que sintió completamente cauterizada su herida.
Se puso de pie e hizo una reverencia formal.
-Con su permiso me retiro, Flame Queen.
Se dio la vuelta sin esperar una confirmación. Cuando llegó a la entrada de la sala de trono, de espaldas a Flama, giró ligeramente su cabeza para verla.
Ella vio las contenidas en sus ojos y sintió una gran opresión en el pecho.
-Yo desafiaría la naturaleza por ti.
Y con eso salió de la sala del trono.
Mientras iba por el pasillo le parecía oír que le llamaban pero no respondió.
Envainó su espada y pasó junto al guardia que está dentro del túnel.
Cuando llegó a la entrada del castillo se quedó de pie, apretando los dientes y puños.
Sus uñas se clavaban en sus palmas haciéndolo sangrar.
Estaba con la cabeza inclinada hacia abajo y el gorro proyectaba una sombra que impedía ver sus ojos.
Los guardias le miraban y uno le preguntó.
-Hey, viejo, ¿estás bien?
Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas como ríos salados.
-¿Sinceramente? No. No estoy bien –su voz era más un siseo que un quejido.
Y corrió…
Corrió y corrió hasta sentirse desfallecer y aun así siguió corriendo.
Cuando sus piernas le fallaron, cuando su cuerpo le gritaba que se detuviera y descansara, cayó en alguna llanura, cerca del mar y a un costado de un bosque.
El cielo se estaba oscureciendo con nubes negras y se escuchaban truenos y se veían relámpagos.
-Genial, lloverá…
Aunque él quisiera culpar al sueño, sabía que en realidad todo era culpa suya.
Su mirada viajó por todo su entorno prestándole poca atención a las cosas, hasta que lo vio a él… a su héroe…
A Billy.
De seguro estaba ahí para hacerle saber sus errores. Que su deber como héroe es nunca herir a los que protege de ninguna manera. Le daría un sermón más largo y tedioso que…
¡ESPERA!
¡BILLY ESTÁ MUERTO!
¡Y SU CUERPO ESTÁ SIENDO POSEIDO POR…!
-…El Lich… –dijo en un susurro.
'Billy' comenzó a acercarse.
Él intentó levantarse, o sentarse, para el caso, pero su cuerpo no reaccionó.
La silueta del gigante abarcó su campo de visión.
Ambos se miraron fijamente a los ojos. El rostro cansado del rubio, cuyo gorro había caído cuando él cayó, y el Nigromante, con la mitad de su verdadero rostro y la otra mitad del rostro del difunto Billy.
-¡Valla, chico! ¡Estas hecho un desastre! ¡Jajajajajaja!
-…
-¡¿Oh?! ¿No me vas a contestar? ¿Y si te dijera que en este mismo momento mis ejércitos se dirigen al Reino de Caramelo?
-… ¿Y qué…?
-…
El Lich lo miró fijamente.
-¿Estás descubriendo lo que es ser humano?
-¿Tú que has de saber…?
-Quizás lo sé porque yo también fui humano.
Él no se esperaba eso.
-¿Qué?
-Yo fui humano, de la época anterior a la guerra de las setas. En esa época los humanos eran la raza dominante. Su ingenio no tenía igual y su potencial era inmedible. Pero su ambición los corrompió y los sobrepasó. Después de eso… bueno, está todo esto.
-Ya veo…
-¿Qué te pasó, chico? No es interesante si no hay alguien que se me oponga seriamente.
-Cometí una gran estupidez… ¿Y a ti que te importa?
El Lich se encogió de hombros.
-Ya sabes, no quiero que la raza humana se extinga. Es la raza capaz de cualquier cosa, muy por encima de cualquier otra. De hecho, si te lo propusieses, podrías tener tu propio harén, y, con los métodos adecuados, todos tus hijos serían humanos.
-Es por eso que no me mataste, ¿cierto?
-Te diste cuenta.
-Por supuesto. Tuviste muchas oportunidades, pero en ninguna atacaste a matar. Creo que Bonnibel lo sabía, por eso me mandaba tras de ti.
