Hola chicos! Hace mucho que no escribo y ya no voy a prometer nada, porque cada ver que lo hago, acabo por no cumplirlo. Así que aquí os dejo el capítulo, espero que lo disfutéis:


Descargo de responsabilidad: No soy dueña de Harry Potter :( aunque si pudiera volver atrás en el tiempo y robarle la historia a JK Rowling... será mejor que me retire a pensar más detenidamente este malévolo plan.


Título: Una segunda oportunidad

Parejas: Harry/ Hermione (Posteriormente)

Rating: T

Advertencias: Nada para los primeros capítulos.

Tipo de letra: Normal. Pensamientos.-Conversaciones- "Parsel"


CAPÍTULO 9;Harry

(Narra Hermione)

Nº4 de Privet Drive.

-¿Preparado?

Sirius inhaló aire profundamente y lo dejó escapar por la boca dejando salir un suspiro.- Preparado.

DING-DONG

Al principio no pasó nada. Era como si el tiempo fuera más lento de lo que en realidad pasaba. A los pocos instantes, la puerta se abrió unos centímetros y apareció una mujer morena de ojos castaños, con un cuello largo y estirado que llevaba a una cara que se parecía un poco a la de un caballo. A juzgar por su apariencia debía tener unos 40 o 50 años, pero el ceño fruncido que adornaba su rostro le provocaba algunas arrugas en el mentón que hacían que aparentara ser mayor. Se podía distinguir que llevaba algún tipo de traje color caqui, y unos zapatos con a penas cuatro centímetros de tacón.

-¿Que quieren?- Preguntó mirándonos de arriba a abajo, como si estuviera examinandonos.

-Buenas, señora. No deseamos molestar, estamos aquí por...- Comenzó a decir Sirius, hasta que fue interrumpido por una voz que provenía del interior de la vivienda.

-¿Quien demonios es a estas horas, Petunia?- La voz era grave e impotente.- ¡Estoy viendo el partido!

-¿Y bien?- Preguntó la mujer con impaciencia.

-Bueno...- Continuó Sirius.- Venimos a por Harry.- Esperamos a ver la reacción de la mujer, que simplemente nos miró con escepticismo, un poco incrédula y sorprendida.

-Vernon, ven aquí. Dicen que quieren llevarse a Harry.- Dijo Petunia levantando un poco el tono de voz.

Un hombre mayor y bastante regordete apareció murmurando maldiciones por lo bajo.- ¿¡Que quieres decir con que se quieren llevar al monstruo!?- Preguntó con fastidio.- ¿Con que derecho vienen a mi casa con estas reclamaciones?- Yo me mordí el labio con fastidio tras oir como había llamado a Harry, pero Sirius pareció no darse cuenta, o decidió ignorarlo.

-Permítame presentarme primero. Mi nombre es Sirius Black y soy el padrino de Harry. Estoy aquí para llevarlo conmigo.- Dijo firmemente, intentando sonar lo más serio posible.

-¿El padrino de Harry?- Exclamó horrorizada su tía.

-Si usted es su padrino ¿Que se supone que ha estado haciendo todos estos años mientras nosotros hemos tenido que soportar al crío ese?- Preguntó Vernon irónicamente con desprecio.

-Verá... digamos que he tenido algun que otro problema que me ha tenido ocupado.- Yo podía notar que Sirius se estaba conteniendo intentando mantener la calma para no cometer alguna locura. No hacía falta mucha experiencia para darse cuenta, porque eso era exactamente lo que yo estaba sintiendo también.

Vernon lo miró sospechosamente entrecerrando los ojos.- ¿Y que pasa si no queremos que usted se haga cargo? La custodia es nuestra y aunque sea o no sea su padrino nosotros tenemos el derecho a tenerlo.

Sirius parecía estar a punto de decir algo, pero yo le interrumpí.- Señor Dursley...- Empecé. Él bajó la cabeza notándome por primera vez.- Se que no le gusta Harry. Nosotros podemos liberarlo de él. ¿Porque cargar con algo que le parece tan molesto pudiendo dejarlo en buenas manos?

