Temperatura

Había pasado varios días y Sesshomaru no se veía por ningún lado, al menos Kagome no lo había visto, y cada vez se desesperaba más. Intentó escapar del palacio varias veces pero siempre era detenida por los otros soldados que terminaban por regresarla a su habitación por lo que desistió de intentarlo, al menos por unos cuantos días. Los días se tornaban algo fríos y Kagome sentía que su garganta estaba adolorida pero lo ignoró e intentó enfocarse en otras cosas. La batería de su teléfono se encontraba a la mitad ya que constantemente lo apagaba para aprovechar al máximo la energía pero temía por el momento en el que ya no pudiera usarlo más ya que su teléfono era la única pieza de tecnología que llevaba consigo que la conectaba al futuro.

-Será mejor que apague esto- dijo mirando la pantalla del teléfono que reflejaba la luz que entraba por la ventana sobre su rostro. Presionó el botón para apagarlo y lo guardó debajo de su almohada.

Salió de su habitación con las manos hacia atrás, equilibrando sus piernas como si de pronto fuera a dejarse caer. Estaba demasiado aburrida ya que por más que intentaba encontrar algo qué hacer, siempre era algo prohibido o terminaba por perder el interés muy pronto. En eso a lo lejos vio a Sango conversando con varias sirvientas y decidió acercarse para platicar un poco con ella; al menos algo de conversación le vendría bien.

-Hola Sango- dijo levantando la mano. La joven respondió haciendo una pequeña reverencia y sonrió, sin embargo, miraba hacia todos lados con ansiedad como si tuviera que ir a otro lugar. –Ah, lo siento, te estoy entreteniendo-

-No, no Kagome, no se preocupe. Dígame, qué necesita- dijo con amabilidad pero Kagome notó que su pronunciación fue rápida y que en efecto, estaba ocupada pero decidió decir que no por cortesía.

-Nada importante, sólo quería platicar con alguien. ¡Estoy muy aburrida Sango! ¿Dime qué hacen aquí para divertirse?- preguntó Kagome de pronto perdiendo la paciencia y mostrando su desesperación, dando pequeños pisotones en el suelo.

Sango la miró con ternura. La tomó del brazo y caminaron, aunque Kagome no sabía hacia dónde se dirigían la siguió. –En realidad, los que vivimos aquí en el palacio no tenemos tiempo para pensar en diversiones-

-Ah- respondió Kagome desalentada.

-Pero eso no significa que usted deba sufrir las consecuencias, Kagome. En realidad no sé qué tan interesante le resulte pero si gusta puede acompañarme durante mi jornada de hoy; ya que viene de un lugar distinto, seguramente que muchas de las cosas que hay aquí son nuevas para usted-

-No del todo… esto está en los libros de historia- respondió provocando que Sango abriera los ojos con asombro, sin embargo, Kagome no se había dado cuenta de que se encontraba hablando en voz baja. Al notar la expresión en los ojos de Sango, rectificó. –Digo, esto estará en los libros de historia… es a lo que me refiero-

-¿Libros?-

"Claro Kagome… hay palabras que no puedes estar usando así nada más" pensó y después miró a Sango sonriéndole –Sí, quise decir escritos, pergaminos. Lo siento Sango, estoy algo cansa- pero no pudo terminar de decir su frase ya que comenzó a toser.

Se cubrió la boca y se giró hacia otro lado. Sango preocupada la tomó de los hombros, intentando asomarse para ver su rostro pero Kagome se cubría con la manga de su yukata. En ese mismo momento, el joven quien era el Secretario Miroku, caminaba por allí y se acercó al ver la conmoción.

-¿Qué sucede?- preguntó con serenidad, sin embargo, sus ojos expresaban confusión.

-De pronto empezó a toser- contestó Sango sin mirarlo.

