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Después de un arduo día de clases y tras despedirse de su amiga Magnolia y de Night Melody, Aqua decidió dar un paseo con su hermanita Izalith por la plaza del pueblo.

—Y dime, hermana, ¿qué harás para el Baile del Solsticio de Invierno? —preguntó Izalith, caminando a su lado con entusiasmo.

—Realmente no lo sé, hermanita. Como le dije a Magnolia… no creo que vaya.

—¿Por qué no? ¡Va a ser divertido! Además, quizá conozcas a un lindo potro —dijo Izalith, dándole un codazo juguetón en el costado.

—Eso no me interesa, Izalith. Nunca me he visto como alguien romántica. Ni siquiera me gustaban esas historias de princesas y reyes donde el malo siempre es vencido por el poder del amor.

—¡Qué aguafiestas eres, Aqua! Jejeje. Pero bueno… nunca digas nunca. Porque cuando menos te lo esperes, ¡bam! ¡Cupido te flecha y quedas perdidamente enamorada!

—Jejeje… Siempre tan sensible y romántica como siempre, Izalith.

—¡Creo que tienes razón! Jejeje, pero es bonito ser así.

—Sí que lo es, mi dulce y pequeña hermanita —dijo Aqua, acariciándole con ternura la crin a Izalith.

—¡Aqua, no digas eso! Ya no soy una potrilla…

—Para mí siempre lo serás —respondió Aqua con una sonrisa cálida, antes de seguir caminando con ella bajo la luz del atardecer.

Mientras tanto, en la estación de tren de Snowville:

—Bien señores, hemos llegado al hermoso pueblo de Snowville —anunció el conductor.

—Solo espero que Zolt no cause un desastre como la última vez —murmuró Kuro.

—Cállate, Kuro, si quieres seguir con vida —resopló Zolt sin mirarla.

—Siempre tan animados, ¿eh, capitán Mud? —dijo Holw con una risa.

—Así es, jejeje… Siempre discuten, pero en el fondo se quieren mucho.

—¡Yo no quiero a ese amargado! —resopló Kuro, algo sonrojada.

—No me importa a quién quieras o no, a quien yo quería… me la arrebataron hace mucho —dijo Zolt con voz apagada, su mirada fija en dos potros que pasaban corriendo, asustados por el aura fría que lo rodeaba.

—Tienes una mirada muy… tenebrosa, Zolt —dijo Mud mientras los observaba.

—Capitán, ¿no deberíamos estar buscando pistas sobre la Llave de Salomón en lugar de perder el tiempo hablando de mis ojos? —respondió Zolt con su típico tono helado e inexpresivo.

—Kuro, ¿tú qué piensas de esa famosa llave?

—No lo sé… Solo he escuchado que es una fuente de magia muy poderosa.

—Ya veo… Nos mandan a ciegas, sin siquiera decirnos qué forma tiene. Ni cómo luce esa llave —dijo Mud con una risa sarcástica.

—¡Pero eso es lo divertido del asunto! ¿No lo crees, Kuro? —añadió Holw con entusiasmo—. En cualquier caso, será mejor que sigamos buscando.

Más tarde, ese mismo día, en casa de Aqua e Izalith:

—No hay nada como volver a casa después de un día taaaaan ajetreado, ¿no crees, Izalith?

—¡Sip! Sobre todo cuando mami hace su sopa de zanahoria…

—Sí, hermana, es deliciosa —dijo Aqua mientras entraban a casa.

—¿Y cómo les fue hoy en la escuela, mis pequeñas? —preguntó Sapphire, abrazándolas con cariño.

—Bien, mamá. Aunque la clase sobre la Era Oscura de los ponis fue algo pesada… y también la de comprensión mágica moderna —respondió Izalith con una gran sonrisa.

—Ooooh, ya veo… Y esa bufanda, hija, ¿de dónde la sacaste?

—Me la dio Magnolia como regalo de cumpleaños.

—Ah, ya veo… Se te ve muy bien, hijita —dijo Sapphire revolviendo la crin de Aqua.

—Gracias, mamá, pero lo heredé de tu porte y gracia —respondió Aqua con un guiño.

—Jejeje… Aún recuerdo cuando eras una potrilla inocente, y ahora ya eres toda una señorita.

—Ay, mamá, ¡qué cosas dices! —dijo Aqua, sonrojada.

—Oigan, todo muy lindo, ¡peroooo mi estómago pide sopa de zanahoria ya! —interrumpió Izalith.

—Jejeje, claro mi pequeña. Por cierto, Aqua, yo también tengo un regalo para ti… pero te lo daré más tarde.

—Está bien, mamá… lo esperaré con ansias.

—Bien, ¡manos a la obra con la sopa! —exclamó Sapphire animada.

—Mientras ustedes cocinan, yo iré a darme un baño.

—Por cierto, hija, tu vestido nuevo ya está listo para la fiesta de esta noche.

—¡Gracias, mamá! ¡Eres la mejor! Te quiero —dijo Aqua, abrazándola y dándole un beso en la mejilla antes de salir rumbo a su habitación.

—¿Mami…? ¿Por qué lloras? —preguntó Izalith al ver a su madre secarse unas lágrimas.

—No es nada, hija… es solo que… crecen tan rápido —respondió Sapphire con una sonrisa nostálgica.

—¿Estás segura? Papá dice que has estado muy sensible últimamente…

—Sí, hija. Por eso hoy iremos al médico para que me hagan unos exámenes, solo por precaución —dijo mientras comenzaba a preparar la sopa.

Luego del almuerzo, Aqua acompañó a su madre a su habitación.

—Mamá, ¿por qué vinimos a tu habitación?

—Hija, quiero hablar contigo sobre algo importante.

—Si es sobre las abejas y la miel… paso.

—Jejeje, no, mi cielo. Esto es sobre algo muy especial en nuestra familia.

—¿De qué hablas, mamá?

—Del Corazón del Invierno.

—Ah, ya escuché esa historia cuando era potrilla. Es sobre cómo mi tataratataratatara abuela lo encontró en una cueva durante una gran tormenta, ¿no?

—Exacto. Esa gema que ella llamó el Corazón del Invierno le salvó la vida al guiarla a un refugio en medio del caos.

—También recuerdo que es una reliquia familiar muy importante.

—Así es… Esa gema nos recuerda que, no importa lo fuerte que sea la tormenta, siempre hay esperanza.

—Jejeje… Es verdad, mami —dijo Aqua con una sonrisa sincera.

—Cambiando de tema… ¿ya tienes a alguien especial en tu vida? —preguntó Sapphire con picardía.

—¡Mamá! No, aún no jejeje… pero tal vez algún día.

—¡Eso espero! Quiero muchos, muchos nietos —dijo Sapphire riendo.

—¡MAMÁ, NO DIGAS ESO TAN DE REPENTE! —gritó Aqua totalmente sonrojada.

—Jejeje, qué linda eres, hija mía… en verdad lo eres.

—Amor, ya es hora. Tenemos cita con el médico —dijo Gregor, asomándose por la puerta.

—Sí, mi amor. Nos vemos en un rato, hija —dijo Sapphire antes de marcharse.

Aqua, tras esa charla tan cálida, fue a su habitación a probarse el vestido que su madre le había confeccionado con tanto amor para la gran noche. Con cada tic-tac del reloj, la hora se acercaba más y más…

Y con ella, daría inicio la aventura que cambiaría su vida para siempre.