-Lo más probable.
El Lich se dio cuenta que Finn tenía manchas amarillas en sus ojos, invisibles para los que no podían ver el mundo espiritual.
-Veo que seguiste mi consejo.
-Por supuesto. Ya sentía los síntomas antes de nuestra pelea. Durante unos meses después no necesité el medicamento. Durante un par de horas, cierto día, lo necesité; pero no pude tomarlo porque estaba siendo vigilado. De ahí ya no lo necesité hasta hace algunos días, en esta ocasión si logré tomar el medicamento.
El Liche asintió con la cabeza.
-Es un medicamento que yo creé cuando todavía era humano. Logré aplazar mi transmutación un tiempo con ella.
En ese momento, él se decidió a preguntar algo que le interesaba desde hace un tiempo.
-¿Crees que funcione con Simón?
El Lich negó con la cabeza.
-La corona lo mantiene así con su miasma. Unos químicos no podrán ser de utilidad. En tu caso funciona ya que es un proceso natural que tú propio organismo es quien lo produce.
-Entiendo.
Se mantuvieron en silencio unos momentos.
-La oferta que me hiciste en ese entonces…
-¿Hm?
-¿Todavía sigue vigente?
El Lich entrecerró los ojos.
-¿Estás seguro?
-No completamente, pero no sería la primera vez.
-¿Quién no arriesga no gana?
-Correcto.
El Lich parecía meditarlo unos momentos, pero extendió la mano derecha hacia él.
-¿Qué eliges? –El Lich lo miró intensamente– ¿Servir al cielo, o gobernar el infierno?
Él extendió su mano derecha.
-Elijo…
5 años después.
En el Reino de Caramelo había una gran conmoción.
Cinco años han pasado desde que Finn, el último humano, había desaparecido.
Se dudaba que estuviese muerto, pues no encontraron su cadáver.
En una llanura, cerca del océano, habían encontrado su espada Sangre de Demonio y su gorro de oso colgando de la empuñadura de la espada.
Nadie sabía lo que había pasado, pero encontraron radiación de la energía del Lich en todo el lugar.
Y ahora había llegado una carta firmada por alguien con las iníciales HL. Pero la carta tenía residuos de energía del Lich y eso tenía preocupados y desconcertados a todos los que tenían conocimiento sobre el asunto, principalmente a la Soberana de Caramelo.
La carta decía que dos personas legarían al Reino para poder tener una conferencia con la Soberana sobre asuntos Reales.
Según la carta, llegaban ese día.
-¡Se aproximan dos personas! –dijo el vigilante piñata.
La Soberna estaba muy nerviosa.
Sus guardias de Chicle no habían reaccionado, lo que significaba que, fuesen quienes fuesen, no tenían intenciones hostiles.
Entraron dos personas, una más grande que la otra.
El que parecía ser el mayor era alto, rubio opaco con muchas canas, ojos verdes y porte aristocrático. Llevaba un traje negro con una capa negra y se apoyaba en un bastón negro de empuñadura de un cráneo verde de carnero con cuernos dorados.
El más joven era más pequeño, por media cabeza, iba vestido con ropas menos formales, una capa con gorro, el cual cubría toda su cabeza e impedía ver su rostro. Varios mechones de cabello salían del gorro, los cuales eran de color rubio encendido.
Ambos tenían cuernos. Los del mayor se parecían mucho a los del Lich y los del más joven eran como de toro.
-¡Buenos días, princesa! –dijo el mayor con una sonrisa.
-Buenos días, señor –habló la princesa con tono cordial pero con un deje de irritación–. ¿Quiénes son y qué asuntos los traen a mi Reino?
El mayor se inclinó sobre su bastón en reverencia.
-Disculpe mi descortesía. Soy Hans Langley, The Lich King.
Ante lo último todos jadearon, mentita activo su 'modo salvaje' mientras se mantenía cerca de la princesa y muchos guardias banana rodearon a Hans y su acompañante con sus lanzas apuntándoles.