Miroku se acercó y tomó el brazo de Kagome por el otro lado. Juntos, Sango y Miroku la llevaron a la enfermería del palacio y la sentaron en una silla. Kagome aún tosía e intentaba decirles que estaba bien pero no podía ya que el ataque de tos que de pronto le había dado era demasiado agresivo. Al escuchar los ruidos, una anciana se acercó sosteniendo un tazón con hierbas que colocó sobre una mesa para inspeccionar a la recién llegada enferma.

-Señora Kaede, esta mujer, parece que está enferma- dijo Miroku acercándose a ella.

-¿Quién es esta muchacha?- preguntó caminando hacia Kagome.

-Su nombre es Kagome… se encuentra bajo la custodia del rey- contestó Sango tomando de los hombros a la joven.

-Ya veo. Dime, Kagome, ¿puedes respirar?- Kagome asintió aún tosiendo. -¿Has estado expuesta al frío?-

De pronto Kagome dejó de toser y respiró profundamente. Miró a la anciana, a Miroku y a Sango, y sonrió. –Estoy bien, sólo fue un poco de tos- dijo con voz ronca.

-Un poco de tos que puede convertirse en epidemia-

Kagome miró hacia la dirección por la que provenía esa voz que conocía muy bien. Sesshomaru se encontraba recargado en el umbral de la puerta y la miraba como siempre lo hacía. La joven miró hacia otro lado y suspiró girando los ojos, ya que sabía que su presencia no era para nada bueno. El joven capitán entró en la habitación y todos excepto Kagome lo recibieron con una reverencia. Se paró frente a ella y la tomó de la barbilla para que lo mirara.

-¿Qué? ¿Ahora me vas a decir que por haber metido los pies al agua me enfermé?- dijo Kagome al momento en el que el joven levantó su rostro, sin embargo, se esforzaba por no mirarlo.

-Exactamente- dijo con voz grave.

-Dime Sesshomaru, ¿esta muchacha entonces sí estuvo expuesta al frío?-

-Así es- respondió el joven soltando la barbilla de la joven dirigiéndose a Kaede.

-Supongo que tendré que empezar a preparar un remedio, antes de que sea tarde- dijo la anciana dándose la vuelta y volviendo a la mesa sobre la que tenía sus hierbas medicinales.

-No, pero si no es nada… no pasa de que me dé un poco de gripa, pero se me pasará- dijo Kagome poniéndose de pie pero volvió a sentarse al ser empujada firmemente por Sesshomaru.

Sango y Miroku se encontraban de pie en silencio, sólo observando la situación mientras que Kagome hacía esfuerzos por ponerse de pie, que eran inútiles, ya que Sesshomaru no se movía ni un centímetro. La anciana Kaede mezclaba algunas hierbas que después puso en una caldera que se encontraba sobre un fogón y al terminar se dirigió a Sesshomaru.

-El remedio estará dentro de dos días. Kagome, no te expongas al menos hasta que eso pase, de lo contrario tu condición empeorará y será muy difícil que el remedio sea efectivo-

Sesshomaru tomó del brazo y levantó a Kagome para salir de la enfermería apresuradamente. Sango y Miroku rápidamente hicieron una pequeña reverencia y los siguieron apresurados tomando su distancia. Kagome forcejeaba con el joven quien la tomaba del brazo con fuerza y a los pocos minutos, Sesshomaru se detuvo y se dirigió a Sango y a Miroku sin mirarlos. -¿Qué ustedes no tienen cosas qué hacer?-. Sango y Miroku se miraron al mismo tiempo y se marcharon de igual manera, desapareciendo y diferentes direcciones. Sesshomaru siguió caminando sin mirar a Kagome quien hacía todo lo posible por detenerlo.

-¡Ya suéltame!- exclamó. Sesshomaru se detuvo y no la miró. –Déjame. Puedo caminar sin que tengas que llevarme a la fuerza, sólo dime a dónde quieres que vaya y voy- dijo apretando la mandíbula e hinchando sus labios, manifestando su descontento.

