En la mira
-¡MI NOMBRE ES KAGOME HIGURASHI, SOY MAESTRA DE PRIMARIA EN LA ESCUELA NÚMERO VEINTIOCHO EN TOKIO, VIVO CON MI MADRE, MI ABUELO, MI HERMANO Y MI GATO BOUYO, POR FAVOR, NO ME MATES!- escuchó Sesshomaru desde el fondo del pozo.
-¿Maestra de primaria?- se preguntó Sesshomaru en voz baja.
-¡¿Escuchaste?!- gritó Kagome con desesperación al ver que la silueta había desaparecido. – ¡Por favor no sé quién seas pero ayúdame a salir de aquí!-
Por varios minutos el joven le dio la espalda al pozo tratando de comprender lo que había pasado. Jamás había visto semejante luz y le resultaba curioso que ese pozo se encontrara en medio del bosque sin nada que lo rodeara que indicara que una aldea había estado por allí cerca. De nuevo miró al interior del pozo pero le resultaba difícil ver entre las sombras. Inspeccionó su armadura para ver si llevaba alguna cuerda o látigo pero no llevaba nada que pudiera arrojar para ayudar a salir a esa mujer que se hacía llamar Kagome.
-Higurashi, inspeccione en sus alrededores y vea si puede sostenerse de algo para ascender-
Kagome se movía entre la oscuridad, caminando en el espacio tan estrecho. Palpaba las paredes pero eran tan húmedas que era imposible sostenerse entre las separaciones de las baldosas para escalar. Comenzó a sentirse desesperada hasta que por fin sintió que tocaba unas ramas que eran lo suficientemente gruesas como para que aguantaran su peso.
-¡Sí!- gritó después de varios minutos de estar en silencio. -¡Encontré unas enredaderas!- exclamó pero no recibió respuesta. Miró hacia arriba y aún podía ver la figura del desconocido en las alturas. Suspiró tratando de encontrar fuerzas y valor para comenzar a subir. Se aferró a una de las ramas y comenzó a impulsar su cuerpo. Batallaba ya que las suelas de sus zapatos se resbalaban con el musgo y la humedad de las paredes por lo que debía usar demasiada fuerza en sus brazos para impulsarse y seguir subiendo. Poco a poco la silueta se hacía más grande pero su fuerza era menor. Se detuvo y comenzó a respirar con dificultad. –No puedo- dijo sin aliento.
A este punto Sesshomaru podía ver a la joven entre la oscuridad y sabía que no se encontraba muy lejos pero podía percibir que su energía iba debilitándose rápidamente. Caminó al otro extremo del pozo donde nacía la enredadera y tomó una de las ramas gruesas entre sus manos. –Higurashi- llamó pero la joven no miraba hacia arriba. Se encontraba con los ojos cerrados intentando jalar aire hacia sus pulmones como si de pronto le hiciera demasiada falta. -¡Higurashi, escuche con atención!- gritó con autoridad.
La joven lo miró con los ojos entrecerrados, apenas podía distinguir el rostro del joven pero podía ver que se encontraba vestido en una pesada armadura negra. No podía ver bien pero sabía que se encontraba molesto. Intentaba aferrarse a la enredadera ya que sabía que si caía muy probablemente esta vez sí se moriría. -¿Sí?- contestó por fin.
-Es crucial que no se suelte de esa rama. Intentaré jalarla hasta el borde del pozo así que sujétese con fuerza- dijo el joven de manera estoica. Kagome sólo asintió volviendo a cerrar los ojos. Jaló la enredadera con cuidado de que no fuera a quebrarse. Cada vez más el cuerpo de la joven iba acercándose y al estar por fin en el borde, Sesshomaru sostuvo con una mano la enredadera de la que se encontraba aferrada la joven y con la otra tomó una de las manos de la joven quien al tacto abrió los ojos.
-Agarre mi mano y suelte la enredadera- ordenó.