La princesa se puso de píe.
Hans solo sonrió.
-Por favor, princesa. Estoy aquí como un visitante y negociador Real. Si hubiese querido atacarlos lo hubiese hecho antes de que se diesen cuenta. Le pido cortésmente que le ordene a sus guardias que bajen sus armas, o me veré en la pena de matarlos –dijo esto último mientras su ojos brillaban ligeramente de verde.
La princesa apretó los puños, pero le ordenó a sus guardias que tomaran distancia y bajasen sus armas.
-Aun no has respondido, Lich, ¿Qué asuntos te traen aquí, y quién es tu acompañante?
-Jajaja… Vengo a hacer un tratado de paz entre nuestros Reinos, princesa. Verá, mi Reino está abriendo sus puertas y preferiría resolver nuestros problemas sin tener que llegar al conflicto armado.
-¿Cómo podría firmar tratados de paz contigo? ¡Tú has intentado muchas veces destruir mi reino y a mis ciudadanos, a Ooo! ¡Poseíste el cuerpo de Billy…! y asesinaste a Finn…
Hans solo arqueó una ceja.
-¿Asesinar a Finn, el Último Humano? Se equivoca, princesa. Yo no asesiné a ese chico, fue usted.
La princesa iba a replicar pero Hans no se lo permitió.
-El chico trabajó muy duro, al punto de llegar a sudar, llorar y toser sangre, literalmente. Se humilló y arriesgó con tal de llamar su atención. Inclusive se alzó contra mí solo por cumplir con el papel de héroe que usted le encomendó. Hizo todo eso y más por usted, ¿Y cómo le contestó?
La princesa iba responder pero se encontró sin palabras.
-… Lo rechazó, princesa.
La primera vez que él y yo hicimos contacto visual noté todo lo que había soportado. Se estaba muriendo por dentro. En sus ojos se veía claramente como la [Corrupción] estaba ganando terreno en su mente y contaminando su alma. Y yo lo ayudé a detener el avanze de la [Corrupción].
No conforme con ello, usted siguió jugando con el niño. Lo enamoró y le rompió el corazón.
Yo siempre lo observé.
Cuando su corazón se rompió casi definitivamente, apareció un hilo de telaraña entre todo el vacío que le rodeaba. Él se aferró con ambas manos a ese hilo de esperanza, de futuro, y poco a poco comenzó a salir de su propia oscuridad. Pero usted le impidió proseguir.
No le quería dar nada, pero quería todo de él.
Pero lo que derramó el vaso fue su segundó rompimiento. En vez de apoyarlo como su amiga simplemente quería evitar que todo su esfuerzo en investigar a la ser de fuego no fuera en vano. Ignoró por completo sus sentimientos.
Yo le hice un favor a él, princesa.
Todos los presentes estaban estupefactos.
Hans sonrió son ironía.
-Y mi acompañante es… no, mejor preséntate tú mismo.
El encapuchado asintió y miró a la princesa.
-Mi nombre es Mertens…
Su voz, aunque oscura y madura, les recordaba la voz de Finn.
Su gorro comenzó a deshacerse como si fuese polvo y papel y pétalos de rosas negras, revelando así su rostro.
Todos jadearon de nuevo y hubo quienes se desmayaron. La princesa se sentó de golpe en su trono porque sus rodillas le fallaron.
Cabello rubio, ojos azules, tez blanca y una marca de 'X' cauterizada en su mejilla derecha.
A pesar de que tenía cuernos, anteojos y parecía haber madurado 10 años, no había duda alguna…
Era Finn.
Mertens miró fijamente a la princesa a los ojos y esta se sorprendió al ver… Nada… No había nada en sus ojos.
-Mertens, The Shadow Master…
-Elijo… –Finn tomó la mano del Lich– Conquistar el Cielo y doblegar el Infierno –dijo con la voluntad más pura en sus ojos.
El Lich solo sonrió de manera lobuna, pero también orgulloso de la elección del chico.
-Je, no esperaba menos de ti…