-Y se supone que debo creer que obedecerá-

-Sí. Si vas a tenerme aquí entonces sí, vas a tener que creerme. Además, ¿cuándo vas a ponerte a investigar sobre mí? Necesito regresar a mi casa y parece ser que tú no tienes intenciones de dejarme regresar; estoy empezando a creer que quieres que me quede- dijo Kagome intentando algo nuevo para ver si de esa manera el joven capitán reaccionaba y la dejaba ir por fin.

Sesshomaru la soltó sin mirarla y Kagome sonrió triunfal. Caminó suponiendo que no la seguiría pero estaba equivocada. Sesshomaru caminaba a su lado. Intentó apresurar el paso hasta que empezó a correr y llegó hasta el fin de un pasillo. Se agarró de una columna y se deslizó sobre ella para dar la vuelta rápidamente pero no contaba con que Sesshomaru era más rápido y que la alcanzaría en pocos segundos. Sintió las manos del joven aferrarse a su cintura y violentamente se detuvo, sintiendo que era rodeada por los brazos de Sesshomaru. Tomó las manos del joven intentando zafarse pero sus intentos eran inútiles.

-No la voy a dejar escapar- le dijo en voz baja.

Kagome intentaba golpearlo pero por más que lo hacía más parecía que se encontraría atrapada, hasta que de pronto, repentinamente Sesshomaru la soltó. Lo miró confundida y vio que el joven se encontraba con la cabeza hacia abajo, reverenciando, miró al frente y vio a InuYasha frente a ellos junto a varios sirvientes y soldados. El joven arqueaba sus pobladas cejas negras y se llevó las manos a la espalda.

-¿Y bien Sesshomaru? ¿Acaso la llave para obtener la información sobre esta muchacha está en su cintura?- preguntó el rey riendo.

-No, Su Alteza. La custodiada planeaba escapar- respondió manteniendo la vista al suelo.

Kagome tragó saliva pero no se atrevía a mirar al rey ni a Sesshomaru. Junto sus manos con ansiedad y espero a que alguien dijera algo más. InuYasha dejó escapar una risa y caminó en medio de Kagome y Sesshomaru dejándolos de nuevo solos en medio del pasillo. El joven capitán se mantuvo de pie sin mirar o dirigirle la palabra a Kagome, quien giró los ojos y se acercó a él.

-Perdón por haberte puesto en ridículo-

Sesshomaru seguía de pie con las manos hacia atrás sin mirarla. Kagome se estaba cansando de pedir perdón en cada momento así que lo único que pudo hacer fue darse la vuelta y marcharse, pero de nuevo siguió escuchando los pasos de Sesshomaru detrás de ella pero decidió ignorarlo. Se dirigió a su habitación y estaba dispuesta a cerrar la puerta antes de que Sesshomaru llegara pero una vez que se dispuso a cerrarla la mano de Sesshomaru se interpuso, deteniendo el acto.

-¿Por qué me estás siguiendo?- preguntó fastidiada girando ligeramente la cabeza para mirarlo de reojo. –Ya estoy en mi habitación, ¿qué más quieres? ¿Te vas a quedar aquí hasta que me duerma? ¿Me vas a contar un cuento?-

Pero el joven capitán no respondió, en cambio, se metió a la habitación y encaminó a la joven hasta la cama. Tomó la sábana que se encontraba sobre el camastro y la tapó. -Tiene que encontrarse en cama Higurashi, de no ser así su enfermedad empeorará y será difícil controlar una situación como ésta-