Kagome miró los profundos ojos ambarinos del joven. Su gesto era severo e intimidante. Kagome tragó saliva pero no dudó en tomar su mano. Al hacerlo la enredadera cayó al igual que su cuerpo al no encontrarse sostenido de nada y su pecho golpeó ligeramente contra la pared del pozo. Las frías manos del joven la sostenían con fuerza y eso era lo único que evitaba que cayera de nuevo al fondo. Se impulsó hacia arriba y por fin sintió el aire en sus mejillas pero al instante de nuevo sintió la adrenalina que se siente al estar en peligro y cayó al suelo. Miró hacia su costado y el joven soldado también se había desplomado a su lado pero rápidamente se puso de pie sacudiendo las hojas del pasto que se habían adherido a su armadura y ropa. Kagome se sentó sobre el césped e intentó analizar la situación para comprender lo que había pasado. Inspeccionó su ropa y era exactamente la misma que llevaba cuando había salido de su casa. Su chaqueta verde con capucha empeluchada, su sudadera negra con dibujos de gatos, sus pantalones desgarrados y sus tenis blancos y enterrados. Tocó su cara, sus brazos, y sus manos; todo parecía estar normal excepto sus alrededores. Miró a todos lados y sólo veía árboles, césped y arbustos, y comenzó a preguntarse qué había pasado y exactamente dónde estaba. Se levantó y dirigió su mirada hacia el joven que se encontraba de pie con una mano sobre su espada.
-¿Dónde estoy?- preguntó intentando no mostrar debilidad.
-Se encuentra en las Tierras del Oeste, pero usted debería saber eso, a menos de que venga de otro reino- respondió el joven soldado endureciendo su mirada. Apretó la quijada ya que no estaba seguro de que la joven fuera inofensiva pero más porque estaba demasiado confundido y le molestaba esa sensación que jamás en su vida había experimentado. No comprendía cómo una persona con ropajes y modales tan extraños de pronto apareciera entre luz en el fondo de un pozo del cual nadie sabía su existencia.
-En las Tierras del Oeste…- dijo en voz baja llevándose las manos al cabello y agitó su cabellera con desesperación. Sesshomaru dio un paso hacia atrás y se aferró más a su espada, esperando en cualquier momento un ataque. –No comprendo- dijo por fin mirando hacia el cielo, ignorando completamente al joven soldado. –Estaba en mi casa, con mi familia, en el cobertizo… me caí al pozo y después aparecí aquí… aquí en medio del bosque y contigo que estás vestido tan extraño como si fueras de una película o una novela- El joven soldado alzó la ceja confundido. No tenía idea de lo que estaba hablando esa joven pero podía percibir su confusión.
Kagome dejó caer los brazos derrotada y caminó a la orilla del pozo. Se asomó en su interior y de pronto vio el brazo del desconocido joven frente a su cuerpo como negándole el paso. Lo miró confundida y comenzó a reír. -¿Exactamente qué crees que haces?- preguntó algo irritada.
-Va a tener que venir conmigo, Kagome Higurashi- dijo mirándola con cierto desdén. –Su identidad es desconocida y eso es una amenaza para el reino-
-¿Qué?- preguntó incrédula y dejó escapar un chasquido. –Yo no pienso ir contigo a ninguna parte, vine de ese pozo desde mi casa y tengo que regresar, no puedo quedarme aquí… sea donde sea que aquí sea-
-Hn. ¿No acaba de implorar que la sacara de ahí? Me temo que ahora que pisa territorio del Oeste está bajo custodia del rey por lo que debe venir conmigo-
Antes de que la joven pudiera arrojarse al pozo o correr, Sesshomaru sin poder encontrar una soga para atarle las manos la tomó del brazo y caminó hacia el palacio a pesar de que la joven se resistía. Por varios minutos la joven gritaba e intentaba resistirse, pero el joven no se detenía, ni siquiera miraba hacia atrás. Al darse cuenta de que entre más intentaban zafarse más se lastima, desistió y caminó al mismo paso que el soldado. Sin embargo, a pesar de estar cooperando, intentaba pensar en un método para escapar en cuanto la soltara.
-Espero que todo esto sea una broma de televisión o algo así- dijo en voz alta mirando en todas direcciones. Sesshomaru escuchó lo que dijo pero no había entendido nada. –Y si esto no es una broma, por favor, déjame ir, no sé qué es lo que buscas llevándome con esa persona a la que llamas tu rey, pero te juro que no tengo dinero ni nada; sea lo que sea que quieran pedir por mí- dijo mientras consideraba la posibilidad de que fuera un secuestro.