El señor Dursley me dio una sonrisa de medio lado.- ¿Y quien se supone que es esta mocosa de aquí?

-Eso no tiene importancia.- Dijo Sirius poniéndome una mano en el hombro. Si no fuera porque Sirius me frenó habría hechizado a ese cara de cerdo hasta que no recordara ni quién es.- Lo único que importa es que estamos aquí y venimos a por Harry, así que quiera o no, vendrá con nosotros. Ahora lo que debe decidir es si esto va a ser por las buenas o por las malas.

Petunia agarró a Vernon por el brazo y le susurró algo al oído. No estoy segura de que fue lo que dijo pero cuando terminó, su marido asintió afirmativo.- Bien.- Dijo con un suspiro frustrado.- Puedes quedarte con el pequeño monstruo, pero no logro entender como nadie querría tenerlo por voluntad propia.- Mi mandíbula estaba apretada, ya que tenía los dientes firmemente juntos intentando contener la rabia.

El tío de Harry nos invitó a pasar con un gesto y nos ofreció asiento mientras su mujer preparaba una taza de té. Una vez servido, Petunia desapareció en el pasillo dejándonos solos en el salón. No hablamos de nada en especial, el señor Dursley se pasó la mayor parte del tiempo cayado. Inspeccioné la sala de estar. Era bastante amplia con dos pequeños sillones orejeros con un tapizado floral realmente horrendo. En frente, una televisión antigua estaba en lo alto de una mesa como si estuviera sobre un altar. El papel de las paredes también tenía un estampado color beige, tan horrendo que me daban ganas de abofetear al diseñador que lo creó.

(Narrador omnisciente)

Petunia Dursley se deslizó por el pasillo principal hasta llegar a la alacena de debajo de las escaleras. Cogió de su bolsillo la llave y introduciéndola en la pequeña cerradura, la abrió.

Harry entrecerró un poco los ojos por la repentina entrada de luz que fue directamente a sus ojos y logró ver a su tía, allí parada en el marco de la puerta mirándolo, pero sin acercarse demasiado.

-Harry.- Dijo ella.- Recoge tus cosas. Han venido a buscarte.

El pequeño se extrañó.- ¿Porqué han venido a buscarme? ¿He sido malo? ¿Vas a llevarme a un correccional como dijo el tío Vernon? Por favor, tía Petunia, seré bueno...

Petunia hizo una mueca.- No, Harry. Haz lo que te he dicho, y más te vale que te des prisa.- Su tía salió de la habitación dejándolo solo con sus pensamientos.

Harry no entendía lo que estaba pasando. Recordó una ver, cuando le contó a sus tios que su primo Dudley y sus amigos le habían dado una paliza. Aquel día lo pasó encerrado en su habitación sin poder comer o beber nada. Cuando se le permitió salir por fin, el señor Dursley le había amenazado con llevarle a un centro de delincuentes juveniles si volvía a contarle eso a alguien y se había pasado la tarde hablándole de las terribles cosas que le harían allí detalle por detalle. Desde aquel momento, Harry decidió hacer siempre caso a sus tíos y no desobedecerles nunca, pero a lo mejor se habían cansado de él o no querían tenerlo más en su casa y por eso querían que se lo llevasen.

De todas maneras, prefirió hacer lo que Petunia le había dicho y comenzó a empaquetar sus cosas dentro de una vieja bolsa de su primo. Terminó rápidamente, ya que las únicas pertenencias que tenía eran un par de camisas roídas y unos calcetines llenos de agujeros, además de los zapatos y los pantalones que llevaba puestos.

Harry echó un último vistazo a su cuarto, aquel en el que había vivido durante toda su vida, aquel que le había visto crecer, aquel donde había pasado horas de aburrimiento, donde soñaba que sus padres vendrían algun día a buscarle y se irían juntos viviendo una mejor vida.