Kagome se sentó y rápidamente se deshizo de las cobijas que la abrigaban. Miró al joven capitán y a pesar de encontrase en un ángulo más bajo no mostró intimidación y comenzó a reclamarle por sus avances tan autoritarios con ella. Sesshomaru la observaba neutral sin reaccionar ante el tono agresivo de la joven cuyos ojos se encontraban clavados en los de Sesshomaru a tal grado que si hubiera sido posible, se introducirían de manera punzante en su rostro pero la discusión se vio interrumpida por un arrebato de estornudos que de pronto le dio a Kagome. Sesshomaru se sentó lentamente al lado de la joven y colocó su mano sobre la frente de la joven y presionó hasta que la cabeza de la joven se encontró sobre la almohada. Tomó la sábana y cubrió a la joven cuidadosamente, asegurándose de que los pies de Kagome no se encontraran descubiertos, metió la sábana debajo de los pies de la joven. Confundida observaba a Sesshomaru, quien mantenía su expresión fría. Al terminar Sesshomaru la miró a los ojos con severidad pero Kagome se quedó sin palabras.

-Como puede notar su condición empeora. Es necesario que se encuentre en reposo por el tiempo que sea conveniente- dijo el joven rompiendo el largo e incómodo silencio.

-Si mi condición está empeorando, ¿no crees que dos días es mucho tiempo para que el remedio esté listo? A estas alturas para cuando llegue ese día me muero- dijo riendo pero aparentemente Sesshomaru no encontraba gracia en las palabaras de la joven. -Era broma... No habrá otra medicina que se pueda conseguir más rápido, en una farmacia... no, espera, no tienen idea de lo que es una farmacia... bueno, no sé, en un mercado, o ¿algo?-

-Higurashi, Kaede es la mejor sacerdotisa del reino; nadie puede elaborar un remedio más eficaz que ella. En este reino Tokio, ¿hay alguien que elabore remedios más rápidos que ella?-

Kagome sonrió ligeramente. Sería difícil de explicarle a Sesshomaru en ese momento los avances tan grandes de la medicina, entre otras cosas, pero decidió buscar una manera de explicarle. -Sí, pero ese reino está muy lejos de aquí...-

-Tokio- añadió Sesshomaru con semblante serio. Kagome asintió. -Curioso, Higurashi, desde su llegada he enviado a varios de mis soldados a investigar en los alrededores para preguntar sobre este lugar y en ningún pueblo ha proporcionado información. Pareciera que es un lugar que sólo existe en su cabeza-

-Pero sí existe- respondió de pronto sintiéndose alterada. Se sentó y lo miró de frente con un gesto furioso.

Pensando solamente en forzarla a recostarse de nuevo, Sesshomaru la tomó fuertemente de las muñecas y apoyó su cuerpo contra la joven obligándola a recostarse de nuevo. Estando frente a frente mantenían el mismo gesto como si de pronto fueran a golpearse sin darse cuenta en la comprometedora posición en la que se encontraban. La puerta se abrió y al escuchar ruido, Sesshomaru y Kagome se percataron de su situación y rápidamente se alejaron. Sango, quien había abierto la puerta se quedó de pie sorprendida por varios segundos pero después bajó la mirada, hizo una pequeña reverencia y cerró la puerta, dejándolos solos de nuevo.

-Sí existe- murmuró Kagome. Se recostó de nuevo, se tapó y se volteó, dándole la espalda a Sesshomaru quién aún observaba hacia la puerta. -Vete- dijo sin mirarlo.

Sesshomaru miró en dirección al bulto que Kagome era en ese momento y cerró los ojos, respirando lentamente mientras que Kagome intentaba controlar su agitada respiración; se sentía molesta y alterada, y sólo deseaba que Sesshomaru se fuera de ahí. Por más que deseaba que se fuera, sentía todavía su pesada presencia pero ya no quería ni siquiera dirigirle la palabra. De pronto sintió sobre su frente una fría sensación. Se dio la vuelta bruscamente y su visión se vio obstruída por la sombra profunda del brazo de Sesshomaru.

-Tienes fiebre Higurashi- dijo retirando su mano de la frente de la joven. Dejó escapar un suspiro y se puso de pie. -No te levantes de la cama- dijo sin mirarla y salió de la habitación.