-No sé de qué es lo que habla pero le aseguro que no le falta nada al rey que usted pueda tener, así que lo mejor que puede hacer para salvar su vida es guardar silencio al menos hasta que lleguemos al palacio-
-¿Por qué? ¿Me vas a matar si de pronto te fastidia que te esté diciendo cosas? Por si no lo sabías, estás violando mi libertad al estarme llevando a la fuerza a un lugar al que no desee ir y que no conozco, así que suéltame antes de que alguien se dé cuenta de lo que está pasando y llame a la policía- pero el joven no se detenía. La joven al ver que sus palabras no provocaban impacto buscó su celular con la otra mano que le quedaba libre entre sus bolsillos. Lo sacó e intentó llamar al número de emergencias pero no había señal. Guardó de nuevo el teléfono sintiéndose derrotada y sin esperanzas y comenzó a llorar.
Por fin llegaron a las puertas del palacio. Kagome observaba impactada ya que se encontraban frente a una construcción que sólo había visto en tales condiciones en pinturas y comenzó a reír. "Seguramente estoy en un programa de televisión" pensó. Se abrieron camino entre los guardias quienes miraban con curiosidad. Se adentraron al palacio caminando entre los corredores en donde había guardias y sirvientes que al pasar reverenciaban al joven capitán. Confundida, Kagome miraba a todos lados sin estar segura ya de que todo fuera una broma ya que todo parecía ser real conforme pasaban los minutos. Al fin entraron a una habitación llena de jarrones que se veían demasiado costosos, pinturas, cojines, y en medio, un trono de oro en donde se encontraba sentado un joven quien dormía sin ninguna perturbación. Sesshomaru caminó por el centro de la enorme habitación y se hincó frente al trono del joven sin previo aviso a Kagome quien se tropezó y casi se golpea en la cara.
-Alteza- dijo el joven con voz grave y firme.
El joven que se encontraba sentado sobre el tono, quien Kagome suponía era el rey, abrió lentamente los ojos y se sentó bostezando sin pudor. Se talló los ojos y miró a Sesshomaru mientras apoyaba sus manos sobre sus rodillas. Levantó el rostro al ver que se encontraba alguien más detrás de él y dejó escapar un chasquido.
-Dime Sesshomaru, ¿qué es lo que hace que vengas a estas horas en la madrugada con una joven del brazo? ¿Vienes a pedir mi bendición para contraer matrimonio?- cuestionó cruzándose de brazos.
Kagome al escuchar aquellas palabras se sonrojó al grado que sus orejas ardían y su corazón amenazaba con salirse de su pecho. Se levantó del pie sorprendiendo a Sesshomaru quien había bajado la guardia y furiosa, miró al joven quien de pronto abrió los ojos con sorpresa. – ¡Este hombre al que tú llamas Sesshomaru, me trajo a la fuerza así que no digas tonterías como esa!- exclamó furiosa.
Sesshomaru se levantó y rápido se puso frente a la joven. Se veía igualmente furioso. La tomó de la muñeca con una mano y con la otra presionó su hombro para que se hincara. La joven lo hizo a la fuerza y se quejó al golpear sus rodillas contra el suelo. Intentaba levantarse pero la fuerza del joven era mayor y sintió demasiada impotencia que comenzó a llorar de rabia.
-Ya veo que el matrimonio no es la causa; no se ve que se lleven tan bien- dijo el joven rey con sarcasmo y comenzó a reír. -¿Entonces por qué traes ante mí a esta joven?- preguntó sin verse del todo molesto por la insolencia que había cometido Kagome.
-Alteza, la encontré en el fondo de un pozo en el bosque. Esta mujer, quien se identifica como Kagome Higurashi, una maestra de primaria número veintiocho en Tokio, quien vive con su madre, su abuelo y su gato Bouyo, desconoce estas tierras pero como podrá comprender, en referencia a sus credenciales, es imposible saber su procedencia. Al desconocer su título y el territorio del que habla, me he tomado la libertad de mantener a esta persona bajo la custodia de su alteza mientras se comprueba su identidad y sus intenciones en el reino- dijo Sesshomaru inclinando ligeramente la cabeza hacia InuYasha.