Cogió su bolsa y cerró la puerta. Escuchó algunas voces que venían de la sala de estar, en seguida reconoció las de su tío y su tía, pero también oyó otra que no conocía. Al entrar, vio de donde provenía esa voz, era un hombre mayor, con rasgos vencidos, pero se notaba que seguía siendo apuesto para su edad. Harry, por supuesto no se dió cuenta de eso, pero lo observó curioso, le sonaba esa cara, como si fuera un recuerdo perdido de otra vida. Bajó la mirada y sus ojos se encontraron con otros de su mismo tamaño, pero no eran de un color verde esmeralda, sino de un marrón chocolate que haría derretirse a cualquiera. Aunque no se había fijado demasiado en aquel hombre extraño, la otra personita había atraído su curiosidad. No pasaba mucho tiempo fuera de casa y los únicos niños de su edad que conocía eran los amigos de su primo, que no resultaban ser muy amables con él, así que la presencia de esta chica le era extraña.

El hombre mayor pareció fijarse en Harry. Lo miró unos segundos desconcertado y luego excitado, como si no creyera lo que sus ojos le estaban mostrando.- Hola cachorro.- Dijo Sirius acercándose a él.

Ho-Hola.- Dijo Harry tímidamente.- Nadie decía nada, tampoco sabían que decir. Los Dursley miraban impacientes esperando a que aquel momento terminara y se quitaran de encima al mocoso, pero no interrumpieron ni les metieron prisa. Estaban seguros de que esas personas eran también monstruos, al igual que la hermana de Petunia y su asqueroso marido Potter. Sabían de lo que eran capaces los de su clase y decidieron esperar.

Finalmente, Hermione, que había estado contemplando la escena, se decidió a romper el silencio.- Hola, Harry. Me llamo Hermione y él es Sirius, tu padrino.

-¿Mi padrino?

-Si, Harry, era amigo de tu papa y de tu mama y hemos venido a buscarte.

-¿Tu...conocías a mis padres?- Preguntó Harry incrédulo hacia Sirius.

-Si, Harry. Tu padre y yo éramos inseparables. Los mejores amigos. Tu padre era un gran mago, el mejor, aunque bueno, no tan bueno como yo, obviamente, pero...- Empezó a decir Sirius, tal ver un poco demasiado emocionado.

-¿Mago? ¿Quieres decir mago de magia?- Preguntó Harry con la boca abierta.

Sirius dejó de divagar y se quedó mirando al pequeño con una mueca de fastidio.- Será mejor que nos vayamos a otro sitio.- Dijo Sirius ahora mirando hacia los tíos de Harry.- Porque al parecer, tenemos mucho que explicar.

Harry tenía una expresión confusa, pero cambió completamente al ver la sonrisa tranquilizadora que le dio Hermione.- Está bien.

(Narra Hermione)

Harry parecía nervioso, pero sobretodo confuso. Así que intenté calmarlo. Yo estaba muy emocionada, por fin volvía a ver a mi mejor amigo. Aquel con el que había crecido, el que me había salvado y me había ayudado en todo lo que pudo. Era extraño verle así, tan pequeño e inocente, era como volver otra vez a nuestro primer año de Hogwarts.- ¿Que tal si vamos a tomar un helado a algún sitio?- A Sirius pareció gustarle mi propuesta y Harry se entusiasmó.

-¿Podré tomar helado yo también?- Preguntó él esperanzado.
-¡Claro Harry! Y puedes pedirlo de todos los sabores que quieras.- Dijo Sirius.

-¿En serio? Guau, tía Petunia no me deja tomar helados. Dice que no me lo merezco.

Yo fruncí el ceño.- Escucha, Harry, da igual lo que te hayan dicho allí. No eres un monstruo ni nada de lo que tengas que avergonzarte.

-Pero... hago cosas que los demás no pueden, eso está mal.

-No, Harry.- Dijo Sirius.- No eres diferente, y esas cosas no están mal. ¿Sabes una cosa?- Dijo acercándose a él.- Nosotros también podemos hacer cosas extrañas. Cosas que los demás no comprenden. Pero no por eso somos bichos raros. ¿Parecemos Hermione y yo bichos raros?

-N-No. Parecéis normales.

