« —Puedes cerrar los ojos y pensar en Inglaterra, si quieres — sugirió Jace.
—Nunca he estado en Inglaterra — repuso ella, pero bajo los párpados.
Sintió la húmeda pesadez de las propias ropas, frías y picantes contra la piel; el empalagoso aire dulce de la cueva, más frío aún, y el peso de las manos de Jace sobre los hombros, lo único que resultaba cálido. Y entonces el la besó.»
— Cazadores de sombras; Ciudad de Ceniza.
«...Lo que Harry encontraba más raro en la casa de Ron, sin embargo no era el espejo parlante ni el espíritu que hacia ruidos, sino el hecho de que ahí, al parecer todos lo querían.»
—Harry Potter y la piedra filosofal.
«—... mencionar lo fea que me encuentras —añadió Hermione en el último momento.
—Pero si yo no te encuentro fea —repuso Harry, desconcertado.
Su amiga se rió.
—Eres peor que Ron, bueno peor no —suspiro y en ese momento Ron entro en el Gran Comedor, iba lleno de salpicaduras de barro y estaba malhumorado —Mira, a Cho le disgusto que hubieras quedado conmigo e intento ponerte celoso. Lo hizo para averiguar hasta que punto te gusta.
— ¿Estás segura? —inquirió Harry al mismo tiempo que Ron se dejaba caer en el banco de enfrente y se acercaba todas las bandejas que tenía a su alcance — ¿Y no habría sido más sencillo que me hubiera preguntado si ella me gusta más que tú?»
—Harry Potter y la Orden del Fénix.
— Si fueran tan listos, averiguarian como tener mejor aspecto. Podrías perder peso, hacerte la cirugía plástica, incluso conseguir que te rasparan la cara y te blanquearan los dientes — enfatize el tú en la frase, para que supiera que me estaba refiriendo a ella y no sólo a un grupo en general — Mi padre trabaja en las noticias. Dice que la gente no debería tener que mirar a gente fea.
— ¿Eso es lo que piensas? — Arqueó una ceja oscura — ¿qué todos deberíamos transformarnos para ser como tú quieres que seamos, Kyle Kingsbury?
Me sobresalté ante mis nombre. Estaba claro que nunca antes la había visto. Pero por supuesto que ella me conocía a mi. Todo el mundo me conocía. Probablemente sufría un patético enamoramiento hacia mi.
— Si. — dije —si. Eso es lo que creo. Eso es lo que se.
Se acercó a mi. Sus ojos eran de un verde brillante y su nariz era larga y aguileña.
— Entonces será mejor que nunca seas feo, Kyle. Eres feo ahora, por dentro, donde realmente importa, y si algún día pierdes tu atractivo, apuesto a que no serías lo suficientemente listo o fuerte para recuperarlo. Kyle Kingsbury, eres bestial.
—Bestial.
— ESTOY AQUI — chillé, y tal vez deberia haber añadido ·«peligro»· o ·«sangre»·, pero era incapaz de articular ninguna palabra más. Lo único en lo que podia pensar era que los abuelos tenian que morir en camas, en lugares silenciosos donde zumbaban maquinas, no desplomados sobre el suelo empapado y apestoso, con hormigas pásandoles por encima y un abrecartas de latón aferrado en una mano temblorosa.
«El Hogar de Miss Peregrine»