-Feh. Traspaso la custodia de esta mujer a ti, Sesshomaru. ¿No has pensado que tal vez se trata de un espía de otro reino? ¿Y piensas asignarla en mi custodia? Sesshomaru, esperaba más- dijo el joven mirando a Kagome de una manera que la joven no pudo leer.
-Alteza, evidentemente seré yo quien vigile a esta persona pero al ser usted el rey, el procedimiento sigue siendo el de estar bajo su custodia- respondió Sesshomaru corrigiendo a InuYasha ligeramente molesto al darse cuenta que intentó ponerlo en ridículo frente a los demás guardias y sirvientes. –Sólo deseaba que estuviera al tanto de lo sucedido.- al terminar hizo una reverencia, jaló a Kagome quien aún se encontraba llorando y salió de la habitación.
En su camino, Kagome observó los detalles del palacio que eran demasiado lujosos y por fin su teoría de la broma de televisión había desaparecido ya que todo ya era real. Los sirvientes caminaban en el palacio en silencio, los guardias poseían armas de verdad y lo más importante es que no escuchaba los sonidos de la ciudad a la lejanía. No había nada. Entraron a una construcción de madera menos ostentosa que el palacio y dentro de ella había varios hombres vestidos de la misma manera que el joven que la llevaba a la fuerza. Al ver a su capitán los soldados detuvieron cualquier actividad y lo saludaron con respeto pero al ver que llevaba a alguien mostraron su curiosidad. Kagome se sintió intimidada y se escondió detrás de Sesshomaru no porque se sintiera segura sino porque fue lo único que podía hacer para ocultarse.
-Capitán, ¿quién es esta persona?-
-Esta persona- dijo jalando el brazo de la joven para que todos pudieran verla –van a vigilarla día y noche. Cuiden todos sus movimientos-
Los soldados la miraban con atención y en seguida notaron su extraño ropaje. Kagome se sentía intimidada y las lágrimas no dejaban de brotar de su rostro. De pronto dejó de sentir presión en su brazo ya que Sesshomaru la había soltado. Quería correr pero no sabía a dónde. Miró hacia todos lados pero sólo veía los rostros confundidos de los otros soldados y de nuevo volvió a mirar a quien la había llevado hasta allí.
-Por favor regrésame al pozo y te prometo que nunca me vas a volver a ver-
-Si la regreso al pozo, Higurashi, no tengo garantía de que nunca regrese. Es mejor que esté bajo mi vigilancia y la de mis soldados, así que no intente nada porque sobran espadas que la detengan- dijo sin mirarla –Y bien, ya han memorizado su rostro, ahora me llevaré a la señorita Higurashi, a mi regreso discutiremos los turnos de vigilancia-. De nuevo Sesshomaru tomó a Kagome del brazo pero esta vez con menos fuerza y caminó de regreso al palacio. La joven lo seguía sin resistirse ya que no tenía a dónde escapar. Entraron a un área del palacio distinta ya que los adornos eran diferentes. El soldado abrió las puertas de una de las habitaciones que se encontraba vacía y soltó a Kagome.
-Higurashi, esta es la habitación que le asignaré para permanecer mientras se encuentre bajo mi vigilancia- dijo sosteniendo la puerta de tal manera que el espacio era demasiado pequeño y Kagome no pudiera salir. –Tenga en mente que cualquier cosa que me resulte sospechosa no pasará desapercibida-
Kagome miró hacia el suelo sintiendo rabia y terror ya que no sabía dónde estaba ni tampoco en qué momento estaba. Todo en su cabeza daba vueltas y no podía dejar de preguntarse cómo es que había pasado todo. Miró al joven quién se encontraba detrás de la puerta, alumbrado sólo por la luz de las velas y apenas se podía distinguir su rostro. La seguía mirando esperando su respuesta por lo que Kagome sólo asintió. Sesshomaru cerró la puerta rápidamente y se alejó, dejando su silueta que se traspasaba entre los paneles de la puerta en la memoria de la joven sobre la noche que marcaría su vida para siempre.