-Exacto. Pero lo cierto es que no lo somos. Y tu tampoco, tenemos algo que nos diferencia del resto, tenemos magia.- Sirius sacó disimuladamente su varita de la manga.- Te lo demostraré.- Hizo un patrón simple y de la nada apareció una rosa roja e hizo una reverencia hacia mi.- Mi lady, acepte este ofrecimiento como símbolo de mi respeto, os estaré eternamente agradecido por los servicios prestados a mi casa.- Y me la entregó con un guiño. Si, este es el viejo Sirius, aquel que no desaprovechaba ni una sola oportunidad de mostrar sus encantos. Yo rodé los ojos, pero no pude evitar que una sonrisa tímida se me escapara. Miré a Harry recordando que estaba ahí y estudié su reacción, tenía los ojos muy abiertos y nos miraba sorprendido, aunque probablemente no estaba entendiendo nada de lo que me decía Sirius.

-Entonces mis padres...

-Oh si, tus padres, James y Lilly Potter, unos de los magos más poderosos y fuertes que jamás conocí.- Sirius suspiró.- James era un hermano para mi, prácticamente crecimos juntos en Hogwarts.

Vi a Harry con una expresión curiosa y supe que iba a preguntar, pero yo me adelanté.- Hogwarts; el mejor colegio de magia y hechicería de toda Gran Bretaña y incluso se podría decir que del mundo entero.- Recité como si fuera una enciclopedia.

Sirius me miró unos segundos y continuó.- Digamos que yo no me llevaba demasiado bien con mi familia, así que pasé todos los veranos en casa de tu padre con dos amigos míos. Remus Lupin, te encantaría conocerlo y a ti también, Hermione, estoy seguro de que te encantaría poder hablar con otra pequeña ratón de biblioteca.- Le di una sonrisa sarcástica mostrando le mi disgusto y él continuó.- Los cuatro éramos inseparables, siempre lo hacíamos todo juntos.- Harry no pareció darse cuenta de que Sirius había omitido a uno de ellos.- Nos llamaban "Los merodeadores"- Dijo Sirius con una sonrisa melancólica.- Cuando salimos del colegio seguimos siendo amigos, aunque no pasábamos tanto tiempo juntos, porque el trabajo ocupaba la mayor parte de nuestros días, es lo que tiene ser los mejores aurores de todo el mundo mágico.- Nos mostró su sonrisa perruna orgullosamente.

-Un auror es como un policía mágico.- Aclaré a Harry.

-Si, si. Nosotros éramos los mejores. Por las noches siempre salíamos por ahí e intentábamos divertirnos como cuando estábamos en Hogwarts. Todo era fantástico, hasta que el señor oscuro se levantó y decidió ir a por ellos.

-¿El señor oscuro?
-Verás Harry, no todos los magos son buenos, algunos utilizan su magia para hacer daño a otros. Este es el que más daño hizo en todo el mundo de los magos, la mayoría incluso lo llaman el-que-no-debe-ser-nombrado o ya-sabes-quién.

-¿Pero por que? ¿Cual es su verdadero nombre?

-Voldemort.- Dije yo simplemente. Sirius tragó saliva con fuerza.- Oh vamos... el temor a un nombre solo intensifica el temor hacia lo nombrado.- Miré a Harry.- Quiere decir que si ya tienes miedo solo con decir su nombre, el miedo que tendrás hacia esa cosa será mayor.

-Pero... mis padres murieron en un accidente de coche.¿Que tienen que ver con él?

-Tus padres no murieron en un accidente de coche, Vol-Voldemort los mató. Y también intentó matarte a ti por eso tienes esa cicatriz.- Harry se apartó un poco el flequillo de la frente para tocarse la herida ya cicatrizada.- Exacto. Tu, Harry Potter eres el único que ha sobrevivido a la maldición asesina. La peor de todas las maldiciones, aquella que mata.

Un silencio se apoderó de todos nosotros hasta que decidí intervenir.- Así que... ¿Por que no vamos a por esos helados?


Bueno... ya ha conocido a Harry. En el próximo capitulo, Hermione le hará una visita a Hogwarts y tal vez a un cierto viejo director.