Se dejó caer sobre el camastro y comenzó a llorar de manera incontrolable. No comprendía nada de lo que estaba pasando y el sólo pensar que su mamá, su abuelo y su hermano estuvieran buscándola ahorita le angustiaba y le entristecía demasiado. Se preguntaba qué pasaría en el trabajo, de sus alumnos que esperaban escuchar una historia, y de su vida en general. Esperaba que si dormía, despertaría de nuevo en su cama olvidando esto como un sueño pero por más que intentaba no podía dormir ya que la angustia espantaba todo deseo de su cuerpo por dormir. De pronto, el sonido de la puerta la sacó de sus pensamientos y se sentó en la orilla de la cama mirando hacia el origen del ruido. Esperaba que fuera de nuevo ese joven que iba a atormentarla de nuevo pero su sorpresa fue grata al ver que se trataba de otra persona quien se veía bastante amigable. Se trataba de una joven quien sostenía una vela entre sus manos y se asomaba ligeramente en el interior de la habitación.
-Disculpe… escuché algunos ruidos. El capitán Sesshomaru me informó sobre usted pero no quise venir a importunarla pensando que tal vez dormía; sólo quería saber que se encontrara bien- dijo por fin.
-Estoy bien- dijo secándose las lágrimas. –Pero no me molestaría tener a alguien con quién platicar-
La joven la miró y sonrió pero de una manera que Kagome identificó como lástima, tal vez empatía. Entró en la habitación sosteniendo su ropaje con una mano y cerró la puerta suavemente. Caminó al interior de la habitación y colocó sobre una mesa la vela que alumbraba sus pasos y se sentó, mirando a Kagome en silencio. Kagome se puso de pie y se sentó frente a ella, inhalando fuertemente haciendo ruido lo cual provocó que la joven que se encontraba haciéndole compañía la mirara reprobatoriamente, sin embargo, Kagome no lo notó.
-Gracias por venir a sentarte conmigo- dijo Kagome por fin. –La verdad es que no sé dónde estoy… y sólo quiero regresar a mi casa. Tengo muchas cosas qué hacer mañana y de verdad lo que menos quiero es poner en peligro a tu rey, te lo juro-
-Señorita Higurashi…-
-Dime Kagome, por favor… y por favor dime tu nombre- dijo sintiéndose incómoda de que alguien que visiblemente tenía su edad le hablara con tanto respeto.
-Mi nombre es Sango, señorita Higurashi… digo, Kagome- respondió la joven sonriendo ligeramente. –Comprendo su sentir y estoy segura que no desea hacerle daño a nadie, pero comprenda la responsabilidad del Capitán Sesshomaru; es su deber proteger a nuestro rey. Sólo espere unos días a que se dé cuenta de que no es una amenaza y pronto podrá regresar a su hogar-
-¿Tú crees?- preguntó Kagome de pronto sintiendo esperanzas y en su emoción tomó las manos de Sango quien se sorprendió por el acto tan íntimo que Kagome con tanta despreocupación efectuaba.
-Sí… sí Kagome… sólo es cuestión de que el Capitán recolecte la información necesaria sobre su procedencia y sus credenciales para asegurarse de que todo esté en orden-
Y así como Kagome comenzó a sentir esperanzas volvió a sentirse como antes sino es que peor. Soltó las manos de Sango y se las llevó a la cara. La joven la miraba preocupada ya que no sabía exactamente qué significaba el gesto de Kagome; todas las mujeres que conocía se comportaban con mesura algo que Kagome no hacía para nada y le resultaba extraño y fascinante. –Nunca voy a regresar a mi casa. Sesshomaru jamás va a encontrar nada sobre mí- dijo golpeando las manos sobre la mesa.
-No comprendo…-
-Dime Sango, ¿en qué año estamos?-
-Año… ¿se refiere a nuestra era?-
-Claro… estoy en el pasado- dijo Kagome pensando en voz alta dejando caer su cabeza contra la mesa. -¡Claro! ¡Estoy en el pasado!- exclamó.
Sango estaba demasiado confundida ya que no comprendía lo que Kagome decía pero sentía lástima por la joven quien de verdad se veía perturbada y lo único que sintió pudo hacer fue poner su mano sobre el hombro de la joven.
-Necesito alcohol- dijo sin levantar la cabeza.
Sango la miraba sorprendida ya que las mujeres no acostumbraban beber, al menos no en solitario y fuera de situaciones sociales pero decidió llevarle un poco de sake que sirvió lentamente sobre una pequeña taza. Kagome tomó taza tras taza hasta que comenzó a sentirse algo mareada. A los pocos minutos se encontraba hablando de cosas que Sango no comprendía pero que no podía dejar de escuchar.
-Sango, es que esto sólo pasa en las películas, ¿sabes? Que una muchacha viaje en el tiempo hacia el pasado y el destino del mundo se encuentre en sus manos- dijo luchando con un ataque de hipo. Sango sólo sonreía y servía un poco más de sake en la taza vacía. –Y luego ese soldado, Sesshomaru- dijo con un gesto de desprecio, recostándose sobre la mesa sin soltar el sake. -¿Quién se cree que es? Primero me ayuda a salir del pozo y luego me trae aquí, vigilándome como si fuera yo a matar a alguien, ja-
-¿Un pozo?- preguntó Sango alzando las cejas.
-Sí, me caí en un pozo, ¿tú crees? En mi casa y ahora estoy aquí- contestó Kagome riendo como de pronto no creyendo en su propia historia. –Sabes, de todas formas planeaba irme de viaje, mi vida apesta-
-¿Apesta?- preguntó la joven preguntándose cómo es que la vida pudiese despedir olor.
-Sí que mi vida es horrible- corrigió –Vaya, quiero mucho a mi familia pero todo allá es tan aburrido- contestó apoyando su cara contra su mano. –Tenía un novio, ¿sabes?, nos íbamos a casar- Sango miró a la joven, quien sorbía más sake, con cierta tristeza -Se fue a estudiar muy lejos y decidió que ya no podíamos estar juntos- dijo con amargura. –Besaba tan bien-
Sango dejó escapar un ligero gritó y se llevó la mano a la boca al escuchar algo tan íntimo y se puso de pie avergonzada. Kagome no comprendía lo que había pasado y la miraba confundida desde la mesa. En ese momento la puerta se abrió y se trataba de Sesshomaru. Sango aprovechó ese momento y con una ligera reverencia se despidió de Kagome y salió rápidamente de la habitación. Sesshomaru observó a la joven marcharse y después miró a Kagome quien ya había dejado caer su rostro contra la mesa de nuevo. El joven entró en la habitación y cerró la puerta. Caminó hacia la mesa y le quitó el vaso a la joven de la mano. Se sentó en el lugar que ocupaba Sango y golpeó una de sus manos contra la mesa, Kagome, sobresaltada, levantó la vista y miró al joven quien la miraba con los mismos ojos indiferentes. Apenas y podía distinguir que se trataba de él ya que comenzaba a ver doble y todo a su alrededor daba vueltas.
-Higurashi-
-¡Kagome!- corrigió la joven golpeando su dedo índice contra su pecho – ¡Dime Ka-gome!-
-Hn… Higurashi, debo hacerle unas preguntas- prosiguió el joven ignorando la petición de Kagome.
-¿Qué no ves que estoy ebria?- dijo mostrándose ofendida – ¿Después de todo lo que he pasado y me quieres venir a hacer preguntas? ¿Y crees que porque tienes una cara bonita voy a dejar que vengas en plena madrugada a la habitación de una joven que está sola, ebria y con los sentimientos a flor de piel a hacer preguntas? ¡Me ofendes! ¿Qué no eres un honorable capitán, Capitán?-
Sesshomaru agachó la cabeza pero no por encontrarse apenado sino exasperado. –Escuche, Higurashi-
-¡No, TÚ escucha! Salte de mi cuarto y mañana hablamos- la joven se puso de pie y tomó al joven del brazo e intentó jalarlo hasta la puerta pero no pudo moverlo ni un centímetro. Sesshomaru no la miraba y Kagome comenzaba a desesperarse. – ¡Mírame a los ojos, mírame! Quiero que te salgas en este instante-
Sesshomaru agitó su brazo y la joven lo soltó, se puso de pie y caminó hasta la puerta sin mirar atrás y sin decir nada. Sorprendida la joven se sintió triunfante pero de pronto comenzó a sentirse mareada y se dejó caer de nuevo en la silla, miró hacia abajo y se dio cuenta que no llevaba pantalones. –Mh… seguramente que eso lo espantó-. Se dejó caer sobre el camastro y por fin se quedó profundamente dormida.